tag:blogger.com,1999:blog-61663716144721468512024-02-07T01:59:00.053-06:00Welcome to my world! Fanfics, one-shots, drabbles,fandoms, stupid thingsIneverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.comBlogger380125tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-45784961276405096942013-11-03T00:18:00.000-06:002013-11-03T00:18:21.767-06:00Long hiatus in the Tokio Hotel fandom <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
He decidido tomarme unos meses de ausencia del fandom de TH. La verdad ya no siento inspiración, conexión ni emoción. Por más que me esfuerzo, simplemente ya no es lo mismo. No sé si en verdad se deba a la ausencia de los chicos o porque al estar en otros fandoms he notado que este en verdad está muy desunido y no me agrada la forma en que nos tratamos. Se me hace estúpido que digan que las "aliens" son la mejor familia cuando no es así. Nos criticamos y burlamos entre nosotras mismas solamente porque unas chicas no saben respetar los gustos de otras; porque unas fans siguen teniendo sueños de casarse con algún miembro de la banda; porque si el twc, porque si Ria, porque si el amor, porque si esto, porque si lo otro. Nope. I'm so fuckin' done. <div>
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Tampoco quiero generalizar porque hubo muchas chicas en el fandom que siempre fueron muy buena onda conmigo e hicieron que mi estadía aquí fuera demasiado agradable. Aquí fue donde hice mis primeros amigos online y donde supe que la amistad no tenía fronteras. Además, ustedes, mis lectoras, siempre fueron un amor conmigo y siempre, siempre se los agradeceré. Ustedes fueron la razón por la que aguante un poco más. </div>
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Esto no quiere decir que ya no me gusta la banda y que deje de tener respeto hacia los chicos. Nope. Sigo siendo fan de ellos, sólo decidí no formar parte de la comunidad. Estar por mi lado y disfrutar lo que ellos nos ofrecen con calma sin que nadie me diga que lo que creo/veo/siento está mal. </div>
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Así me siento más tranquila. </div>
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Sobre mis fanfics, más bien, sobre FOI en sí, también la dejaré suspendida, no sé por cuánto tiempo. La terminaré, claro, pero no puedo y no les daré una fecha exacta. No lo sé. Escribiré cada capítulo cuando sienta una fuerte conexión y añoranza hacia la historia/personajes/trama. Mientras no sienta nada de eso, no pienso siquiera abrir el documento. <i>Así que no más FOI, por ahora.</i> Pienso editar mis fanfics y one-shots, ya saben, los primeritos que publiqué porque no pienso borrar nada de mis viejos escritos de TH, aquí seguirán, por si alguien los encuentra y le llama la atención leerlos (no estoy dejando mis fanfics a su suerte. Son míos y si alguien quiere hacer algo con ellos --que dudo que eso pase, pero aun así, por si acaso-- tienen que pasar primero por MÍ, informarme a mí, preguntarme a mí y yo ya veré si acepto o no. <b>Respeten mis derechos como autora,</b> gracias). </div>
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El blog seguirá abierto y actualizándose conforme vaya subiendo proyectos de los otros fandoms en donde estoy (actualmente InuYasha y Attack on titan, ambos animes). Si les gusta alguno o quisieran aventurarse, sólo por curiosidad, ya saben, no es necesidad de preguntar: siempre estarán bienvenidas a los diferentes mundos de mis historias :-) </div>
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<strike>Tal vez, <i>tal vez</i>, suba alguna que otra cosa mía, personal, pero quién sabe. Eso es lo de menos. </strike></div>
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Y para finalizar, quiero que sepan que si alguna vez necesitan hablar con alguien o de alguien, quiero que quede bien claro que pueden contar conmigo, para lo que sea:-). El no estar en el fandom de TH no implica que me cerraré a toda comunicación con las personas que quieran tener una conversación conmigo, siempre estaré a su disposición n_n. Actualmente, estoy más activa en mi <a href="http://mynameisarly.tumblr.com/">tumblr</a> que en cualquier otra cosa, así que ahí me pueden encontrar con facilidad:)</div>
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Creo que es todo lo que tenía que decir. Muchas gracias por estos maravillosos años que me ofrecieron en el fandom, ¡fue una gran experiencia que nunca olvidaré!</div>
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¡¡Nos leemos en la próxima lectura!! </div>
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<b><br /></b></div>
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<b>Adiós "ArlyGzz".</b></div>
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<b>Hola, "ineverloveyou" </b></div>
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<b><br /></b></div>
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<b><br /></b></div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-20917743614860578042013-11-02T23:30:00.001-06:002013-11-02T23:30:36.745-06:00Lista de one-shots, ¡actualizada! <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<b>INUYASHA</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<i>"Love him, because he's perfect" (Halloween special)</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-X-O9L9o_jZA/UnXbvdSMsgI/AAAAAAAAA60/gvE67iqZaOc/s1600/hhojo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="240" src="http://1.bp.blogspot.com/-X-O9L9o_jZA/UnXbvdSMsgI/AAAAAAAAA60/gvE67iqZaOc/s320/hhojo.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
<div align="left">
Rated: K+</div>
<div align="left">
Personajes: Hojo</div>
<div align="left">
Categoría: General </div>
<div align="left">
Género: Horror/Drama<br />
<br />
Summary: Hojo tiene amigos maravillosos, chicas que mueren por él y una familia que lo adora. Todo el mundo lo ama, ¿por qué tu no lo haces también? <a href="http://www.fanfiction.net/s/9813808/1/Love-him-because-he-s-perfect">[Leer]</a><br /><br />
<div style="text-align: center;">
<i>Bury your sins. Not you (Halloween special)</i></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-AQjnOeGECrI/UnXdBtX8WfI/AAAAAAAAA7A/1qoAl0GrbgU/s1600/tumblr_mpg5zhEG3M1syyzapo1_250.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-AQjnOeGECrI/UnXdBtX8WfI/AAAAAAAAA7A/1qoAl0GrbgU/s320/tumblr_mpg5zhEG3M1syyzapo1_250.jpg" width="215" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los derechos de esta imagen no me pertenecen.<br /></td></tr>
</tbody></table>
<div align="left">
<div align="left">
Rated: T </div>
<div align="left">
Personajes: Sango</div>
<div align="left">
Categoría: General </div>
<div>
Género: Horror/Tragedy</div>
<div>
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: left;">
Summary: Las copas de los árboles se mecían al ritmo de la brisa nocturna y al tenerlos sobre su cabeza, los ojos de Sango se abrieron de golpe, en silencio: parecía que le estaban dando la bienvenida <a class="stitle" href="http://www.fanfiction.net/s/9808076/1/Bury-your-sins-Not-you" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(53, 123, 214); border-bottom-style: solid; border-bottom-width: 1px; color: purple; font-family: 'Open Sans', Verdana, 'Lucida Grande', 'Lucida Sans Unicode', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 15px; text-decoration: none;">[Leer]</a><br />
<span style="background-color: white; font-family: 'Open Sans', Verdana, 'Lucida Grande', 'Lucida Sans Unicode', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 15px;"><br /></span>
<i><div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Experimentando con un inexperto. </i></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-1ks0alTVjoc/UnXdB9DGgaI/AAAAAAAAA7M/usEyekbY1ZQ/s1600/tumblr_mlh84tLqt21sovss4o1_500.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-1ks0alTVjoc/UnXdB9DGgaI/AAAAAAAAA7M/usEyekbY1ZQ/s320/tumblr_mlh84tLqt21sovss4o1_500.jpg" width="304" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los derechos de esta imagen no me pertenecen </td></tr>
</tbody></table>
</i><div align="left">
Rated: M </div>
<div align="left">
Personajes: InuYasha, Sango </div>
<div align="left">
Categoría: Hetero</div>
<div>
Género: Romance/Drama<br />
Advertencias: NSFW<br />
<br />
Summary: ¿Acaso Sango no lo creía lo suficientemente hombre para hacerlo? ¿Lo tomaba como un maldito chiste? Pues que gran error <a class="stitle" href="http://www.fanfiction.net/s/9732200/1/Experimentando-con-un-inexperto" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(53, 123, 214); border-bottom-style: solid; border-bottom-width: 1px; color: purple; font-family: 'Open Sans', Verdana, 'Lucida Grande', 'Lucida Sans Unicode', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 15px; text-decoration: none;">[Leer]</a><br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>SNK: ATTACK ON TITAN</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<i>"Vuela, hazlo con libertad"</i></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-FhPMbdqaXnA/UnXesif59cI/AAAAAAAAA7U/leeUbQs5tb0/s1600/tumblr_mpkrd7JLIt1r4s2b7o1_400.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="http://1.bp.blogspot.com/-FhPMbdqaXnA/UnXesif59cI/AAAAAAAAA7U/leeUbQs5tb0/s320/tumblr_mpkrd7JLIt1r4s2b7o1_400.png" width="213" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los derechos de esta imagen no me pertenecen</td></tr>
</tbody></table>
<div align="left">
Rated: K</div>
<div align="left">
Personajes: Levi, Petra</div>
<div align="left">
Categoría: Hetero</div>
<div>
Género: Spiritual/Hurt/Comfort<br />
<br />
Summary: Petra todavía no podía irse: había llegado el último visitante a observar el hermoso y temible mar.<a class="stitle" href="http://www.fanfiction.net/s/9583976/1/Vuela-hazlo-con-libertad" style="background-color: white; border-bottom-color: rgb(53, 123, 214); border-bottom-style: solid; border-bottom-width: 1px; color: purple; font-family: 'Open Sans', Verdana, 'Lucida Grande', 'Lucida Sans Unicode', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 15px; text-decoration: none;">[Leer]</a></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-80816516562341009752013-08-04T22:33:00.001-05:002013-08-04T22:35:08.632-05:00Capítulo setenta y tres. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
<br />
<br />
Tom acariciaba con su dedo pulgar el dorso de su mano. Su piel era fría, pero él seguía vivo, pensó el guardia tratando de darse fuerza a sí mismo. <br />
<br />
<br />
<br />
Quería pensar que era su imaginación, pero cuando entró y lo vio, no pudo evitar asegurar que estaba más demacrado. Su piel estaba más pálida y también se veía desnutrido (aunque no tanto como Kimberly, gracias al cielo): sabía que lo alimentaban por sonda, pero al parecer, eso ya no era suficiente. <br />
<br />
<br />
<br />
Él no sabía nada acerca de las nuevas noticias que los doctores le daban a su madre y a Gordon, hace meses que se negó a saber sobre aquello. No quería escuchar opiniones externas, qué más daba si eran profesionales; desde ese día en adelante, él sólo se guiaba por su intuición de hermano gemelo. Sí, aunque sonase absurdo. Porque los doctores no conocían a Bill como Tom lo hacía, ellos no sabían la fuerza interior que Bill poseía. Tom sí, por eso confiaba en su conexión como gemelos: mientras él lo sintiera vivo, eso le bastaba para saber que Bill abriría los ojos. <br />
<br />
<br />
<br />
Tarde o temprano, pero lo haría. <br />
<br />
<br />
<br />
«Yo… puedo ver a personas que ya no están en este mundo». Apretó con fuerza la mano de Bill. <br />
<br />
<br />
<br />
Su mente, su cordura, su estabilidad se había ido a la mierda hace tiempo, pero aquello hizo que todo en su interior explotara (una vez más). Todavía no terminaba de digerir aquellas palabras y se sorprendía de sí mismo al caer en cuenta que se había tomado aquella declaración con demasiada tranquilidad. ¿Fue la emoción de tenerla devuelta lo que le impidió razonar como era debido? En ese momento, él se sentía en una nube: estaba flotando y por primera vez en mucho tiempo su cabeza guardó silencio. Y todo, porque Kimberly volvía a estar en sus brazos.<br />
<br />
<br />
<br />
Se frotó los parpados con pesadez. <br />
<br />
<br />
<br />
Claro, aquel silencio no iba a durar para siempre: su mente comenzó a despertar, haciendo mucho ruido. Recordándole el lugar dónde Kimberly estaba, el lugar dónde él tuvo que ir para rescatarla; las personas que vio y lo que en verdad eran o más bien, fueron. <br />
<br />
<br />
<br />
Conoció a Jeny y no sabía qué hacer con eso: obviamente, le había jurado a Kimberly guardar aquella confesión como un secreto. Él se lo había tomado con calma y ahora, que lo estaba analizando todo, tenía sentido. Era cierto, o si no, ¿de qué otra manera puede explicar que haya estado hablando con dos personas muertas? Estaba loco, sí, lo admitía. Pero no lo suficiente para orillar a su mente a crear toda aquella ilusión. <br />
<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Kimberly podía ver a los muertos. Ese era un hecho aunque siguiese sonando descabellado. Ahora bien, él lo cree, pero ¿y los demás? Los doctores no van a aceptar aquello como una respuesta hacia su estado mental: era algo demasiado trivial y estúpido. Si Tom hablaba lo más probable es que terminase de hundir a Kimberly y de paso, hacen que lo encierren a él también. <br />
<br />
<br />
<br />
Debía sentirse aliviado y, en parte, lo estaba: ella no era una loca. Más sin embargo, aunque no fuera un doctor, sabía muy bien que todo ese medicamento terminó de destruir su estado emocional y mental y al tiempo, la hicieron dependiente de esas pastillas. Kimberly tenía que seguir ahí, después de todo. <br />
<br />
<br />
<br />
Al final, llegó a concluir que se encontraba entre la espalda y la pared: estaba feliz porque había una explicación no médica sobre la actitud de su pareja pero eso no significaba que estuviese del todo bien. Kimberly sufría estragos, como ella lo dijo, tenía “demonios” y todavía no terminaba de expulsarlos a todos. Ahora bien, de alguna manera, aunque juró callar sobre la confesión, tenía que hablar con el Dr. Jost sobre aquello: ya fuese cuando Kimberly fuera libre o cuando su estado mental tuviese una gran mejoría. Él merecía saber la verdad y Kimberly estaba de acuerdo con ello. <br />
<br />
<br />
<br />
Pero, ¿y Georg? ¿Acaso él le creería que conoció a Jeny? ¿Qué la vio y mantuvo una conversación con ella? Por supuesto que sí, hasta que llegase al final de la historia y le diga que está muerta. <br />
<br />
<br />
<br />
Se recargó en la silla, mirando con sus cansados y perdidos ojos el cuerpo de Bill.<br />
<br />
<br />
<br />
«Jeny —volvió a hablar—. ¡¿Quién vino por Jeny?!»<br />
<br />
<br />
<br />
Su cuerpo se tensó.<br />
<br />
<br />
<br />
«¿Quién la escoltó?»<br />
<br />
<br />
<br />
Su boca yacía entreabierta. ¿Cómo pudo olvidar aquel momento? Ese día Georg estaba vuelto una fiera, al parecer, había escuchado malas noticias que giraban en torno de una paciente que fue dada de alta, cuyo nombre, era Jeny. <br />
<br />
<br />
<br />
—La enfermera… —musitó estupefacto—. Ella no sabía nada acerca de su paradero. <br />
<br />
<br />
<br />
Jeny estaba desaparecida. El detective Smith, estaba investigando la desaparición de unos pacientes que habían estado en el hospital del Director Baecker. <em>Fue como si se los hubiese tragado la tierra</em>, esas fueron sus exactas palabras. <br />
<br />
<br />
<br />
El principal sospechoso era el mismísimo director pero no contaban con las pruebas suficientes para hundirlo. Por eso necesitaban de Tom ya que trabajó “cerca” de él: sabía acerca de los movimientos en el hospital, conocía a varios del personal y sobre todo, conocía a los pacientes. <br />
<br />
<br />
<br />
Jeny era otra víctima pero… ¿era en verdad Baecker el victimario? ¿Y por qué?<br />
<br />
<br />
<br />
—Tienes las piezas, sólo arma el rompecabezas, Tom —declaró Bill desde el otro extremo de la habitación—. Piensa. Vamos, hazlo. <br />
<br />
<br />
<br />
Tom se puso repentinamente de pie, llamando la atención de su gemelo. <br />
<br />
<br />
<br />
—Debo irme, Bill —se despidió acariciando su mano—. Sólo vine a darte las gracias. Te espero en casa, ¿sí? <br />
<br />
<br />
<br />
Bill bajó su mirada hacia su mano derecha. Vio con anticipación la caricia que su gemelo le ofreció, pero él y apenas lo sintió. Al parecer, su cuerpo y él ya no eran “uno”.<br />
<br />
<br />
<br />
Antes de salir, Tom lo miró una vez más con una pequeña mueca en sus labios. La mitad de sus incógnitas estaban siendo resueltas poco a poco pero, el de su hermano… simplemente no le encontraba respuesta. Cuando lo vio en la escalera, ¿en verdad era Bill o simplemente fue un invento de su imaginación al estar al borde de la muerte? <br />
<br />
<br />
<br />
Entonces, deseó que haya sido sólo su imaginación. ´<br />
<br />
<br />
<br />
—Tom —le llamó mirándose el dorso de su mano—. Lo lamento pero creo… creo que no podré volver.
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center;">
<span style="font-family: Calibri;">
</span><hr align="center" size="2" width="100%" />
<span style="font-family: Calibri;">
</span><br />
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<br />
<br />
Sus energías, poco a poco, volvían a ella. Se sentía mejor, sobretodo, al saber que Baecker había llegado a la decisión de devolverle al menos al doctor Jost. <br />
<br />
<br />
<br />
Claro, aquello no había sido decisión propia: Baecker llegó a ella cuestionándola, queriéndole hacer todo tipo de pruebas, exigiendo respuestas acerca de qué estaba pasando por su mente en esos momentos en el que tuvo ese ataque. Quería saberlo todo pero Kimberly no dijo absolutamente nada.<br />
<br />
<br />
<br />
—Si quieres saber, tendrás que escucharlo del Dr. Jost —masculló tomándolo por sorpresa. <br />
<br />
<br />
<br />
Ella no hablaría con alguien que no fuese aquel hombre que en todos esos años ha estado tomando el rol de padre. Y llegó al punto de amenazar a Baecker con una protesta de silencio, no importaba si se trataba de días: si no le devolvían a Jost, ella no abriría su boca.<br />
<br />
<br />
<br />
—Bien. — Le escupió entre dientes accediendo a su petición, aunque claro, tuvo una condición: en cada sesión, él estaría presente. <br />
<br />
<br />
<br />
Kimberly no protestó, sabía muy bien que no se lo iba a quitar de encima pero con el simple hecho de saber que Jost volvería a ser su psiquiatra estaba más que satisfecha. Al menos, estaría segura con otra persona presente. <br />
<br />
<br />
<br />
Al menos, tendría un poco de tiempo para hacer un plan. <br />
<br />
<br />
<br />
Bill le contó todo lo que él sabía, durando casi toda la noche despierta y aunque se sentía exhausta, le exigió a su cuerpo que aguantara. Después de todo, aquella verdad la incluía a ella. <br />
<br />
<br />
<br />
—En ese momento, los tres nos conectamos —explicó recordándole un día de su pasado. Cuando era una niña y fue a visitar a uno de los tantos doctores que sus padres le obligaron a ver. <br />
<br />
<br />
<br />
No recordaba los rostros ni nombres de esos señores. En esa época ella ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo a su alrededor. Así que pedirle que hiciera memoria sobre un encuentro de unos segundos de hace más de diez años le fue algo imposible: ¿recordar rostros? Ella no estaba al tanto del mundo que le rodeaba, mucho menos se iba a fijar en el rostro de un niño que se escondía detrás de las piernas de su padre. <br />
<br />
<br />
<br />
Pero… <br />
<br />
<br />
<br />
<em>Su madre tomó su mano obligándole a ponerse de pie con ayuda de un pequeño brinco. Comenzaron a caminar hacia una dirección desconocida para ella dedicándose a observar solamente las pantorrillas de la mujer, sumergiéndose así, en sus propios pensamientos. ¿Qué comerán al llegar a casa? ¿Su padre la llevaría a comprar un helado? ¿Jugaría con Sam? Oh, lo olvidaba, Sam estaba ahí. Siempre lo estaba. <br /><br /> <br /><br />Escuchó unos pasos cerca de ella, al parecer, alguien se iba. ¿Una familia, quizá? Quién sabe. Para empezar, ¿qué era ese lugar? Podía ser pequeña, pero algo le decía que ese no era un lugar adecuado para niños: daba miedo. ¿Quién podía traer a un niño a un sitio como ese? <br /><br /> <br /><br />—Dr. Baecker, buenas tardes —alzó su vista al escuchar a su padre hablar. Qué extraño, ahora estaban en otra habitación, ¿en qué momento pasó? <br /><br /> <br /><br />—Placer en conocerlos señor y señora Höhner —otra voz de alguien desconocido. Era un hombre, era viejo. Pero ella estaba segura que no se trataba de ninguno de sus abuelos. <br /><br /> <br /><br />Curiosa, asomó su cabecita buscando al señor que había escuchado y al toparse con la silueta, dio un brinco hacia atrás y apretó más los dedos de su madre: ¿quién era ese señor? Le daba mucho miedo, no le gustaba como la miraba. Para empezar, ¿tenía ojos? <br /><br /> <br /><br />Los objetos que aquel desconocido usaba para cubrir sus ojos brillaron cuando volteó a verla y Kimberly tragó en seco al ver su terrorífica sonrisa. Usaba una bata blanca que le llegaba hasta las rodillas y tenía varias canas en su barba y cabello. <br /><br /> <br /><br />Cuando el brillo en sus gafas se fue, ella pudo confirmar que si había ojos detrás de esos objetos. Pero eso no lo hacía ver menos feo. <br /><br /> <br /><br />—Y tú, pequeña, eres Kimberly, ¿verdad? —ella se aferró al pantalón de su madre y asintió—. Vaya —¿sonrió?— es un placer conocerte. <br /><br /> </em><br />
Si recordaba a ese hombre. <br />
<br />
<br />
<br />
—Así que era su padre —soltó empezando a comprender—. Murió antes de poder hacer experimentos conmigo, ¿verdad? —su mirada se entrecerró—. Apuesto que a Baecker le ha de estar hirviendo la sangre de curiosidad debido a mí: el muy maldito quiere complacer la memoria de su progenitor.<br />
<br />
<br />
<br />
—Y a él mismo —complementó Bill.<br />
<br />
<br />
<br />
—Sabes… ¿sabes qué fue lo que le hizo a Jeny? —preguntó después de estar un minuto en silencio. Luego, endureció su mirada—. ¿Sabes dónde fue? ¿Lo viste? <br />
<br />
<br />
<br />
El aludido dio un respingo ante aquellas repentinas preguntas. Anonadado, negó con suavidad y desvió su mirada. <br />
<br />
<br />
<br />
—Ella tampoco lo sabe. <br />
<br />
<br />
<br />
—Quiero ir —atajó tomándole por sorpresa—. Me imagino que me llevará al mismo lugar dónde la… mató, ¿no? —continuó sin respuesta alguna—. Bien. Entonces, estoy dispuesta a ir. <br />
<br />
<br />
<br />
Bill se despegó de la pared y después, se detuvo en seco sin saber qué hacer o decir. ¿Acaso estaba loca? Meditó un momento recordando el lugar donde se encontraban. Entonces, cambió la pregunta: ¿acaso había perdido la razón?<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Ir? Sabes que te matará ¿verdad?, lo sabes, ¿cierto? —siguió cuestionando poniéndose ansioso—. Si pones un pie fuera de aquí, nadie nunca sabrá de tu paradero, estarás sola. Ni siquiera sé si… —tragó en seco—. Ni siquiera sé si yo estaré para ayudarte —aunque, la verdad no sabía si en ese estado podía hacer algo “útil”. <br />
<br />
<br />
<br />
Simplemente estaba consciente de que era algo peligroso y estúpido. Kimberly sabía eso, ¿cierto? ¿¡Lo sabía!?<br />
<br />
<br />
<br />
Kimberly apretó el agarre contra sus sábanas ante la ola de impotencia que la invadió. Sí. Sabía que iba a morir en cuanto Baecker decidiera “sacarla”. Pero… ese era el único plan que tenía para poder vengar la muerte de Jeny, la muerte de todos. E incluso, era la única manera de salvarse a ella misma. <br />
<br />
<br />
<br />
Dos podían jugar el mismo juego, ¿no? Era sólo de ver quién era más inteligente y más hábil. Sí. Estaba dispuesta a matarlo. <br />
<br />
<br />
<br />
—Es mi única opción. <br />
<br />
<br />
<br />
—¡Puedes decirle a Tom! —exclamó de la nada haciendo que Kimberly lo volteara a ver en seco—. Sabes muy bien que él está ayudando en una investigación contra Baecker, te lo dije, ¿lo recuerdas? Además, ahora que sabe tu verdad todo será más fácil, ¿no crees? Debes decirle.<br />
<br />
<br />
<br />
Kimberly pestañeó, atónita.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Crees que todo se arreglará con simplemente arrestarlo?<br />
<br />
<br />
<br />
Bill se mordió el labio inferior. <br />
<br />
<br />
<br />
—… no.<br />
<br />
<br />
<br />
Estaba decidido. Por el momento, ella se le entregaría a Baecker en bandeja de plata. <br />
<br />
<br />
<br />
—No voy a perder —susurró mirando a la nada—. No debo perder. <br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Apenas se giró para retomar su camino cuando fue interrumpido. <br />
<br />
<br />
<br />
—Acompáñame a la cafetería —atajó antes de que su hijo tomara la palabra y también, le impidió reprochar: al dar la orden, Simone dio media vuelta para dirigirse al lugar mencionado. <br />
<br />
<br />
<br />
Tom se encogió de hombros y miró en todas direcciones en busca de algo sospechoso como Gordon o el doctor que estaba encargado de Bill. Pero nada. ¿De qué querrá hablar su madre ahora?<br />
<br />
<br />
<br />
Sin más, la siguió en silencio. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Quieres algo? ¿Soda, fritos…? —Tom negó—. Entonces, siéntate ahí. Yo voy por un café. <br />
<br />
<br />
<br />
Como un niño bueno, obedeció a su madre y tomó asiento en la última mesa del pequeño lugar. La cafetería estaba vacía, había seis personas y pudo adivinar que se trataban de familiares de otros pacientes con el simple hecho de ver el agotamiento y preocupación plasmados en el rostro de éstos. Su madre tenía la misma expresión. Y le sorprendió el ver como se había tornado más vieja debido al estrés. <br />
<br />
<br />
<br />
Bajó la mirada y avergonzado, apretó sus puños que yacían escondidos debajo de la mesa. Simone estaba cansada y a él le enfermaba saber que no podía hacer nada al respecto. Todo dependía de Bill.<br />
<br />
***<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
—Tom —al escucharla, volteó a verla—. Te quedarás conmigo hasta el día de mañana. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Q-qué? —soltó desorientado—. ¿Qué pasó con papá? —Simone alzó una ceja. <br />
<br />
<br />
<br />
—Le quitaste las llaves del auto, ¿recuerdas? —los labios de Tom se apretaron.<br />
<br />
<br />
<br />
Mierda. <br />
<br />
<br />
<br />
—No hay problema, ¿cierto? —continuó—. Después de todo, ya no trabajas en el hospital. <br />
<br />
<br />
<br />
Más mierda.<br />
<br />
<br />
<br />
—Tenías que enterarte tarde o temprano —murmuró encogiéndose de hombros—. ¿Te lo dijo todo o quieres oírlo con mis propias palabras?<br />
<br />
<br />
<br />
Simone negó.<br />
<br />
<br />
<br />
—Te eduqué para ser un buen hombre, Tom. Siempre estuve hostigándote por tu mal comportamiento, ¿recuerdas que siempre regresabas con golpes? Siempre te peleabas en la escuela, siempre te suspendían —su mirada se perdió en el café—. Siempre eras tú el malo: el que tenía malas notas, el que fumaba en las esquinas. Desde hace tiempo quiero saber, ¿llegaste a drogarte? —soltó una sonrisa.<br />
<br />
<br />
<br />
—Nunca fui tan idiota, mamá —respondió mirándola con rudeza. Allá iba de nuevo: recordarían su pasado, escucharía sus quejas hacia él, sus lamentos de por qué no fue un hijo perfecto como Bill. <br />
<br />
<br />
<br />
—No. Claro que no —susurró tomando el vaso de cartón—. ¿Cómo, el hombre de la familia, podría hacer algo así?<br />
<br />
<br />
<br />
La boca de Tom se entreabrió al escuchar aquellas palabras. ¿Acaso, su madre, había dicho “hombre de la familia”? Pestañeó varias veces, tratando de analizar el sonido de su voz: no había una pizca de sarcasmo en esa frase, lo dijo en seco y sin dudas. Más bien, había sonado como un recordatorio para ella misma. <br />
<br />
<br />
<br />
—Ahora bien, no me sorprende lo de esa pelea —continuó—. Siempre tuviste esa debilidad, ya sabes, defender a las mujeres o a las personas que crees son menos fuertes que tu. Así que quiero asegurar que tu detención no fue una cosa de niños, ¿verdad? —Tom asintió—. Bien. ¿Hay más cargos en contra tuya? <br />
<br />
<br />
<br />
Los había, estuvo a punto de decir. Pero si lo hacía, tendría que contarle cómo logró salir limpio de la estación de policía y el trato que tuvo que hacer con el detective Smith. Estaba involucrado en una investigación importante y si su madre se enteraba lo único que lograría hacer sería ponerle más peso sobre sus hombros, atrayendo más preocupación.<br />
<br />
<br />
<br />
—No. —Dijo cerrando su boca de golpe.<br />
<br />
<br />
<br />
—Y la chica, ¿está bien? <br />
<br />
<br />
<br />
—S-sí —tembló sin evitar recordar todo lo que había ocurrido con Kimberly—. Un compañero me dijo que ya estaba más tranquila y estaba volviendo todo a la normalidad. <br />
<br />
<br />
<br />
Simone entrecerró los ojos—. Ya veo, me alegro. Ahora —le dio un sorbo a su café— respóndeme otra cosa. <br />
<br />
<br />
<br />
—Dime.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Por qué estabas en su habitación? <br />
<br />
<br />
<br />
Tom recargó su codo en el respaldo de la silla y tratando de verse casual, sólo alzó su hombro dándole por respuesta que no era de importancia. Pero claro, Simone conocía los movimientos de su hijo y no tardó mucho en comprender la mirada nerviosa que Tom le ofrecía: trataba de evitar el contacto directo y comenzaba a mover sus labios formando distintas muecas. Mentía y eso le divirtió.<br />
<br />
<br />
<br />
—Oye, ¿es linda? <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Uh? —aquella pregunta lo desorientó.<br />
<br />
<br />
<br />
—La chica —repitió rodando sus ojos—. ¿Es linda? <br />
<br />
<br />
<br />
Y por segunda ocasión, Tom pestañeó tratando de buscar una respuesta hacia la extraña actitud de su madre. ¿De qué se trataba todo esto? ¿Dónde estaban las quejas, sus regaños? ¿Y la decepción? Su hijo fue arrestado, ¿qué acaso no iba a armar un gran lío por eso? No. Al contrario: con toda la paz que podía ofrecer, se encontraba cuestionándole acerca de lo que fue en su trabajo y sobre si la “chica” era atractiva. <br />
<br />
<br />
<br />
Y sonreía. Cada vez que le cuestionaba lo hacía con una sonrisa maternal en su rostro. Tom sintió como si regresase a su primer día en el kínder: recordaba cómo llegó entusiasmado contándole a su madre los nuevos amigos que conoció, todo lo que jugó y las cosas nuevas que aprendió. Simone le escuchaba atenta mientras cocinaba y cada vez que volteaba a verlo le sonreía como lo hacía ahora y después, le preguntaba más cosas acerca de su primer día, incitándole a Tom a contarle todo con mucho entusiasmo. Como ahora. <br />
<br />
<br />
<br />
—Se llama Kimberly, mamá —le informó acaparando su atención—. Y sí, es linda. Demasiado. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿En serio? Cuéntame de ella, ¿fue tu amiga? <br />
<br />
<br />
<br />
Esa sonrisa, ¿por qué? ¿Por qué ahora? <br />
<br />
<br />
<br />
Su madre se estaba volviendo a interesar en él. No lo estaba juzgando, no lo hacía: ella sólo miraba a su niño con orgullo y curiosidad. <br />
<br />
<br />
<br />
Entonces, Tom se acomodó en la silla, descansó sus antebrazos sobre la mesa y comenzó a platicar sobre lo que no ha podido decir en mucho tiempo. Nunca supo cuanto necesitaba contar sobre lo que pensaba a su madre y Simone confirmó que necesitaba saber más cosas de su querido Tom. <br />
<br />
<br />
<br />
Ella lo escuchaba con atención, sorprendiéndose ante la confesión amorosa de su hijo y de cómo hablaba de aquella muchacha. Tom estaba enamorado, de verdad, ¿cómo no se dio cuenta? ¿En verdad se había alejado tanto de él? Se mordió el interior de su mejilla izquierda, ¿en verdad Tom necesitaba tanto a su madre? <br />
<br />
<br />
<br />
Por dios. Su hijo mayor ha estado afrontando una situación difícil por su cuenta y ella no se había percatado de su sufrir: en lugar de apoyarle, le dio su espalda y lo juzgó por cosas del pasado. Lo insultaba porque él no podía ser como Bill. Le daba tanta rabia el saber que tenía a su adorado hijo menor al borde de la muerte que se cegó creyendo que Tom debía reemplazarle a toda costa y debido a esto, no se percató que también perdía a su hijo mayor. <br />
<br />
<br />
<br />
Se sentía una basura. Era el peor ser del mundo, era una madre egoísta, ¿cómo pensó si quiera en reemplazar a uno de sus hijos? Su cabeza ya no le dejaba pensar con claridad y sus sentimientos encontrados hacían crecer en su interior un remolino de inseguridad, miedo y frustración.<br />
<br />
<br />
<br />
Ella solamente no quería perder a Bill. “No hay peor dolor que el de perder a un hijo”, siempre se ha dicho y bien es cierto. Está perdiendo a su Billy y por fin descubrió que estaba a un paso de perder a Tom. <br />
<br />
<br />
<br />
No podía permitirlo.<br />
<br />
<br />
<br />
Después de todo, es lo único que le queda. <span style="font-family: Calibri;"></span>
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center;">
<span style="font-family: Calibri;">
</span><hr align="center" size="2" width="100%" />
<span style="font-family: Calibri;">
</span><br />
</div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<br />
<br />
<em>—Desde este momento, la vida de su hijo sólo está aferrada gracias a la máquina Sra. Trümper. Lo siento.<br /><br /> <br /><br />—¿Cuánto… cuánto tiempo le queda? <br /><br /> <br /><br />…<br /><br /> <br /><br />—Depende de usted. </em></div>
<br />
<em></em><br />
<em></em><br />
<em></em><br />
<em></em><br />
<em></em><br />
<em>***</em><br />
<em></em><br />
Primero que nada, si ustedes regresan mañana a la facultad, ¡mucho éxito! Bueno, continuando con la historia... no sé que decir de Bill u-u, ¡fuerzas mi Billy! DD': kdsjfhsdkjgfskjgdf y bueno, ¿qué piensan de Kimberly? ¿Le funcionará el plan? ¿Y qué tal Simone? Creo que por fin despertó o.o <br />
<br />
Uhm... mañana checaré bien como estaré de deberes y si llego a una conclusión, les daré la fecha de actualización del próximo cap:). <br />
<br />
¡Nos vemos! :D<br />
<em><br />
</em><div style="text-align: center;">
<br />
<em> </em></div>
<em>
</em><br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-36304255399991043082013-08-01T00:46:00.000-05:002013-08-01T00:46:02.784-05:00<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-n-JZsfyKhEk/Ufn1nlZH7AI/AAAAAAAAA6A/2xE3l07Z6gE/s1600/wigflip-ds.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></a><a href="http://3.bp.blogspot.com/-n-JZsfyKhEk/Ufn1nlZH7AI/AAAAAAAAA6A/2xE3l07Z6gE/s1600/wigflip-ds.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"> </a><br />
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-n-JZsfyKhEk/Ufn1nlZH7AI/AAAAAAAAA6A/2xE3l07Z6gE/s1600/wigflip-ds.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"> </a><br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-n-JZsfyKhEk/Ufn1nlZH7AI/AAAAAAAAA6A/2xE3l07Z6gE/s1600/wigflip-ds.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="87" src="http://3.bp.blogspot.com/-n-JZsfyKhEk/Ufn1nlZH7AI/AAAAAAAAA6A/2xE3l07Z6gE/s400/wigflip-ds.png" width="400" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-dVcvtRzF2aw/Ufn18Fw1b9I/AAAAAAAAA6I/_I3kbhQzXrI/s1600/36810_139302569440574_357471_n.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-dVcvtRzF2aw/Ufn18Fw1b9I/AAAAAAAAA6I/_I3kbhQzXrI/s400/36810_139302569440574_357471_n.jpg" width="275" /></a></div>
</div>
</div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-23216937205786681632013-08-01T00:11:00.001-05:002013-08-05T20:28:52.840-05:00Lista de fanfics/one-shots ¡actualizada!<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div align="center">
<strong>INUYASHA: ONE-SHOT.</strong></div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
<em>"Confusions in our soul" </em></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-1vrwRwCa7gw/UfnpnHQsr8I/AAAAAAAAA5k/hT8kh1FDr6M/s1600/RinxKouga.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="278" src="http://4.bp.blogspot.com/-1vrwRwCa7gw/UfnpnHQsr8I/AAAAAAAAA5k/hT8kh1FDr6M/s320/RinxKouga.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los derechos de esta imagen no me pertenecen.<br />
</td></tr>
</tbody></table>
<div align="center">
</div>
<div align="left">
Rated: T (+13)</div>
<div align="left">
Personajes: Rin, Kouga.</div>
<div align="left">
Categoría: Hetero.</div>
<div align="left">
Advertencia: Romance, Hurt/Comfort.</div>
<div align="left">
</div>
<div style="text-align: left;">
Summary: Heridas que serán sanadas por alguien que mantiene todavía más en su interior. <a href="http://www.fanfiction.net/s/9509474/1/Confusions-in-our-soul" target="_blank">[Leer]</a></div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<strong>ATTACK ON TITAN (SNK): ONE-SHOT.</strong></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<em>"Don't go"</em></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-BN2NMHQYKhA/Ufnq5S65JlI/AAAAAAAAA5w/Bv5CNlyZjrs/s1600/tumblr_mqlm6eV4PC1s5e1wro1_500.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="228" src="http://2.bp.blogspot.com/-BN2NMHQYKhA/Ufnq5S65JlI/AAAAAAAAA5w/Bv5CNlyZjrs/s320/tumblr_mqlm6eV4PC1s5e1wro1_500.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Los derechos de esta imagen no me pertenecen.<br />
<br />
<br />
</td></tr>
</tbody></table>
Rated: K + (+9)<br />
Personajes: Eren J., Armin A.<br />
Categoría: Yaoi.<br />
Advertencia: Romance, Hurt/Comfort<br />
Summary: No importa que tan cruel las cosas puedan ser para su compañero. Armin nunca se iría de su lado, nunca lo dejaría. Ni siquiera la muerte se lo impediría. <a href="http://www.fanfiction.net/s/9544132/1/Don-t-go" target="_blank">[Leer]</a><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<strong>TOKIO HOTEL: ONE-SHOT</strong></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<em>"Never stop fighting"</em></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-GOsyjX38S2E/UgBRQ5xX1OI/AAAAAAAAA6Y/ngek7ztY1OI/s1600/neverstopfighting.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-GOsyjX38S2E/UgBRQ5xX1OI/AAAAAAAAA6Y/ngek7ztY1OI/s1600/neverstopfighting.jpg" /></a></div>
<strike></strike> </div>
<div style="text-align: center;">
<strike></strike> </div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div style="text-align: left;">
Rated: PG-13</div>
<div style="text-align: left;">
Personajes: Tom K., Amy lee, Gustav S., Simone, Jorg, Georg L.<br />
Categoría: Hetero. </div>
<div style="text-align: left;">
Advertencia: Muerte de personaje secundario, violencia.</div>
<div style="text-align: left;">
Summary: En un mundo donde los titanes gobiernan la tierra, las esperanzas para salvar la humanidad, son cada vez más escasas <a href="http://www.thficcion.com/viewstory.php?sid=478" target="_blank">[Leer]</a></div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: left;">
</div>
</div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-33089941939575226892013-07-16T00:39:00.001-05:002013-07-16T00:39:43.644-05:00¡IMPORTANTE!: Cambio de URL<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
En todos estos días de ausencia (creo que fueron semanas), descubrí a qué se debía mi gran problema con los bloqueos que sufría al tratar de continuar con FOI: la inspiración simplemente se llegaba a rehusar y por el simple hecho de que no me nacía escribirlo. No sé si esto se deba a la falta de actividad por parte de Tokio Hotel (lo cuál, está bien, estos chicos merecen su descanso después de todo) o tal vez, porque ya no los veo con los mismos ojos. <br />
<br />
Es extraño, porque aun diciendo esto, soy capaz de asegurar con toda sinceridad que sigo siendo su fan, los sigo y seguiré respetando y siempre tendrán un lugar especial dentro de mí. Pero, ya no los sigo idolatrando como antes: ya no me nace ese amor de antes, esa obsesión por ellos que me mantenía al full en el fandom y eso me deprimió llegando al punto de estresarme porque no sabía qué hacer. <br />
<br />
Me encontré entre la espada y la pared porque después de toda mi discusión mental, sólo pude llegar a dos salidas... algo obvias:<br />
<br />
<ol>
<li>Me retiro del fandom y dejo morir a FOI por la paz, aunque esté inconclusa o,</li>
<li>Termino FOI a como de lugar (nunca he dejado algo inconcluso y no pienso empezar ahora) y después, de que le de su merecido final, me voy. </li>
</ol>
Y después de darle mil vueltas a mi cabeza y hablarlo con una amiga, decidí la segunda opción. Porque era lo mejor y lo más lógico: puede que debido a mis largas ausencias haya perdido a muchos de ustedes (tal vez a todos), pero aun así, quiero darle final a esta novela por ustedes y por mí. <br />
<br />
Esa era la decisión final, y por eso también llegué a la conclusión de que debía modificar mi blog: ya no podía ser tokiohotelhistorys, tenía que cambiar, agregar mis nuevos intereses. Dejar en claro que ya pertenezco a otros fandoms, también. <br />
<br />
Por eso, poco a poco estoy haciendo estos cambios: una simple barra de menú lo dice todo, ¿no? Entonces, por el momento, así lo dejé. Estoy editando entrada para poner en orden las cuatro historias (sin contar FOI) que publiqué aquí, pero para terminar estos pasos, tengo que modificar de una vez por todas la url. <br />
<br />
Eso lo deje pausado, porque mientras me daba el tiempo de pensar el nuevo nombre del blog y acomodar los últimos cambios, me puse a trabajar en el capítulo 72 de FOI y mientras más avanzaba, más me di cuenta que realmente <em>no</em> quiero irme de aquí. <br />
<br />
Yo empecé en el fandom de Tokio Hotel, aquí aprendí todo lo que sé (o lo poco, no sé). Conocí a hermosas personas que ahora son unas de mis mejores amigas, las conocí a ustedes, mis lectoras, que me dieron y me siguen dando todo mi apoyo aun y cuando lo que escribo no es lo mejor. Y lo agradezco con todo el alma hasta el grado de ir y abrazarlas a cada una y estrujarlas y apretarles sus cachetitos *-* (dfhakdfdkjg soy tierna :c) porque lo hetero es lo que menos se lee hoy en día por estos rumbos y saber que hay gente que aun le interesa esta categoría y todavía mejor (aunque suene egoísta m.) que se interese en MIS NOVELAS HETERO es... es... wow. <br />
<br />
<br />
Yo crecí aquí, ¿cómo dejarlo? No. Simplemente no. <br />
<br />
Ahora, tal vez esté hablando sola y me lo merezco. No lo negaré, soy irresponsable, punto. Así que no me sorprende si la verdad ustedes no están aquí o se cansaron de esperar, en verdad, lo entiendo muy bien. Es lo más lógico, pero, por si alguna razón, sólo tienen curiosidad de lo que está pasando conmigo y están leyendo esto quiero decirles: Hola :C dkfhdskjgf gracias por seguir aquí ;_; ♥<br />
<br />
Bien, a resumir esto (?). <br />
<br />
<br />
<ul>
<li>Terminaré FOI. Con ánimos, porque aunque llegó un punto en que me cansó y me aburrió la historia descubrí nuevamente porqué la cree y el porque le di mi tiempo, mi espacio, mi todo en su momento. Me encariñé con los personajes, la trama, todo y merece su final. Uno bueno y juro que me saldrá del alma y no será uno forzado sin sentimientos. No. NO. NO. Simplemente, así no. </li>
<li>No me voy. Aquí seguiré para las que gusten quedarse conmigo un rato más, agradeceré mucho su compañía: me alegraría saber que no estoy sola. </li>
<li>¿Seguiré subiendo mis fanfics de TH aquí en el blog? Sí y también pienso subirlas en thficción. </li>
<li>¿Este blog será multifandom? Sí. InuYasha y SNK (attack on titan), específicamente <strike>ambos animes</strike>. </li>
<li>¿Subirás los one-shots/fanfics de InuYasha, SNK, etc en el blog? No. Esas las subiré exclusivamente en ff.net, sin embargo, aquí pondré las listas de las historias con su respectivo resumen, rating, etc. Por si les nace la curiosidad y quieren leer :-)</li>
<li>¿Diré de una puta vez cuál será la nueva url del blog? Sí xd </li>
</ul>
<br />
<br />
<div align="center">
tokiohotelhistorys.blogspot.com, adiós.</div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
La nueva url será: </div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
storiesofarlygzz-ineverloveyou. </div>
<div align="center">
</div>
<div align="center">
</div>
<div style="text-align: left;">
Necesito que comprendan que es de <strong>mucha </strong>importancia que guarden la nueva url ya que cuando llegue el tiempo de cambiarla, TOKIOHOTELHISTORYS no existirá y no podrán encontrar el blog, y si lo llegan a buscar con esa url, aparecerá como inexistente. </div>
<div style="text-align: left;">
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Dejaré este aviso por una semana. <strong>La url será cambiada el domingo 21 de julio, </strong>si por alguna razón me aparece que la nueva url ya está ocupada (que lo dudo mucho, al menos que haya otra arlygzz por ahí ._. la cual deberá morir... *carraspeo nervioso* digo, sí... eso, olvídenlo), informaré por mi página de <a href="https://www.facebook.com/FanFicsdeArlyGzz" target="_blank">Facebook </a><strong> </strong>acerca de ese impertinente y del nuevo nombre que estaré obligada a dar... er, como digo, dudo mucho que eso ocurra, pero bueno, no está mal prevenir xd. </div>
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Nuevamente, sin tantos rodeos: </div>
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<strong>La url del blog será cambiada a "storiesofarlygzz-ineverloveyou" el 21 de julio. Si es de su preferencia, guárdenlo. Esa será la nueva forma de encontrar el blog.</strong></div>
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Cuando ese cambio sea realizado, continuaré editando las entradas de mis historias, todo para que sea más fácil encontrarlas en este desorden xd </div>
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En fin, supongo que es todo, si surge alguna duda o algo así, las contestaré en el inbox de <a href="https://www.facebook.com/FanFicsdeArlyGzz" target="_blank">Facebook</a>, mi <a href="http://mynameisarly.tumblr.com/" target="_blank">tumblr</a><strong>, </strong>y por supuesto, mi <a href="http://ask.fm/Dirtypaws" target="_blank">ask</a><strong>. </strong></div>
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Supongo que es todo, <em>por el momento.</em> <strong></strong></div>
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<strong>¡¡</strong>Hasta la próxima <strong>lectura</strong>!!</div>
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ArlyGzz<strong> </strong>♥</div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-84378772536193097732013-07-15T23:59:00.000-05:002013-07-15T23:59:24.357-05:00Capítulo setenta y dos. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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Sus ojos se abrieron de golpe encontrándose con la vista del piso. Los sentía secos, al igual que su garganta y un dolor tremendo invadió su cabeza, desorientándole por pocos minutos: llevó su mano a su frente y con calma, se puso de pie percatándose de que había caído inconsciente al poner a penas un pie dentro de la habitación, quedando tirado frente el marco de la puerta. <br /><br /> <br /><br />«Con que… así fue», descubrió convirtiéndose en un espectador por unos segundos: pudo verse entrar, agitado, nervioso y al pasar la puerta, su cuerpo cayó pero su alma siguió corriendo en busca de Kimberly. Entonces, de esa manera, fue como entró a ese mundo extraño o (cómo había dicho “Jeny”) el mundo de los… muertos. <br /><br /> <br /><br />Sacudió su cabeza con fuerza, todavía no quería divagar en ideas estúpidas de lo que había sucedido porque, siendo honestos, sentía algo de miedo ante las posibles respuestas. Lo que pasó, pasó y eso fue lo que le asustaba: ¿cómo pudo haber sido todo eso verdad? Refunfuñó por lo bajo dándose media vuelta, encontrándose con un cuerpo cubierto por una sábana blanca, dejando al descubierto sus brazos y pies sucios y descuidados, los cuales, le brindaron una alarmante descarga eléctrica que recorrió desde su nuca hasta su cadera: la persona que yacía debajo de la sábana era Kimberly, ¿por qué no se movía? <br /><br /> <br /><br />Con sus ojos dilatados, su rostro pasmado y sus pies cansados, caminó hacia ella extendiendo sin darse cuenta su brazo derecho, dispuesto a destapar su rostro en el momento en que tocase la sábana, al tiempo que balbuceaba cosas sin sentido en su cabeza: se supone que había salido, él la había sacado de esa maldita prisión, logró rescatarla y pudieron salir los dos, ¿no? Recuperó su cuerpo y regresaron al mundo de los… vivos; él era la mismísima prueba, estaba presente, caminando, respirando, ¿entonces por qué ella no se movía? Ella también tuvo que haber regresado con él… ¡los dos salieron juntos, mierda!<br /><br /> <br /><br />—¿Kim…? —aquel nombre apenas y logró ser entendible. Tom temblaba al igual que su voz pero procuró mantener su brazo y dedos firmes: a estos, los extendió lo más que pudo y al sentir el rose de aquella sábana, la tomó destapando de un tirón a la paciente que yacía escondida debajo de ésta y entonces, Tom se preguntó si estaba dormida. <br /><br /> <a name='more'></a><br /><br />Kimberly tenía sus ojos cerrados y su boca entreabierta, se notaba muy pálida y también, los leves huecos que se formaban en sus mejillas le informaron al guardia que no se estaba alimentando como debía. No. No era ella, ¡fue ese tal “Sam”! Nuevamente, sacudió su cabeza—. Oye, Kim… despierta —pidió quitándole un mechón de cabello de su rostro atrayendo su mano hacia su pecho: estaba fría y eso comenzó a alarmarlo—. Kimberly, abre los ojos, ¡¡hey, ábrelos!! —exigió sin darse cuenta que le había gritado a unos centímetros de su cara, pero después, no le importó: él sólo quería ver sus ojos. Quería ver sus ojos color café. <br /><br /> <br /><br />Su labio inferior tembló y su mano izquierda apretó unos mechones de su cabello castaño, estirándolos un poco y esto, lamentablemente, lo hizo a propósito: quería hacerla sentir cualquier tipo de dolor para que reaccionara, pero no funcionó. La chica seguía sin emitir alguna señal de… de vida. <br /><br /> <br /><br />El guardia apretó lo más que pudo sus dientes para no soltar un maldito sollozo: no debía llorar, todavía no porque ella, ¡no estaba muerta!— ¡Mierda, abre los malditos ojos, mírame, háblame! —exigió tomando el cuerpo inerte entre sus brazos. Dios, parecía una muñeca de trapo, ni siquiera pesaba, en lo absoluto—. ¡¡Kimberly!! —aquel llamado resonó por las paredes: Tom tenía sus ojos cerrados, pero ni así pudo evitar que las lágrimas se detuviesen. Se aferró más a ella, haciendo que el rostro de Kimberly se escondiera entre su cuello y hombro ocasionando que su nariz rosara su piel: no había señales de que respirara. <br /><br /> <br /><br />Y eso fue suficiente para perder y comenzar a llorar.
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</span><br />Seguía quieta, mirándole atónita: ¿Jeny le había pedido qué?<br /><br /> <br />Pasó una gran cantidad de saliva y miró por encima del hombro de su amiga al ser que, por segunda ocasión, se había atrevido a hurtar de la manera más grotesca su cuerpo: Sam estaba sentado en el piso del baño, recargando su espalda en el pilar del lavamanos, con su rostro mirando hacia la pared más, todavía, manteniendo su mano en su sien, evitando que sus ojos fuesen vistos. No quería que viera la expresión que yacía en ellos: vergüenza, arrepentimiento, decepción. Ya no quería ser visto por nadie y mucho menos, por ella.<br /><br />
<br /><br />—P-pero… yo… yo no sé hacer eso —dijo por fin volviendo a poner sus ojos en Jeny—. Y si supiera, ¡no lo haría! Debes volver conmigo Jeny —recordó tratando de sonar razonable pero su amiga negó. <br /><br />—Ya no hay nada para mí en “ese” mundo. Lo mío terminó. <br /><br />—¡No! —atajó—, ¿qué hay sobre Georg? ¿Recuerdas? Me dijiste que querías estar con él más tiempo, que… que cuando llegara el día, ¡te despedirías de él como era debido! <br /><br />—Kimberly —soltó sonriéndole, vencida. Sí… ella ya había perdido—, ese día llegó hace mucho tiempo. Sólo que… yo no me quería dar cuenta: hazlo. Por favor, hazlo. —la aludida mantuvo apretado mucho tiempo sus labios para evitar soltar patéticos sollozos, pero el escuchar las decisivas palabras de Jeny la obligaron a ceder: no pudo más y lloró en frente de ella aunque, como una niña, se limpió sus lágrimas al sentir que empapaban sus mejillas. <br /><br />—No. No quiero hacerlo —dijo por fin entre sollozos ahogados—. No podrás irte, ¿lo entiendes? ¡No seré yo la que te arrebate ese derecho! Tú no mereces esto, debes irte, descansar, ¿no lo ves? ¡Yo iba a ayudarte! —calló de golpe bajando sus puños, los cuales, había mantenido en guardia hace ya varios segundos. <br /><br />—No. Kimberly,<em> ayúdate</em> —atajó logrando sin querer que aquellas palabras fuesen un golpe de verdad. <br /><br />Obligándose ver el piso, Kimberly llevó sus manos hacia su cabeza, haciendo un poco de presión. Ella iba a ayudarla, ella iba a ayudar a todos: esa había sido una de sus metas. Iba a explotar su “don” lo más que podía, sacarle provecho, hacer algo bueno por ellos… pero, en lugar de eso, los encerró en un infierno, el cual, no sabía que era capaz de crear. ¿Por qué? Porque se rehusó a recibir su ayuda en el momento en que más los necesitaba. <br /> <br /><br />Les negó tomar sus manos, no quería saber de nadie. Había entrado en otra de sus crisis, decayó porque así lo quisieron tanto ese asqueroso guardia que se atrevió a tocarla y al maldito de Baecker, quien la puso en un “confinamiento solitario”, prohibiéndole ver a los únicos que se preocupaban por ella. Y cuando le quitaron a Tom, todo explotó en su interior. Pero no había que dejarles toda la culpa a esas personas, hubo otra más y todavía mucho más importante que las anteriores; por culpa de esa persona, demacró su propio ser y permitió que usurparan su cuerpo debido a su egoísmo: ella misma. <br /><br />Sí, Jeny tenía toda la maldita razón: debía ayudarse. Si no lo hacía, ¿con qué cara brindaría <em>ayuda</em> a los demás? Pero aun así… <br /><br />—Lo haré. Juro que lo haré, me ayudaré: haré todo lo posible, seré fuerte. Lo juro —tragó en seco y por unos segundos, alzó su vista para mirar a Sam, después, volvió con Jeny—. Sé que dije esto antes y no lo cumplí. Por eso, estamos ahorita en este infierno y lo siento, ¡lo siento mucho! Pero cambiará, todo lo hará y esta vez… lo digo en serio. —tomó todo el aire que pudo y continuó—: Así que, por favor, te pido que regreses conmigo. Me ayudaré —repitió— y cuando eso suceda, te ayudaré a ti sin dudarlo, ¡dame la oportunidad! Yo sé que puedo ayudarte en todo lo que me habías pedido: quieres saber qué fue de ti, ¿no? Yo lo investigaré, descubriré lo que sucedió en tus últimos minutos, no te irás a leguas. Te ayudaré a que Georg sepa que estarás con él… —sus palabras se quebraron—. Pero por favor, ¡regresa conmigo! <span style="font-family: Calibri;"></span></div>
<br /><br />Sam miró de reojo a la chica que lloraba sin cesar: su pecho subía y bajaba a medias debido a los sollozos y su antebrazo le servía de escudo a sus ojos. A ella tampoco le gustaba que la vieran llorar. Entonces, sus ojos se abrieron ante la leve sorpresa de descubrir que no veía a la Kimberly fría y desconfiada de todos: él veía a la Kimberly de siete años, la niña que no soportaba separarse de sus seres queridos y lloraba porque sentía realmente el dolor. <br /><br />Acaso, ¿volvió a hacer la niña de antes? <br /><br />Su cuerpo dio un respingo al ver que Jeny tomaba con firmeza los hombros de la paciente, obligándole a verla y, pasando saliva con dificultad, decidió ponerse de pie evitando dejar a un lado la vergüenza que sentía. Lo cual, era imposible pero… ¿acaso Jeny tenía pensado… decirle…? <br /><br />—Que Sam y yo nos quedemos aquí no significa que no podremos tener nuestro descanso. —Explicó sacudiéndola un poco, para que dejara de llorar y pusiera atención a sus palabras—Quiero que entiendas esto, ¿ok? Todavía quiero que me hagas esos favores: quiero que sepas qué fue de mí, de mi cuerpo para que éste pueda descansar y también, quiero que le digas a Georg que yo siempre estaré a su lado, no importa si él ya no me ve de la misma manera. Todavía quiero que lo hagas. <br /><br />—Pero… —el inútil rezongo fue detenido. <br /><br />—Pero todavía no. Sabes, ninguno de nosotros dos tenemos prisa —aseguró viendo de reojo a su compañero—. Ya esperamos mucho y fue una agonía: el saber que tenemos que esperar un poco más, pero ahora por ti, nos calma. No me importa si no me crees, es así. Quiero que te enfoques en ti primero… —volvió a mirar a Sam—. <em>Queremos</em> saber que lograste salir de este maldito lugar, que te recuperaste a ti misma y que volviste a vivir. Queremos verte feliz a ti porque tu todavía tienes una vida y tienes por <em>quién</em> vivir —los ojos de Kimberly se abrieron de golpe—. ¡Olvídate de nosotros y enfócate en ti! <br /><br />—Je-ny… <br />
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<br /><br />—Cuando hagas hecho todo eso, entonces, si todavía lo <em>quieres</em> y lo deseas, ayúdanos. Pero si no es así, no importa: nosotros estaremos en paz al saber que tú lo estás también —parpadeó al sentir el dorso de la mano de su compañera limpiar sus mejillas—. Ahora ve y lucha por tu libertad, Kimberly. <br /><br /> <br /><br />—Más te vale irte cuando yo lo haga —advirtió tomando su mano con fuerza.<br /><br /> <br /><br />—Ten cuidado —las dos chicas voltearon ante su intromisión. Sam, quien tenía su brazo derecho extendido, cerró el puño de su mano y evitó la fuerte mirada de la paciente—. Yo… bueno… ¡no te confíes de esos cerdos! Sólo… mantente con los tuyos, sólo habla con ellos. Sólo… has eso… <br /><br /> <br /><br />Kimberly bajó su mirada con el propósito de apartarla de Sam. Agradeció su consejo pero aun así, no estaba lista para hablarle, ni siquiera estaba segura si debía perdonarle. Después de todo, él tuvo la culpa de su encierro en el hospital. <br /><br /> <br /><br />Anonadada, frunció su ceño al sentir mojado el lado izquierdo de su cuello. Era extraño, sentía pequeñas gotas caerle en esa zona, empapando su hombro: llevó su mano hacia ese lugar y después, extendió su palma en frente de sus ojos admirando lo que sabía, eran lágrimas. Alzó su vista al techo y su boca se entreabrió al escucharlo: Tom lloraba, lo hacía porque ella todavía no regresaba. <br /><br /> <br /><br />—Cumpliré —las cejas de Jeny se alzaron al escucharla—. Saldré, me recuperaré… y cuando este martirio termine, ¡te ayudaré! <br /><br /> <br /><br />—Lo sé. <br /><br /> <br /><br />La esencia de Kimberly comenzaba a desaparecer, estaba lista para volver al mundo de los vivos y aunque Jeny sabía que tal vez no la volvería a ver nunca, se sentía feliz. Sabía muy bien que lograría salir, creía en ella porque era fuerte. Ya lo ha demostrado. <br /><br /> <br /><br />Pero al encontrarse con Sam, su sonrisa se desvaneció. Su compañero, sin embargo, le brindó aquel gesto por unos cortos segundos, para después, mirar hacia el lado opuesto: no tenía el derecho de ver a su “amiga” partir. Y al igual que Jeny, se sintió feliz pero a la vez, seguía vació: agradeció el saber que Kimberly no se daría por vencida y que cuando lograse su meta, ayudaría a Jeny. Ellas dos merecían irse y aunque sabía que él no tenía merecido su descanso eterno, no podía evitar anhelarlo… <br /><br /> <br /><br />—Kim, ¡espera! —tanto la aludida, como Sam voltearon a verla: Jeny tomó la mano de la muchacha y por última vez… la abrazó.
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Tom ya había durado más de diez minutos dándole a Kimberly una pobre versión de RCP que aprendió hace ya, tal vez 10 años, cuando su madre los envió a él y a Bill por primera y última vez a un estúpido campamento de verano. <br /><br /> <br /><br />Quería pensar que lo estaba haciendo mal. Tal vez, si tan sólo lograra mantenerse calmado y pensar con su maldita cabeza fría podría estar haciendo esa maniobra como era debido: no iba a dejar a Kimberly ir, no, ella no debía irse… como Bill—. ¡Mierda! —exclamó haciendo el RCP nuevamente. Este no era el momento para involucrar más problemas. <br />
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<br /><br />—Kimberly… ¡quédate! —rogó dándole respiración boca a boca pero no logró hacer las compresiones. <br /><br /> <br /><br />Pegó su frente con la de ella ocasionando que los dedos de su mano izquierda se enredaran con el cabello castaño de la paciente. Sus lágrimas empezaron a inundar el pálido rostro, llenando sus mejillas de agua haciendo parecer que ella también lloraba.<br /><br /> <br /><br />No pudo, no logró traerla devuelta, ¡maldición! ¿Qué debía hacer? ¿Qué podía hacer? Pasó saliva con dificultad, ¿cómo explicárselo al Dr. Jost y Gustav? No, ¡¿cómo explicárselo a él mismo?! <br /><br /> <br /><br />—Hey… <br /><br /> <br /><br />Su sangre, su corazón. Todo se detuvo. <br /><br /> <br /><br />—Mi pecho me duele, ¿qué… qué ocurrió? —extendió sus dedos a su rostro, limpiándole una lágrima—. ¿Por qué lloras?<br /><br /> <br /><br />Tom pescó su mano antes de que la bajara y la apretó con delicadeza, volviéndola a poner en su mejilla, sintiendo —esta vez— el calor de su piel. Se mordió su labio inferior al sentir una infinidad de sollozos amontonarse en su garganta pero, nuevamente perdió y lo único que hizo fue tapar su ojo izquierdo y limpiarse al mismo tiempo las lágrimas que caían de ese lado. <br /><br /> <br /><br />Todo estaba bien. Había sido la última pesadilla del día, eso fue todo. <br /><br /> <br /><br />Entonces, tuvo la oportunidad de negar con una sonrisa—. Sólo me alegra que todo esto haya terminado —Y dicho esto, la alzó para poder abrazarla como era debido. <br /><br /> <br /><br />Los ojos de Kimberly yacían abiertos ante aquel gesto. No pudo evitar sonrojarse hasta las orejas y reprocharse por eso, que estúpida se ha de ver, pensó, pero al sentir la tranquila respiración de Tom en la piel de su cuello la hizo rendirse y dejarse llevar: le devolvió el gesto y también una sonrisa de gratitud. <br /><br /> <br /><br />Él vino por ella, después de todo. <br /><br /> <br /><br />—Me alegra… verte —musitó aferrándose a sus brazos. <br /><br /> <br /><br />—¿Estás bien? —Kimberly asintió.<br /><br /> <br /><br />—Aunque… me gustaría tomar una ducha, sabes… <br /><br /> <br /><br />Tom deshizo el abrazo y la miró con seriedad. ¿Por qué no hacerlo ahora? Estaban solos y los únicos que sabían que él estaba ahí lo esperaban en una desolada zona del hospital o tal vez —y esperaba correr con suerte—, tuvieron que regresar a sus puestos debido al movimiento interno del personal, para no levantar sospechas. <br /><br /> <br /><br />Eso lo dejaba sólo con ella y volvió a preguntarse, ¿por qué demonios no? Esta era una gran oportunidad que estaba seguro no se volvería a repetir. <br /><br /> <br /><br />Era ahora: sí o no, decídete rápido. <br /><br /> <br /><br />—¡Oye! —exclamó sorpresiva, aferrándose de su suéter—, ¿me llevarás a las duchas? —cuestionó recargando su cabeza en el pecho, cerrando sus ojos, disfrutando de su calor. Sabía muy bien que lo extrañaba, pero siendo sinceros, no tenía la menor idea de cuánto y de cuánto lo necesitaba. «Es bueno… empezar desde cero».<br /><br /> <br /><br />—Te llevaré a casa. <br /><br /> <br /><br />¿Eh? ¿A-a casa? <br /><br /> <br /><br />Abrió sus ojos encontrándose con la mandíbula del guardia pudiendo observar aun así como él la miró por unos segundos para después, volver a enfocarse en su plan. Sí, ella conocía aquella mirada: Tom estaba pensando en algo, su mente le estaba ordenando a hacer algo estúpido; lo conocía y por desgracia, lo hacía tan bien. <br /><br /> <br /><br />—¿A qué te refieres? —cuestionó pero segundos después obtuvo su respuesta, alterándola por completo: habían salido de la habitación y ahora, se dirigían a la puerta principal. ¿Acaso tenía planeado “sacarla”? <br /><br /> <br /><br />¡Imposible!<br /><br /> <br /><br />—¡Hey, no, basta! —se quejó al recibir débiles golpes en su rostro por parte de ella, pero lo que le alarmaba eran sus movimientos: si Kimberly seguía luchando así, podría caerse—. No me detendré, ¿lo oyes? Es ahora o nunca. <br /><br /> <br /><br />—¡Estás loco! —escupió alejando su rostro de ella, aplastando con brusquedad su mejilla—. Yo no quiero salir Tom, así que bájame, ¡bájame ya! <br /><br /> <br /><br />Otros gritos se unieron a su conversación causándole una horrible jaqueca al guardia: había alborotado a los demás “inquilinos”, ¡perfecto! Ahora tendrían mucho menos tiempo. Varios se pegaron en los barrotes de la puerta comenzando a balbucear quién sabe cuántas tonterías, dios, no sabía si era el estrés o si simplemente había perdido su cordura de una vez por todas pero, aunque sabía que estaban lejos, los escuchaba en su maldito oído y más aparte, los gritos y golpes de Kimberly estaban agotando con su paciencia. <br /><br /> <br /><br />Aun así, no se detendría: si bien era cierto que llegó a arrepentirse de aquella decisión, ¡a la mierda! Lo haría y solamente por ella.<br /><br /> <br /><br />—Yo… ya no quiero verte aquí, ¿no lo entiendes? —los pataleos de la paciente se detuvieron por un instante—. No lo soporto y ahora, al saber lo que te pasó… no. Nos vamos, ¿ok? Ahora mismo. <br /><br /> <br /><br />—Tom —musitó estupefacta soltando su rostro sin percatarse de ello. Sintió como su labio inferior tembló al tiempo que su vista comenzaba a distorsionarse debido a las lágrimas que se amontonaban en sus ojos: lo comprendía, ella tampoco quería estar ahí ni un minuto más. También quería irse. <br /><br /> <br /><br />Su mandíbula se endureció. <br /><br /> <br /><br />—No. Así no deben ser las cosas —Tom desvió su mirada. <br /><br /> <br /><br />—Ahorita no tenemos tiempo para la puta moral… <br /><br /> <br /><br />—¡No! No entiendes, bájame. Quiero hablarte… —interrumpió y ella también fue interrumpida. <br /><br /> <br /><br />—¡No hay tiempo!<br /><br /> <br /><br />—¡Escúchame, maldita sea! —el cuerpo de Tom se tensó al escucharla. Volvía a hacer ella nuevamente: empezaba a hacer demandante. <br /><br /> <br /><br />Mantuvo una pelea interna consigo mismo ante la petición de su pareja y aunque al final sus deseos eran ir contra ella, accedió al último minuto, dándose fuertes golpes en su imaginación: seguían desperdiciando tiempo. En cualquier momento el Dr. Jost, o peor aún, el Director Baecker entrarían por esa puerta. <br /><br /> <br /><br />—Yo también quiero irme —y al ver que Tom iba a hablar, le puso un alto con su mano—. Pero quiero hacerlo por mis propios méritos, ¿entiendes eso? Quiero salir de aquí sabiendo que logré vencer a mis demonios, que estoy libre al fin —se detuvo por unos segundos—. Si tú me sacas a la fuerza, jamás estaré tranquila ni en paz conmigo misma: tú me aseguras que mi lugar no es aquí, pero créeme, lo dices sólo porque sientes algo por mí. ¿Quién me puede asegurar que tú estás en lo correcto? <br /><br /> <br /><br />—¿Quién te puede asegurar que “ellos” son los correctos? <br /><br /> <br /><br />—No me refiero a que ellos tengan la razón, Tom. Estoy hablando de mí, de cómo yo me estoy sintiendo: no estoy bien, lo sé y tú lo sabes, pero no quieres darte cuenta. Por eso sé que debo quedarme: tengo que terminar con esto, yo misma. Y si me amas, ¡y sé que lo haces! —se apresuró a terminar ante la mirada alarmante de su pareja—, me esperarás. Y lo harás, ¿no es así? <br /><br /> <br /><br />Tom ni siquiera la miró. Enfocó su vista en un punto perdido en el piso y se concentraba en mantener sus puños apretados, haciéndose daño internamente para poder calmarse y no dejarse llevar de nueva cuenta por sus impulsos. Chistó de mala gana cerrando sus ojos, había perdido… otra vez. Pero, en esta ocasión, no se sentía tan mal… <br /><br /> <br /><br />—Sí lo harás —contestó ella tocando su mejilla, obligándole a verla—. Procuraré no tardarme. <br /><br /> <br /><br />—No —habló por fin atrapando su cintura para atraerla hacia él—. Si harás las cosas, hazlas bien —le regañó—: no importa si te tardas unos cuantos años más, encárgate de matar a esos malditos que yacen dentro de ti —exhaló—. Tranquila, yo te ayudaré. <br /><br /> <br /><br />—Gracias —dijo sin más apoyando su cabeza en su pecho y cerró sus ojos al sentir que comenzaba a acariciarle el cabello—. Tom… —le llamó abrazándolo un poco más fuerte y al recibir un leve quejido, continuó—: lo que pasó, fue real. <br /><br /> <br /><br />Las caricias en su cabello se detuvieron y Kimberly lo único que pudo hacer fue esconder su rostro en el pecho del guardia. No estaba de más si él se negaba a hablar acerca de lo ocurrido, lo comprendía y si proponía olvidarlo y fingir que nunca pasó, bien por ella entonces. Eso era lo mejor para los dos: enterrar aquella pesadilla. <br /><br /> <br /><br />—Lo sé —contestó con un toque de amargura en su voz—. Estoy consciente, aunque no lo entienda de todo. Pero, dime… eh, —tomó su mentón alzando con cuidado su rostro y al notar miedo en sus ojos, le sonrió—: ¿hay un secreto que tengas que decirme, no sé, con urgencia? <br /><br /> <br /><br />—¿Lo creerás? —cuestionó con dificultad.<br /><br /> <br /><br />—¿Después de lo que vi? Kimberly, te creeré todo. <br /><br /> <br /><br />No había una pisca de duda en su respuesta, ella sabía que lo dijo con honestidad. Al parecer, después de lo que Tom pasó en ese “mundo”, exigía sus respuestas. Claro, ¿cómo podía olvidar que su guardia no se quedaría con los brazos cruzados? Él siempre quería explicaciones. Pero, al contrario con Tom, ella titubeó. <br /><br /> <br /><br />Abrió y cerró su boca un par de veces, decidiendo cerrarla por unos minutos más. Necesitaba estar tranquila, calmar su cuerpo, sus ansias y nerviosismo. Le pidió con un leve empujón que la soltase y en el acto en que la liberó, retrocedió un paso: quedándose firme por fin. <br /><br /> <br /><br />Alzó su vista y le miró con seguridad.<br /><br /> <br /><br />—Yo… puedo ver a personas que ya no están en este mundo —dijo, al fin—. Ellos pueden hablar conmigo, como si siguiesen estando vivos… <br /><br /> <br /><br />Notó como el aludido infló su pecho, estaba tomando todo el aire que se le hizo posible, soltándolo por la nariz. Guardó silencio por un par de minutos, manteniendo a Kimberly en el filo de suspenso, ¿ahora qué demonios estaba pensando? <br /><br /> <br /><br />—Me lo imaginé… <br /><br /> <br /><br />—¿Qué? —soltó estupefacta. <br /><br /> <br /><br />—Esa fue mi primera teoría, pero no quise decírtelo porque sonaba estúpida e infantil. Y no quería que pensaras que era alguien infantil —soltó riendo con nerviosismo— o estúpido. Eh… bueno, entonces… uhm… ¿Jeny… con Georg, tu sabes? <br /><br /> <br /><br />Kimberly asintió, atontada, ida, ¿qué demonios? <br /><br /> <br /><br />—Vaya, quién lo diría: es… bueno, ¡era! Bueno, tú entiendes —balbuceó—. Es muy linda para haber estado con un vago como él. —confesó rascándose su nuca, manteniendo esa sonrisa <em>infantil y estúpida. </em><br /> <br /><br />«Tu… en verdad estás loco». Ella también sonrió, agradecida: realmente lo amaba. <br /><br /> <br /><br />¿Quién podía ser capaz de reaccionar de esa manera ante una confesión como esa? Sólo él. Y además, no le quedaba de otra: él lo vivió y vio con sus mismos ojos. Estuvo presente en un mundo donde sólo Kimberly podía entrar, sólo para recuperar su alma y sacarla de ahí. <br /><br /> <br /><br />En verdad… lo amaba. <br /><br /> <br /><br />—¡K-Kimberly!
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<br /><br />La joven pareja voltearon al mismo tiempo encontrándose con un doctor que, parecía, estaba a punto de desmayarse de la impresión. Ninguno de los dos escuchó la alarma de la puerta, ¿o es que Tom nunca la cerró?<br /><br /> <br /><br />—¿Dr. Jost? —le llamó de la misma forma que una niña llama a su padre después de extrañarlo tanto. <br /><br /> <br /><br />—Hey, hola Doctor —saludó Tom, incómodo—. Ehm… a ella le gustaría tomar una ducha, ¿podrá…? <br /><br /> <br /><br />Pero al parecer, Jost no le prestó atención. Él sólo veía a su niña: estaba de pie, hablando, sonriendo… <br /><br /> <br /><br />Y en esos momentos le agradeció al cielo y le agradeció a Tom: Kimberly había vuelto.
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<br /><br />Hacia flexiones en sus brazos al recibir por fin la última aguja. No le sorprendía que después de estar en ese estado, “ellos” decidieran inyectarla con medicamentos extraños pero que sabía, que por esta ocasión, le ayudarían a reponerse y también, podía recuperar un poco de peso nuevamente. <br /><br /> <br /><br />Llevó su cabello hacia un costado, sintiendo la humedad en su playera. Tuvo su ducha, por fin, aunque tardaron en cumplirle aquel deseo: primero era lo primero, los exámenes. Pero no se quejó, no lo hizo con nadie y con nada. Estaba tranquila y se sentía… feliz. Había regresado gracias a su “familia” y eso era más que suficiente; nuevamente, tenía bien visualizadas sus metas y sabía por quienes hacía su esfuerzo. <br /><br /> <br /><br />—Frijoles —susurró tomando un poco con la cuchara—. Como extrañaba esto —y después, le dio una mordida al duro pan—. Hey Bill —saludó sin verlo, llevándose otro gran bocado de pan. <br /><br /> <br /><br />—Está nevando —la chica alzó su vista hacia la alejada ventana, logrando distinguir entre los barrotes los copos de nieve. <br /><br /> <br /><br />—Es lindo volver a ver eso —aseguró pasando el pan con dificultad—. Entonces, Bill —el chico la miró. Yacía recargado en la pared, frente a ella, mirando hacia la alta ventana con sus brazos cruzados y su negro cabello se perdía en la oscuridad de la habitación.<br /><br /> <br /><br />—Dime. <br /><br /> <br /><br />—¿Seguiremos con el mismo plan? No le diré nada a Tom sobre ti… ¿hasta que me des luz verde? —el chico volvió a ver hacia el exterior.<br /><br /> <br /><br />—No lo sé aún… varias cosas han cambiado —murmuró—. Por el momento, sólo calla. Por favor.<br /><br /> <br /><br />—Lo haré. <br /><br /> <br /><br />Duraron varios minutos en silencio, Kimberly comía todo lo que se perdió en esos días. Claro, no fue suficiente: sólo le dieron un plato y una ración normal de comida. Tendría que esperar hasta la mañana para pedir fruta extra, aunque fuesen dos pedazos más, no importaba. <br /><br /> <br /><br />Su mirada se fue endureciendo a medida que el plato quedaba vació. Dejó la cuchara a un lado y de forma automática, se enderezó y miró por el rabillo del ojo a su, ahora, único cómplice.<br /><br /> <br /><br />—¿Y Baecker? <br /><br /> <br /><br />Los ojos de Bill brillaron ante esa cuestión. <br /><br /> <br /><br /><em>—Quebrántalo</em> <br /><br /> <br /><br />Una distorsionada sonrisa se formó en la oscuridad.<br /><br /> <br /><br />—De acuerdo.
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<br /><br />—Kim, ¡espera! —tanto la aludida, como Sam voltearon a verla: Jeny tomó la mano de la muchacha y por última vez… la abrazó. <br /><br /> <br /><br />Los labios de Jeny se posaron con sutileza cerca de su oído derecho. Sam se tensó al notar que las pupilas de Kimberly se dilataban no por miedo o sorpresa, sino por furia.<br /><br /> <br /><br />Segundos después, la paciente desapareció. <br /><br /> <br /><br />—¿Qué-qué le dijiste? <br /><br /> <br /><br />Jeny pasó de largo recostándose en la incómoda cama. <br /><br /> <br /><br />—Todo lo que tenía que saber —respondió mirándole de reojo—. Tendrás tu venganza y también tu descanso, Sam —informó mirando el techo—. Nos iremos de aquí, te lo aseguro: ella nos ayudará…<br /><br /><br /> </div>
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<br /><em>«Baecker es el verdadero culpable».</em><br /><br /> </div>
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<br /> <strong>Nota final: </strong>Esta nota debería ser larga, pero la haré en otro post, ya que tengo algo importante que informar. Y uhm, sí, bueno, diré todo ahí :) (lamento si no será entendible, lo haré contra el tiempo xd) <br />
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Acerca del capítulo, ya a partir de aquí las cosas entre Kim y Baecker estarán muy tensas, pero, ¿ustedes creen que ella tenga oportunidad contra él? Uh, ¿y qué pasará con Bill y Tom? ¿Algo bueno? Sí, uhm, al menos Tom ya sabe el secreto de Kimberly xd y aunque lo tomó bien <em>por el momento</em>, ¿cuánto más le durará ese gusto? dfklsahfjksd<br />
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*RCP: RCP significa reanimación cardiopulmonar. Es un procedimiento de emergencia para salvar vidas que se utiliza cuando la persona ha dejado de respirar y el corazón ha cesado de palpitar. Esto puede suceder después de una descarga eléctrica, un ataque cardíaco o ahogamiento.<span style="-webkit-text-stroke-width: 0px; background-color: white; color: black; display: inline !important; float: none; font-size-adjust: none; font-stretch: normal; font: 13px/19.18px sans-serif; letter-spacing: normal; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"></span></div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-50660863116214621772013-06-27T23:08:00.003-05:002013-06-27T23:08:30.331-05:00Capítulo setenta y uno.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<br /><br />Los latidos de su corazón los podía sentir en todo su cuerpo. Si es que acaso todavía existía una pisca de cordura en la habitación, esto se había desintegrado, derretido, quemado, desvanecido en la peor forma posible. Todo esto ante sus ojos y era algo que su débil cuerpo ya no podía soportar.<br /><br /> <br /><br />Pero debía. Dudar ya no es una opción y mucho menos cuando estás a un paso (o tal vez varios) de recuperarla y por lo visto, con una aliada. <br /><br /> <br /><br />Ya no le importaba lo que Jeny fuese o si se trataba de la misma paciente a la cual Georg amó. En ese momento nada era importante: mientras ella le ayudase a sacar a ese “Sam” del cuerpo de Kimberly, todo estaría… bien.<br /><br /> <br /><br />—Maldita. ¿Cómo es que puedes ser vista? —cuestionó Sam recorriéndose sin despegarse de la pared. Seguía manteniendo su mano en su mejilla y sus ojos estaban llenos de furia e impotencia: su entrecejo fruncido y el arrugamiento en su nariz lo delataba. Jeny, al escucharlo, volvió a mirarlo dándole su espalda al guardia, quien, en ese momento, iba a hacer un gran cero a la izquierda.<br /><br /> <br /><br />Esa pelea, de algún modo, se estaba convirtiendo de ella. <br /><br /> <br /><br />—Esta habitación no está en el mundo de los vivos —explicó sonriendo de lado al notar la leve expresión de asombro por parte de su compañero—. Si me quieres insinuar que estoy invadiendo terreno, no es así, <em>amigo</em>. ¡Tú estás invadiendo el mío!
<br />
<br /><br />Los dos intrusos se quedaron en shock ante aquella confesión. Por un lado, Sam, que comprendía a la perfección las leyes del mundo de los vivos y muertos y por el otro, Tom, quién no tenía ni la menor idea de lo que sucedía. Ella había dicho “vivos”, eso quiere decir que en… en verdad… ¿murió? <br /><br /> <br /><br />—O más bien, <em>ella</em> —corrigió encogiéndose de hombros.
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<br /><br />Sabía que algo iba mal: desde que recobró la conciencia y pudo sentir como el campo de energía de Kimberly se desvanecía, supo que algo malo le había sucedido a su amiga. Y sí, sus sospechas fueron confirmadas al descubrir que su cuerpo había sido llevado a un mundo en el cual, no todos los vivos son capaces de entrar. Otro problema y más importante aún, es que el alma que yacía en su cuerpo no era de ella… era de un intruso, de Sam.<br /><br /> <br /><br />Sus manos lentamente se convirtieron en puños y sus ojos se cerraron con fuerza. Y pensar que comenzaba a verlo como un amigo, que compartía su lástima y dolor y que en más de una ocasión, logró entender sus sentimientos. <br /><br /> <br /><br /> Era un maldito traidor. <br /><br /> <br /><br />—Así que yo… —masculló alzando su vista—… ¡yo expulsaré a Kimberly de aquí! <br /><br /> <br /><br />La boca seca de Sam se cerró y en ese momento, una sonrisa burlona se formó en sus labios. Sin cuidado alguno, bajó su mano dejando al descubierto la marca del golpe que había recibido apenas hace unos minutos y acomodó inútilmente su mechón detrás de la oreja—. Alguien débil como tú, ¿expulsará a un ser vivo? ¡No me hagas reír! —soltó entre una leve carcajada ocasionando un leve gruñido por parte de Tom.<br /><br /> <br /><br />Aquella risa era grotesca y lo peor era que provenía de la garganta de Kimberly. Eso, de alguna manera, lo hacía enfurecer.<br /><br /> <br /><br />Sam lo notó y volvió a reír fijando su atención nuevamente a su compañera. <br /><br /> <br /><br />—Tienes razón, soy débil. Pero no estoy sola… —aclaró mirando al guardia, quien desorientado, puso su atención en ella: volvían a incluirlo—. Tom, tú me ayudarás. <br /><br /> <br /><br />El cuerpo de Sam se tensó: Jeny lo había descubierto.<br /><br /> <br /><br />—Después de todo, él también es una simple alma. <br /><br /> <br /><br />—Maldición —gruñó callando abruptamente al sentir una fría mano apretar su cuello—. ¿Q… qué haces? —balbuceó encajando sus uñas en el brazo de su compañera—. No me sacarás, no lo lograrás. No hasta que… hasta que cumpla con… mi objetivo. <br /><br /> <br /><br />Ahora, Jeny rió. <br /><br /> <br /><br />—¿Quién dijo que yo iba a sacarte? <br /><br /> <br /><br />Los labios de Tom se entreabrieron al sentir la mirada de aquellos dos sobre él: en su cabeza sólo se podían escuchar constantes ecos y una que otra palabra bien articulada. Alma, cuerpo, sacar… fue lo único que logró distinguir y ahora, esa chica mirándolo con complicidad. ¿Qué tenía qué hacer, qué debía hacer? <br /><br /> <br /><br />—Sólo entrar. <br /><br /> <br /><br />La respuesta vino por sí sola, acompañado de un forcejeo por parte de “Sam”.<br /><br /> <br /><br />—No. ¡No te acerques Kaulitz, no te acerques! —amenazó y Tom volvió a sentir una furia indescriptible. “No con su voz”, ordenó en su interior. Lo aborrecía, era lo más asqueroso que aquel desconocido podía hacer: nombrarlo utilizando la voz de Kimberly. <br /><br /> <br /><br />—Eres un alma aquí Tom —siguió Jeny apretando el cuello de Sam al sentir que sus uñas le perforaban la piel—. Entra, entra y saca a la verdadera dueña de este cuerpo, ¡saca a Kimberly!<br /><br /> <br /><br />—¡Maldita zorra! —gruñó el intruso escarbando en la piel de la muchacha—. Esto lo hago también por ti, ¡por los demás, por todos! ¡¡Debo matarlo!!<br /><br /> <br /><br />—¡¡No con el cuerpo de nuestra amiga!! —escupió tomando su cuello con las dos manos, aguantándose el dolor. <br /><br /> <br /><br />Sam se quedó inmóvil observando los ojos brillosos de Jeny; algo le dijo que los suyos lucían exactamente igual en ese momento. La chica agachó su cabeza sin ni siquiera aflojar un poco el agarre y comenzó a sollozar, Sam lo supo aunque no escuchase sus llantos: el movimiento constante de los hombros hablaba por sí solo. Y después, al ver sus ojos rojos cayó en cuenta que la estaba lastimando, sin importar que aquellas acciones fueran por ella también, por su salvación. Jeny se había convertido en… su amiga. También quería salvarla.<br /><br /> <br /><br />—Prometiste que ya no le harías daño Sam —su cuerpo se estremeció como si le hubiese caído encima un balde de agua helada—. Dijiste que la dejarías en paz. ¿Por qué? ¿Por qué echaste esas palabras a la basura? —apretó sus labios—. ¿Por qué no puedes cumplir tu propia promesa? <br /><br /> <br /><br />—Yo… —murmuró—… yo prometí… —sí, lo hizo. Había prometido alejarse de ella, había decidido dejarla libre para que pudiese estar al lado de ese maldito guardia y también, había prometido—… protegerla. —Sus ojos brillaron y Jeny volteó con el guardia.<br /><br /> <br /><br />—Tom, ¡¡ahora!!<br /><br /> <br /><br />Su cuerpo reaccionó con torpeza ante aquella orden, pero sus pies corrieron por sí solos, ayudándole. No entendía lo que debía hacer, no había recibido instrucciones claras pero lo único que había logrado procesar se lo repetía una y otra vez: “entra, entra, entra, entra” y no debía ser adivino para saber dónde debía de hacerlo. <br /><br /> <br /><br />Logró escuchar gritos, aunque eran lejanos y cuando logró acercarse a su objetivo, pudo observar como “Sam” luchaba para librarse del agarre de la muchacha. Él era quién gritaba, pero no distinguía nada de lo que decía y simplemente no le importaba. “Entra”, se repitió una vez más extendiendo el brazo hacia aquel rostro que hace unos días atrás le encantaba acariciar y que ahora, no le producía sensación alguna. Sólo disgusto. <br /><br /> <br /><br />Sam sentía el sudor recorrer por todo su cuerpo y también, sintió a la perfección como sus pupilas se dilataban al tener a dos centímetros los dedos de ese maldito guardia. Lloraba, rompió en llanto en cuanto sintió el agarre de Jeny aflojarse al fin ya que eso sólo significaba una cosa: Tom consiguió entrar. Y eso hizo que llorara más. ¿Por qué nadie lo dejaba matarlo? ¡¿Por qué todos defendían a Baecker?! ¡¿Por qué nunca nadie podía estar de su parte?!<br /><br /> <br /><br />—Lo siento, Sam. <br /><br /> <br /><br />Aquellas palabras fueron pronunciadas al dejarlo completamente libre y un simple “no” se escuchó como respuesta. Había sido derrotado, ¿por qué?, ¿por qué no lo dejan ser libre?<br /><br /> <br /><br />—… no —tenía al guardia frente a frente—… ¡no! —para desaparecer unos segundos después.<br /><br /> <br /><br />Había conseguido entrar.
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<br /><br />La vio, lo hizo en cuanto miró directamente a través de esos ojos vacíos llenos de oscuridad. Lo cierto era, que no estaban vacíos del todo: en su interior contenían algo de precioso valor, para él, lo era… Kimberly. Por fin, por fin la había encontrado. <br /><br /> <br /><br />Su cuerpo rebotó al llegar al final de lo que sabía fue una caída de la cual, desconocía la distancia pero si se le hizo larga; sacudió su cabeza y con cuidado, se puso de pie. <br /><br /> <br /><br />Su cuerpo se heló al instante e incluso, su corazón se detuvo. ¿Qué era aquello que sentía, lo mataba por dentro? Era un dolor pero extrañamente podía asegurar, era ajeno: él conocía muy bien su propio dolor. Lo ha estado llevando sobre su espalda desde el día en que su padre lo abandonó.<br /><br /> <br /><br /> Esa sensación de ahogo y soledad era de alguien más. <br /><br /> <br /><br />Pasó saliva y cerró sus ojos tratando de calmarse: ya no debía distraerse con nada y también, tenía que poner su cabeza en blanco. No era el momento para andar cuestionándose cada suceso, como lo había dicho antes, ya nada importaba; tal vez, las respuestas surgirían más adelante: si era así, era más probable que no creyera en nada y si no, bueno… eso era lo mejor.<br /><br /> <br /><br />Caminó, juró que lo hizo por línea recta en aquel lugar que se suponía… era el interior de Kimberly. Pero parecía perdido. Había perdido un curso inexistente y no lograba encontrarla, a pesar que la había visto a la perfección antes de aventurarse en su interior, reflejada en aquellos ojos que parecían de vidrio. Ahora, nada, no había rastro y eso hizo enfurecerlo una vez más: por dios, ¡no podía ser tan inútil! Siempre recibiendo ayuda, siempre y ahora, que está por su cuenta, ¿no puede encontrarla? Si no fuese por… Bill —sus hombros se encogieron y continuó su camino—, él todavía estuviese en esas escaleras muriéndose por asfixia. Si no fuese por… aquella niña, no hubiera tenido una mínima pisca de la extraña actitud de Kimberly y por último, si no hubiese sido por… Jeny, no hubiera ni siquiera entrado. ¿Por qué? Porque era un estúpido, por eso. No sabía razonar, actuar. ¿Qué hizo cuando confirmó que había un intruso en el cuerpo de Kim? Nada. Se quedó ileso observando como aquella muchacha lo enfrentaba. <br /><br /> <br /><br />Él ya no quería ser un inútil. <br /><br /> <br /><br />Él en verdad quería salvarla, por su cuenta, sólo. Quería demostrarle lo que valía, que podía defenderla, cuidarla. Que podía estar a salvo con él. Que podían estar bien juntos. <br /><br /> <br /><br />Los pies de Tom temblaron, pero no bastó varios minutos para descubrir que no eran sus pies, era todo ha su alrededor: temblaba, parecía un pequeño sismo o como si un gran edificio estuviese a punto de derrumbarse. Sus ojos se abrieron de golpe: sí, algo se derrumbaba y eso era lo poco que quedaba de la esencia de Kimberly; maldición, Sam volvía a recuperar su fuerza, ¡debía apresurarse! Así que corrió, tan simple como eso. <br /><br /> <br /><br />Corrió, gritó y chilló el nombre de la paciente. Buscó en todas partes (sí es que así podía decirse), miró en todas direcciones empezando a sentirse desesperado: sólo estaba esa maldita oscuridad que cada vez se hacía más y más profunda. Tal vez ya se había vuelto loco, pero podía asegurar que todo en su alrededor era oscuro y lo único que podía distinguirse, era él. Se sentía como si fuese una pequeña luz en toda esa bruma, él era su misma linterna, su misma llama y sólo contaba con él mismo para salir con Kimberly y dejar de una vez esa maldita pesadilla enterrada en un sitio olvidado de su mente. <br /><br /> <br /><br />Aunque se había dicho a sí mismo que no debía de pensar en nada, no puedo evitar preguntarse, ¿en verdad estaba muerto? Toda aquella situación entre Jeny y el bastardo llamado Sam lo hizo poner en duda: el mundo de los vivos y muertos; el hecho de estar en el de los muertos, lo convertía en uno, ¿no? Eso quería decir… ¿se había ido primero él que Bill? ¿Ya no volvería a estar junto a Kimberly, sentirla…? ¿Ya no? Entonces, ¿por qué sonreía y lo peor, con satisfacción? Tal vez… el hecho de pensar que Bill seguiría luchando, que su hermano mayor continuaría, lo hacía sentir, tranquilo. Y por el otro lado, rescatar a Kimberly (porque sabía que lo haría) y el tener asegurado su cuidado gracias al Dr. Jost, hacían que se calmara un poco pero aun así…—¡No es suficiente! —no, él todavía no debía morir. <br /><br /> <br /><br />—¡¡Kimberly!! —gritó por última vez a todo pulmón antes de detenerse en seco, desorientado, atónito. <br /><br /> <br /><br />Ausente, giró sobre él mismo, regresando dos-tres pasos atrás. Había visto algo, otra luz, aunque muy débil y no, no alucinaba, tenía toda la certeza de que realmente había visto, algo. <br /><br /> <br /><br />—Kim… —murmuró estupefacto ante la sorprendente escena que miraban sus ojos—… berly. —era repugnante los lazos que sujetaban el cuerpo de la paciente: parecían lianas. Eran enormes, gruesas y parecían tener vida propia ya que logró percatarse de que se movían con el único objetivo de apretar más el cuerpo de la mujer. Pero su verdadera acción, era tragársela. <br /><br /> <br /><br />Y dolía, el quejido de Kimberly lo delató: apretó sus ojos y soltó un alarido, lo más fuerte que podía ya que no le restaban energías; sólo su cabeza y parte de los brazos se podían distinguir entre toda aquella oscuridad, lo demás estaba completamente oculto entre kilos y kilos de esas lianas negras. Tom bajó su vista con lentitud, Kimberly yacía en un punto alto, demasiado y lo único que podía hacer para sacarla, era escalar esa cosa asquerosa que la rodeaba y se movía para lastimarla. <br /><br /> <br /><br />¿Podía hacerlo? Claro que podía. <br /><br /> <br /><br />Así que lo hizo, escaló, lo hizo encajando sus dedos y uñas entre toda esa cosa viscosa. Escuchó cómo se removía entre éstos, ¿quería comerlo también? ¡Ha! Buena suerte con eso. Él no había venido hasta aquí para ser tragado. Venía a rescatarla, se dijo otra vez y es lo que iba a hacer. Le iba ayudar… a recuperar su cuerpo. <br /><br /> <br /><br />—¡¡Kimberly!! —gritó sacando uno de sus brazos con dificultad, para volverlo a encajar a diferente altura y escalar un poco más—. Abre los ojos, Kimberly —le gritó entre dientes luchando por no ser tragado él también—, por fin vine, ¡ya estoy aquí! Vine por ti. ¡Vine a sacarte! —aseguró observando como la oscuridad se movía una vez más rodeando los brazos descubiertos de la muchacha. <br /><br /> <br /><br />Tom se alarmó al oírla quejarse.<br /><br /> <br /><br />—¡¡Saldremos juntos de aquí!! ¿Me oyes? ¡Abre tus ojos, necesito saber que estás consciente, ábrelos! <br /><br /> <br /><br />Se podían escuchar los constantes gruñidos y quejidos por parte del guardia, quien luchaba una y otra vez por recuperar sus brazos y piernas, y así, poder seguir avanzando. No iba a hacer derrotado, nadie podía derrotarlo en estos momentos y Kimberly sonrió por eso: no tenía la fuerza suficiente para abrir sus ojos ni para hablar, ni siquiera podía mencionar su nombre pero ya nada de eso la ponía triste. No. Él ya estaba aquí, había venido a pesar de todos los problemas que le había ocasionado, regresó, lo hizo por ella, porque en verdad la quería. Y eso, hizo que las ganas de salir de aquel hospital regresaran con mucho más fuerza.<br /><br /> <br /><br /> Así que volvió a sonreír. <br /><br /> <br /><br />«Gracias, Tom».
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<br /><br />El cuerpo yacía inerte en el piso, los ojos paseaban de un lado a otro mirando cada rincón de la habitación sin importancia. Su pecho subía y bajaba con rapidez y de vez en cuando el “contenedor” se erguía ante los fuertes espasmos que le recorrían desde el dedo pequeño del pie hasta el último de sus cabellos seco. <br /><br /> <br /><br />Kimberly había despertado. <br /><br /> <br /><br />Jeny también lo sintió. Su cabeza se recargó con cuidado en la fría pared y miró hacia el techo, cerrando sus ojos con satisfacción y alegría: lo logró, había contribuido en algo. En esos momentos, se encontraba sentada a un lado del cuerpo, observando por el rabillo del ojo cuando éste se estremecía bruscamente y rápido miraba hacia un punto perdido. Sam también estaba sufriendo y no podía evitar esas ganas de ayudarlo, pero no, no se lo merecía.<br /><br /> <br /><br />Ya no se merecía nada de ella. <br /><br /> <br /><br />—¿Por qué? —escuchó haciendo que volviera a mirarlo de reojo: su voz era entrecortada y débil—, ¿por qué no me dejaste matarlo?<br /><br /> <br /><br />—Porque no lo ibas a hacer con tus propias manos —respondió a secas—. Iban a hacer las de Kimberly, estuviste a punto de ensuciar unas manos inocentes —finalizó mirando la pared de en frente—. No era justo.<br /><br /> <br /><br />—Y nuestra forma de morir, ¿fue justa? —Jeny chistó.<br /><br /> <br /><br />—Nada es justo, Sam. Nada lo es, además, nosotros morimos al acto de entrar aquí. Así fue nuestro destino, así viviremos por siempre.<br /><br /> <br /><br />Otro espasmo. <br /><br /> <br /><br />—Vivir por… siempre —repitió—. ¿Acaso no piensas vengarte de tu asesino, eh? ¿Acaso no quieres ir a descansar, salir de este limbo?<br /><br /> <br /><br />Jeny ladeó su cabeza.<br /><br /> <br /><br />—Mi asesino, no es Baecker. <br /><br /> <br /><br />—Ah, claro. Es ese, Georg, ¿cierto? —sus ojos se cerraron.<br /><br /> <br /><br />—Él es mi descanso —corrigió para sí misma—. Yo no tengo razones para vengarme… <br /><br /> <br /><br />Sam suspiró llamando la atención de su compañera.<br /><br /> <br /><br />—Y ahora, ¿cuál es el plan?<br /><br /> <br /><br />—Vivir aquí para toda la eternidad, creí haberlo mencionado antes —los ojos del muchacho se abrieron de golpe. <br /><br /> <br /><br />—No me jodas, debe ser una broma. Yo no estaré encerrado en este lugar, sabes que seguiré insistiendo: seguiré buscando la forma de matar a ese bastardo. Saldré, lo haré al mismo tiempo que ella lo haga.<br /><br /> <br /><br />Jeny sonrió.<br /><br /> <br /><br /><em>—Ella</em> es la que nos encerrará, yo misma se lo pediré…<br /><br /> <br /><br />—Ella no sabe… —atajó. <br /><br /> <br /><br />—Sabrá —interrumpió—. Lo sabrá, así como supo crear un campo de fuerza, así como supo mandarnos a diferentes infiernos, así como supo encerrarse en su propia mente. Ella sabrá cómo mantenernos aquí, para siempre.<br /><br /> <br /><br /> El cuerpo tembló.<br /><br /> <br /><br />—Debes estar bromeando —repitió—. Debes estar… bromeando: no podemos estar aquí encerrados… eso significaría…
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<br /><br />—¿Tienes miedo? —atajó mirándolo al fin—. No hay descanso eterno para nosotros, no importa lo que hagas, no lo hay. <br /><br /> <br /><br />Los labios de Sam se apretaron.<br /><br /> <br /><br />—No quiero estar sólo todo este tiempo. Ya no quiero estar sólo. <br /><br /> <br /><br />La boca de Jeny se entreabrió y su flequillo ocultó su mirada llena de sorpresa ante aquella confesión. Su labio inferior tembló, pero rápido supo controlarse y disfrazó aquellos sentimientos en una leve sonrisa.<br /><br /> <br /><br />—Yo estaré contigo, Sam.<br /><br /> <br /><br />Oyó un sollozo. <br /><br /> <br /><br />—… gracias.
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<br /><br />Ya no era momento de escalar, sino de escarbar: apretó sus manos dentro de aquellas asquerosas lianas y las sacó con furia descubriendo partes del alma maltratada de Kimberly. No se detuvo a mirarle por mucho tiempo ya que la conciencia iba atacarle en cualquier momento; después de todo, los golpes y signos de nutrición… era su culpa. Lo sabía. Así que continuó escarbando sin detenerse a mirar nada más: la luz proveniente de Kimberly comenzaba a brillar un poco más. Eso era bien, ahora, eran dos linternas en la oscuridad. <br /><br /> <br /><br />Otro temblor más se presentó, esta vez, en esa torre de lianas: estaba derrumbándose, en cualquier momento caerían, así que se apresuró lo más que pudo. Siguió escarbando, descubriendo las piernas, el torso, todo. Un brazo por fin estaba completamente libre, eso era lo suficiente para tomarla y arrancarla de esas asquerosas lianas negras pero el tiempo no fue suficiente: otro temblor se presentó, destruyéndolo todo. <br /><br /> <br /><br />Aun así, el tiempo para Tom se detuvo: observó cómo Kimberly caía a su lado y como si se hubiese congelado, alargó su brazo para alcanzar a tomarla y jalarla hacia él. <br /><br /> <br /><br />—Por fin —susurró sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas—. Por fin estás otra vez en mi brazos —exclamó con tanta felicidad que no pudo evitar juntar su frente con la de ella y abrazarla con más fuerza, pegando su cuerpo desnudo al suyo. <br /><br /> <br /><br />Ya nada iba a separarlos. Eso era un hecho y aunque seguían cayendo, pudo asegurar que la caída, esta vez, no dolería.
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<br /><br />Sus ojos pesaban pero, en esta ocasión, sentía la energía suficiente para abrirlos y poder reincorporarse. Su pecho ya no le dolía, al parecer, podía respirar otra vez. Ya no sentía frío, algo cálido le rodeaba y la necesidad de morir ya no estaba presente. <br /><br /> <br /><br />¿Había muerto ya? No. Algo mejor, mucho mejor le había ocurrido.<br /><br /> <br /><br />—Hey —la saludó esbozando una estúpida sonrisa, sí, la estúpida sonrisa que ella amaba—, ¿cómo te sientes?<br /><br /> <br /><br />—Cansada —susurró con voz ronca, a lo que carraspeó con dificultad—, ¿dónde estamos? —ya nada estaba oscuro, ahora, una fuerte luz blanca les rodeaba.<br /><br /> <br /><br />—Seguimos… aquí —respondió acariciando su mejilla: al parecer, la mantenía sobre sus muslos, abrazándola—. Pero, es tiempo de volver. —Kim asintió. <br /><br /> <br /><br />Tom la dejó sentada en el piso mientras él se ponía de pie, después la ayudó a levantarse pero no tardó en recibir un golpe en su mano para que la soltase. <br /><br /> <br /><br />—¿Qué ocurre? —cuestionó confundido mirando como el rostro de Kimberly se ponía completamente rojo.<br /><br /> <br /><br />—¡No me dijiste que estaba desnuda! —chilló cubriéndose sus senos con sus mismos brazos y su parte íntima haciendo una danza extraña con sus piernas. <br /><br /> <br /><br />—¡Oh, eso! —exclamó quitándose su playera—. Ten, te quedará como bata, así que no te preocupes —aseguró acercándosela a su rostro. <br /><br /> <br /><br />Kimberly le miró anonadada y ahora, con un leve rubor, accedió en tomar la playera. —G…gracias —balbuceó teniéndola sobre puesta: mientras le tapase su torso, estaba bien. <br /><br /> <br /><br />El chico sonrió y tomó su mano sintiendo como inmediatamente Kimberly entrelazaba los dedos con los suyos, era tiempo de partir, por fin. Avanzaron en silencio, sin la necesidad de averiguar qué camino tomar: cualquiera era la salida, Kimberly lo supo al ver que Tom desaparecía primero, pero ya no estaba aterrada, porque sabía que lo vería nuevamente, esta vez, del otro lado. Su mano se cerró levemente al sentir que la de su pareja se desvanecía por completo; había salido, por fin y ahora, le tocaba a ella.<br /><br /> <br /><br />Su cuerpo se erguió: una energía muy conocida se estaba plasmando a sus espaldas. Así que curiosa, dio media vuelta... encontrándose con Kimy.<br /><br /> <br /><br />El escenario ya no era negro, ni blanco. Era amarillo: estaban en el exterior, en uno falso. No. En uno único. Un campo de girasoles, uno enorme para ellas dos con el cielo siempre azul y nubes enormes y esponjosas predominando las alturas. <br /><br /> <br /><br />Las dos llevaban vestidos blancos, mismo diseño, diferente tamaño: era uno sencillo, tirantes, largo con un pequeño borde antes de llegar a las rodillas, sin zapatos. ¿Para qué? No los necesitaban. <br /><br /> <br /><br />—¿Volverás? —Kimy negó.<br /><br /> <br /><br />—Este es mi lugar. <br /><br /> <br /><br />Silencio.<br /><br /> <br /><br />—¿Estarás bien… sola?<br /><br /> <br /><br />—Yo no estoy sola. Ya no. —Kimberly sonrió—. Después de todo, yo represento tu niñez, tu felicidad, tu verdadera inocencia…—la suave brisa se hizo presente alzando en su danza unos pétalos amarillos que rodearon con majestuosidad la silueta de la muchacha, desapareciéndola, sacándola por fin de aquel sitio el cual, ya no iba a hacer un infierno volver. <br /><br /> <br /><br />—Yo soy tu Kimberly —otro remolino de pétalos amarillos se alzaron rodeando ahora la silueta de la pequeña, haciendo que se convierta en uno con aquel hermoso campo de girasoles… <br /><br /> <br />
<br />
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<br />«Y mientras tu estés bien, yo estaré bien».</div>
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<strong>Nota final:</strong> CHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN (8) En verdad, en verdad espero que sea de su agrado T-T!! <br /><br /> </div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-53259399053115987272013-06-21T22:26:00.003-05:002013-06-21T22:26:51.788-05:00Capítulo setenta. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
<br />
Oscar cayó al suelo ante el susto que se dio al ver de pronto a la paciente despierta y de pie tras reincorporarse de esa llamada por radio, que, al parecer, seguía sin funcionar. Sin decir nada, inhaló profundamente todo el aire que pudo tres veces seguidas para poder tranquilizarse: no podía mostrarse débil frente a ella ni frente a ningún otro paciente. Eso era una regla importante. <br />
<br />
<br />
<br />
Se puso de pie obligándose a sonreír para indicarle a Kimberly que había confianza entre ellos, debía hacerlo para poder acercarse y sostenerla; por su aspecto, parecía que no iba a durar mucho tiempo de pie: las viejas heridas, la sangre seca y más la falta de higiene la hacían lucir como una indigente. Más a parte, sabía que las nuevas heridas debían ser supervisadas por un médico antes de que llegaran a infectarse. El cuerpo de la paciente temblaba demasiado y Oscar creyó que iba a comenzar a convulsionar. <br />
<br />
<br />
<br />
Los labios de la joven comenzaron a hacer diferentes muecas, al parecer, quería hablar. Oscar se enderezó ante ese descubrimiento y con urgencia, extendió su brazo derecho hacia ella…<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Qué? —balbuceó al lograr oír un leve lloriqueo proveniente de la paciente. De nueva cuenta, se escuchó más no se logró entender—. Kim…berly, necesito que hables más fuerte, por favor —pidió acercando su temblorosa mano hacia su rostro, extendió lo más que pudo sus dedos, estaba dispuesto a quitarle los mechones de su frente pero…<br />
<br />
<br />
<br />
—Baecker —masculló.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿El Dr. Baecker? —atajó atrayendo su mano hacia él.<br />
<br />
<br />
<br />
—Tráemelo… quiero a Baecker… ¡quiero a Baecker! —chilló endureciendo las facciones de su rostro. En ningún momento Oscar logró ver la expresión de su cara ya que Kimberly mantenía su vista fija al piso, pero supo muy bien que comenzaba a enojarse: los puños apretados y el chirrido de sus dientes la delataban. <br />
<br />
<br />
<br />
Debía calmarla.<br />
<br />
<br />
<br />
—Él no está Kimberly. Son más de las doce, lo sabes, ¿verdad? El Doctor está en su casa… —trató de explicar acercándose con cautela, pero esas palabras no estaban teniendo ningún efecto: la chica apretó aun más sus dientes y dio un grito ahogado—. Pero prometo que lo verás en la mañana, ¿sí? Pero tienes que venir conmigo, abajo hay personas que esperan por…<br />
<br />
<br />
<br />
—No me toques —advirtió alejando su cuerpo de la manos del guardia. Oscar se quedó tieso—. No me toques, no te atrevas a hacerlo —¿esa era la voz de Kimberly? Era imposible, la de ella era menos… gruesa. <br />
<br />
<br />
<br />
—No lo haré, tranquila —aseguró—, puedes salir por tu cuenta, ¿verdad? Hay que ir con el médico… <br />
<br />
<br />
<br />
—No. Tráeme a Baecker. —ordenó pegándose contra la fría pared del baño. Oscar puso los ojos en blanco, comenzaba a fastidiarse de su actitud infantil, ¿ella dándole ordenes? ¡Qué se creía! <br />
<br />
<br />
<br />
—Ya te dije que no está. No vendrá hasta las ocho de la mañana y si no es que un poco más tarde —repuso entre dientes—. Ahora, acompáñame Kimberly. No me orilles a llevarte a la fuerza.<br />
<br />
<br />
<br />
Los dedos de la chica comenzaron a moverse sin control, estaba sufriendo un estado de ansiedad lo cual no alarmó en lo más mínimo al guardia. Ya había tenido ataques así, no pasaban de gritos y berrinches; volvió a inhalar profundamente, necesitaba guardar un poco más de paciencia. <br />
<br />
<br />
<br />
—Entonces… yo no me moveré —aseguró—. Nadie más me verá, sólo él, ¡sólo Baecker! <br />
<br />
<br />
<br />
Oscar negó con fuerza.<br />
<br />
<br />
<br />
—Suficiente de esta mierda —murmuró tomándola sin problema de sus brazos—. Tengo que llevarte con el médico Kimberly, lo siento, así es esto.<br />
<br />
<br />
<br />
—No. Me. Toques. —Oscar negó sin voltear a verla haciendo esfuerza para poder moverla—. No. Me. Toques.<br />
<br />
<br />
<br />
—Suficiente Kimberly, no hagas esto complicado. <br />
<br />
<br />
<br />
—Quita tus putas manos de mí. —Oscar se detuvo, ¿acaso dijo…? <br />
<br />
<br />
<br />
—Cuida tus palabras —advirtió tratando de hacer caso omiso de aquella provocación: nunca antes la había oído maldecir. <br />
<br />
<br />
<br />
—¡Suéltame maldito imbécil! No me toques, ¡no me toques! —gritó casi en su oído ocasionando que el guardia se estremeciera y como acto reflejo, la soltó. <br />
<br />
<br />
<br />
—¡No vuelvas a hacer eso, mierda! —se puso a la defensiva oprimiendo un poco su oreja, aun no se había recuperado del todo, pero trató de ignorar como fuese la molestia del grito y volvió a tomarla de su brazo, esta vez, recibiendo a cambio un fuerte golpe en su cara proveniente del puño de Kimberly. <br />
<br />
<br />
<br />
—No toques este cuerpo, estúpido —escupió y las pupilas de Oscar se dilataron. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿K... Kimberly? —balbuceó retrocediendo inconscientemente agarrando su nariz con fuerza al sentir que comenzaba a sangrarle debido al inesperado golpe. <br />
<br />
<br />
<br />
Ella rió y Oscar negó: la chica que tenía frente a él no podía ser la Kimberly que conocía, ¿de dónde había sacado esa fuerza, las agallas? Su voz ni siquiera era la misma. Era estúpido pero, pareciera como si estuviese tratando con alguien más… <br />
<br />
<br />
<br />
—Ella no está aquí por el momento —la respiración de Oscar se cortó—. Uhm… dijiste que <em>Baecker </em>no está presente —recordó caminando de un lado a otro, mirándolo por el rabillo del ojo—. Pero el sigue siendo el Director de este hospital —la chica, cuyos pies descalzos mostraban ampollas, detuvo su marcha al estar frente al aterrado guardia quien ahogó un grito al verla sonreír de oreja a oreja: algo malo iba a suceder, debía irse, debía huir, <em>debía</em>—, me pregunto, ¿vendrá corriendo al saber que un empleado murió en su hospital? <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Mo…rir? —balbuceó—, ¡pero de qué mierda estás hablando! —la chica, no, aquel maldito ser ladeó su cabeza al tiempo que entrecerraba sus ojos. <br />
<br />
<br />
<br />
Volvió a sonreír. <br />
<br />
<br />
<br />
—Sí… vendrá. <br />
<br />
<br />
<br />
Y de pronto, todo se hizo negro para aquel guardia en turno.<span style="font-family: Calibri;">
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<div align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center;">
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<br />
<br />
<br />
—Veo que eres persistente —declaró endureciendo su mirada—. Lárgate, sólo viniste aquí a complicarme las malditas cosas. <br />
<br />
<br />
<br />
El cuerpo de Tom se tensó completamente al cruzarse con aquello ojos que no tenían nada de parecido con los de la desconfiada paciente. Ella nunca lo había visto de esa manera con anterioridad, ni siquiera en sus primeros encuentros cuando trataba de humillarlo: aquella mirada reflejaba asco y odio puro hacia él, sin remordimiento o titubeo alguno. Eso le dolió. ¿En qué momento cambiaron todos sus sentimientos hacia él? Sabía y estaba consciente de que tenía todo su derecho a enojarse con él: la había dejado sola, por poco tiempo, pero la había dejado. En su caso, él también se hubiera molestado pero… ¿en verdad merecía aquella mirada? Ese gesto sólo decía “muérete” en la manera más seca y cruel posible. <br />
<br />
<br />
<br />
Hasta cuando le hablaba lo hacía con asco, en verdad no quería saber nada de él pero… olvidaba que la persona que tenía en frente no era la chica de quién se enamoró, era otra persona y eso le hizo sentir un terrible dolor en todo su cuerpo que no tardó en viajar para posicionarse en su cabeza. Todo esto parecía una loca pesadilla: ¿cómo estaba tan seguro que la mujer que tenía en frente no era Kimberly aun sí ésta lucía exactamente igual? ¿De dónde habían salido esas tontas hipótesis? O más bien, ¿de dónde había salido toda esa seguridad? <br />
<br />
<br />
<br />
Ella no era Kimberly, se lo podía decir a cualquiera, esta vez, sin titubeos y a la vez sin pruebas convincentes. <br />
<br />
<br />
<br />
—Vine a sacarte de aquí —replicó cerrando su boca de golpe y sintiéndose un completo estúpido, bajó su mirada: aquellas palabras que no debían ser pronunciadas lo fueron, ocasionando que las dos personas presentes se tensaran. <br />
<br />
<br />
<br />
Los nervios habían ganado sobre la poca cordura que le quedaba. El escucharla decir que él sólo era un “estorbo” hizo que su cabeza volviera a calentarse: ella nunca había sido tan cruel. No. Simplemente esa persona no era Kimberly. <br />
<br />
<br />
<br />
«En verdad estás empeñado en verla fuera de aquí, ¿no es así?», sus ojos yacían bien abiertos aunque ocultos de la vista del guardia. Debía esconder la sorpresa que aquella petición había causado. Mirando las piernas pálidas del contenedor se mordió el labio inferior tan fuerte que logró saborear el extraño sabor salado del cuerpo en su boca: nunca creyó que fuese tan decidido, era un niño idiota, un ignorante, hablador y cobarde. Y aun así, Kimberly estaba enamorado de él y él de ella llegando al punto de ingeniar un plan de salir así: ella quería huir, arruinarle su maldito plan, echarle perder todo lo que había logrado y todo, ¡todo por ese maldito guardia!<br />
<br />
<br />
<br />
La ira que estaba a punto de explotar en su interior se apagó de la nada, volvía a tomar el control de sus sentimientos; su cuerpo volvió a encogerse, su mirada se entrecerró y una sonrisa se plasmó en el cansado rostro: no la sacaría, era demasiado tarde ya, Sam había ganado esta vez.<br />
<br />
<br />
<br />
Tom se estremeció al escucharla hablar de nuevo, y sin moverse, volteó a verla una vez más. Quería acercarse, abrazarla y sobre todo, sacarla de ahí pero su cuerpo estaba congelado en aquel lugar. Estaba inseguro y aunque quería ocultarlo, tenía miedo. <br />
<br />
<br />
<br />
—Inocente Kaulitz… o debo decir, ¿ignorante? —cuestionó en leve burla—. Nosotros, las personas como nosotros, pertenecemos a este lugar. —Explicó balanceando su cuerpo en el borde de la cama, simulando un columpio—. Nadie se puede ir —dijo sin más.<br />
<br />
<br />
<br />
Tom lo miró incrédulo, en verdad que era un ignorante. Él tenía la respuesta: sabía muy bien que la chica que yacía ahí no era Kimberly y Sam de alguna manera no lo negaba, sólo realizaba juego de palabras para divertirse y ganar tiempo: ¿qué pasaría si Baecker entrase y viese al guardia desterrado en la habitación? En verdad quería saber. Pero de alguna manera, volvió a confirmar la respuesta que le había ofrecido hace apenas unos instantes: ellos pertenecían a ese lugar. Ahí estaba la prueba: Tom era libre de irse, pero no lo hizo, al contrario, regresó a ese hospital por una mujer que también pertenecía al recinto. <br />
<br />
<br />
<br />
Una vez que entras ahí, te es imposible irte. Los pacientes, incluyendo los que murieron en ese lugar, los empleados, Baecker, Kimberly, Tom e incluso él mismo, formaban parte de ese psiquiátrico, todos y cada uno habían dejado una parte de su esencia impregnada en esas paredes malditas, dejando atrás su libertad. <br />
<br />
<br />
<br />
—No. Tu no perteneces a ese lugar —los ojos de la mujer se afilaron—, ¿recuerdas? ¡¿Recuerdas que prometiste esforzarte para irte de aquí?! Esa ¡es! Tu meta y yo… ¡yo juré ayudarte a cumplirla! —La mandíbula de la mujer se endureció, «en verdad estabas dispuesta a irte Kimberly… »<br />
<br />
<br />
<br />
—No hay motivo para salir de aquí… <br />
<br />
<br />
<br />
—Sí lo hay —atajó—. Para nosotros existe un motivo: empezar desde cero, juntos. Ayudarnos a salir adelante, ser la resistencia del otro —su habladuría se acabó de golpe y sus facciones se endurecieron, ¿pero qué mierda estaba haciendo?—. No tengo porqué seguir contándote esto. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Ah, no? —rió—, ¿y por qué no? <br />
<br />
<br />
<br />
—¡¡Porque tú no eres ella!! —gritó a todo pulmón señalándole con furia. La mujer ladeó su cabeza, interesado. <br />
<br />
<br />
<br />
—Entonces, ¿quién soy? <br />
<br />
<br />
<br />
«La que está ahí… no es la verdadera, tienes que entrar… sus ojos… ella se encuentra… en sus ojos…»<br />
<br />
<br />
<br />
El brazo de Tom calló con pesadez al igual que todo su cuerpo. Se sentía exhausto ya que todo esto parecía un maldito juego mental: su cerebro se había exprimido completamente, ya no sabía que pensar. Sólo escuchaba la voz de aquella niña en la poca razón que le quedaba y por más que trataba de entender, no lo lograba. <br />
<br />
<br />
<br />
Esa niña… era Kimberly y la que estaba ahí, con su cuerpo, su físico y su apariencia, no lo era. ¿Qué significaba todo esto?<br />
<br />
<br />
<br />
—No lo sé —dijo sin más jadeando, tratando de recuperar todo el aire que había perdido en esos minuto que para él, se habían convertido en horas—. No sé quién mierda eres —soltó alzando su vista, encontrándose con los pies de la muchacha, luego con sus pantorrillas, su torso, su cuello, su rostro… sus ojos. <br />
<br />
<br />
<br />
«Ella se encuentra en sus ojos», y ante esto, sus labios se fruncieron.
<br />
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<br />
<br />
Más allá de aquellas dos esferas negras y muertas que con anterioridad solían ser un café claro dando el ambiente fresco del otoño, en su interior, exactamente en el centro de toda aquella densa y abrumadora noche, se encontraba una chica, atrapada en toda esa demencia: su cuerpo estaba alzado, enredada gracias a la oscuridad que cumplía el papel de una fuerte y peligrosa cruz cuyo propósito era matarla.<br />
<br />
<br />
<br />
¿Qué tal si ya estaba muerta? <br />
<br />
<br />
<br />
Las pupilas del guardia se dilataron aun más y una gota de sudor resbaló sin prisa por el camino de su sien hasta caer y dar contra el piso. Era Kimberly, la había encontrado y al parecer, ella lo notó: con fuerza y dolor, luchó por abrir sus ojos y alzar su cabeza para mirarlo, lo había sentido antes pero creyó estar alucinando y ahora, que sabe que en verdad estaba ahí, sintió nuevamente ganas de llorar. Había perdido. <br />
<br />
<br />
<br />
«Tom, lo siento». <br />
<br />
<br />
<br />
—Kimberly —exclamó en un estado de trance pero despertó gracias al parpadeo de la mujer, quien chistó furiosa y apartó su mirada de la del guardia: la vio. Por un puto descuido, logró verla pero no importaba, era tarde: el cuerpo ya no le pertenecía a Kimberly, era de Sam y un simple guardia no iba a cambiar la situación.<br />
<br />
<br />
<br />
Tambaleante, se puso de pie. —Regrésamela —ordenó con su cabeza en blanco: las razones y los por qué ya no importaban. Había visto a la verdadera Kimberly, seguía ahí, estaba atrapada y lo único que importaba es que iba a ir por ella—. ¡Hazlo, hazlo ya!<br />
<br />
<br />
<br />
—¡¡Ella ya no tiene derecho sobre este cuerpo!! —escupió huyendo de su alcance—. Pero si tanto es tu urgencia por tenerla, espera a que cumpla con mi objetivo. Después, ella será tuya —aseguró pegando su espalda contra la fría pared. <br />
<br />
<br />
<br />
Tom tembló ante el dolor que comenzó a nacer en su estómago ante la furia contenida. <br />
<br />
<br />
<br />
La mujer sonrió. —Aunque… sólo será un contenedor vacío. Pero eso no te importa, ¿verdad? Sólo quieres recuperar el cuerpo. <br />
<br />
<br />
<br />
La respiración de Tom se cortó por unos segundos: estaba tratando de dirigir aquellas palabras lo más rápido que podía y sólo llegó a una salida—: Te refieres a que… ¿morirá?<br />
<br />
<br />
<br />
—Ella será libre de ir a donde quiera, pero no será capaz de volver aquí —rió—. Es lo que más querías, ¿no? Su libertad. <br />
<br />
<br />
<br />
—¡De qué mierda estás hablando! —gruñó avanzando la mitad de distancia hacia aquella desconocida pero se detuvo al analizar en qué era lo que haría, ¿golpearla? Después de todo, el cuerpo seguía siendo de Kimberly—. Deja de decir estupideces, ¡ella no morirá si es lo que insinúas! <br />
<br />
<br />
<br />
—No, no lo hará. Pero algo más importante sí. —Tom bajó su guardia y parpadeó desorientado.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Qué… qué es…?<br />
<br />
<br />
<br />
—Su cuerpo —respondió sin más procurando no soltar una carcajada: el cabello volvió a cubrir su rostro y el rostro de Tom palideció al escuchar simultáneas risas por parte de la mujer—. ¡¡Su cuerpo morirá conmigo!! <br />
<br />
<br />
<br />
Las carcajadas seguían saliendo, parecía una verdadera demente, una psicópata. En ese momento Tom creyó que ahora se encontraba en una enferma película de terror/suspenso, nada podía ser real: su piel seguía perdiendo color y el sudor bajaba sin control. ¿Morir? ¡Kimberly en verdad iba a morir…! <br />
<br />
<br /></div>
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</div>
<div style="text-align: center;">
«Tom —sollozó—, ¡¡Tom!!»</div>
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<br />
<br />
Aquella voz llena de dolor se revolvió con aquellas distorsionadas risas que entraban sin piedad en los tímpanos del guardia. Esto se había salido de control por fin, iba a explotar… y lo hizo: sus ojos no podían estar más abiertos y sus pupilas se habían dilatado al máximo. Desesperado, se llevó sus dos brazos a su cabeza y gritó toda su frustración sin control. <br />
<br />
<br />
<br />
Las risas burlonas se hacían más molestas, los jadeos de Tom interminables y el silencio llegó acompañado del eco de un fuerte golpe propinado de una bofetada. <br />
<br />
<br />
<br />
Los ojos del guardia se abrieron de sorpresa y estupefacto, fijó su vista hacia la mujer que mantenía la apariencia de la paciente: su rostro yacía de lado con su mejilla roja debido al golpe, estaba aturdida, como él. <br />
<br />
<br />
<br />
Aquel golpe había sido parte de otra chica, cuyo cabello rubio volvía a caer sobre su espalda, en ese momento, parecían flamas, pensó Tom atónito. ¿De dónde había salido esa mujer? <br />
<br />
<br />
<br />
—¡Has perdido la razón, Sam! —el cuerpo del guardia se enderezó al escuchar aquel nombre: no estaba mal, en verdad le había hablado a la paciente con ese nombre. <br />
<br />
<br />
<br />
Entonces… entonces estaba en lo cierto: esa persona no era Kimberly. ¿Acaso… acaso su cuerpo había sido… poseído? <br />
<br />
<br />
<br />
La mujer giró su cabeza mirando a la desconocida con furia. De alguna manera, el guardia podía sentir traición proveniente de ellos dos. <br />
<br />
<br />
<br />
—No tienes ningún derecho de estar aquí, Jeny. Y mucho menos, de golpearme. <br />
<br />
<br />
<br />
La boca de Tom se entreabrió y balbuceó—. … ¿Jeny? —la chica, al escuchar su nombre, volteó a verlo, dudosa y con miedo. Había cometido una falta grave, pero ya no podía echarse para atrás.<br />
<br />
<br />
<br />
—Hola, amigo de Georg.<br />
<br />
<br />
<br />
Sus ojos volvieron abrirse una vez más.<br />
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<br />
<br />
—Imposible…<br />
<br />
<br />
<br />
Aquella era la mujer en la cual su amigo Georg se fijó, la paciente que había desaparecido y que se rumoraba había muerto. La mujer por la cual su amigo enloqueció por haberla olvidado, la paciente que Georg amó… estaba ahí, frente a él, poniendo un alto a aquella locura que todavía no parecía tener sentido. <br />
<br />
<br />
<br />
Estaba despierto, todo era real, pero aun así… <br />
<br />
<br />
<br />
—Imposible. <br />
<br />
<br />
<br />
No. Todo era posible. <br />
<br /></div>
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<div style="text-align: left;">
<strong>Nota final: </strong>Las cosas se pusieron intensas, ¿no creen? e.e </div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-13042630811504762312013-06-15T22:55:00.001-05:002013-06-15T22:55:14.850-05:00Capítulo sesenta y nueve. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br /><br />El eco seco de sus pasos paró porque por fin había llegado a su destino y aunque en ese momento era mejor idea apresurarse y entrar, decidió, más bien, se obligó a sí mismo a detenerse y observar: ¿otra alucinación? ¿Qué hacía una niña en ese lugar?<br /><br /> <br /><br />Un momento, él conocía a esa niña: la había visto antes, en el campo de girasoles del hospital cuando mantenían a Kimberly en la oficina del Dr. Jost. <br /><br /> <br /><br />—Pequeña —le llamó dudando en acercársele: la pequeña estaba con su vestido blanco, de pie frente a él, cabizbaja: no podía mirar su rostro ya que su largo cabello se lo ocultaba. Parecía estar lastimada, sus brazos presentaban golpes y además, tenía un color muy pálido. Esa niña estaba herida. <br /><br /> <br /><br />Apretó sus labios al sentir una pequeña ola de impotencia invadirle: estaba a tan sólo una puerta de Kimberly pero, ¡no podía dejar a una niña en ese estado! Debía llevarla hacia los consultorios aunque eso le estropease la oportunidad de estar… ¡agh, mierda! ¿Qué debía hacer?<br /><br /> <br /><br />Su atención fue nuevamente devuelta al escuchar un murmullo, la niña había hablado y al parecer, lo seguía haciendo: los constantes balanceos de su cuerpo se lo confirmaban pero él no podía escuchar absolutamente nada de lo que decía así que, sin titubeos, decidió acercarse y cuando por fin estuvo frente a ella, se puso a su altura. <br /><br /> <br /><br />—Este no es un sitio para ti, ven, te llevaré a un lugar seguro —indicó alzando su brazo para tocar su hombro, pero su mano quedó suspendida en el aire al tiempo que sus pupilas se dilataban: por fin logró escucharla.<br /><br /> <br /><br />—A..yú..dame…, a…yú…da…me —tembló—, p…por…fa…vor, T..om. <br /><br /> <br /><br />—¡Sabes mi nombre! —explicó sintiendo como una gota de sudor frío resbalaba por su sien. Sus movimientos comenzaron a entorpecerse y desesperado, la tomó por los hombros moviendo bruscamente el cuerpecito de la menor—, ¿¡quién eres, por qué estás aquí!? —exigió apretando el agarre. <br /><br /> <br /><br />Entonces, su corazón se detuvo. <br /><br /> <br /><br />La niña alzó su cabeza dejando ver por fin su demacrado rostro: sus ojos eran completamente negros, sin vida, estaba pálida, se le notaba cansada y aun así… sonreía. Era una pequeña y débil sonrisa, pero lo hacía y se le notaba alivio en ella.<br /><br /> <br /><br />—La que está ahí… no es la verdadera —masculló cerrando sus ojos para descansar—, tienes que entrar… sus ojos… ella se encuentra… en sus ojos…<br /><br /> <br /><br />Los labios de Tom se abrían y cerraban sin pronunciar sonido alguno, no sabía qué hacer o qué decir. Ni siquiera pudo razonar las palabras provenientes de la pequeña la cuál comenzó a llorar. <br /><br /> <br /><br />—¿… Kimberly? —soltó por fin abrazándola con angustia. Su garganta comenzaba a dolerle y sus ojos arderle, él también lloraba—. Por dios, ¿qué está sucediendo? ¿Qué te hicieron Kim?... ¡qué te hicieron!<br /><br /> <br /><br />La niña recargó su cabeza en el pecho del guardia: sus ojos estaban cerrados y las lágrimas continuaban saliendo con calma y tranquilidad. Su sonrisa seguía sin desvanecerse.<br /><br /> <br /><br />—Sabía que vendrías —confesó entre los sollozos del hombre quien ante esas palabras lo único que pudo hacer fue abrazarla con más fuerza pero, en un parpadeo, se encontró abrazándose a sí mismo. <br /><br /> <br /><br />Desorientado, abrió sus ojos rojos percatándose que el cuerpo de la niña ya no estaba: había desaparecido y eso lo único que hizo fue alármalo: se levantó y dio unos cuantos pasos entre tropiezos: algo malo le había ocurrido a Kimberly, ¡algo malo le habían hecho! La habían tocado, sí, la habían sedado, Baecker aprovechó esa debilidad y la drogó con nuevos medicamentos. Estaba seguro, su cabeza le decía que eso era exactamente lo que había sucedido. Mierda, mierda ¡y más mierda! Había llegado tarde, esos medicamentos tal vez le hicieron reacción, tal vez… tal vez…<br /><br /> <br /><br />—No, no por favor. No. No me la quites a ella, ¡a ella no! —la alarma de la gran puerta sonó y por un momento, la habitación se tornó color roja. <br /><br /> <br /><br />… tal vez había entrado en coma debido a la medicación.<br /><br /> <br /><br />Los latidos de su corazón los sentía fuertes en su garganta y oídos y se hacían cada vez más intensos al acercarse cada vez más a la puerta cuyo número era 1014. En aquel instante, había olvidado por completo que yacía en un pasillo rodeado de los enfermos mentales más peligrosos de Alemania y que en esos momentos, se encontraban pegados a sus puertas gritándole majadería y media. Pero no importaba, no, ellos no importaban. Ni siquiera existían.<br /><br /> <br /><br />En ese momento era solamente Kimberly: Kimberly y su sonrisa, Kimberly y su voz, Kimberly y su mirada, su tacto, su cuerpo, su todo. Kimberly despierta. Sí, en ese momento sólo importaba eso. <br /><br /> <br /><br />Aun no comprendía aquella ilusión. No podía entender que significaba el verla en su infancia: ¿estará a punto de... morir? ¿Acaso esa era su despedida? No. Negó fuertemente su cabeza al tiempo que limpiaba bruscamente el sudor que se había acumulado en su rostro. No era nada de eso, ¡debía ser algo más!<br /><br /> <br /><br />Ansioso y casi en el borde de la locura, buscó las llaves de su compañero y al encontrarlas, hicieron un ruido espantoso: sus manos temblorosas le impedían buscar la correcta, pero, cuando por fin logró hacerlo el mundo a su alrededor se detuvo y los latidos de su corazón se escucharon por todo el lugar. <br /><br /> <br /><br />El sonido del seguro de la puerta hizo eco en todas las paredes al ser quitado y todo fue en cámara lenta cuando la entrada a esa habitación se abrió…
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<br /><br /><br /><br />Oscar entró en estado de alerta al no visualizar a la paciente en su cama. Miró por los rincones de la habitación, no se encontraba en ninguno, entonces, llegó a la conclusión de que debía estar en el baño. Podía salir y esperarla a fuera, pero al encontrarse con la puerta de ese cuarto abierta, supo que algo no estaba marchando bien.<br /><br /> <br /><br />—¿Kimberly? —la llamó entrando completamente a ese sitio que, en esos momentos, le causaba escalofríos—, ¿todo bien? —se aventuró a cuestionar frente al marco de la puerta y al no obtener respuesta, llevó su mano a la radio que mantenía en su cinturón—. Si no me respondes, entraré. ¿Todo bien? —volvió a cuestionar sin éxito alguno. <br /><br /> <br /><br />«Chiquilla tonta, espero y no hayas hecho una estupidez», refunfuñó para sí sintiendo un poco de temor al creerla capaz de cometer un suicidio y el tan sólo pensar que lo hizo en su guardia era…, agh, era mejor no pensarlo.<br /><br /> <br /><br />—¡Entraré! —avisó adentrándose a esa espesa oscuridad del cuarto del baño aunque, no avanzó mucho, procuró estar pegado contra la pared buscando el interruptor.<br /><br /> <br /><br />La imagen que obtuvo al encender la luz no fue algo que hubiese deseado ver: la chica estaba sentada en el piso, a un lado del retrete, al parecer, inconsciente. Recordó cuando asistía las fiestas de sus amigos de la universidad y su suerte de siempre encontrar chicas dormidas o desmayadas a un lado del excusado después de vomitar el exceso de alcohol o drogas que había en su sistema. Siempre se le hizo algo asqueroso y divertido encontrarlas de esa manera. «Por putas», es lo que decía y, después, regresaba a la fiesta, pero esta ocasión, era distinta: no había una fiesta a la cual volver y aquella chica desmayada no lo ocasionó alguna cerveza o pastilla.<br /><br /> <br /><br />El ruido de la estática se escuchó.<br /><br /> <br /><br />—Necesito que traigan ayuda, la paciente del 1014 está inconsciente—informó por su radio y aguantó unos segundos por respuesta: nada—. ¿Alguien me copia? ¡Necesito ayuda! —sin éxito—. En serio, ¿en estos momentos me fallas? —reclamó al objeto dejándolo nuevamente en su cinturón.<br /><br /> <br /><br />Inhaló dos veces todo el aire que pudo y al estar frente a ella, se inclinó para tomarla y hacer que se recargara en la pared: tenía pulso. Notó que el cabello de la paciente estaba mojado ya que se le había pegado al rostro y estaba más oscuro haciendo resaltar su pálida piel y sus ojeras moradas: realmente parecía muerta. «¿Agua del inodoro?», preguntó con asco y pena al quitarle los mechones de cabello de sus frías mejillas. <br /><br /> <br /><br />—Kimberly, ¿qué tratabas de hacer? —preguntó sabiendo que no obtendría respuesta—. Te llevaré a tu cama e iré por ayuda, ¿sí? Sólo tienes que aguantar un poco más —le indicó tomándola de sus brazos para poder alzar su cuerpo sin problema pero al notar los rasguños en la zona de su muñecas, se detuvo—. Estas marcas… son nuevas —murmuró admirándolas con severa preocupación: había sangre seca a su alrededor. ¿Acaso estaba en lo cierto: ella trataba de suicidarse? <br /><br /> <br /><br />Sus brazos pálidos estaban decorados por moretones color verde, sangre seca, rasguños y marcas de pellizcos. Había estado casi dos semanas lastimándose a sí misma sin motivo alguno, su estado era irritable e inestable: unas noches te atacaba, otras veces simplemente lloraba y en una ocasión, llegó a pedirle ayuda pero Oscar nunca supo qué hacer ya que después de eso, la muchacha cayó inconsciente. <br /><br /> <br /><br />Esa no era la Kimberly que él conocía, algo extraño le sucedió y lo que no podía comprender (aunque se tratase de una loca) era cómo demonios llegó a autodestruirse en un abrir y cerrar de ojos.<br /><br /> <br /><br />—Mierda, ¡¡alguien venga al último piso, tengo problemas con Kimberly!! —volvió a pedir ayuda quitándole la vista por unos segundos—, ¡está inconsciente, creo que ha perdido mucha sangre…! <br /><br /><br /><br /> Y la chica que se suponía estar dormida, despertó. <br /><br /> <br /><br />El problema era que no se trataba de “ella”.
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<br /><br />El cuerpo de la paciente estaba en su cama, inmóvil, y Tom no veía que su pecho subiese y bajase. <br /><br /> <br /><br />Nuevamente, tropezó al entrar a su habitación. <br /><br /> <br /><br />Avanzaba pero él no sentía que lo hiciera, estaba en un estado ausente el cual le impedía hasta parpadear: ¿qué se supone que iba a decirle? Más bien, ¿qué se supone que debía hacer? Hace unos minutos la hubiera sacado de ese sitio sin dudarlo, estaba decidido a darle una vida normal y también, a tenerla él también. Lejos de todo y de todos. Sólo ellos dos. Pero… ahora, al verla en ese estado, ¿acaso aquello era una buena idea? <br /><br /> <br /><br />¿Con qué iba a mantenerla? ¿En qué trabajar? ¿Cómo es que Kimberly lograría a adaptarse a la rutina de la vida diaria?¿Dónde iban a vivir?... ¿lograrían sobrevivir? <br /><br /> <br /><br />Qué estúpido era.<br /><br /> <br /><br />Bajó su mirada y procurando ser fuerte una vez más, tomó la pálida y fría mano de la paciente estrechándola fuertemente con la esperanza de pasarle su calor. Apretó ligeramente sus labios al tiempo que le quitaba un par de mechones de su frente: sudaba y fue ahí cuando notó que tenía fiebre. <br /><br /> <br /><br />—Perdón por tardarme —dijo sin más acariciando la mejilla de la joven—, ya puedes despertar Kimberly. Por favor, hazlo —rogó—. Hazlo… Kimberly, abre los ojos, ¡hazlo! —ordenó apretando con fuerza la frágil y fría mano de la chica ignorando completamente que tal vez ese gesto la pudo haber lastimado. <br /><br /> <br /><br />Comenzó a inquietarse al saber que Kimberly no iba a despertar pronto. ¿Qué demonios se supone que hacían las enfermeras? Ella estaba mal, ¿cómo no pudieron notarlo? Tenía que ir por ayuda, debía traer al Dr. Jost, ¡ella necesitaba un hospital! No pensaba cometer el mismo error que con Bill.<br /><br /> <br /><br /> Un leve movimiento hizo que detuviera sus ideas y volviera a traer toda su atención a la paciente inconsciente: bajó su vista hacia su mano notando que Kimberly comenzaba a corresponder el agarre. Se movía, se despertaba, ¡estaba volviendo! Tom no pudo evitar reír como un estúpido al notarlo y procurando contener aquel ataque, acarició su mejilla emocionándose al seguir sintiendo el movimiento de los dedos de la chica; la sonrisa se ensanchó más, por fin pudo sentir que su cabeza se enfriaba después de tanta tortura. Olvidó todo: lo de Bill, lo de la niña, todo. En ese momento sólo esperaba que la muchacha abriese sus ojos para poder abrazarla y besarla como era debido. <br /><br /> <br /><br />Sí, en ese momento era una necesidad verla despierta. Necesitaba con urgencia ver aquellos ojos cafés oscuros que solamente brillaban al verlo. Necesitaba ver su reflejo en ellos…<br /><br /> <br /><br />Su sonrisa se esfumó e inconscientemente, negó una y otra vez buscando una explicación coherente ante lo que sucedía: la chica había despertado, parpadeo un par de veces y luego, lo miró pero… no había nada en aquellos ojos completamente negros. Estaban vacíos, huecos, muertos, parecía un abismo.<br /><br /> <br /><br />Otra persona diría y aseguraría que era algo absurdo e insignificante el señalar que la mujer que yacía en esa cama tendida no era Kimberly por el simple hecho de que aquella mirada no era la que solía brindarle al guardia. Sí, cualquier persona que no la conociese tan bien diría algo así pero por el contrario, Tom lo hacía y lo hacía muy bien. <br /><br /> <br /><br />Por más estúpido e ilógico que sonase, en ese momento podía decir sin titubear: “tu no eres ella” y señalarla acusadoramente por ser una cruel impostora pero, en lugar de eso, simplemente retrocedió haciendo que sus dedos resbalasen de la mano de aquella extraña mujer. Sus brazos pesaron y su boca se entreabrió al observar como la extraña se sentaba sobre su lugar, girando un poco para quedar sobre el borde de la cama, con sus pies rozando el piso; ella alzó sus ojos vacios y los clavó sobre el guardia haciéndole sentir amenazado e inferior. <br /><br /> <br /><br />—Pensé que no regresarías —habló por fin y Tom pudo sentir como la cólera comenzaba a formarse en la boca de su estómago—. No hubieras regresado, Tom. Estoy mejor sin ti. <br /><br /> <br /><br />Sus puños se apretaron al verla ladear un poco su cabeza para sonreír. <br /><br /> <br /><br />—¡Cómo te atreves a usar su voz!<br /><br /> <br /><br />La sonrisa se hizo más grande, esta vez, mostrando los dientes.<br /><br /> <br /><br />—No te ves muy bien, Tom. Es mejor que te vayas, veo que este ambiente por fin te afectó —explicó acomodándose de una manera grotesca su mechón café opaco detrás de su oreja—. Verás, no te necesito.<br /><br /> <br /><br />Sus brazos comenzaron a temblar. Podía afirmar por el amor que se tenía a sí mismo que se había vuelto completamente loco: si la persona que estaba en frente no era Kimberly entonces, ¿quién era? Su cabeza seguía fría pero comenzaba a dolerle: empezó a recordar su encuentro con Bill, con la pequeña niña que estaba seguro, era Kim y luego, esto. ¿Acaso estaba soñando? ¿Y qué tal si realmente murió allá abajo y este es sólo el purgatorio o mejor aún, su infierno? Era la única explicación para todo lo sucedido y lo más coherente pero, maldición, todo se sentía tan real: incluso esta pequeña discusión. <br /><br /> <br /><br />«La que está ahí… no es la verdadera». <br /><br /> <br /><br />Sus ojos se abrieron al recordar las palabras de la niña que en estos momentos, se estaban convirtiendo en una advertencia que Tom comenzaba a comprender o al menos, eso trataba. <br /><br /> <br /><br />«Ella no es Kimberly —se repitió una vez más—, entonces, ¡¿a qué mierda me estoy enfrentando?!».<br /><br /> <br /><br />Gritó histérico en su interior rogando que alguien fuera a sacarlo de aquella pesadilla.<br /><br /> <br /><br />Él se sintió atrapado y ella se burló: mataría dos pájaros de un tiro. <br /><br /> <br />
<strong>Nota final: </strong>dskfjdskjfhdskjgfaskjdfgdskg se viene, se viene lo bueno & el desenlace, eso creo. Claro, claro, el desenlace no es en el próximo capítulo XDD, pero ya faltan unos cuántos..., ¡muchísimas gracias por leer! *-* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-62652578012588331532013-06-08T23:28:00.003-05:002013-06-08T23:28:52.542-05:00Capítulo sesenta y ocho <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<br /><br />Los labios del pelinegro se entreabrieron al sentir un alivio combinado de sorpresa al ver que su amiga Jeny despertaba; la barrera hecha por Kimberly le había afectado de una manera sorprendente, obligándola a retirarse: le estaba quitando energía. Bill decidió acompañarla porque sabía que en esos momentos, se encontraba vulnerable y sus sospechas se confirmaron cuando la chica cayó al suelo para después, quedarse completamente inmóvil. <br /><br /> <br /><br />Jeny había permanecido así un día completo y aquello extrañó a su compañero. ¿Por qué a ella le afectó más esa barrera pero a Sam y a él no? ¿Acaso ella todavía no se recuperaba por completo después de la travesía que Kimberly les obligó a tomar? <br /><br /> <br /><br />Era lo más probable. <br /><br /> <br /><br />Bill, quien yacía de cuclillas a un lado de ella, logró hacer que se enderezara y que lo mirara. Su vista ya no parecía estar cansada aunque seguía anonadada. Ella despertó, eso quiere decir que… ¿Kimberly también lo hizo? <br /><br /> <br /><br />—¡Bill! —exclamó Jeny tratando de ponerse de pie, pero la presión de la mano de Bill sobre su hombro obligó a volverse a sentar. Estaba desorientada, no había duda y también, toda su energía había vuelto a ella obligándola a actuar como si no hubiese tenido el percance. <br /><br /> <br /><br />Ella lo miró confundida ante el freno que le impuso, pero ante la negación de Bill, no tuvo más que encogerse de hombros.<br /><br /> <br /><br />—Es mejor que te tomes las cosas con calma —sugirió masajeando en círculos el área de su espalda. <br /><br /> <br /><br />—Pero, Kimberly… —el chico hizo una mueca y alzó su vista hacia el edificio donde yacía la paciente: sus ojos se entrecerraron al notar que la barrera que había salido de esas gruesas paredes se desvanecía: volvía a sentir la energía de Kim y también…—, debemos regresar, Sam está sola con ella —atajó interrumpiendo sus pensamientos.<br /><br /> <br /><br />—Sí, tienes razón —concluyó ayudándola a ponerse de pie—. Hay que ir, tenemos que aprovechar que la barrera se extingue. <br /><br /> <br /><br />Al terminar de escucharlo, Jeny volvió a entrar al edificio: no confiaba en Sam, no podía por más que se lo proponía y el simple hecho saber que él se encontraba sólo con su amiga la hacían sospechar de que le haría algo… malo. Por otro lado, Bill se quedó inmóvil mirando todavía aquel viejo edificio: podía jurar el haber sentido su propia energía. Pero eso era imposible a menos que…<br /><br /> <br /><br />—¿Estás aquí, Tom?
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<br /><br />Arrancaba los últimos pedazos de oscuridad que yacían sobre sus piernas. Era doloroso también y extraño, ya que sentía sus extremidades adormecidas y una ola de insoportable cosquilleo la atravesaban en el momento en que intentaba mover sus piernas. En un intento de ponerse de pie, cayó debido a ese problema, pero, con ayuda de Kimy, volvió a intentarlo y aunque todavía sentía la molestia, está vez, logró caminar aunque fuese en pasos cortos y lentos.<br /><br /> <br /><br />—¿Está cerca? —preguntó algo nerviosa y al ver que la niña asentía sus puños se apretaron un poco—. No quiero que vea mi cuerpo en este estado, ¿qué irá a pensar de mí? Soy una vergüenza.<br /><br /> <br /><br />—¿Tú crees que en estos momentos le importe más tu aspecto que tu bienestar? —cuestionó retóricamente. La chica apretó sus labios: no. Qué tonta al pensar algo así. <br /><br /> <br /><br />Con una estúpida sonrisa negó ante aquel comentario estúpido y siguió avanzando a la par con la pequeña. Debía volver al exterior rápido, ya ansiaba verlo. <br /><br /> <br /><br />—¡Agh! —sin poder evitarlo, cayó sobre sus rodillas al sentir un pulsante dolor en su pecho. Confundida, miró esa zona y se apretó la playera al sentirlo nuevamente: dolía mucho más que cuando la oscuridad trataba de desaparecerla. Esta vez, sentía que alguien trataba de arrancarle su propio ser.<br /><br /> <br /><br />—¡Kim, Kim, ¿estás bien?! —cuestionó la pequeña alarmada y trató de ayudarla a ponerse de pie, pero los constantes quejidos de la mayor se lo impedían.<br /><br /> <br /><br />—Algo sucede —inquirió entre dientes y ante otra pulsada, cerró fuertemente sus ojos evitando soltar un alarido—. Reconozco esa sensación —murmuró con sus pupilas dilatadas—… ¡alguien está tratando de usurpa mi cuerpo! —gritó como si aquel descubrimiento le hubiese caído como agua helada.<br /><br /> <br /><br />Y lo era, ella recordaba algo similar. Hace tiempo… ella vivió ese infierno, pero, ¿cuándo, quién…?<br /><br /> <br /><br />Sus ojos se abrieron de golpe: ¡Sam!<br /><br /> <br /><br />Con Kimy con ella, ¿quién estaba a fuera protegiendo su cuerpo? El maldito estaba aprovechando la oportunidad: debía poseerlo ahora.<br /><br /> <br /><br />El cuerpo de Kimberly yacía recostado en la cama. Perfecto, al parecer la última enfermera que estuvo con ella le facilitó las cosas, ya no había necesidad de moverla: pasó saliva con dificultad, había llegado el momento. <br /><br /> <br /><br />Yacía arriba de su cuerpo. Si Kimberly regresaba, sería incapaz de moverse ya que las piernas de Sam a un costado de las suyas le impedirían aquel acto. <br /><br /> <br /><br />Apretó sus dientes… no quería lastimarla. Sus manos apretaron las muñecas de las pacientes, sus brazos temblaron. ¿Sería capaz de arruinarle su vida una vez más? Si comete el crimen en su cuerpo, la culpable sería Kimberly: la hundiría aún más, ¿podría manejarlo? Pero si no lo hacía, ella se convertiría en otra de las víctimas de ese enfermo Doctor. <br /><br /> <br /><br />Eso no lo toleraría. No, jamás se lo perdonaría, no iba dejarla morir en sus manos. <br /><br /> <br /><br />«Lo siento», repitió una vez más mientras observaba el rostro de la joven paciente. <br /><br /> <br /><br />¿Qué hubiera pasado si él no estuviera muerto y si la hubiera conocido en otras circunstancias? ¿Él hubiera sido capaz de cautivar su corazón? ¿Él sería el que estuviera a su lado y no Tom? Sabía que era un caso perdido sentir algo por otra persona pero no pudo evitar encariñarse con esa mujer. Se había enamorado de Kimberly estando consciente de que su amor nunca sería correspondido, sabiendo que ella lo odiaba y tenía sus razones: por su culpa, se encontraba encerrada en ese lugar. Pero, era momento de terminar todo aquel sufrimiento de una vez.<br /><br /> <br /><br />Lo que venga después, se lo dejaría al destino.<br /><br /> <br /><br />—Terminaré rápido —aseguró en el rosar de sus labios. Si estuviera vivo, en esos momentos, sentiría el calor de su cuerpo al estar tan cerca del de ella. <br /><br /> <br /><br />Tan cerca y tan lejos. <br /><br /> <br /><br />Gruñó por lo bajo, no sentía nada. Mientras que por el otro lado, Kimberly sentía el dolor y desesperación al saber que estaba en desventaja.<br /><br /> <br /><br />—Hay que salir, rápido… —murmuró tratándose de poner de pie—. No hay… no debo permitir que… —pero el dolor hizo que volviera a caer y después, todo se volvió un infierno. <br /><br /> <br /><br />Los ojos de Kimberly se encontraban tan abiertos que Kimy llegó a pensar que en cualquier momento se le saldrían de sus cuencas. No parpadeaba. No hacía nada. Hasta que… gritó: la expresión el rostro de Kimy cambió por uno de horror; jamás la había visto actuar de esa manera, ¿qué estaba sucediendo? Kimberly había dicho algo de “usurpar”, ¿qué significaba eso…? ¿…robar? <br /><br /> <br /><br />Alzó su vista<br /><br /> <br /><br />¿¡Quién demonios le quiere robar su cuerpo!? <br /><br /> <br /><br />—¡¡Salté!! —sus manos sostenían con fuerza su cabeza, yacía de rodillas suplicando que todo ese martirio terminase. <br /><br /> <br /><br />Sam quería entrar en ella, como la última vez. Kimberly creyó el haber reprimido aquel momento pero al parecer, no fue así: comenzaba a revivir ese instante en el cual, su cuerpo había sido profanado. Después de eso, su memoria estuvo en blanco: no recordó nada de lo que ocurrió cuando el intruso estaba en su “recipiente”; parecía como si hubiese dormido todos aquellos días. Cuando volvió en sí, todos la miraban de una manera diferente, le temían y otros la miraban con cólera y ella, no entendía el porqué. Las cosas alrededor de ella habían cambiado y su casi amigo Oscar ya no estaba. Nadie le dijo nada respecto a eso, hasta que el Dr. Baecker llegó con la excusa de que renunció por unos motivos personales.<br /><br /> <br /><br /> ¿Habrá sido cierto eso?<br /><br /> <br /><br />—Kimberly, tenemos que salir —recordó Kimy jalándola del brazo, tratando de que reaccionara, pero fue en vano—. ¡Kimberly! <br /><br /> <br /><br />—No. Puedo. Moverme. <br /><br /> <br /><br />Kimy se detuvo.
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<br /><br />—¿Qué? —los ojos de la mayor giraron hacia ella. Algo estaba mal…<br /><br /> <br /><br />—Ayú….dame… <br /><br /> <br /><br />El cuerpo de la menor se tensó, había alguien más en el lugar. Un intruso…. ¿Sam? Lentamente, se giró sobre su lugar sintiendo como el miedo se apoderaba de ella, ¿qué hacer? ¿Cómo proteger a Kim?<br /><br /> <br /><br />Los ojos de la mayor se cerraron haciendo que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas. Podía ver su cuerpo, era horrible: veía a la perfección como Sam entraba en ella, haciendo que su cuerpo se doblara un poco; sus brazos y piernas se tensaron y sentía algo enorme en su garganta que le impedía respirar. <br /><br /> </div>
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</div>
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<br /><br />«Salte» <br /><br /> <br /><br />No podía moverse, pero podía mover su cuerpo. Debía sacarlo, Tom llegaría pronto. <br /><br /> <br /><br />«¡Salte!»<br /><br /> <br /><br />Si se acercaba… Sam podría herirlo, ¡no podía permitirlo! Así que, arañó su propio rostro.<br /><br /> <br /><br />«¡¡Salte!!»<br /><br /> <br /><br />Sentía a Sam en esa zona, debía sacarlo, arrancarlo de ella. Así que siguió arañándose, lastimándose, y esta vez, continuó con sus brazos: su maldita energía se esparcía a sus anchas.<br /><br /> <br /><br />Pero no se daría por vencida, ella no podía perder.</div>
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<br /><br />—¿Qué se supone que haces? —cuestionó la menor al intruso. <br /><br /> <br /><br />Sam podía sentir los golpes de Kimberly, lo retenían, no podía avanzar más pero eso no lo expulsaría de su interior. Era inútil, él ya había entrado y no saldría hasta cumplir con su cometido. <br /><br /> <br /><br />Kimy gritó, algo ocurría: la oscuridad comenzaba a alzarse contra ellas, ¿acaso planeaba comerse a Kimberly una vez más? <br /><br /> <br /><br />—Ve… te —escuchó por parte de la joven pero Kimy negó con fuerza.<br /><br /> <br /><br />—¡¡No saldré sin ti!! —chilló y las pupilas de Kimberly se dilataron al ver como la oscuridad cubría a la pequeña con su inmensidad: se la había tragado por completo y lo último que pudo escuchar de ella fue un grito de dolor y miedo. <br /><br /> <br /><br />«¡¡Kimy!! —gritó en silencio entrándose en un mar de llanto—, te dije que te fueras, ¡¡te dije!!», maldecía queriendo destruir todo lo que estuviera a su alcance. Sus pensamientos fueron cortados al notar que el intruso se acercaba a ella, junto esa gran inmensidad de oscuridad. Maldición. No podía perder, no ahora que Tom estaba cerca, ¡no podía perder la razón! <br /><br /> <br /><br />—Esto es por el bien de todos —logró oír y ella, sólo apretó más sus ojos. <br /><br /> </div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center;">
<br /><br />«Tom… Tom… perdóname<span style="font-family: Calibri;"></span><span style="font-family: "Sylfaen","serif";">»<o:p></o:p></span></div>
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</span></div>
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<br /><br />Cada vez era más difícil respirar. ¿Acaso es una trampa? ¿Baecker sabía que vendría? Estaba casi semiinconsciente, tirado en un escalón tratando de recuperar el aire posible para seguir avanzando. No podía rendirse estando tan cerca de ella, no podía desmayarse ahora, no. <br /><br /> <br /><br />El maldito olor a quemado estaba invadiendo sus sentidos, ¿acaso había un incendio? Si era así, debía salir lo más pronto posible de ese sitio. No es que pensara en que iba a morir pero simplemente, si eso llegase a pasar, sería patético hacerlo en ese hospital.<br /><br /> <br /><br />Su cabeza se movía de un lado al otro. Seguía luchando en no desfallecer aunque sus ojos se estuviesen poniendo en blanco y le doliese respirar: estaba próximo a verla, sus esfuerzos no podían quedarse sepultaos en ese sitio. <br /><br /> <br /><br />«Kimberly debe saber… que estoy aquí —se repetía una y otra vez obligando a sus ojos a abrirse pero…— ¿Bill?», logró cuestionarse. <br /><br /> <br /><br />Comenzaba a ver oscuros bultos quienes lo rodeaban y robaban su espacio. Mierda, ¿acaso murió ya y esos seres son servidores del infierno? Venían por su alma y no había forma de escapar, ¿cierto? Qué débil y patético era. Su madre tenía razón: era un inútil, no podía hacer nada bien; ni siquiera… logró ver por última vez a la chica quién en verdad ha querido. <br /><br /> <br /><br />Está bien, merecía pudrirse en ese sitio.<br /><br /> <br /><br />—Levántate —uno de esos seres le habló haciendo que su vista dejara de ser borrosa. <br /><br /> <br /><br />Tom pudo distinguirlo, con el simple hecho de escuchar su voz sabía de quién se trataba y entonces, se dio cuenta que no estaba muerto y mucho menos, se encontraba en el infierno. Si él estaba ahí, significaba que estaba a salvo. <br /><br /> <br /><br />—¿B… Bill? <br /><br /> <br /><br />—¡Levántate y ve con ella! —exigió y Tom soltó una estúpida sonrisa.<br /><br /> <br /><br />—¿Qué haces aquí? Tú no estás muerto, idiota —recordó cerrando con pesadez sus ojos—. Así que ve a casa… <br /><br /> <br /><br />El menor de los Kaulitz apretó sus labios.<br /><br /> <br /><br />—Lo sé. Pero vine a sacarte de este lugar para que de una vez por todas, rescates a Kimberly de su encierro —sus puños se cerraron y tembló un poco al saber que aquellas palabras tuvieron efecto sobre su gemelo: Tom, aun débil, se enderezó y trató de poner sus ideas en orden. <br /><br /> <br /><br />Extendió su mano, pero la cerró al recordar que sería una idea estúpida. Pero, debía hacerlo, era su hermano y como su deber, necesitaba ayudarlo. <br /><br /> <br /><br />Tom abrió sus ojos y lo miró anonadado. ¿Esto era un sueño? Se sentía y veía tan real: la sonrisa de Bill, el tacto con de su piel. Su hermano estaba vivo y estaba frente a él, alguien, por favor, ¿podía explicarle lo que sucedía? <br /><br /> <br /><br />—¿Regresaste? —cuestionó siendo levantado por él. Bill negó—. Entonces… ¿cómo es posible que… tu estás… pero… cómo…?<br /><br /> <br /><br />—Soy tu gemelo —dijo sin más—. Yo siempre estaré para cuidarte Tom, «ahora, es mi turno de hacerlo». Ahora vete, ¡no pierdas más tiempo!<br /><br /> <br /><br />El mayor de los hermanos estaba envuelto en una ola de sentimientos que no sabía interpretar: ¿irse y dejar a Bill? ¿Quedarse y dejar a Kimberly? Negó fuertemente. No iba a abandonar a ninguno de los dos. <br /><br /> <br /><br />—Más vale que regreses pronto, sino, regresaré a buscarte y sabes que eso no será bueno —amenazó desviando su mirada. Nunca lloró frente a él y no comenzará a hacerlo ahora: él era fuerte y lo era por su familia, por Bill.<br /><br /> <br /><br />El chico rió.<br /><br /> <br /><br />—No sabes cómo hacerlo —y ante esa respuesta, Tom le dio la espalda: estaba a punto de partir…<br /><br /> <br /><br />—Lo averiguaré. <br /><br /> <br /><br />Bill se erguió y asintió sintiéndose orgullo al tener a ese sujeto como su gemelo. Tom no vio aquel gesto, había continuado su camino dejándolo atrás con todos los seres quienes cazaban por energía: Kimberly los había debilitado al extremo obligándolos de alguna manera a permanecer en ese sitio. Al sentir la fuerza vital de Tom, era de esperarse que todos se lanzaran contra él. <br /><br /> <br /><br />El cuerpo del menor se tambaleaba ante los leves empujones que recibía de “aquellos”: uno de ellos, una mujer calcinada, trató de seguir al mayor, pero una extraña barrera se lo impedía y aunque ese lugar era una zona despreciable para permanecer, Bill no se movió y su sonrisa no se borró en lo más mínimo. <br /><br /> <br /><br />Extrañaba demasiado a su hermano y agradeció tanto la oportunidad que se le dio: pudo hablar nuevamente con él. Tal vez iba a hacer la última o tal vez, se le presentaría otro chance. Sea lo que sea confirmó que su gemelo jamás cambiaría: él siempre sería el fuerte, inteligente y el responsable de los dos.<br /><br /> <br /><br />—Lo sé, Tom —contestó.
<br />
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<br />
<br /><br /><br /><br />Sus piernas seguían temblando ocasionando que tropezara ya en varios escalones, pero eso no logró detenerlo, no en esta ocasión. Ya faltaba tan sólo un piso y por fin toda esta pesadilla se detendría. <br /><br /> <br /><br />—Ya estoy aquí —avisó a la imagen mental de la paciente: desprotegida, frágil e inmóvil—, ¿me escuchas? ¡Ya estoy aquí, Kimberly! <br />
<br />
<br />
<br />
<strong>Nota final:</strong> Honestamente, no me gustó este capítulo. No me quedó como tenía planeado, pero al menos logré hacer la parte de Sam kdjfhskjg *-*, ¿es triste decir que me he enamorado de él? :c. Espero y a ustedes les agrade la lectura, lo siento muchísimo si no es así, en verdad:(. <br />
Los quiero!! <br /> </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-13167016955006682122013-06-07T00:01:00.002-05:002013-06-07T00:04:15.176-05:00Capítulo sesenta y siete <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
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<br /><br />El cuerpo le ardió una vez más. Esta vez, la oscuridad logró arrebatarle un gemido de dolor: estaba llegando a la agonía.<br /><br /><br /><br /><br />Podía sentir que su cabeza se sumergía en una laguna de recuerdos que para ella no tenían sentido alguno. Esa pareja con aquella pequeña, ¿por qué ve a esa familia?, ¿por qué siente esas inmensas ganas de llorar al ver a esa niña reír con sus padres?<br /><br /><br /><br /><br />Parecía ser una familia perfecta. Que envidia, lo que ella hubiera dado por tener unos padres así. <br /><br /><br /><br /><br />«”…” ¡es hora de jugar con mami!»<br /><br /><br /><br /><br />Kimberly sonrió. Aun tenía (poca) memoria sobre el tiempo en que todo era “normal”: cuando sus padres amaban jugar con ella. Justo como esa familia. <br /><br /><br /><br /><br />«¡Sí!, ¿haremos más soles?»<br /><br /><br /><br /><br />Su boca y sus ojos se abrieron de golpe al tiempo que podía escuchar no muy a lo lejos la enternecedora risa de aquella mujer. —¿Soles? —balbuceó por lo bajo obligando a su mente dejarla ver más.<br /><br /><br /><br /><br />Su poco cuerpo comenzó a temblar y los ojos rojos comenzaban a doler debido a las lágrimas que forzaba retener. Ella hacía “soles” y su mamá…<br /><br /><br /><br /><br />«No “…”, no son soles, son girasoles y no las haremos, las plantaremos».<br /><br /><br /><br /><br />… nunca se cansaba de corregirla por aquellos errores. <br /><br /><br /><br /><br />—¿Ma… má? —murmuró notando con lentitud como aquellos extraños y borrosos recuerdos se hacían cada vez más claros y nuevamente, todo empezaba a tomar sentido: aquella familia no eran unos desconocidos… eran sus padres y esa pequeña niña, era ella. <br /><br /><br /><br /><br />Todos esos momentos era cuando no existía problema alguno, cuando la hija de los Höhner era el tesoro más grande y el futuro de la familia. No importaba si el primogénito fuese una mujer, no dudaban en lo más mínimo: Kimberly, sería quien llevaría el apellido de su familia hasta lo más alto. Era una niña deseada, amada y la consistían en todo lo posible y aun así, era una persona con ángel, amable e inteligente. Era una niña feliz, era… era la hija perfecta.<br /><br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /><br />«La perfección no existe».<br /></div>
<br />
<br />
Encontraron el defecto a aquel futuro sin baches: su hija… ella, sería una loca.<br />
<br />
<br />
<br />
—No… —esas dos palabras salieron casi en un suspiro, borrándolas en el acto. <br />
<br />
<br />
<br />
La imagen familiar comenzaba a alejarse: su padre a la izquierda, su madre a la derecha y ella en medio, siendo abrazada por los dos. Los tres sonriendo, los tres creyendo que su vida sería normal y que estaría llena de bendiciones.<br />
<br />
<br />
<br />
“… ¡deja de dibujar esas cosas! Ellos no ¡existen!”, la voz de su padre resonó fuertemente en sus oídos haciéndole recordar completamente todo lo que había reprimido de ellos, de esos momentos de tensión. <br />
<br />
<br />
<br />
—No. Por favor. Ellos existen. Me lastiman. Créeme —imploró a la silueta del hombre: le daba la espalda. <br />
<br />
<br />
<br />
Sus brazos estaban siendo carcomidos por la oscuridad, pero aun así, sentía que mantenía uno de ellos alzados, tratando de detener en vano a ese hombre quién en un momento juró protegerla y quererla sobre todas las cosas. Esa persona quién le decía “princesa”.<br />
<br />
<br />
<br />
—Papá… vuelve —su labio inferior tembló—, ¡cuídame! Es tu deber, ¡no te vayas! —sacudió su cabeza bruscamente al sentir como una maldita lágrima rondaba por su mejilla. ¿Llorar por su padre?, ¡pero si él fue el primero quien la abandonó! Su amor era falso, nunca tuvo fe en ella. Se avergonzaba, sí, sentía vergüenza y humillación al ser el hombre cuya hija tenía que vivir en un manicomio… «Maldito».<br />
<br />
<br />
<br />
Mierda, otra lágrima más. Pero, esta vez, no era suya.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Mamá?<br />
<br />
<br />
<br />
La última persona que creyó jamás la abandonaría. La que se supone sería incapaz de traicionarla, la que debía estar siempre a su lado y amarla a pesar de las circunstancias, estaba ahí, sonriéndole artificialmente y mirándole con decepción y pena. <br />
<br />
<br />
<br />
Era su madre, se suponía que debía darle su apoyo. Kimberly había nacido de ella, ¡era su hija! Y por lo mismo… debía dejarla. ¿Cómo, una hija de Carla Höhner, pudo haber salido “defectuosa”? ¡Era inaudito e imposible! Ella, no podía ser su heredera, era una…<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
«Bastarda»</div>
<br />
<br />
<br />
—¡No puedes decir eso de mí! —gritó entre dientes sintiéndose impotente al ver como la imagen de su madre se alejaba dándole la espalda, negándole amor y apoyo. Dejándole morir por su cuenta—. ¡Soy tu hija! —sus mejillas estaban completamente empapadas, ¿el lado bueno? Sus ojos ya no dolían—, no puedes dejarme aquí, ¡sácame de este lugar! ¿Me oyes? ¡Mamá… mami…! —sus gritos se hacían menos intensos. Toda la ola de furia que sintió en el momento se desvanecía haciendo que volviera a retomar sus sentidos: recordó donde se encontraba, en el abismo y que moriría en cualquier instante. <br />
<br />
<br />
<br />
«Quiero volver a hacer soles contigo», pero no quería morir sola. <br />
<br />
<br />
<br />
No tenía de otra, ¿adónde acudir? Si regresaba a su encierro, seguiría estando alejada de la humanidad. No vería al Dr. Jost ni a Gustav… y Tom, dios, estaba más que claro que él no regresaría. Jamás se perdonaría por eso. <br />
<br />
<br />
<br />
Por su culpa, hicieron que alejaran al único hombre que supo amarla, a pesar de estar encerrada en un psiquiátrico. No sabía con exactitud lo que le hicieron después de que lo sacaron de la habitación pero no pudo dejar de pensar en las posibilidades y eso la hacía sentir peor: tal vez lo golpearon, tal vez lo amenazaron, tal vez esto, tal vez lo otro. Sea lo que sea, era su culpa y Tom no volvería. <br />
<br />
<br />
<br />
Lo había perdido para siempre y ese era un hecho. <br />
<br />
<br />
<br />
Entonces, ¿para qué volver? Era mejor resignarse, su destino era vivir y morir sola. O… mejor dicho, vivir y morir con “ellos”. <br />
<br />
<br />
<br />
Su labio inferior tembló: ¿por qué ella? ¿Por qué de todos los seres vivientes le tocó a ella vivir con ese sufrir? Bill le había dicho anteriormente que era un don, uno que tenía que aprovechar al máximo: ella era la salvación de aquellos que la lastimaron en un pasado y por un momento, llegó a aceptarlo. Pero ahora, nada tenía sentido: era ella la salvación de ellos pero, ¿y quién mierda la salvaba a ella? <br />
<br />
<br />
<br />
No era justo. <br />
<br />
<br />
<br />
No lo era.<br />
<br />
<br />
<br />
—Y no lo es. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Kimy? —preguntó sintiéndose exhausta. Sus ojos ya no podían estar abiertos un minuto más y por el poco juicio que le quedaba, ya no quería hablar. Le dolía, todo le dolía—. ¿Qué haces… por qué no te vas? —como ellos lo hicieron.<br />
<br />
<br />
<br />
La niña dejó su pelota morada a un lado y se sentó en cuclillas cuidando que su largo vestido floreado no se arrugara. <br />
<br />
<br />
<br />
—Estoy esperándote. Saldremos juntas. <br />
<br />
<br />
<br />
Kimberly rió con ironía. <br />
<br />
<br />
<br />
—Yo no saldré de aquí, tonta. Yo moriré en este lugar pero tu… tu eres libre, vete lejos y haz lo que quieras, « tu que puedes, sé libre, por favor… que al menos… mi memoria lo sea».<br />
<br />
<br />
<br />
Sus cansados ojos alzaron su vista al sentir una cálida mano acariciar su rostro: la pequeña apartaba mechones de cabello que ocultaban sus lindas y, a la vez, maltratadas facciones. Cuando terminó sonrió.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Te vas tan pronto? <br />
<br />
<br />
<br />
Sus pesados parpados se cerraron y con dificultad asintió.<br />
<br />
<br />
<br />
—Ya duré demasiado… ¿no crees?<br />
<br />
<br />
<br />
La menor hizo una mueca.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Y qué pasará con ellos? —con las pocas fuerzas que quedaban, abrió sus ojos una vez más y pudo sentir como las lágrimas volvían a ella. Qué hermosa imagen le había brindado su memoria esta vez. <br />
<br />
<br />
<br />
—Dr. Jost… Gustav —murmuró sintiendo como su voz se debilitaba.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Los dejarás solos? —la chica no respondió: mantenía sus labios apretados con fuerza procurando no soltar más sollozos. <br />
<br />
<br />
<br />
Ya no quería llorar, pero al saber que no volvería a ver a las pocas personas que en verdad se preocuparon por ella… la hacían sentir… despreciable. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Y con él? ¿Qué pasará con él? <br />
<br />
<br />
<br />
Una leve flama en su interior se encendió y cualquiera podía jurar que un brillo de vida logró gobernar en sus pupilas por unos segundos. “¿Qué pasará con él”, se repitió esa pregunta mentalmente al ver a su amado y tonto guardia sonriéndole ingenuamente. Aquel gesto que le decía que confiaba en ella y que pasara lo que pasara, para sus ojos, era una mujer. Una hermosa mujer que era sólo de él. <br />
<br />
<br />
<br />
—Sólo le causo problemas —dijo sin más con un hilo de voz—. Será mejor así… lo nuestro… lo nuestro fue un error.<br />
<br />
<br />
<br />
La menor parpadeo simultáneamente.<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Un error? —repitió—. Uh… y si fue un error, ¿qué hace aquí?<br />
<br />
<br />
<br />
—¿Q… qué? —la miró con sorpresa y después, fijó su vista en aquella imagen donde todas sus esperanzas se mantenían vivas.<br />
<br />
<br />
<br />
—Él está aquí, ¿no lo sientes? Regresó por nosotras, ¡regresó por ti, Kim! <br />
<br />
<br />
<br />
La chica lloró a más no poder. Su débil cuerpo había mantenido todos aquellos sentimientos encerrados en una pequeña burbuja que explotó al no poder guardar otra emoción más. <br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
«¿Tom?» </div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Él le sonrió.</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
«Te lo juré Kimberly… yo nunca te abandonaré»</div>
<br />
<br />
<br />
Kimy sonrió para su interior y orgullosa, se puso de pie. Todo había terminado, por fin.<br />
<br />
<br />
<br />
—Es hora de irnos Kimberly. Hay que volver.
<br />
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</div>
<br />
<br />
<br />
Había olvidado por completo que se trataba de un edificio viejo. Pero no importaba, confiaba en su compañero y mientras llegase lo más pronto posible, mejor. <br />
<br />
<br />
<br />
—Es lo bueno de crecer en este lugar —exclamó Gustav girando en un estrecho pasillo. Tom y el Dr. Jost trataban de seguirle el paso en silencio. Ninguno de los dos conocían aquellos pasadizos secretos y más bien, eran zonas abandonadas del mismo hospital. <br />
<br />
<br />
<br />
—¿Seguro que aquí no hay cámaras? —cuestionó el Doctor por segunda ocasión. <br />
<br />
<br />
<br />
—La instalación de esos aparatos vino años después de cerrar estas zonas —informó llegando a una puerta de madera que estaba siendo comida lentamente por las termitas. <br />
<br />
<br />
<br />
Tom, quien permanecía atrás de los dos hombres, apresuró el paso al estar seguro de lo que se trataba. Detrás de esa puerta, yacían las escaleras que lo llevarían con ella. Su cabeza se enfrió olvidando todos los peligros y consecuencias que conseguiría si fuese descubierto, olvidó también, que trabajaba para un agente de la policía. Olvidó que fue amenazado por el mismo Baecker y también, se olvidó de sí mismo. Sólo importaba Kimberly. Debía verla, abrazarla, besarla.<br />
<br />
<br />
<br />
Debía sacarla.<br />
<br />
<br />
<br />
El ruido de unas llaves se escuchó cerca de su rostro y cuando reaccionó, tenía el juego de unas llaves en frente suyo. Desorientado, miró a Gustav quien mantenía su semblante serio para ocultar su nerviosismo. <br />
<br />
<br />
<br />
—Tómalas. Nosotros te esperaremos aquí —Kaulitz asintió y sin decir nada más, le arrebató las llaves.<br />
<br />
<br />
<br />
—Te damos una hora —fue lo último que escuchó antes de tener una pequeña pelea con la vieja puerta. <br />
<br />
<br />
<br />
Después de dos golpes logró abrirse llevándose de encuentro una gran nube de polvo cuyo olor era desagradable. No pudo evitar toser y cerrar por unos segundos sus ojos: basurilla le había caído dentro ocasionando un leve ardor. <br />
<br />
<br />
<br />
Sacudió su cabeza rápidamente y aun con su vista borrosa, se adentró en busca de las escaleras. Ahí fue cuando se percató que yacían en el sótano del hospital. Había sido desmantelado debido a las “remodelaciones”, nadie se atrevía a entrar ahí por absurdas historias infantiles sobre que estaba embrujado. Decían que pacientes que fallecieron en el lugar se aparecían. Estupideces, los fantasmas no existían.<br />
<br />
<br />
<br />
—Kimberly, por favor… aguanta… ¡por favor!<br />
<br />
<br />
<br />
Su nariz volvió a molestarle: otro olor se había escabullido, nuevamente, olía a quemado. No, esta vez, olía a un cuerpo calcinado. <br />
<br />
<br />
<br />
«¿Qué… significa esto?»<br />
<br />
<br />
<br />
Sus ojos comenzaron a llorarle, el dolor era insoportable. Pero… no podía darse el lujo de detenerse.
<br />
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<br />
<br /><br />El aura color morado era cada vez más débil. Las descargas azules se iban desvaneciendo y la neblina era casi inexistente. ¿Kimberly había muerto al fin? No, eso no era.<br /><br /><br /><br /><br />Inquieto, se puso de pie y caminó hasta donde la barrera comenzaba. Sí, pudo confirmar que la energía era débil, ¿acaso Kimberly estaba recuperando la consciencia? <br /><br /><br /><br /><br />Su cuerpo se tensó.<br /><br /><br /><br /><br />—¡No permitiré que eso ocurra!<br /><br /><br /><br /><br />Una leve descarga sucedió en frente suyo deteniendo su paso. ¿Era seguro entrar? Desconfiado, por no decir, “temeroso”, adentró su mano derecha a aquella barrera de fuerza: se sentía cálida, no ardía. Con un poco más de valentía, adentró ahora su mano izquierda y cuando pudo razonar, ya se encontraba dentro de la protección que Kimberly había creado. <br /><br /><br /><br /><br />Era el momento de actuar. <br /><br /><br /><br /><br />—Lo siento Kimberly, ¡pero debo hacerlo! <br /><br /><br /> <br /><br /><br /> <br /><br /><br /><strong>Nota final</strong>: Kimberly regresóooooooo kdfhsfkjsdh, ¿cuánto durará el encanto? ¿Tom llegará a tiempo? o.o </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-46218013317471783032013-06-02T23:11:00.000-05:002013-06-02T23:11:57.125-05:00Capítulo sesenta y seis <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br /><br /><br />Sus nudillos perdían color y el frío en su piel había ocasionado que sus mejillas y nariz se tornaran rosas. Hoy no había nieve pero sí impotencia. <br /><br /> <br /><br />Gustav apretaba sus puños cada vez más. Éstos descansaban sobre uno de sus gruesos libros de medicina de cuarto año el cual quería aventar, patear y destrozar ante la ola de sentimientos frustrados que sentía: estaba tan cerca de ella y aun así, ¿no podía acercarse? No, no podía ser posible. ¿En qué momento el Director la había aislado? ¿En qué momento ganó? <br /><br /> <br /><br />El rubio parpadeó anonadado, volviendo en sí y desorientado, miró a su alrededor notando que el patio yacía vacío. Pues claro, con aquel frío infernal, ¿quién estaría afuera? Sacudió su cabeza tratando de recobrar sus cinco sentidos y cuando sintió que el calor de su cuerpo volvía a él, se levantó llevándose su grueso libro de pasta azul con amarillo debajo del brazo; sus hombros se encogieron al instante y sin más, volvió al interior del recinto.<br /><br /> <br /><br />“Ganar”. La pregunta correcta era, ¿desde cuándo Kimberly se volvió una competencia? Había algo extraño en todo esto: la persistencia de Baecker de dejarla apartada de los demás no era normal. Kim no se lo merecía, ha tenido una buena conducta y se ha permanecido estable. Ya no atacaba a ningún empleado y todo eso comenzó desde el día en que Tom llegó. ¿La ignorancia de su compañero logró acaparar la atención de su amiga? Hizo una mueca, tenía sentido: Tom no sabía lo que era mantener límites, todavía no estaba relacionado con ese mundo y era… normal que viera a los pacientes como si se tratasen de personas comunes que uno ve y habla con ellos en su entorno estable. Y luego, concluyó que al final logró comprender que no eran iguales pero… con ella, con Kim, siguió viéndola y tratándola de la misma manera: como una persona. Aunque a veces, y lo sabía, la juzgaba. <br /><br /> <br /><br />Y no lo culpaba, era normal. De alguna manera.<br /><br /> <br /><br />—¿Roy volverá?<br /><br /> <br /><br />—¡Qué! No me digas… ¿apoco ya salió del coma? <br /><br /> <br /><br />Sus puños volvieron apretarse al oír fugazmente la conversación de esos intendentes, pero logró calmarse al cerrar sus ojos y contar mentalmente hasta tres.<br /><br /> <br /><br />Roy, ese maldito de Roy y los malditos chismes estúpidos que giran en torno a él: que si estaba en coma, moribundo, que perdió un ojo, que si esto, que si el otro. Estaba harto y claro, no había que mencionar los comentarios que habían sobre Tom: que se volvió loco, que tenía problemas de conducta, que siempre fue agresivo, que una vez intentó agredir a alguien más… que estaba enamorado de esa loca… <br /><br /> <br /><br />Bueno, ¿y qué si así era? Se sintió tan mal al no poder defender a su amigo a tal grado. Todo se había salido de control: la llamada de Georg, su llegada al hospital, el comportamiento extraño de los empleados. Recordó cómo se había sentido alrededor de todo aquel desastre: perdido. ¿Qué demonios había pasado en menos de una hora? Se sintió desorientado y por más que se acercaba a sus compañeros no tenía idea de qué demonios les preguntaba ni estaba al tanto de que era lo que le respondía: estaba ido, ausente y no podía escuchar sus propias palabras. <br /><br /> <br /><br />Lo único que relacionó fue “Roy, 1014, Kaulitz” y fue ahí cuando trató de poner sus ideas en orden y pudo pedir que explicaran las cosas desde el principio: nadie supo qué demonios había ocurrido, pero en las diferentes historias, llegaron a un punto en la que coincidían con algo: Roy estaba en el cuarto, Tom entró y fue ahí cuando todo se salió de control. Más nadie sabía la razón exacta de esa tan extrema discusión. Ahora, la paciente se encuentra en completo aislamiento y son muy pocos los que pueden ir a verla: Baecker se puso estricto. <br /><br /> <br /><br />Pero Gustav sabía el motivo de la pelea y otros más también, pero los demás no querían hablar porque tenían miedo del Director ya que, Roy, en ese momento, era su protegido. Los que tenían un poco más de años en el hospital conocían muy bien a ese bastardo, lo asqueroso que era y lo poco hombre que se comportaba en el momento de tratar a una hermosa mujer. Varias enfermeras se habían quejado ya, pero nunca nada pudo comprobarse. Él siempre se salía con la suya y todavía era un misterio de cómo lograba zafarse de tales acusaciones de acoso. Otro guardia, hace un par de años, aseguró verlo aprovecharse de una paciente pero ahí nadie metió mano, ya que, claro, ellas no tenían ni voz, ni voto. Ya estaban solas como quiera. Y Gustav tampoco pudo hacer nada, ya que pruebas no tenía. <br /><br /> <br /><br />Pero en el momento en que Georg le habló y le dijo que Roy había entrado a la habitación de Kimberly y, desde luego, solo, sabía muy bien que no se trataba simplemente de una amigable visita. Maldito desgraciado. Aunque no conocía muy bien a Tom, estaba seguro que él no era de los tipos que se pelean sin razón: Roy debió de haber hecho algo indebido, lo sabía, lo sabía muy bien, y por eso, tenía bien merecida esa paliza. «Lo hubiera matado», pensó sin rodeos. Ya que si no lo hubiera hecho Tom, lo hubiera hecho él. <br /><br /> <br /><br />Nuevamente, se sentía tan impotente e inútil. Necesitaba ir al último piso, estar con su amiga, darle todo su apoyo y su tiempo, recordarle que no estaba sola. Pero ya habían pasado tres días y algo le decía que todas esas intenciones serían en vano: ya ha escuchado más rumores de las pocas enfermeras que tienen permitido estar con ella y todo indica, que su estado está deteriorando. No habla, no come, permanece en un solo lugar y con esto, aseguran que tampoco duerme. Aquello, al igual que al Dr. Jost y a Georg, le preocupa: ella, en ese estado, sólo significa un peligro hacía ella misma y hacia los demás.<br /><br /> <br /><br />Gustav no podía permitir que aquello volviera a suceder, no, otra vez no, ¿pero qué hacer? Si se le descubría rondando por ahí, se le despedirá al instante y sería completamente imposible verla. Estaría en la misma situación de Tom.<br /><br /> <br /><br />Pesadamente, se masajeó sus parpados, desacomodando un poco sus lentes con armazones negros. La ausencia de Tom, también era un factor que estaba deteriorando la salud de su amiga. No era necesidad de preguntarle para saberlo, era algo obvio. Lo necesitaba a su lado ya que había comprobado que él se había convertido en su soporte y ahora, al saber que se encontraba lejos, eso la hacía decaer. <br /><br /> <br /><br />Maldito Baecker: primero Jost, luego él, después Tom. ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad de tener a los que más la quieren alejados? O simplemente, «¿estoy exagerando?, mi mente no piensa bien. Tal vez estoy culpando al Director de algo que puede ser simplemente coincidencia, ¿qué tal si nadie se esperaba lo de Roy? Pero, sí es así… ¿por qué Baecker alejó al Dr. Jost desde hace tiempo?»<br /><br /> <br /><br />Era un infierno trabajar ahí cuando todos estaban al tanto del problema y cuando el ambiente, en esos momentos, se podía cortar fácilmente con un cuchillo. Era tan tenso, que todos podían verlos. Y Gustav, él sólo tenía en la cabeza a su amiga, quién sufría en su encierro y qué le hacía cuestionarse por su ahora futuro incierto. ¿Qué harán con ella? <br /><br /> <br /><br />Luego, otra pregunta vino a su cabeza, ¿acaso Tom se daría por vencido y no volvería nunca más? ¿Lo de su amorío con ella simplemente fue una insignificante aventura? <br /><br /> <br /><br />Sus dientes se apretaron: más vale, por su vida, que no fuera así.<br /><br /> <br /><br />—¡Dr. Jost! —exclamó dispersando todos aquellos pensamientos. Se acomodó sus lentes y curioso, caminó hacia él: sus facciones indicaban que estaba molesto, ¿algo malo habrá sucedido?<br /><br /> <br /><br />—Ahora no, Gustav —aseguró pasándolo por largo. <br /><br /> <br /><br />—Pero, doctor, ¿pasa algo? —calló unos segundos y antes de dar un paso en falso, cuestionó—acaso… ¿acaso sucedió algo con Kimberly?<br /><br /> <br /><br />Los fuertes pasos de su superior se detuvieron. Gustav, inquieto, se quedó en su lugar pasando saliva con dificultad al notar que Jost giraba un poco su cabeza, lo suficiente para poder ver su perfil. <br /><br /> <br /><br />—No permitiré que vuelvan a lastimarla.<br /><br /> <br /><br />Los labios del rubio se entreabrieron al volverse a escuchar los huecos pasos del hombre para después, perderse en el pasillo. <br /><br /> <br /><br />“Volver ¿a lastimarla?”, repitió vagamente en su cabeza. Por todos los cielos, ¡qué demonios pasaba! <br /><br /> <br /><br />—¡E-espere, doctor! —pidió dispuesto a ir tras él pero, el vibrar de su celular lo detuvo. <br /><br /> <br /><br />Quejándose en secreto por tal importuno suceso, sacó su aparato fijándose en la pantalla verde con letras negras. Sus ojos se abrieron sin poder evitarlo y con movimientos torpes (al grado de colgarle accidentalmente), atendió la llamada. <br /><br /> <br /><br />—¿A-afuera? —balbuceó sintiendo que era observado por ojos traidores, pero estaba solo. No había más que esas paredes color blanco enfermizo y sintiendo por un momento su cabeza fría, pudo razonar que esa era oportunidad perfecta que tanto anhelaba—. No, no. Voy por ti.<br /><br /> <br /> <br /><br /> <br /><br />—¿Cuándo regresa?<br /><br /> <br /><br />—No lo sé —informó la asustada secretaria—. No me dijo hora, lo siento mucho Doctor s…si quiere, trato de localizarlo —informó levantando el teléfono dispuesta a comenzar a marcar los números. <br /><br /> <br /><br />David negó y mentalmente, contó hasta diez: desquitarse con la secretaria no era algo bueno. Ella era inocente, después de todo.<br /><br /> <br /><br />—Está bien, déjalo. Pero cuando regrese… asegúrate de informarme, ¿está bien? <br /><br /> <br /><br />—S… sí, Doctor.<br /><br /> <br /><br />Baecker haciendo de buena criatura. Ir a visitar a Roy, ¿desde cuándo se preocupaba por sus empleados? <br /><br /> <br /><br />—Tonterías —murmuró dándole la espalda a la joven mujer, rubia, alta, ojos azules. Una alemana bonita, hasta eso, Baecker sabía escoger a sus secretarias.<br /><br /> <br /><br />—Dr. Baecker —escuchó que alguien se acercaba. Tratando de mantener la calma, metió la mano en los bolsillos de su abrigo tanteando con las puntas de sus dedos la caja de cigarrillos. Dios, como necesitaba uno en esos momentos.<br /><br /> <br /><br />—Te dije que ahora no, Gustav —recordó, sin verlo.<br /><br /> <br /><br />—Lo sé, pero esto es importante. Y lo incumbe a usted. <br /><br /> <br /><br />El Dr. Jost encarnó su ceja y miró al joven por el rabillo del ojo. Estaba agitado y su mirada era dura: él no acudiría a su presencia si no fuera por Kimberly.<br /><br /> <br /><br />—Importante, dices…<br /><br /> <br /> <br /><br /> <br /><br />Aquel lugar se estaba haciendo muy sofocante para la pequeña. Si seguía ahí, estaba segura que se desvanecería y no podía dejar que eso pasara: ella no debía morir, porque si eso pasaba, Kimberly moriría también.<br /><br /> <br /><br />—Kimberly… come, por favor… come —rogaba apretando la mano de la mayor.<br /><br /> <br /><br />Kimy se encontraba sentada en el piso, recargada en la cama. No podía levantarse, ya no tenía fuerza para hacerlo. Era algo tonto, ya casi no podía mantener sus ojos abiertos, le dolían si hacía esfuerzo. Con la poca energía que le quedaba, levantaba su cabeza tratando de visualizar a la chica: seguía en esa misma posición, su cabello ya estaba más maltratado y duro y sus ojos… sus ojos no daban señales sobre si había alguien dentro de ese cuerpo: ¿acaso Kimberly dejó este mundo hace ya días? No. Eso era imposible, ella no podía morir tan fácilmente… no debía, no podía… <br /><br /> <br /><br />—Kimberly… por favor… come —pidió sintiendo como su cuerpo no respondía: se estaba ladeando—… come… <br /><br /> <br /><br />Pero el cuerpo de la chica no reaccionó. <br /><br /> <br /><br />Aquellos ojos, ahora negros era el reflejo dónde yacía el alma de Kimberly perdida. Era su abismo: la oscuridad se comía poco a poco su ser, ya casi no quedaba nada. Sus piernas, su torso, y la mitad de sus brazos no existían. Podía sentir cuando la oscuridad avanzaba más sobre ella porque le dolía. <br /><br /> <br /><br />“Ardor”, fue lo que mejor pudo describir aquella sensación. Era como si le arrancase un miembro de su cuerpo, ¡sí! Eso era: la oscuridad se la estaba comiendo poco a poco. Vaya, ¿acaso ese era su destino? ¿Morir en aquel lugar? <br /><br /> <br /><br />Bueno, ¿qué más podía pedir? Era la mejor manera de abandonar por fin esa vida: en soledad y en silencio. Así fue siempre en lo terrenal, ¿no? Incluso cuando vivía con aquellas personas que solían llamarse sus padres, se encontraba sola. <br /><br /> <br /><br />—Me abandonaron —murmuró al ver a lo lejos el recuerdo de una familia quienes jugaban feliz con su hija menor a la pelota. El pasto era demasiado verde pero unos círculos amarillos resaltaban en cada esquina: girasoles. <br /><br /> <br /><br />A aquella señora le gustaban los girasoles. Ella misma los plantaba, era una fanática de la jardinería: varias veces, trató de enseñarle a su hija como cuidar de ellos y de otras flores, pero era imposible, la niña todavía era muy pequeña y prefería jugar con tierra que cuidar de ella. Era normal y al parecer, a las dos personas de ahí les alegraba aquel gesto. Reían: el hombre abrazaba a su mujer mientras veían como su hija jugaba con las palas del jardín en un bulto pequeño de tierra. <br /><br /> <br /><br />La niña se veía feliz también, eran una bonita familia… <br /><br /> <br /><br />—¿Quiénes son ellos? —preguntó con su ceño fruncido desvaneciendo aquellas imágenes—. No logro… no logro recordar sus rostros…<br /><br /> <br /><br />Era una familia, ¿no? Pero… ¿por qué los veía, por qué en estos momentos?<br /><br /> <br /><br />La boca de Kimberly se entreabrió. Estupefacta, apretó sus labios sintiendo un salado sabor, el de las lágrimas.<br /><br /> <br /><br /> «¿Estoy llorando? —se preguntó sonriendo con ironía—, ¿todavía se me es posible llorar? Vaya, lo más sorprendente es… que no me detengo. Me siento triste, siento muchas ganas de llorar al ver aquella familia y al verlos reír. ¿Por qué lloro por ellos? No los conozco, más sin embargo, anhelo hacerlo. Por eso lloro, porque quiero saber quiénes son. Me hacen sentir un vacío, es el mismo vacío que siento al no tener a Tom a mi lado. ¿Quiénes son ellos y por qué son tan importantes para mí? ¡Alguien, por favor, dígame!»<br /><br /> <br /><br />—¡¡Por qué estoy llorando!!<br /><br /> <br /><br />El cuerpo de Kimy volvió a reaccionar. La niña, asustada ante la fuerte energía que le golpeo, se levantó alejándose un poco de la chica. <br /><br /> <br /><br />Confundida, se llevó su manita a su mejilla: estaba húmeda, ¿acaso había llorado? No lo recordaba. Tal vez, lloró mientras yacía inconsciente o… tal vez…<br /><br /> <br /><br />—¡Kimberly! —la llamó corriendo hacia su cuerpo—. Kimberly, dios, ¡¿estás ahí?! ¡Kimberly! —desesperada, la zarandeó. El cuerpo de la chica seguía sin responder y el maltrato hacia ella se detuvo al notar algo: lágrimas—. Tú… tu estás llorando… <br /><br /> <br /><br />Anonadada, la soltó. <br /><br /> <br /><br />Una pequeña descarga nuevamente sucedió a su lado, pero esta vez, hubo algo distinto: fue débil. Kimy muy apenas y la sintió; había sido como un cosquilleo en su brazo. ¿Qué sucedía? Miró a su alrededor, la bruma no era tan intensa como antes, ya se podía mirar en la habitación y los rayos azules eran menos. Acaso… ¿acaso Kimberly estaba volviendo?<br /><br /> <br /><br />—¿Qué…? <br /><br /> <br /><br />Su cuerpecito se tensó completamente. Había logrado captar la energía de alguien más, de una muy conocida por ella. Llevándose una mano a su pecho, miró a la nada pero a la vez, sabía que aquella dirección daba a la entrada del hospital: él había puesto un pie en la institución. Sí, era él, ¡estaba segura!<br /><br /> <br /><br />—Kimberly, ¡Kimberly! —la llamó emocionada retrocediendo sin dejar de mirar a la nada—. Tom volvió… ¡él por fin está aquí! ¿Lo sientes, verdad? ¡Él está aquí! —dijo mirándola fugazmente por el rabillo del ojo. Su mano bajó y pudo sentir como una extraña tranquilidad regresaba a su ser—: Por fin estás aquí, gracias… gracias por volver.<br /><br /> <br /><br />El chico cuya apariencia es juzgada por su extraño look esperaba escondido entre los carros estacionados fuera del nosocomio al guardia rubio, quién al principio no era su mejor compañero, ahora, se volverá su mejor aliado.<br /><br /> <br /><br />—Ya estoy aquí Kimberly, ¡sólo un poco más!
<br />
<br />
<strong>Nota final:</strong> escribiendo como una loca x.x, aun no estoy a gusto. Sólo me han dado el resultado de dos materias y tengo siete en total jdkfskjadg. No me gusta ser así, siempre me pongo demasiado histérica cuando de calificaciones se trata :c no me gusta dejar en segundas y bueno, ya no hablaré de eso xd. Espero que les guste este capítulo *-* trataré de seguir escribiendo en estos momentos, ya que tengo la idea y oh por dios, mi idea las hará infartar e_e en fin egh... necesito hacerle un cambio a mi blog. tengo cosas que agregar y quitar e.e hah eso no es importante xd, en fin. Muchas gracias por leerme *-*<br />
<br />
PD. Para todas aquellas que les gustaba/gusta leer en THF, déjenme decirles que regresó *-*. Pueden acceder dando clic <a href="http://www.thficcion.com/">aquí </a><br />
Uhm, aún no sé si re-subir mis historias ahí. :/, tendré que pensarlo o ustedes, ¿qué opinan? En fin, que tengan un excelente inicio de semana *-* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-30301452276461531352013-05-12T23:42:00.001-05:002013-06-02T22:43:29.518-05:00Capítulo sesenta y cinco.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
Se encontraba solo en el pasillo: Jeny y Bill se habían marchado hacia el exterior del recinto a petición de la mujer. Según ella, no soportaba más aquel ambiente y necesitaba salir por unos momentos, pero Sam no era idiota. Él sabía muy bien a donde iba: con ese guardia de cabello largo. <br />
<br />
No sabía con exactitud todo lo que pasó entre ellos dos, y la verdad, no le importaba. Sabía lo importante: tenían un romance y ella nunca lo pudo olvidar. Bah, tonterías de mujeres. Pero eso estaba mejor, que se fuera y que se llevara al mocoso de Bill con ella. <br />
<br />
Necesitaba su tiempo a solas. <br />
<br />
Miró por el rabillo del ojo una vez más aquella barrera y gruñó por lo bajo al tiempo que varias descargas azules invadían el círculo de protección. Lo que sea que Kimberly haya creado, se estaba haciendo más poderoso y no comprendía el porqué: ella estaba inconsciente, en un estado ausente. No podía controlar lo que yacía en el mundo exterior porque simplemente su mente no estaba ahí: estaba perdida. Entonces, ¿cómo demonios la barrera se hacía cada día más impenetrable? <br />
<br />
Ya había perdido mucho tiempo. Eso sólo significaba que sería más difícil que la última vez: ahora, se le es casi imposible aprovecharse de la situación. ¿Por qué justo ahora? ¿Por qué cuando Baecker estaba más cerca de ella? ¡Maldición! <br />
<br />
La última vez que Kimberly sufrió un ataque similar había sido gracias a otro ser que quería poseer su cuerpo a la fuerza. Ella entró en un estado de shock, estaba asustada, aterrada y gritando entre dientes en el rincón del baño, observando cómo los pocos productos para su aseo personal volaban por todo el cuarto sin dirección alguna, pero poco segundos después, los objetos se lanzaron contra ella. <br />
<br />
Sam nunca podrá olvidar ese día. No por ella, no por él: sino por el ser que atacaba a la paciente sin control. Fue ahí cuando descubrió el poder que seres como ellos poseían. Estaba al tanto que podía hacer travesuras a los vivos, pero, ¿atacarlos? ¿Y con esa furia incontenible? Eso nunca se lo imaginó. <br />
<br />
Debió ayudarla. Kimberly estaba siendo maltratada y un objeto, no recordaba cual, logró rasguñar sus brazos y su mejilla izquierda. Sí, por eso había comenzado a sangrar. Pero Sam no se movió de su lugar: seguía haciendo el papel de un simple espectador, tenía curiosidad: quería saber que era lo que ese ser desconocido quería hacer con ella. <br />
<br />
—Basta. <br />
<br />
El murmullo de la joven llamó la atención de los dos seres. El que la atacaba, detuvo los objetos y estos inmediatamente cayeron al suelo. Sam entrecerró sus ojos y retrocedió: había algo extraño en su voz. Se había hecho más grave, no sonaba como la Kimberly ignorante y desconfiada de siempre. <br />
<br />
—Sí puedes verme, es por algo —espetó su atacante—. Tú tienes que servirme para algo, sólo para eso estas. ¡Serás mi cuerpo! <br />
<br />
—No me toques —advirtió aun escondiendo su rostro entre sus brazos. Estaba en esa famosa posición suya: con sus piernas abrazadas en un rincón. Tonta, ¿cuándo aprenderá que eso no es siquiera una protección? <br />
<br />
—Ese maldito —seguía hablando—, ese maldito me pagará todo lo que me hizo. ¡Lo mataré, vengaré mi propia muerte! <br />
<br />
Los ojos del rubio se abrieron de sorpresa. Hablaba de alguien más, de matar, de venganza. ¿Hablará del mismo hombre? ¿Acaso él también… él también fue asesinado por ese maldito Doctor? <br />
<br />
—¡¡No!! —gritó la mujer con todas sus fuerzas y Sam pudo distinguir muy bien que comenzaba a llorar. <br />
<br />
El ser que trató de tocar su brazo comenzó a desaparecer. Kimberly ni siquiera lo miraba, seguía gritando y llorando como una… como una loca pero Sam sí vio todo y en ese momento, temió por él también. <br />
<br />
Lo que haya hecho Kimberly había sido algo sorprendente: había logrado eliminar a su atacante, le había hecho sufrir y agonizar aunque eso ya no tuviera algún cuerpo para sentir. Algo alrededor de Kim había cometido aquel hecho y a la vez, hizo que la chica cayera inconsciente al suelo: se había quedado sin fuerzas. <br />
<br />
Dudoso, se acercó a su cuerpo: sus ojos seguían abiertos pero no había absolutamente brillo o vida en ellos. ¿Había muerto? Su entrecejo se frunció y negó, ella no podía morir tan fácil. <br />
<br />
—¿Kimberly? —la llamó poniéndose de cuclillas. No obtuvo respuesta y aun sabiendo que podía ser un riesgo tocarla, decidió tomar un mechón que cubría su rostro y ponerlo detrás de su oído. Soltó un suspiro agradecido: no ocurrió nada. Al parecer, lo que había hecho que el otro ser desapareciera, también se había ido. <br />
<br />
—Mierda, ¿ahora qué hago contigo? —se quejó sentándose a un lado de la chica inconsciente—. Falta mucho para que alguna enfermera te descubra. Dime, ¿qué haremos hasta entonces, eh? —hizo una mueca—. Oye… ¿tan siquiera me oyes? —silencio—. No sé qué mierda ocurrió, pero me tienes que decir que fue lo que hiciste, ¿cómo mataste a alguien ya muerto? <br />
<br />
Decidió callarse de una vez por todas. Kimberly no reaccionaría dentro de un buen tiempo así que no le quedaba otra cosa más que cuidar de su cuerpo. <br />
<br />
“¡Serás mi cuerpo!” <br />
<br />
Sus ojos se entre abrieron al recordar las palabras de ese ser. ¿Ser su cuerpo? Él… ¿quería poseerla o algo por el estilo? ¿Era eso posible? <br />
<br />
Miró el rasguño que le había hecho. Le logró sacar algo de sangre, ¿podía limpiársela…? Podía, ¿tocarla? Sea como sea, debía limpiar ese líquido rojo. <br />
<br />
—¿Q… qué? <br />
<br />
Cerró su mano y rápidamente se puso de pie. Atónito, volvió a abrirla y miró su palma con estupefacción: cuando tocó la mejilla de Kim… algo dentro de ella trató de absorberlo. Se sintió como si tratase de tragarlo, algo… algo dentro de ella exigía el alma de Sam. <br />
<br />
—¡Qué demonios…! ¿¡Por qué hiciste eso Kimberly?! ¡Maldita! —gritó sacando todo el susto que aquel suceso había provocado. <br />
<br />
—Maldición, maldito mocoso. ¿Hice todo esto para que tú salieras victorioso? ¡Mierda! <br />
<br />
—¿Quién dijo eso? —cuestionó mirando a su alrededor. <br />
<br />
No sabía lo que ocurría, pero lo que le quedaba de su instinto le gritaba y rogaba que se fuera de ahí, de inmediato. Esto sólo traería problemas. <br />
<br />
—¿A dónde crees que vas? En serio eres idiota. ¿No aprovecharás la oportunidad? El contenedor está preparado, puedes entrar y usar el cuerpo a tu voluntad. <br />
<br />
Sam se quedó inerte frente el marco de la puerta. Aquellas palabras, ¿serán ciertas? <br />
<br />
—Usar su cuerpo… a mi voluntad —repitió mirando de manera diferente a Kimberly—. Quieres… quieres decir que… ¿puedo profanar el cuerpo de alguien más? ¿Su cuerpo, el de ella…? <br />
<br />
—¡Ja! Puedes hacer eso y mucho más, mocoso —lo que yacía en frente de Sam no era nada más que débil energía tratando de juntarse. Comprendió que eran los restos del ser que atacaba con furia a Kimberly, al parecer, logró salvarse—. Después de todo, ¿para eso son, no? Para usarse. Los cuerpos son sólo contenedores de almas. Cualquier alma puede usar el contenedor siempre y cuando este esté vacío. <br />
<br />
Sam se tensó. <br />
<br />
—¿Me estás diciendo que ella está…? <br />
<br />
—¿Muerta? No. —Guardó silencio—. Lo más lógico es que lo esté pero, no. Ella es diferente, ¿tú lo sabes, cierto? —la mirada de Sam cada vez estaba más ausente. ¿Profanar el cuerpo de Kimberly para sus propios usos?—. Su alma se fue, no sé exactamente a dónde pero al mismo tiempo, sigue conectada a su contenedor. Como sea, esa es la señal de que otra alma pueda usar el cuerpo de esta chiquilla. <br />
<br />
—Tú querías usarla —murmuró—. Quieres usarla para acercarte a alguien y matarlo. Lo sé, te escuché. Sólo dime una cosa: ese alguien es, ¿el Doctor Baecker? <br />
<br />
—… ¿qué sabes tú de él? <br />
<br />
Y lo demás, fue historia. <br />
<br />
Todo en él se cegó completamente: con el simple hecho de saber que había una oportunidad de vengarse del daño que le fue causado, actuaría. No importaba qué. <br />
<br />
La poca energía que quedaba de ese ser, desapareció por fin. Pero antes, se había atrevido a dejarle la obligación de vengarle y Sam lo iba a hacer: iba a vengar a todos. <br />
<br />
Titubeó al momento de estar frente al cuerpo de Kimberly. Nuevamente, la idea de que tenía que profanarlo, aun estando vivo y perteneciéndole a alguien más, le perturbaba demasiado. ¿Sería capaz de hacerle algo así? Nunca creyó llegar tan lejos para lograr su objetivo pero, ya no había marcha atrás. <br />
<br />
Lo sentía. Ya le había causado mucho daño pero era algo que tenía qué hacer, no importaba el asco que se tenía por eso y si Kimberly no fuera capaz de regresar a su contenedor. No, lo único que importaba era matar a ese bastardo. Y lo haría. <br />
<br />
Aunque eso implicase ensuciar las manos de una inocente. <br />
<br />
Se puso de rodillas, se sentía torpe: quería acomodar su cuerpo, recostarla en su totalidad pero si la tocaba de esa manera, sería absorbido. No había mejor palabra para describir aquel suceso, que esa. <br />
<br />
—Perdóname, perdóname por esto —rogó aun averiguando como moverla—. ¡¡Es mi única opción!! <br />
<br />
Gritó y con sus ojos cerrados atravesó el torso de la chica con sus dos brazos. Luego, gritó más: la energía que lo absorbía era demasiada, tortuosa y lo asfixiaba de sobremanera. Por primera vez, en mucho tiempo, tenía miedo. <br />
<br />
Y lo peor de todo, es que algo no estaba bien. <br />
<br />
—S...Sam… n…no <br />
<br />
El brazo izquierdo se levantaba y no lo hacía él: Kimberly regresaba y la energía se hacía más pesada. Ahora, toda esa fuerza quería expulsarlo pero aun así, era débil. <br />
<br />
Estaba decidido, entraría contra su voluntad. <br />
<br />
—Quítate… por favor… quítate… para… ¡¡para!! <br />
<br />
—¡¡Cállate!! —le exigió tratando de controlar sus emociones—. Es suficiente, no me retractaré. ¡¡Así que cállate!! <br />
<br />
Pudo escuchar los llantos de Kimberly: los dos luchaban pero ella iba perdiendo. Era débil, ahí logró confirmarlo. Siempre que sus sentimientos ganaban, lo era. Pero de pronto, el lloriqueo se detuvo… Sam había ganado. <br />
<br />
«Lo siento, lo siento». <br />
<br />
Había demasiada oscuridad a su alrededor. El la controlaba y a lo lejos, pudo observar a alguien más siendo tragada por ésta. <br />
<br />
Era Kimberly. <br />
<br />
Sus ojos se abrieron de golpe y, cuando recuperó sus sentidos, se percató de que seguía en el pasillo del último piso. Miró a su izquierda visualizando esa maldita barrera de energía, seguía ahí, intacta y su fuerza seguía. <br />
<br />
Restregó sus parpados con cuidado. Aquel era un amargo recuerdo y una horrible sensación que, sabía, estaba cerca de volver a revivirlo. Y esta vez, no iba a dudar nada. <br />
<br />
—Sólo tengo que ser paciente, sólo debo esperar un poco más.
<br />
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<hr align="center" size="2" width="100%" />
</div>
<br />
<br />
—Nunca pudiste soportar que alguien se aprovechara de la mujer —soltó al momento en que Tom terminó de contar lo sucedido. Omitiendo, claro, que la chica a la que defendió era su pareja—. Siempre me pregunté qué demonios pasaba en tus relaciones. Las chicas siempre te deseaban la muerte después de que las terminabas. <br />
<br />
Sólo se encogió de hombros y al escuchar que su padre se ponía de pie, decidió verlo. <br />
<br />
—Tu madre no tiene que enterarse, ¿está bien? No queremos que se preocupe. Ya tiene suficiente —Tom asintió—. En cuanto al trabajo, veré si hay algún vacante en el mío —suspiró—. Haré unas llamadas. <br />
<br />
—No es necesario, puedo arreglarme… <br />
<br />
—Suficiente —rogó poniéndole un alto con su mano—. Por primera vez, no quiero escucharte. <br />
<br />
Nuevamente, se encogió en su asiento. <br />
<br />
Gordon se marchó hacia la cocina y Tom se puso de pie desconcertando al también regañado Andreas. Con cuidado, tomó su abrigo y las llaves de la casa. <br />
<br />
—¿Adónde crees que vas? —atajó su amigo deteniéndole del hombro. <br />
<br />
—Debo ir con Kimberly —respondió acomodándose el cuello de su abrigo color negro. <br />
<br />
—¡¿Piensas volver allá?! <br />
<br />
Tom lo miró y por primera vez, Andreas supo que la situación era en serio. <br />
<br />
—Pienso sacarla. ¿Me detendrás? <br />
<br />
—Demonios —susurró hurgando en la bolsa de su pantalón—. No lo choques, ¿de acuerdo? <br />
<br />
Tom sonrió y tomó las llaves del carro. Eso era un “haré lo posible.” <br />
<br />
Todavía no sabía cómo iba a lograr pasar pero sí sabía que todavía conservaba a sus amigos del hospital. <br />
<br />
—Gustav, es mejor que contestes el celular.
<br />
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</div>
<br />
<br />
La enfermera venía bajando con la bandeja de desayuno y Jost la detuvo al notar que la comida seguía intacta y comenzaba a echarse a perder. Sabía muy bien que esa comida le correspondía a Kimberly ya que conocía a aquella mujer: es la única enfermera que había aceptado a la primera. Creyó que el factor que había influido era su edad, tal vez, Kimberly la veía como una figura materna o simplemente, pensaba que no sería ningún problema para su integridad. <br />
<br />
Sea como sea… <br />
<br />
—Disculpe, ese desayuno es de la paciente del 1014, ¿cierto? <br />
<br />
La señora bajó su vista a la comida y asintió. <br />
<br />
—Usted era su psiquiatra, ¿Dr. Jost? —el hombre entrecerró sus ojos al notar que la mujer apretaba el agarre de las bandejas, ocasionando que temblaran—. Gracias al cielo todavía está aquí. <br />
<br />
—¿Sucede… algo? <br />
<br />
La mujer no se movió. <br />
<br />
—¿Recuerda usted como Kimberly permaneció ausente antes de… del ataque a ese guardia, Oscar? <br />
<br />
Los labios de Jost se entre abrieron dispuesto a decir algo que todavía no tenía en mente. Tal vez, quería callarla, no quería saber. Realmente no quería escuchar nada. <br />
<br />
No. No otra vez. No. <br />
<br />
—¡¡Regresó!! —la enfermera lo miró atónita. Después de golpear la pared, su brazo tembló. <br />
<br />
—Maldito bastardo, ¡¡me la pagará! <br />
<br />
<br />
<b>Nota final: </b>Ugh, ese Sam o.o dkfsjfhdf ¿alguien se lo esperaba? o.o ohhhh ¿qué hará ahora? Respecto a Dr. Jost ¿irá a enfrentarse con Baecker directamente? kldshfkjgfjsdgfsd<br />
Estoy en la semanas de proyectos finales y créanme cuando les digo: estoy muriendo por dentro c: kjfhskdjgfds el estrés es kjdfhksjdgaf siento que no lo lograré o.o en fin. Espero y disfruten de la lectura o.o & que tengan buen inicio de semana lml<br />
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-91499722622753321492013-05-05T22:28:00.002-05:002013-05-05T22:28:17.965-05:00Capítulo sesenta y cuatro <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />Jugueteaba con sus manos. Estaba sólo en esa pequeña celda esperando a que Andreas llegase con el dinero. Maldito, ya se había tardado, ¿por qué tarda tanto? No había razones. <br /><br />Recargó su cabeza golpeándose torpemente contra la fría pared, ante eso, sólo cerró sus ojos y después miró al techo. Ya había perdido demasiado tiempo y todavía no tenía un buen plan para ir por ella. Sabía muy bien que entrar por la puerta principal no era ya más una opción. <br /><br />Necesitaba ayuda de terceros y eso implicaba a Georg, Gustav e inclusive al Dr. Jost pero… ¿quién le asegura que ese plan funcionará? <br /><br />—Andreas, maldito, llega ya —pidió sobando sus parpados. Estaba cansado y su cuerpo le pedía algo de sueño pero, en estos momentos, no se podía dar ese lujo. <br /><br />Escuchó a lo lejos el eco de los policías que hacían guardia en las celdas y de repente, no pudo evitar recordar la conversación que había tenido con ese detective. Todo era tan extraño: el hombre sí que sabía cómo hacer su trabajo. <br /><br />De alguna manera, sintió que le estaba contando todo acerca del Director Baecker mientras que al mismo tiempo, le decía nada. Accedió a compartir que lo han estado investigando desde la muerte de aquel paciente, que era vecino de la habitación de Kimberly: aseguró que algo no cuadraba en la cuartada del Doctor pero, que extrañamente, la única historia que sí lo hacía era de esa niña que juraba que el asesino era un “fantasma”. Era estúpido, se lo soltó sin más y Tom no supo qué decir, sólo se encogió de hombros y aseguró en su cabeza que Kimberly no le había mencionado algo así: sólo tenía miedo de volver a su habitación o de estar sola. Pero jamás le confesó aquel detalle. Y luego, se preguntó que hubiera hecho en ese momento para tranquilizarla, ¿le hubiera dicho “yo te creo”? No lo sabía. Y es que era algo descabellado. <br /><br />Entonces cayó de golpe nuevamente a la tierra y recuperó sus sentidos: ella estaba en un manicomio, era obvio que es descabellado. <br /><br />Luego, mencionó algo acerca de desapariciones de pacientes y que hubo uno reciente: parece como si se los tragase la tierra. Toda huella o registro desaparecía como si aquellas personas nunca hubiesen nacido. Era otra cosa extraña y según el detective, su instinto nunca fallaba: algo malo estaba pasando en ese nosocomio y necesitaban averiguar qué. ¿Y cuál era la mejor manera? Infiltrando a un ya trabajador de ese lugar, informarle de todo y todos. Tener en mira al Director y estar en alerta si veía algo fuera de lo normal. <br /><br />Pero Tom no comprendía, ¿cómo podía ser de ayuda sí él ya no podía entrar a ese sitio? Su entrada estaba prohibida. Pero bueno, llegó a un punto en que decidió no darle importancia: el detective le había prometido seguridad a Kimberly si cumplía con su parte del trato y dinero extra para el hospital de su hermano. Eso era lo único que importaba. <br /><br />—¿Sucede algo, por qué hablas tan bajo? —le preguntó Andreas al otro lado del teléfono. <br /><br />—¿Dónde estás? —cuestionó después de pasar una gran cantidad de saliva. <br /><br />—¿Ocurre algo? <br /><br />—Dime, ¿dónde estás? ¿En el hospital? <br /><br />—S… sí, estoy con Iris. Sólo que ella entró con Bill en estos momentos, ¿quieres hablar con ella o…? <br /><br />—No, no escúchame —atajó algo desesperado—. Necesito que vayas a mi departamento y saques mi dinero, ya sabes dónde está. <br /><br />—¿Tu dinero? ¿Para qué? Mierda Tom, dime ¿qué sucede? <br /><br />—Estoy en la cárcel Andreas. Y necesito que vengas a sacarme —soltó sin más—. Ven lo más rápido posible y procura no sacarles sospechas a mis padres. Ellos no tienen por qué enterarse, ¿entendido? <br /><br />—¡Qué demonios haces ahí… ¡ ¿Tom?, ¿T…? <br /><br />Exhaló todo el aire por la boca al colgar el teléfono. Ahora, sólo tenía que esperar. <br /><br />—Perdón por meterte en este lío, amigo. <br /><br />Los ecos de los policías se escuchaban cada vez más cercas y pudo distinguir más pasos: venían con más personas. ¿Sería Andreas? <br /><br />Ansioso, se levantó de la cama (si es que así podría llamarse esa porquería) ocasionando que ésta rechinara e inmediatamente se pescó de los barrotes, asomando su rostro lo más que podía: distinguía siluetas y los uniformes de los policías pero no veía a Andreas más bien vio a... <br /><br />—Mierda. Mierda. Mierda. <br /><br />—Kaulitz —el chico retrocedió al tener a los uniformados en frente—. Han pagado su fianza, puede salir. <br /><br />«¿Salir? Oh no, no, no. Yo me quedo aquí, gracias. Ahora, cierren nuevamente esa puerta. Vamos, ciérrenla, ¡háganlo!», nuevamente se sintió como un niño. Uno que le tenía miedo a su padre cuando sabía que sería regañado por éste al realizar una travesura de mal gusto. Sí, se sentía de nueve años nuevamente y de repente, vio a Gordon más joven: era extraño, pero cuando endurecía sus facciones y demostraba su enojo, de alguna manera, reducía su edad. <br /><br />Y él, él se sentía pequeño. <br /><br />—Gordon, que… ¿qué haces aquí? —la mirada de su padre se endureció aun más. <br /><br />—Es lo que yo iba a preguntar Tom, ¿qué demonios haces aquí? <br /><br />Los ojos de Tom se cerraron con pesadez: eso era exactamente lo que quería evitar. Que su familia se enterase de su maldito ataque de ira, de que estuvo a punto de matar a un hijo de puta y como consecuencia, lo metieron por prisión. No importaba si fuese por un par de horas. La vergüenza y decepción estarían presentes en los rostros de Simone y Gordon y eso era lo que no quería: causarles más problemas. <br /><br />—Lo siento —escuchó la voz de Andreas. Oh, así que sí vino—. Escuchó todo… lo siento. <br /><br />Gordon los miró a los dos con sumo enojo logrando que Andreas se encogiera en su sitio. <br /><br />—Hay que irnos de este lugar —dijo tomando el brazo de su hijo mayor—. Es desagradable. <br /> <br /><br />El dolor que sentía en su rostro era insoportable. Ya habían pasado las tres horas, eso significaba que su medicamento para el dolor llegaría en cualquier momento pero la maldita enfermera estaba retrasada. Maldita mujer, malditas sus compañeras, maldito el hospital. De seguro la señora con un poco de peso encima se quedó platicando con las demás acerca de las infidelidades que cometían los Doctores con enfermeras más jóvenes. Envidiosas, ya quisieran tener la misma atención de ellas. <br /><br />Ugh, ¿qué no se daban cuenta que se moría de dolor? Puto Kaulitz, todo era su culpa. No, era culpa de Baecker sí… ese imbécil lo había metido en ese problema. Nunca mencionó que Kaulitz era demasiado agresivo, el muy estúpido se lo tenía bien escondido. Agh… maldición, todavía no podía abrir su ojo izquierdo y extrañamente, no sentía esa zona. Parecía como si estuviese adormilada. <br /><br />—Ya era hora —refunfuñó al escuchar que la puerta se abría. Maldita enfermera. <br /><br />—¿Esperabas tu medicamento? —sus ojos, perdón, su ojo, se abrió de golpe al escucharlo—. Lo lamento, creo que lo retrasé. <br /><br />—Director Baecker —sonrió con ironía y como pudo, volteó a verlo—. Qué sorpresa, no esperaba verlo. <br /><br />—¡Pero qué dices! Después de todo yo te estoy pagando el hospital. <br /><br />—Oh, sí. Olvidé que esa era su disculpa por lo que me ocurrió —recordó dejando caer todo su peso en la cama. Su ojo se cerró automáticamente, todavía estaba muy lastimado y cualquier tipo de esfuerzo lo cansaba de inmediato—. Y dígame, ¿consiguió lo que quería? <br /><br />El reflejo de los lentes de Baecker brilló. <br /><br />—Sí, gracias a ti. <br /><br />—Ya veo. ¿Y qué tiene planeado hacer con ella? <br /><br />—Creí que no te importaba —Roy volvió a sonreír. <br /><br />—No. Pero a estas circunstancias, ¿qué importa ya? <br /><br />—No es necesario que lo sepas. Después de todo, no lo entenderías —aseguró dando media vuelta, preparándose para salir—. Vendré nuevamente para ver tu recuperación —Roy lo agradeció. Si rápido se marchaba, más rápido le traían su medicamento—. Oh, ¡se me olvidaba! —soltó la perilla y volvió a girarse hacia el muchacho—. Como agradecimiento, te permitiré que regreses y termines lo que empezaste con Kimberly, ¡claro, si es que todavía tienes la fuerza necesaria! <br /><br />Escuchó su risa. Se burlaba de él, ¡el muy hijo de puta se burlaba en su cara! <br /><br />—Vete a la mierda —espetó entre dientes sintiendo como la impotencia se apoderaba de su inútil cuerpo. <br /><br />Y se fue, pero se fue riendo. <br /> <br /><br />La enfermera de día, que se consideraba amiga de la paciente entró con una bandeja nueva de comida con la esperanza de que encontrar las otras dos bandejas vacías, pero no. Seguían intactas y el pan podía asegurar que ya estaba duro. <br /><br />Aun no comprendía porque el Director no la dejaba quedarse con ella para que tomase su desayuno, como siempre lo hacía. Al principio creyó que se trataba de un castigo hacia la paciente por el incidente que hubo con el guardia llamado Kaulitz pero simplemente era algo extremo e innecesario. Pobre chica, simplemente… pobre chica. <br /><br />—Kimberly, ¿estuviste así toda la noche? —preguntó un poco sorprendida. La paciente seguía sentada en la cama, abrazando sus piernas y mirando a ningún punto en especial—. ¿Qué te parece si te acuestas? Descansarás mejor y cuando despiertes, podrás comer tu desayuno, ¿sí? —pero no obtuvo respuesta. <br /><br />La enferma suspiró y sin su consentimiento la movió. <br /><br />No fue tan difícil, la verdad la sentía mucho más ligera y eso le preocupó. Con cuidado, la recostó en la cama y antes de acomodar sus piernas y brazos, quitó la única cobija que tenía (que por cierto, estaba segura, no era de las que daban en el hospital) y la tapó. <br /><br />Hizo una mueca y con compasión maternal, le quitó unos mechones que cubrían su rostro, acomodándoselos detrás de su oreja pero, al rozarla, recibió un fuerte toque eléctrico ocasionando un leve quejido. <br /><br />Sin darle importancia, sobó su mano derecha y sonrió. <br /><br />—Está mejor, ¿no crees? —la chica ausente miraba el techo sin hacer un gesto alguno, ni siquiera parpadeó—. Regresaré dentro de dos horas, espero y hayas probado tu comida Kimberly. <br /><br />Con cuidado, tomó las dos bandejas y salió de la habitación. <br /><br />—¿Y? —preguntó el guardia que la acompañaba. <br /><br />—Iré con el Director, lo que sea que le esté pasando, no está bien. <br /><br />Kimy se bajó del escritorio dando un pequeño salto al momento en que la enfermera salió. Echó un vistazo al desayuno y se dio cuenta que se trataba del favorito de Kim. Entusiasmada, tomó un pan tostado y lo acercó a su rostro. <br /><br />—¡Huele muy rico! —gritó saboreándose—. Vamos Kim, despierta, ¡es hora de comer! —pero nuevamente, no se movió—. ¿Kim? —otra pequeña descarga sucedió a su lado, logrando asustarla y ocasionó que perdiera la desconcentración: el pan atravesó su manita haciendo que el pan cayera sobre la cobija de la paciente. <br /><br />Kimy, algo avergonzada, trató de tomarlo nuevamente pero era imposible. No lo lograba. <br /><br />—Lo siento, lo siento mucho Kim. Perdón por ensuciarte, ¡perdón! —decía al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Alrededor del pan había migajas, debía limpiarlas. Debía de cuidar del cuerpo de Kim pero simplemente algo no se lo permitía. <br /><br />¿Acaso Kimberly no se lo permitía? <br /> <br /><br />—No tenemos noticias de ellas —exclamó Sam dándole vueltas al pasillo. Ya había pasado casi dos días y Kimy no había regresado. <br /><br />—Tal vez no puede volver —inquirió Jeny y al notar las miradas alarmantes de sus compañeros, se encogió de hombros. <br /><br />—¡Por eso exactamente no quería que fuera! —gritó exaltado—. ¿Ahora qué demonios hacemos? ¿Seguir “cuidándola” desde aquí? <br /><br />Bill se rascó la cabeza con desesperación. <br /><br />—¿Qué más podemos hacer? Mientras esa barrera exista, no podemos acercarnos a ella. <br /><br />Sam, fastidiado y sintiéndose un completo inútil se dejó caer a un lado de Bill y echó su cabeza hacia atrás: su paciencia se estaba agotando. <br /><br />—En el momento en que esa cosa se debilite, entraré. Juro que lo haré y… <br /><br />—¿Salvarás a Kimberly? —Atajó el pelinegro—. No quieras hacerte el héroe. Todos queremos salvarla. <br /><br />Pero, la pregunta aquí era: ¿ella realmente quería ser salvada? <br /><br />No. <br /> <br /><br />—… confié en ti en todas las maneras posibles, pero no fue suficiente para hacer que te quedarás… date vuelta… he perdido mi camino… —susurró tratando de recordar el tono de la canción. <br /><br />Una vez, la escuchó gracias a la chica que realizaba limpieza a fuera del pasillo. Nunca le prestaba atención a su música pero… aquella canción y aquella letra, de alguna manera, la hacía sentirse identificada y llegó a pensar que el cantante la había escrito para ella. <br /><br />Esa canción era su vida y en esos momentos… se la dedicaba a su guardia. <br /><br />¿Logrará escucharla? No, creo que no. <br /><br />—Tú no estás aquí —cantó por última vez—, ¿estás aquí? <br /><br />De nueva cuenta, su cuerpo se cansó y demandó dormir. Poco a poco sus ojos se cerraron esperando que, cuando los abriera, por fin todo el dolor que sentía ya no existiera. <br /><br /> Sí, quería morir. <br /><br /><div style="text-align: center;">
“Come and rescue me, I am burning, can’t you see?”</div>
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<b>Nota final: </b>kdfsdklfldslf me morí cuando hice la parte de Baecker y Roy XDDD soy mala ;_; pero no aguanté la risa X'D espero y disfruten mucho de esta lectura *-*. Como siempre, les deseo un buen inicio de semana, empiecen con energía el lunes lml... trataré de hacerlo yo también :c en fin, las quiero mucho lectoras. Gracias por apoyar FOI! </div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-21626370987297545232013-04-27T20:46:00.000-05:002013-04-27T20:46:04.428-05:00Capítulo sesenta y tres <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />Para unos ojos cualesquiera, el interior de la habitación seguía igual que siempre pero, para alguien como Kimberly, la cosa no era así. <br /><br />Una niebla color morada con ondas azules se podría observar con claridad en todo el interior de la pequeña estancia (incluyendo el cuarto del baño) y al a vez, algo parecido a humo, rodeaba varias partes del lugar. Todo estaba protegido gracias a ese extremo campo de fuerza que Kimberly había creado antes de encerrarse en su propia mente dejando a su cuerpo como un simple contenedor vacío. <br /><br />La chica yacía en esa misma posición después de que torturó a Bill, Sam y Jeny y los mandara a quién sabe dónde; eso dependía de ellos y de lo que más deseaban y odiaban en este mundo. Aquel deseo si distorsionaría en una pesadilla que Kimberly ignoraba crear. Ella no sabía nada, sus sentimientos habían tomado control sobre ella haciéndola hacer cosas increíblemente imposibles. Pero eso no importaba, no, ya nada importaba. <br /><br />Su contenedor vacío se encontraba sentado en medio de la cama, abrazando fuertemente sus piernas y mirando perdidamente el piso o tal vez, las sábanas. Realmente no se sabía la dirección, sus ojos yacían casi muertos: ya no habría brillo en ellos, estaban opacos, se podría decir, casi negros. Su cabello castaño, aquel que estaba bien cuidado aunque contara con champú barato, ese que deja el pelo completamente duro, había perdido vida también: parecía como si no se lo hubiera lavado en meses aun pasando verdaderamente dos malditos largos días en soledad. Varios mechones estaban pegados en su rostro y otros caían con facilidad sobre sus ojos. Su cara había sido escondida y lo único que podía distinguirse de perfil era su boca. Labios quebradizos, pero aun con color, entre abiertos pero parecía no exhalar e inhalar nada. ¿Para qué? No había absolutamente nada dentro de ese cuerpo que necesitaba vivir. El alma de Kimberly se había ido y tal vez no regresaría en un buen rato. <br /><br />Pero, otra vez, ¿para qué volver? No había nadie esperando por ella. Le habían quitado a la pequeña familia que había tardado en reconocer: le arrebataron a un padre, a un hermano y a un novio. Justo cuando disfrutaba de la vida una vez más. No había razones para regresar. Ya nadie velaba por ella, nadie. Era mejor irse de una vez… <br /><br />—Es inútil, sólo conseguirás desintegrarte —aseguró Sam observando cómo Bill intentaba una y otra vez traspasar aquel enorme campo que invadía gran cantidad de espacio del pasillo exterior. El único lugar a salvo era a seis metros de distancia desde la puerta de Kimberly. Era exageradamente grande, aquel campo de energía parecía una gran bola llena de sustancia brumosa color morada, niebla y energía eléctrica. ¿Eso era capaz de hacerse? ¿Era posible? No lo sabía, pero sí podía afirmar, era aterrador para alguien como él. <br /><br />—¿Qué podemos hacer? —se atrevió a cuestionar Jeny, abrazando al exhausto pelinegro (que yacía jadeando en el piso) y a la vez, evitándole ponerse nuevamente de pie—. ¿Ayudarla desde aquí? <br /><br />Los labios de Sam se fruncieron. —No se me ocurre otra cosa mejor. <br /><br />—¡Mierda! —gritó Bill forcejeando desde el suelo—. No podemos hacer eso, ¡no otra vez! —el chico rubio sólo se encogió de hombros. <br /><br />Bill no entendía, ya no había opciones. <br /><br />—Esto es impenetrable —susurró estupefacto tratando de comprender cómo Kimberly había sido capaz de crear semejante energía. ¿De dónde había sacado la fuerza? <br /><br />Pero mientras él se preguntaba aquello, otra personita se preguntaba algo mucho más importante: ¿cómo se encontraba ella? La pequeña Kimy estaba preocupada, desesperada, asustada. Sabía muy bien que la persona que yacía dentro de ese campo de energía estaba sufriendo, no estaba pensando con cinco sentidos, ¡algo malo le había pasado! Rayos, rayos, rayos. Debía entrar, ¡debía estar con ella! <br /><br />Sus ojos se abrieron de golpe. « ¡Yo soy ella!» <br /><br />Los lamentos de Bill habían bajado lo suficiente para percatarse de que Kimy estaba dispuesta a atravesar esa gran “esfera” morada sin importar el costo. Todos se alarmaron y Sam logró detenerla del hombro. <br /><br />—¿A dónde crees que vas? —le reprendió. <br /><br />—Iré a… verme —Sam negó. <br /><br />—Nadie entra, es muy peligro. ¿Oíste? <br /><br />—¿Cómo puede dañarme algo que yo hice? —aquella pregunta le tomó por sorpresa y sin querer, la había soltado. <br /><br />Kimy se giró y miró a Bill y a Jeny quienes seguían rogando con la mirada de que no entrase. Pero, después ella sonrió y el pelinegro comprendió que tal vez ella podría ser la única solución al problema. <br /><br />—Nosotros seguiremos aquí —Kimy asintió. <br /><br />—Trataré de calmar un poco las cosas. <br /><br />Lo prometió como una pequeña niña que todo reto lo veía sencillo, no importaba si era todo lo contrario, ella lo lograría. <br /><br />Al girarse, miró con atención todo lo que yacía dentro del campo de energía y como pequeños rayos azules se asomaban de vez en cuando. Podría desintegrarse, tal y como Sam había dicho momentos antes pero no. Su creación no podría matarla, ¿verdad? «Aunque sé que yo no lo hice». <br /><br />Cerró sus ojos, movió su pie y sin mirar atrás, avanzó. <br /><br />—Espero que sepa lo que hace —dijo mirando duramente a Bill. Se alejó de aquel campo y se recargó en la fría pared, a poca distancia de sus compañeros. <br /><br />—Yo también. <br /><br />Kimy había traspasado sin problemas. El campo de energía se abrió exactamente a su figura dejándole pasar. Parecía que la estaba esperando desde hace tiempo. <br /><br />«Yo también espero que sepas lo que hagas, Kimy». <br /><br />Desorientado, alzó su vista a Jeny quien por fin había decidido soltarle. Sin decir ninguna palabra, también se alejó. <br /><br />Sam y Jeny han estado actuando demasiado extraño desde que volvieron a la realidad. Se preguntaba qué fue lo que ello vieron: ¿cosas buenas o malas? Y luego, se preguntó si uno de ellos realmente deseaba quedarse en aquella realidad inexistente.
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<br /><br />Su mirada y su mente se habían perdido en aquel café negro barato que ofrecían en la estación de policía. Todavía estaba caliente, veía el humo con claridad: debía tomarlo, estaba cansado y eso lo reanimaría un poco o bueno, eso fue lo que le había dicho ese detective. <br /><br />Y lo necesitaba. Realmente lo necesitaba si quería volver a ese hospital y sacar a Kimberly por la fuerza si era necesario. Necesitaba estar en sus cinco sentidos, despierto y con energía suficiente pero, primero, necesitaba salir de ahí. <br /><br />Su cabeza dio contra el escritorio y soltó un leve gruñido. Ya no había manera de salir. <br /><br />La puerta se abrió y rápido, se enderezó. El detective Smith entró con un legajo bien guardado debajo de su brazo. ¿Su expediente, quizá? Él también portaba ese café barato de la estación pero a diferencia, el detective parecía disfrutar demasiado de su amargo sabor. <br /><br />—¿Cuándo saldré de aquí? —preguntó inmediatamente cuando el detective tomó asiento. Tom se removió un poco, estaba nervioso. No. Ansioso, sí, esa era la palabra: estaba perdiendo mucho tiempo. Dios, ¿cómo estará Kimberly? ¿Qué le estarán haciendo? ¿Nada? ¿Estará acostada? Su cuerpo se heló, ¿estará sedada? <br /><br />El hombre que portaba una simple camisa blanca con una corbata gris y pantalón del mismo color exhaló pesadamente el aire soltando ligeramente el olor de ese café que tomaba como si su sabor fuese exquisito. <br /><br />—Dentro de tres días —soltó sin más y Tom dejó caer las manos sobre la mesa debido a la sorpresa. <br /><br />—¿¡Tres días?! Pero… pero ¡usted me dijo que si accedía a ayudarlos saldría…! <br /><br />—¡Dejaste a tu compañero en un estado semiinconsciente! Un poco más y lo hubieras matado —Tom apretó sus dientes. <br /><br />—Se lo merecía —aseguró con asco. <br /><br />—Recibirá su castigo, tienes mi palabra pero antes, tú tienes que cumplir con el tuyo. —Hizo una pausa—. Así es la ley. <br /><br />Tom negó rendido. <br /><br />—No entiende, ¿cierto? Debo irme ya, alguien… ella, me necesita, ¡debo ir por ella! <br /><br />—Y eso es lo que hará. La sacaremos de ahí, sacaremos a todos de ahí pero debe cooperar. <br /><br />Su mandíbula se endureció. <br /><br />—¿Cuánto tiempo nos tomará eso? —el detective guardó silencio por unos segundos y eso le bastó a Tom para mandarlo a la mierda—. ¡No puedo perder más tiempo aquí! —aseguró poniéndose de pie ocasionando que la silla diera contra el suelo y que el detective se alarmara. <br /><br />—¡Pon un pie fuera de este lugar y te hundes! ¿Me escuchas? ¡Te hundes! —logró articular ya de pie y señalándole acusadoramente. <br /><br />La mano de Tom se alejó de la manija. <br /><br />Si salía de ahí los policías de afuera lo arrestarían en un abrir y cerrar de ojos, perdería el trato que había logrado hacer con el detective Smith y lo encerrarían por más de tres días. Y eso sería peor. <br /><br />«¿Qué hago? Alguien… ¡díganme qué debo hacer! —cerró fuertemente su mano—. Debo irme, debo ir por Kimberly, ¡mierda, mierda, mierda! » <br /><br />El sonido de un golpe hueco se escuchó logrando en el Detective Smith un estado de relajación: lo tenía en la bolsa. <br /><br />—Está bien. Me quedaré —y antes de que Smith pudiera sonreír, añadió—: pero al poner un pie fuera, no importa lo que usted diga, lo que Baecker haga: ¡yo iré a ese puto hospital a verla! ¿Me entendió? <br /><br />—Mientras tengas cuidado —asintió—. Y bien, ¿por fin harás la llamada a la cual tienes derecho? <br /><br />Tom entrecerró sus ojos. <br /><br />—Depende. <br /><br />Smith encarnó una ceja. <br /><br />—¿De qué? <br /><br />—¿Habrá salida bajo fianza?
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<br /><br />Ahí estaba, enfrente del compartimiento vacío. Visualizó una charola de comida: toda estaba intacta. ¿Por qué no le insistieron para que comiera? Qué extraño. Las enfermeras siempre se quedaban con ella hasta que terminara sus alimentos, ¿por qué ahora la dejaron sola? <br /><br />—¿Qué te hicieron Kim? —cuestionó apretando un poco el brazo del contenedor—. ¿Por qué no comes? Se ve que está rica lo que prepararon hoy —mintió mirando la bandeja de reojo—. ¿Qué te parece si comemos juntas, sí? <br /><br />No hubo respuesta. <br /><br />Kimy se estremeció: una pequeña descarga sucedió a su lado, cerca de su oído derecho. Esto iba de mal en peor: el color morado se hacía más y más espeso y la bruma más y más sofocante. <br /><br />«No te alteres, tranquila. Siempre debes estar tranquila». <br /><br />—¿Te tomaste tus pastillas? Debes tomarlas, recuerda que esas son las importantes —recordó inútilmente apretando un poco más su brazo—. ¿Las tomaste? —nada—. Kim por favor… vuelve, tienes que volver… por favor, ¡por favor! <br /><br />Pero ese cuerpo, no se movió ni lo más mínimo. <br /><br />¿Qué sucedía en su interior? ¿Por qué no la escuchaba? ¿Seguía viva? Sí, pero… entonces, ¿por qué no reacciona?... ¡¿Dónde demonios se había encerrado?! ¡En dónde! <br /><br />«No regreso porque nadie espera a que lo haga» dijo una chica en posición fetal. <br /><br />Estaba perdida en un abismo negro que, estaba segura, era su mente. <br /><br />Sus ojos se abrieron con pesadez. Estaba acostada en la nada, la mitad de su rostro estaba cubierto debido a la oscuridad y sólo una simple lágrima logró brillar entre aquella intensa bruma que en esos momentos, sentía como su hogar. <br /><br />«No regreso porque no hay nadie del otro lado. Sigo sola».<br />
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<b>Nota final: </b>Desde la madrugada que tengo listo el capítulo, pero el sueño me venció :c. Bueno kjfhkjdsgfkdjgsf en mi cabeza creo que foi está apunto de terminar, no es que le queden cinco capítulos, le faltan más pero no exceden los 20 o.o kjfasdgfkjdfkds y bueno, espero que disfruten de esta lectura *-*. Muchas gracias por leerme y tenerme paciencia x.x !!!!!!!!! </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-45901246864132321132013-04-05T21:49:00.002-06:002013-04-05T21:49:13.864-06:00Capítulo sesenta y dos <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />En verdad se sentía como un remolino. Estaba cayendo pero no tocaba fondo, a su alrededor, sólo veía sus recuerdos antes del accidente: pudo reconocer a Iris en uno de ellos, una cena familiar cuando Simone y Jörg estaban juntos, la vez cuando Tom le estaba enseñando a andar en bicicleta, la primera vez que se enfermó, la primera vez que pisó un hospital. Pudo observar la primera pelea de sus padres debido a ello, claro, no era algo que quisiera recordar, de hecho, no quería recordar nada. Sólo quería salir y olvidarlo todo, quería gritar. Todo esto estaba siendo tan abrumador para él que sentía que no iba salir de ahí con vida. <br /><br />—Sácame de aquí Kimberly —chilló observando como esos recuerdos giraban con más rapidez alrededor de él. Se mareaba, tenía nauseas, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, en verdad ya no quería ver nada: no quería recordar los buenos ni malos momentos. No quería recordar el pasado, porque lo extrañaba. Lo hacía demasiado y le dolía saber que nunca jamás podrá recuperar esos preciados momentos, era triste, su vida estaba perdida. <br /><br />El remolino de imágenes comenzaba a hacerse más pequeño, parecía que quisiera aplastarlo. Bill bajó su vista hacia sus pies notando que no podía visualizarse el piso. Estaba flotando en la nada, con una lluvia de recuerdos atacándole por todos lados. Estaba atrapado. <br /><br />—¿¡A dónde mierdas me mandaste!? —gritó cerrando fuertemente sus ojos—, sácame, sácame, sácame,¡ ¡sácame Kimberly!! <br /><br />Sus ojos se abrieron de golpe e instantáneamente sus pupilas se dilataron: ¿qué es lo que sentía en su cuello? Parecía un tubo, le calaba, le ardía al pasar saliva. Aturdido, bajó su mirada encontrándose con algo que lo dejó helado. <br /><br />«Estoy… en el hospital, regresé a la habitación —concluyó observando todas las máquinas a su alrededor—. Hiciste que volviera Kim, ¿por qué? No lo entiendo —pero no importaba, iba a volver—. No puedo dejarte en ese estado, eres mi amiga, no debo abandonarte…» <br /><br />Pero no se levantó. No podía hacerlo, sentía su cuerpo demasiado débil y frágil: con cualquier esfuerzo que hacía, sus piernas temblaban sin control. Espera… ¿cuerpo? <br /><br />«¡He vuelto a mi cuerpo! —y eso, no era todo—. Mi… mi mano, puedo moverla, ¡puedo mover mis manos!», las mantenía en su borrosa vista: las extendía y las volvía a contraer, jugaba con sus dedos, giraba sus muñecas. Movía su cuerpo, ¡el de carne y hueso! Eso… eso quería decir que… oh, no. <br /><br />Sus ojos se abrieron de par en par. <br /><br />Escuchó como algo se caía, a la distancia de la puerta: platos se quebraron. <br /><br />Había alguien más en la habitación <br /><br />No. No lo digas. <br /><br />—¡¡Doctor, doctor!! —No, cállate—, venga rápido, ¡¡doctor, el paciente ha despertado!! <br /><br />Una gota de sudor recorrió la sien de Bill pasando lentamente su mejilla izquierda hasta perderse en la cansada almohada de su cama. Había regresado… completamente. No, eso no podía ser posible, ¡él no podía volver! <br /><br />Se quejó por lo bajo. El tubo que sentía en su cuello comenzaba a arderle, quería hablar pero aquello sólo ocasionaría que se lastimase más. Alguien… ayuda. <br /><br />Escuchaba más pasos: dedujo que se trataba de muchas personas, entre ellas, su madre. Por dios, deseaba tanto verla pero no, sabía que esto no estaba bien. Se suponía que no iba a volver, ¿qué significaba…? <br /><br /><i>“No lo protegiste, no lo hiciste. Tú también querías que lo separaran de mí, ¿no es cierto? ¡¿No es cierto?!”</i>
<br /><br />«Kimberly —se respondió a sí mismo completamente atónito—, ¿qué demonios me hiciste?» <br /><br />—Está… ¡está despierto! —escuchó de una voz masculina. ¿El doctor, quizá?— Todos, ¡salgan, rápido! Enfermera… enfermera. <br /><br />El dolor en su garganta, no lo soportaba. <br /><br />—¿Mi hijo… mi hijo está…? ¡¡Billy!! —chilló. <br /><br />Mamá… por fin la escuchó. <br /><br />—Señora, tiene que salir. <br /><br />—No, no, ¡tengo que verlo! <br /><br />Sonrió en su interior. No querrá verlo después de saber la verdad acerca de su padre… <br /><br />—¡Señora, salga, por favor! <br /><br />Mamá… lo siento mucho.
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<br /><br />Las puertas de la casa se abrieron y él sintió que lo que era abierto eran las puertas del cielo. Era verdad, realmente había salido del coma, estaba vivo, despierto y por fin, daba sus primeros pasos después del accidente. ¿Kimberly fue capaz de hacerlo regresar? Era sorprendente, simplemente sorprendente. <br /><br />—Espera aquí —suplicó corriendo hasta perderse en el pasillo. Bill supuso que iría en busca de Gordon, su padre. ¿Qué le diría cuando lo viera? ¿Cómo reaccionar? Ni siquiera supo qué hacer cuando lo dejaron solo con su madre en el hospital. No sabía que decir, estaba tan feliz que realmente no sabía cómo actuar. <br /><br />Echó un vistazo a las paredes de su casa, la sala, el comedor, si que hicieron cambios. El interior era color verde, Bill recordaba que antes era anaranjado. Cambiaron varios muebles y agregaron otros. Las fotos que yacían colgadas en cada rincón de la casa seguían estando en el mismo lugar dónde las vio por última vez: la de sus abuelos, la de su madre de bebé, la de él y Tom de niños, unas fotos familiares. Esta era su casa, como extrañaba sentir aquel calor hogareño. <br /><br />Logró visualizar una foto de Tom a lo lejos. Sonrió, ¿cuál sería su reacción al verlo ahí de pie? Tal vez se moriría de un infarto, sería lo más probable pero, lástima que su hermano no estuviera ahí para verlo, unos policías se lo habían llevado… <br /><br />Sus pupilas se dilataron al tiempo que sus piernas se doblaban sin piedad. Tom no estaba en la casa y no lo iba a estar porque lo habían arrestado: se había peleado con otro guardia, ese tal Roy, quién quiso abusar de Kimberly. Tom fue a defenderla pero lo único que había hecho fue caer fácilmente en la trampa de ¡Baecker! <br /><br />—¿Cómo pude haber olvidado todo eso? —se preguntó completamente desorientado. Debía ir con sus padres a la estación de policía, sacarlo y regresar al hospital. Tenían que sacar a Kimberly como fuera lugar, ¡ella corría peligro! <br /><br />—¿Bill? —alzó su vista al escuchar que su madre lo llamaba—, ¿pasa algo? —calló y pudo notar que la preocupación se plasmaba una vez más en su cansado rostro—. ¿Te sientes mal, Bill? Sí es así… no hay problema, nos regresamos al hospital y… —comenzaba a balbucear. <br /><br />—No, no —negó e hizo una mueca de dolor. Todavía tenía una leve molestia en su garganta pero, tenía que dejar eso a lado, debía decirle ya acerca de Tom—. Mamá, por favor, no te alteres pero… ocurrió algo. <br /><br />—¡Te sientes mal, lo sabía! —gritó exasperada pero calló al sentir que las manos de Bill en sus brazos la apretaron un poco. <br /><br />—No es de mí, es de Tom. <br /><br />Simone, confundida, frunció el ceño. <br /><br />—¿Tom? —Asintió. <br /><br />—Ocurrió algo en el trabajo mamá… ¡lo arrestaron! Tenemos que ir a la estación y sacarlo. Es una larga historia, pero se los explicaré a papá y a ti en el camino —soltó todo de golpe que, al terminar, tomó una gran bocanada de aire y su frustrado semblante se marchó al escuchar la carcajada de su madre. <br /><br />—¿Pero qué tonterías dices, Bill? —volvió a reír soltándose del agarre de su hijo menor—. Tom no está en la cárcel —su boca se entreabrió. <br /><br />—Mamá, escúchame —suplicó—, debes creerme, ¡él está…! <br /><br />—Aquí —atajó haciéndose a un lado, dejando ver a su hermano mayor en el umbral del pasillo. Su boca se abrió mucho más y su cuerpo se tensó. ¿Qué hacía él ahí? ¿Acaso lo habían dejado salir? No, era imposible. <br /><br />—¿Bill? —la voz quebrada de su hermano apenas y lo alcanzó. Seguía sumergido en sus pensamientos, ¿dónde estaban los pocos golpes que Roy le había dado, la mirada que delataba su amor, su sonrisa cansada, por qué lo veía con un poco más de peso? Tom había bajado demasiado esos últimos meses, ¿qué pasó? <br /><br />—¿T…Tom? —tartamudeó al sentir su fuerte abrazo y sus lágrimas empapar su hombro—, ¿en verdad eres tú? —su hermano se separó de él y asintió sin habla. Después de mucho tiempo, sus rezos habían sido escuchados: Bill estaba de vuelta, no lo podía creer, no cabía de felicidad. <br /><br />—Tal vez no me reconozcas por esto —señaló sus trenzas negras—. Me las hice hace casi ya un mes —presumió volviéndolo a abrazar—. No puedo creer que estés aquí, Bill. Si hubiera sabido, dios, juro que faltaba al trabajo e iba directo a recogerte allá. <br /><br />—Trabajo —repitió en susurro—. ¡Trabajo! —gritó empujándolo con brusquedad: su hermano y su madre lo vieron estupefactos ante su repentino cambio de humor, Bill nunca había sido tan agresivo—. Dime Tom, ¿qué pasó? ¿Por qué te dejaron salir de la cárcel? ¿Dónde está Roy, qué te hizo Baecker? —calló con desesperación—, ¡¿qué pasó con Kimberly?! <br /><br />El aludido y la mujer se vieron entre sí tratando de comprender lo que Bill les decía. No había sentido en sus palabras, ¿eso era algo común en los pacientes de coma? <br /><br />—Eh… Bill, ¿de qué estás hablando? —preguntó tratando de no sonar como algún tipo de amenaza—. No conozco a ninguna de esas personas y tampoco he estado en la cárcel —hizo una mueca—, no al menos estos dos últimos meses. <br /><br />—¡Tom! —le regañó Simone y éste se carcajeó. <br /><br />Aquello sólo hizo enfurecer más al menor. <br /><br />—¡Eres un imbécil! —señaló tratando de no perder el equilibrio—. ¡Kimberly está allá sola, sufriendo y tu aquí, fingiendo que nada pasó! ¿Cómo puedes decir que no la conoces? <br /><br />—Bill, cálmate… por favor. —En el rostro de su hermano ya no había alguna pizca de burla. <br /><br />—Quiero hablar con papá —exigió—. Él sí me escuchará, ¿dónde está? <br /><br />La mirada de Simone decayó por los suelos y su hermano miró un punto perdido. Tenían caras largas, ¿quién se murió? <br /><br />—… no.
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<br /><br />La nieve comía completamente sus pies. Era casi imposible caminar por ese lugar, pero podía avanzar gracias a la ayuda de Tom. Ya se habían adentrado mucho y al parecer, todavía les faltaba: el frío comenzaba a calarle, pero no iba a dejar esto a medias. Debía… verlo. <br /><br />—Ya casi llegamos —le avisó en susurro y Bill asintió. <br /><br />Estaba en lo cierto, caminaron tres metros más y pudo distinguir una sencilla tumba siendo sepultada por aquella manta blanca. Ya no era necesaria la ayuda de su hermano así que soltó su brazo y continuó su camino por él sólo. Tom guardó distancia. <br /><br />Los dos llevaban abrigos color negros, resaltaban con facilidad de todo aquel cementerio blanco, además, eran las dos únicas personas en el lugar. <br /><br />Bill se dejó caer de rodillas al estar frente a la tumba de Gordon. Tomó todo el aire que pudo y temeroso, limpió la nieve que yacía en su epitafio. Las lágrimas por alguna razón no salieron, no tenían ganas de llorar, sus ojos estaban secos y sólo podía sentir que su rostro se congelaba cada vez más. Eso sí, su labio inferior temblaba y sentía una presión en su pecho, ¿cuándo pasó? ¿Por qué? Gordon era un hombre sano, no podía irse, no debía. <br /><br />Y es porque no lo hizo. <br /><br /><div style="text-align: center;">
Jörg A. Kaulitz. </div>
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Cayó de sentón y pegó un grito al cielo ante el susto que se había dado. Tom rápidamente corrió a su lado y le ayudó a reincorporarse. Escuchaba que le preguntaba acerca de su estado pero lo ignoró por completo, a gatas, volvió a acercarse y releyó lo que estaba inscrito en la lápida. Su labio inferior tembló aún más. ¿Por qué su hermano lo llevó a este lugar, a visitarlo a él? <br /><br />—¿Qué significa esto, Tom? —preguntó mirándole por el rabillo del ojo. Su hermano negó sin saber que decirle: ya no sabía cómo contestar a sus preguntas sin sentido. <br /><br />—Me pediste ver a nuestro padre… <br /><br />—¡Él no es nuestro padre! —le recordó poniéndose de pie—. Yo nunca me referí a él, ¡hablaba de Gordon! ¿Dónde está él? ¡¿Dónde está nuestro verdadero padre?! <br /><br />—¡¡Quién demonios es Gordon!! —gritó perdiendo los estribos. Ya se había hartado, había pedido paciencia pero nunca se le concedió aquel don—. Desde que llegaste a la casa no has dicho más que estupideces —le dejó en claro—. Mira, Bill, la verdad no sé si esto sea por el medicamento, no tengo la mínima puta idea pero… comienzas a fastidiar. Basta de inventar personas, por favor. <br /><br />—Yo no… he inventado… <br /><br />—Yo trabajando en un manicomio, que me metían en la cárcel, que estaba enamorado de una loca —comenzaba a enumerar—. Que si el tal Dr. Jost, que si Georg, que si Gustav ¡¿quién diablos son esas personas?! <br /><br />—¿Por qué no recuerdas? —preguntó después de un largo silencio. Los ojos de Tom se pusieron en blanco y pidió una vez más que parara. Ya no podía más. <br /><br />La tormenta de nieve se hizo más fuerte al grado de cubrir cada una de las lápidas de aquel cementerio. Parecía un desierto, no había absolutamente nada más que esos dos hermanos discutiendo por una realidad dudosa. <br /><br />Bill volvió a caer, pero esta vez, Tom no le ayudó. Estupefacto, veía la nieve: trataba de comprender qué demonios pasaba a su alrededor. ¿Quién había cambiado su vida? ¿Por qué Jörg es su padre, por qué Tom no recuerda… por qué volvió, por qué despertó? <br /><br />—¿Con qué fin hiciste todo esto Kim? —cuestionó dándose por vencido. <br /><br />—Alejarlos. Alejar a la gente mala. <br /><br />Bill volvió a alzar su mirada y para su sorpresa, no fue a su hermano a quién vio: una niña con un abrigo color rosa estaba frente a él, mirándole, juzgándole. Había algo similar en esa pequeña, esos ojos… le recordaban a alguien. <br /><br />—¿Quién eres tú? <br /><br />—Kimy —respondió como si lo obligase a hacer memoria. <br /><br />Kimy, Kim… esa niña. Esos ojos, Tom había dicho que le habían gustado los ojos de una niña, la que estaba en el consultorio del padre del Dr. Baecker, cuando sus padres seguían juntos. <br /><br />—¿Kimberly? —dijo al fin, pero la niña negó. <br /><br />—¡Soy Kimy! <br /><br />Bill, tratando de digerir aquella información, se apoyó sobre su rodilla izquierda. La miró, la analizó, pensó y concluyó: <br /><br />—Eres su parte… ¿infantil? —la niña sonrió.
<br /><br />—Su <i>inocencia</i> —se inclinó un poco hacia él—. Kim me ha tenido olvidada últimamente, así que decidí hacerle una visita —platicó llevándose las manos detrás de su espalda. <br /><br />—Comprendo —murmuró tratando de pensar sin que le doliese más la cabeza—. Kim… Kimy, ¿podrías decirme, dónde estoy? —la niña abrió sus ojos sorprenida. <br /><br />—¿No sabes? —rió—. ¡Yo menos! —el pelinegro bufó rendido, esto sería difícil—. Lo único que recuerdo fue que yo estaba con Kimberly, ¡por fin éramos una, después de mucho tiempo! Pero… me rechazó y me lanzó aquí contigo. ¡Es mala! —se quejó haciendo un pequeño puchero. <br /><br />—¿Con… migo? <br /><br />Lo recordó. Él había visto a la niña llamada Kimy cuando esa sensación cálida y abrumadora lo atrapó por completo. Ella dijo que Kim quería alejar a la gente mala de ella pero ¿no se da cuenta? Ellos eran sus amigos, por ende, no los podría alejar jamás. ¿Se sentía traicionada? Lo comprendía, pero eso no le daba el derecho de desquitarse con ellos. <br /><br />—Ella quiere estar sola —la voz de Kimy atrajo su atención—. Siempre pensó que estaba mejor sola. Y creo que tenía razón —murmuró y Bill se dio cuenta que hacía un esfuerzo de no llorar—. Esa gente sólo la lástima, ¡como ese hombre! <br /><br />—Pero… nosotros no somos esa gente. <br /><br />—Y aun así no hicieron nada para ayudar —recordó. Otra vez aquella acusación. <br /><br />—Bajamos la guardia, nos confiamos —confesó—. Fue un gran error, lo lamentamos tanto… —Baecker había ganado la batalla—, ¡pero eso no significa que perdimos la guerra! —Kimy retrocedió—. Estamos a tiempo de echarle a perder sus planes, recuerda que… no están solas. ¿Acaso olvidaron a Gustav y al Dr. Jost? Ellos podrán hacer algo por Tom, podrán hacer que regrese y nosotros estaremos a lado de Kim hasta que eso ocurra. No la dejaremos sola, ya no cometeremos ese error. Esperaremos y ayudaremos a que la saquen de ese lugar. —calló—. Eso es lo que quieren, ¿no? Ser libres de nuevo. <br /><br />—¿P… podrán hacerlo realidad? —miró atónita la mano extendida del mayor. <br /><br />—Con tu ayuda, por eso estás aquí también: quieres ayudar a Kim. <br /><br />La niña, con lágrimas en sus ojos, asintió con todas sus fuerzas, tomó la mano del chico para después, estrecharla y ponerlo de pie. Era más alto de lo que aparentaba, ¿ella crecerá así también? <br /><br />—Mi deber es que Kim vuelva a llevar a ese niño que todos tenemos dentro: que vuelva a creer, que vuelva a soñar, que vuelva a sonreír de verdad. Que disfrute de la vida. <br /><br />Bill por fin lo comprendió todo. <br /><br />—Y lo lograremos, juntos. <br /><br />La nieve seguía incrementando, los sepultaba pero ninguno de los dos sentía el frío. Ya nada dolía, y el aire ya no era necesario. <br /><br />Entonces, se dieron cuenta que habían<i> regresado.</i><br />
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<b>Nota final:</b><i> </i>¿Qué tal? e.e, realmente espero y les guste este episodio, especial para Bill, se lo merece ;_; pero no sé, hablo del Bill de 17 años hahaha así me lo he imaginado toda esta historia, no puedo ver el actual sin pensar en lo que era antes ldskhflkhdf mis momentos cursis xd, en fin. Gracias por leer *-* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-50435442785407636652013-04-03T23:48:00.001-06:002013-04-03T23:48:30.446-06:00Capítulo sesenta y uno <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />Era imposible, no podía, no resistía. <br /><br />Cayó. <br /><br />Sus rodillas golpearon con fuerza el frío suelo. Todos los presentes la miraron estupefactos al tiempo que se escuchaba como la tormenta de nieve golpeaba las viejas paredes del hospital, parecía como si aquello también quisiese participar en esa pelea pérdida e inútil. Bill y Jeny la observaban con compasión mientras que la cadena de las almas en pena se rompía, aquellos seres se desvanecieron en segundos. <br /><br />Sam se quedó perplejo y furioso, se giró hacia Kimberly: estaba dispuesto a reclamarle y a exigirle a que se pusiera de pie pero… no pudo. No era tan miserable para obligarla a pelear, no en ese estado, no destrozada. <br /><br />—Baecker… —pronunció su nombre entre dientes, conteniendo toda su furia en sus puños—, ¡¡eres un maldito!! —las luces parpadearon al grado de fundirse. Otra persona pudo haber pensado que era una falla eléctrica, pero Kimberly no, ella sabía muy bien que se trataba de la energía de Sam siendo expulsada sin control. <br /><br />Sonrió sintiendo un vacío en su interior. ¿Qué hacía él ahí? Acaso… ¿acaso vino sólo para burlarse de ella? ¿O vino a ofrecerle su apoyo? Sam, ¿por qué regresaste? <br /><br />—Devuélvemelo —pidió una vez más sintiendo su cuerpo como una frágil hoja de papel. Sus movimientos eran torpes y no coordinaba bien: tambaleándose, se arrastró hacia las piernas del director. Sentía que iba a caer en cualquier momento y para impedirlo, logró pescarse de la bata de su superior. <br /><br />—¡Kim! —soltó Jeny con un gesto de asombro. Acto reflejo extendió su brazo, dispuesta a jalarla lejos de ahí pero, nuevamente, la mano de Bill sobre su hombro, la detuvo—. Mírala, ¡no debe humillarse así! <br /><br />—Lo sé, pero si te acercas… no sé que podría pasarte —informó señalándole con la mirada el extraño color morado que se había formado alrededor del cuerpo de la paciente. Al parecer, inconscientemente, Kimberly había creado un escudo con la energía que le quedaba—. Por eso ellos no regresan —concluyó haciendo que viera a las almas vagar por el pasillo. <br /><br />Los ojos de Baecker se entrecerraron. <br /><br />—Te lo ruego, devuélvemelo… <br /><br />—Ya no tendremos esta conversación. Ahora, ¡suélt… <br /><br />—¡¡Devuélveme mi vida!! —gritó sintiendo que su garganta se desgarraba. Apretó más su agarre obligando al Doctor inclinarse—. Devuélveme todo lo que me quitaste… hazlo… hazlo… —el piso de la nada se hacía más lejano, ¿qué pasaba? Oh, la estaban levantando. <br /><br />—Sólo recuéstenla —ordenó señalando la cama. Los dos guardias asintieron y dejaron caer el cuerpo de Kimberly como si se tratase de un trapo viejo, después, salieron de la habitación y se quedaron esperando a que su superior saliera—. Alguien como tú, no tiene vida. Recuérdalo. <br /><br />La puerta se cerró y Kimberly sintió su cuerpo otra vez. Seguía llorando: sólo quería despertar de aquella pesadilla, despertar y verlo, eso quería. Tom… se lo habían llevado y ella no pudo hacer nada, se lo habían quitado, ¡se había ido! <br /><br />—Vuelve… Tom… no me dejes. <br /><br />—Sam, no —advirtió Bill deteniéndole del brazo—. No es el momento, déjala… si la tocas… <br /><br />—No me importa —dijo casi en susurro y sin dificultad, se soltó del agarre para irse a sentar a un lado de Kimberly, pero algo en él dolió. <br /><br />—¿S…Sam? —lo llamó Jeny con miedo en sus ojos, algo no estaba bien. <br /><br />¿Era posible sentir dolor estando muerto? Si era así, entonces, deseaba morir una vez más. Aquello lo estaba torturando, ¿qué pasaba? No podía mover su cuerpo, pero sí sus ojos: miró a Kimberly, ya no sollozaba, ya no se movía. Algo le estaba ocurriendo y no era algo bueno. <br /><br />—Fuera —logró escucharse. <br /><br />—¿K…Kim…? <br /><br />—Fuera. —repitió un poco más claro esta vez, alzando su cuerpo del colchón. Su cuerpo podía moverse, pero parecía que su mente continuaba ida. <br /><br />—No podemos irnos —informó Bill—. No te podemos dejar en este estado y… tampoco podemos acercarnos. Kimberly, te lo pido, por favor, tranquilízate y déjanos… <br /><br />—¡¡Fuera!! —gritó dejando completamente inmóvil al rubio. <br /><br />Jeny tomó su pecho, le faltaba el aire pero… ¿cómo? Llevó sus manos hacia su cuello, parecía que se quería arrancar la piel, lo que fuese para poder respirar de nuevo. Desesperada, se dejó caer al piso y daba grandes bocanadas de aire, el cual, no podía entrar en su sistema. Ya que en sí, ella no existía. <br /><br />—¿Qué… está pasando? Kimberly, ¡basta, los lastimas! —pidió Bill abrazando el cuerpo de Jeny. El cuerpo de Kimberly tomó asiento en la orilla de la cama, a un lado de Sam y fue ahí cuando el pelinegro pudo observar su rostro: su mandíbula estaba endurecida y sus ojos no tenían vida. Parecía que había entrado en un trance que su propia energía había ocasionado. Esto era malo, muy malo. <br /><br />Observó por la puerta como todos los seres se movían de un lado al otro, ¿trataban de escapar? Y si era así, ¿por qué? ¿Qué iba a suceder? <br /><br />—Devuélvanmelo —exigió y esa no era su voz. La que habló parecía ser una mujer madura que guardaba demasiado rencor en su interior. <br /><br />El labio inferior de Bill tembló. <br /><br />—Yo también lo quiero devuelta. <br /><br />El aura color morado se extendió en un santiamén por toda la habitación, parecía que Kimberly estaba haciendo un último esfuerzo por contener toda aquella energía. <br /><br />—¡Devuélvanme a Tom! <br /><br />Jeny ya no aguantaba y Sam estaba congelado pero sentía su interior arder. Era espeluznante. <br /><br />—Kim… basta —las lágrimas comenzaron a brotar—. Esto no hará que regrese… <br /><br />—Eres su hermano ¡y no lo protegiste! —la boca de Bill se abrió. <br /><br />—¡Estás equivocada! <br /><br />—No lo protegiste, no lo hiciste. Tú también querías que lo separaran de mí, ¿no es cierto? ¡¿No es cierto?! <br /><br />—¡No! <br /><br />—¡Mientes! <br /><br />—Ah… B…Ah... ill. —la voz entrecortada de Jeny comenzaba a desesperarle. No podía hacer nada, Kimberly lo había inmovilizado al igual que Sam. <br /><br />—Todos mienten... ¡¡todos lo hacen!! <br /><br />Aquella energía comenzó a brillar. El color morado se hizo más fuerte y Bill estaba seguro, Kimberly no iba a detenerlo por mucho más. <br /><br />Mamá y papá le mintieron. La dejaron, la olvidaron en ese lugar. Se avergonzaban de ella, deseaban nunca haberla tenido, lo sabía, ¡lo sabía! <br /><br />—Madre… padre… —las lágrimas seguían saliendo sin control—, ¡¿por qué?! <br /><br />Bill se abalanzó contra el cuerpo de Jeny, dispuesto a protegerla: la energía se había liberado, por fin. Pudo sentir como todo su ser era acobijado por una sensación cálida y abrumadora, era como si hubiese entrado en un remolino de sentimientos encontrados. Sólo deseaba salir de ahí… ir con su familia, sentirse a salvo. Quería ayuda. <br /><br />—¿T…tú? —balbuceó al ver fugazmente a una pequeña niña que se parecía a Kimberly. ¿Qué hacía ella en ese lugar? <br /><br />—Lo siento, me rechazó por completo. <br /><br />Bill sonrió. <br /><br />—Ya veo…
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<br /><br />Sus pasos se detuvieron al ver a sus compañeros ir hacia él. Al parecer, el espectáculo había terminado y Kimberly se había quedado sola, eso lo hizo retomar su marcha. Las llaves sonaban en la bolsa de su pantalón al chocar, hace mucho que no corría por una paciente, ni se sentía desesperado o angustiado por un inquilino. Todo eso había sido hace unos años, con Jeny. <br /><br />—¿Va con Kimberly, Listing? <br /><br />Baecker, ¿por qué no lo vio? ¿Estaba demasiado absorto en sus pensamientos que no lo vio pasar a su lado? Maldición, estaba tan cerca… <br /><br />—Yo… <br /><br />—Dígame, ¿qué fue lo que le hizo acceder a desafiarme? <br /><br />—¿D…disculpe? —Baecker le dio la espalda. <br /><br />—Debió de haber tenido una gran amistad con Kaulitz para ayudarle a llevar ese “romance” con la paciente de la habitación 1014 —su cuerpo se heló—. Oh, en fin, ese hombre no pisará esta institución, otra vez. <br /><br />—¿Dónde está Tom ahora? —calló de golpe al sentir la fría mirada de su superior sobre él. <br /><br />—Debería preocuparse por usted en estos momentos. Y por cierto, si se acerca a esa habitación le aseguro que tendrá el mismo destino que su compañero. <br /><br />Georg miró de reojo el pasillo visualizando la puerta de Kimberly. Sabía que no debía dejarla sola, sabía que debía ir y decirle que Tom volvería pronto, que no se desanimara pero… no podía mentirle. Ni siquiera él sabía si iba a regresar. <br /><br />«Ni siquiera sé dónde está —sus dientes se apretaron—. Mierda, ¿¡qué sucedió ahí dentro?!»
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<br /><br />Todos se miraron entre sí. Habían sentido un pequeño escalofrío recorrer sus espaldas, pero después, no le dieron importancia y siguieron con sus labores aunque claro, no estaban concentrados: todos se preguntaban y hacían indagaciones acerca de lo ocurrido con los dos guardias y la paciente del último piso. <br /><br />Roy había sido llevado al hospital de inmediato. Todos aseguraban que estaba inconsciente y que tal vez, podía entrar en coma debido a los golpes dados, claro, todos eran rumores. <br /><br />Y acerca de Kaulitz, lo único que supieron de él fue que había sido trasladado a la estación de policía y que su entrada al hospital, estaba prohibida, de por vida. <br /><br />—¿Usted que piensa, Detective Smith? <br /><br />—No es mucho pero… creo que será de gran ayuda para este caso —murmuró dejando el legajo sobre el escritorio—. Podría ser nuestra oportunidad. Podría. <br /><br />Su subordinado hizo una mueca. <br /><br />—¿Podemos contar con un muchacho como él? Quiero decir, mírelo, ¿está completamente en sus cinco sentidos? <br /><br />—Sólo le diré que, el que no arriesga, no gana. <br /><br />Su subordinado se cruzó de brazos y vio a su jefe entrar a la sala de interrogatorio. Dejó el legajo sobre la mesa, Tom ni se inmutó con su presencia: le preocupaba más otra cosa que el ser interrogado. Le preocupaba Kimberly… debía llegar con ella. <br /><br />—Ya le dije todo —le recordó moviendo un poco sus manos. Las esposas comenzaban a calarle. <br /><br />—Lo sé. Su declaración está siendo procesada en estos momentos —informó—. Ahora, Sr. Kaulitz, me gustaría que hablemos de otra persona. <br /><br />—¿Otra… persona? —el Detective asintió. <br /><br />—Hábleme de su jefe, el Director Baecker. <br />
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<b>Nota final:</b> Sólo diré que... se viene algo interesante con Bill e.e, espero y disfruten de la lectura *w* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-89546667345571626462013-03-31T23:09:00.003-06:002013-03-31T23:09:38.671-06:00Capítulo sesenta. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />—Ven conmigo, por favor. <br /><br />Aquella oración golpeó fuertemente las paredes de su interior haciendo un profundo eco en sus oídos. ¿Ir con él? O sea, ¿escapar? ¿Salir? ¿Tener una vida afuera de esas cuatro paredes? Ser libre… tembló. <br /><br />Su cuerpo se estremeció al sentir los brazos de Tom atraparla más y más. Todavía no se sentía preparada para sentir nuevamente una fuerza mayor contra su cuerpo, dios, sólo quería olvidar esa sensación de impotencia y agobio, desesperación, asco… ¡furia! Ese guardia, ese maldito guardia arruinó todo el poco equilibrio mental que había logrado mantener con tanto esfuerzo: en un abrir y cerrar de ojos todo se derrumbó, se sentía como antes, se sentía quebrada. Parecía un cuerpo sin alma. Todo por él, ¡por ese tal Roy! La había tocado de una manera ruin y asquerosa, se había atrevido besarla. Estaba decidido en cruzar la línea, ¡maldito, merecía morir… merecía…! <br /><br />—Tom —sus ojos se abrieron de par en par. <br /><br />Sobre el hombro de su guardia apreció muy bien como otros dos hombres de blanco ayudaban a su atacante a ponerse de pie, pero habían más, muchos más. Todos estaban en el marco de la puerta, esperando algo. No. Esperando a<i> alguien</i>. <br /><br />«Baecker», su cabeza dolió. <br /><br />Era un poco más alto que sus subordinados, pudo distinguirlo sin problema y gracias al brillo de sus gafas supo que se aproximaba a paso tranquilo hacia el interior de la habitación y luego, como perros falderos, venían ellos y otros hombres con uniforme azul oscuro. <br /><br />¡Maldición! <br /><br />Una alarma se encendió en su cabeza, era una de advertencia. Esos hombres no estaban aquí por razones buenas: los conocía, ella había visto a unos con ese uniforme cuando había sido el asesinato del paciente de al lado. Tipos como ellos estaban en la misma sala donde la interrogaban, protegiendo al detective que quería sacarle la verdad a la fuerza. Kimberly estaba segura que en cualquier momento iba a golpearla, le tenía miedo y la vez, lástima. En su interior, se burlaba de él: ese detective no tenía ni la menor idea de lo que sucedía, estaba perdido en el tema y moriría sin saber la verdad de ese extraño caso. Eso era divertido, sí, lo era. <br /><br />Pero en esta situación, no había diversión por ningún lado, no, se sentía inútil, tonta e inservible. Aquí ella no tenía la ventaja, de nada. <br /><br />—Juro que esto no volverá a pasarte pero por favor, ven… <br /><br />Su voz le recordó que él no tenía ni la menor idea de lo que sucedía a sus espaldas. Debía advertirles, ¡los hombres uniformados se habían adelantado! <br /><br />Silencio en su cabeza. <br /><br />Silencio alrededor. <br /><br />Por dios, ¡venían por él! No, no podían llevárselo, no, ¡no pueden separarlo de ella! <br /><br />—¡Tom! —su voz por fin entró en los oídos del aludido, alertándolo pero… era tarde. <br /><br />Cuando giró su cabeza para ver hacia atrás, dos policías se abalanzaron contra él. Uno de ellos, golpeó sin querer a la paciente con sus esposas, lográndole raspar su mejilla izquierda: aquel hombre se había abalanzado con el fin de deshacer el abrazo entre el guardia y ella. <br /><br />Kimberly no se quejó. Sintió más el dolor de ver a su pareja siendo inmovilizado por esos hombres que el dolor de ser perforada por ese material que, ella creía, se trataba de una clase de metal o aluminio. <br /><br />Lo esposaban, ¿por qué? ¡Él no era el culpable...! Lo escuchaba quejarse, uno de los oficiales aprisionaba su cabeza contra el suelo, parecía que quería aplastársela en ese momento. Tom, dios, basta, ¡lo lastiman! ¡¡Lo lastiman!! <br /><br />—¡¡Tom!! <br /><br />Y ese grito, se perdió en la habitación.<br />
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<br /><br />—¡Ahh! —soltó con satisfacción al darle una probada a su recién hecho café cargado. Eso era vida. <br /><br />Se relamió los labios al tiempo que se sentaba y acercaba la silla hacia los monitores, lo cual, fue un trabajo fácil gracias a las rueditas de ésta. Respiró hondamente, de regreso al trabajo. Dejó su taza de café color blanca con el símbolo de la Institución mental en color verde viendo hacia el frente y se enfocó en cada monitor que brindaba imágenes de color azul: todo en orden, como siempre. Los pacientes dormían (algunos, ya todos tenían bien en claro que muchos se escondían las pastillas para dormir debajo de la lengua y después, la tiraban. Ya era normal), los guardias hacían el recorrido en sus respectivas zonas, el patio estaba solo, no había señales de intrusos, Tom iba hacia la habitación de Kimberly. <br /><br />—Espera… ¿qué? <br /><br />Se aproximó a los controles de cada cámara de seguridad, encontrando la que correspondía a la del último piso, giró el botón haciendo que la imagen se acercara más hacia el guardia pelinegro. ¡Era Tom! ¿Pero que hace ahí tan temprano? <br /><br />Con su pies, empujó la silla hacia atrás buscando el reloj de pared que yacía a un lado de la puerta. Era apenas media noche y se volvió a preguntar ¿qué hace por esos rumbos a esas horas? Bah, idiota, sólo iba lograr que lo descubrieran y si era así, él no iba a meter las manos al fuego por él: Georg no vio, ni sabía nada de esas visitas. Sí, así de simple. <br /><br />—M… maldición —su labio inferior tembló. Por supuesto que no dejaría morir a un amigo pero, agh, ¡tenía que ser tan estúpido! Si los descubren, podrían perder el empleo y él no podía perderlo, necesitaba el dinero. Maldito Tom, maldito descerebrado. Suspiró—. Tenías que ser un joven enamorado, ¿eh? —dijo sin más volviéndose a acercar hacia los monitores. <br /><br />Podía apreciar que estaba tranquilo, ¿habrá pasado algo… bueno? <br /><br />—¿Georg? <br /><br />—¿Hm? —como acto reflejo, se giró completamente al escuchar que una mujer lo llamaba. Miró a su alrededor. Estaba solo, idiota, es obvio que nadie le habló. Pero seguía inquieto, así que se levantó, abrió la puerta y asomó su cabeza por el oscuro pasillo… nada. Seguía estando solo. <br /><br />—Qué extraño —aseguró rascándose con suavidad la nuca mientras volvía a su puesto de trabajo—. Debo dejar la cafeína… <br /><br />Su cuerpo se heló. Había una mujer justo enfrente de él, no, era solamente la silueta de una pero, al momento de parpadear, ya no había nadie. Refunfuñó por lo bajo mientras se tallaba con brusquedad los ojos, parpadeó un par de veces más y al confirmar que nada estaba ahí, tiró completamente el café en el pequeño cesto de basura. <br /><br />Ya no más café, en definitiva. <br /><br />—Necesito descansar… <br /><br />—¡Georg! —el chico se giró. Esta vez, nada era una alucinación—. Ven rápido, Kaulitz se salió de control, ¡está golpeando a Roy! <br /><br />—¡¿Eh?! <br /><br />—¡Muévete, Listing! —exigió su compañero sacándolo de su puesto de trabajo de un jalón. Los pies de Georg toparon entre sí, no se movía, no podía hacerlo. Si no fuera por el otro hombre que lo llevaba casi a rastras Georg seguiría en su puesto digiriendo las palabras que acababan de ser dichas. <br /><br />Tom… ¿peleando, aquí, en frente de Kimberly? ¿Qué está pasando? <br /><br />—Georg… —susurró Jeny sintiendo extrañamente un nudo en su garganta. <br /><br />No pudo advertirle a tiempo. <br /><br />No rescató a Kimberly a tiempo. <br /><br />No era buena amiga, ¿verdad? <br /><br /> Miró hacia el monitor que era exclusivamente hacia el último piso. Las cosas se saldrían de control pronto dándole a Baecker más control sobre los pacientes y más poder sobre Kimberly… ella no iba a permitir que le hiciera lo mismo, no, ¡no se iba a dar por vencida! <br /><br />Sus ojos se abrieron deteniendo toda esa ola de pensamientos, no estaba sola. <br /><br />Bajó su mirada hacia su hombro, alguien lo sostenía. <br /><br />—¿Bill? —alzó su mirada—. ¿Quién es él? —aquel chico rubio, se le hacía conocido más no recordaba donde lo había visto…
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<br /><br />El trato estaba hecho, el plan era perfecto. Sólo… quedaba una cosa insignificante por aclarar. <br /><br />—No habrá coito, ¿entiendes? —la mano de Roy se detuvo a unos centímetros de la perilla—. Creo que era algo explícito, pero como eres tan idiota, supuse que tenía que decírtelo de nuevo, esta vez, de una forma más clara. <br /><br />—Y con “clara” quiere decir “directa”. <br /><br />—Así es. <br /><br />Silencio. <br /><br />—Lo comprendí desde el principio, <i>Director</i> —escupió entre dientes—. Sé que me las llevo a de perder… estoy jugando con fuego, uno que usted comenzó —dejó en claro mirándole por el rabillo del ojo. <br /><br />Baecker entrecerró sus ojos. <br /><br />—Te puedes ir, Roy. <br /><br />Aquel guardia no era idiota, lo sabía bien. Pero aun así, fue lo suficientemente estúpido para acceder convertirse en otro peón más en su tablero. Los deseos impuros, egoístas y distorsionados nos hacen doblegarnos con facilidad, eso le sucedió a Roy, eso le sucedió a Tom y eso le sucede a Baecker. <br /><br />Miró a su alrededor, sus marionetas posicionándose a su alrededor: él manejaba los hilos, él era el que mandaba, esa era su institución, su castillo, nadie podía derrotarlo, nadie. ¿Escuchas Kaulitz? Tú no eres rival, no eres más que un simple niño llorando por la pérdida de su hermano. Eres débil, sí, eso eres. Y hoy, por fin, te sacaría del juego. <br /><br />Una escondida sonrisa se formó al confirmar que cuatro policías venían tras él. Esto era más fácil de lo que había creído: desde el supuesto suicidio de uno de sus pacientes, constantes patrullas comenzaron a rodear la manzana del hospital, trataban de vigilar el recinto más que nada, querían confirmar algún movimiento sospechoso. Al parecer, el detective encargado del caso no se fue conforme, ¡pero qué más daba! Ni siquiera él tenía la menor idea de lo que ocurrió aquella noche. <br /><br />Sea como sea, en ese momento agradeció aquel accidente. De no ser así, el plan no estuviera marchando tan bien. <br /><br />Ya podía escuchar los gritos de Kaulitz y también, podía escuchar los golpes que le propinaba a Roy. Pobre, se podía imaginar lo que estaba viviendo en esos momentos y estaba seguro de que si no aceleraban el paso, lo mataría. Perfecto, que lo haga, eso haría más simples las cosas. <br /><br />—¿Mh? —algo no marchaba bien, ¿por qué ya no se escuchaba nada? Tal vez, Tom ya mató a Roy… no, ¿tan rápido? No lo creía, sería imposible—. Rápido —y con esa simple orden todos los de a su alrededor corrieron a rebasándolo, los había alarmado y para ser sinceros, él también lo estaba. <br /><br />Cuando llegó por fin, supuso que los policías ya habían entrado a poner cierto orden; sus subordinados yacían amontonados en la puerta, peleando inconscientemente para lograr ver todo el espectáculo. Malditos estorbos. Los empujaba con algo de brusquedad pero al fin y al cabo, logró posicionarse en primera fila y fue ahí cuando vio todo lo que quería ver: un Roy moribundo, un Tom criminal y una Kimberly destrozada. <br /><br />«Mi plan funcionó, ¡mi plan funcionó! —gritaba en su interior triunfante. Quería reír, quería gritar, ¡estaba tan feliz! Pero todos aquellos sentimientos se contrajeron al sentir la dura mirada de su frágil paciente en él, ¿qué era eso? Parecía… que lo estaba matando, ¡se estaba imaginando matándolo!—… Ya no hay marcha atrás» <br /><br />Dos de sus subordinados lograron levantar a Roy con mucho cuidado (como si al hacer un movimiento en falso, una extremidad de su cuerpo pudiera desprenderse), y con paso firme y delicado lo sacaron de ahí. El casi inconsciente guardia logró hacer su último movimiento de la noche, antes de desmayarse: fue verlo. Le dio una mirada furtiva al momento de pasar a su lado y Baecker logró atajarla, éste sonrió entre dientes y su desquiciada sonrisa se anchó más al leer los labios de su cómplice: <br /><br />“Maldito” <br /><br />“Cumplí mi parte del trato… ¿estás feliz ahora?”, esas palabras fueron transmitidas en aquella débil mirada… <br /><br />“Maldito”, y esas palabras fueron las pronunciadas antes de caer inconsciente. <br /><br />Sí, estaba feliz. <br /><br />—¡Llamen a una ambulancia! —sintió como todos los que estaban a su alrededor hacían movimientos torpes: todos querían ayudar, pero nadie sabía cómo. Al final, decidieron irse de ahí y auxiliar a su querido compañero Roy, qué bien, que lo hagan. Pero él no se movería de ahí, ya que en esa habitación, yacía su futuro. <br /><br />—No le hagan daño, ¡no lo lastimen! —ese grito ahogado atrajo la atención de los últimos presentes en la escena. <br /><br />Kimberly se veía tan linda. Entonces, se preguntó si realmente era un enfermo al pensar algo así en una situación como esta: verla tan frágil, desesperada, llorando por él… nunca la había visto de esa manera y es que ¿cómo? Ella era más fuerte, más decidida, más fría, ¿por qué estaba así y luego… por él? No llores Kimberly, no vale las lágrimas… no llores. <br /><br />Parecía que quería avanzar hacia ellos, pero algo en su cuerpo se lo impedía. Pensó que de alguna manera sus piernas se habían adherido al piso para evitar que se moviera y así, también, evitar que sufriera algún daño. Bien hecho. Estaba agradecido. Aun así, su brazo derecho estaba extendido hacia él, queriendo alcanzarlo y su otra mano estaba pegada a su pecho, tratando de soltarse de la presión que sentía. No te esfuerces Kim, por favor, no. <br /><br />Sintió como una fuerza mayor alzaba su cuerpo y lo ponía de pie contra su voluntad. Aquellos dos policías habían terminado, era momento de sacarlo, de alejarlo de ella, tal vez, para siempre. <br /><br />¿Siempre? Eso era mucho tiempo. <br /><br />—No iré a ningún lado <br /><br />—¿Dijiste algo? —sus brazos temblaron. <br /><br />—¡¡No iré a ningún lado sin ella!! <br /><br />La boca de Baecker se entreabrió y luego, la cerró con fuerza rechinando sus dientes. Maldito, todavía tenía la fuerza suficiente para amenazarle. Eres un maldito, Kaulitz. <br /><br />Tom podía ser un llorón pero eso no significaba que no sabía defenderse. Había muchas cosas que no sabían sobre él, cosas que eran mejor olvidar pero, eso no quería decir que no estuviese agradecido, después de todo, aprendió muchas cosas. <br /><br />El cuerpo de Kimberly se tensó al verlo ante tal situación: sin problema alguno logró zafarse del guardia que sostenía su brazo y con un movimiento le propinó un golpe en el estómago brindado de su rodilla derecha. No lo pensó cuando se lanzó contra el otro oficial, pero con ese, lo único que hizo fue empujarlo con todas su fuerzas contra la pared, logrando sentir como su espalda tronaba. Eso sería suficiente. <br /><br />Cuando volvió en sí, lo tenía a su altura. Estaba arrodillado, justo como ella. <br /><br />—T… Tom —no podía tocarla, sus esposas lo impedían. Tenía sus manos por detrás. Le ha de doler, estaba segura—, perdóname —susurró rodeándolo con sus brazos. <br /><br />Pudo sentir como trataba de acariciarla apegando su cabeza con la de ella tratando de moverla con suavidad. ¿Qué había pasado? ¿En qué momento todo se convirtió en un infierno? ¿Por qué hoy, por qué ella, por qué él? <br /><br />—No me iré, te lo juro. Volveré, ¿me escuchas? Volveré por ti Kim… ¡lo haré! <br /><br />Ella lloró. <br /><br />—Llévame contigo, ¡vámonos ya! <br /><br />—Lo siento —susurró con una sonrisa vacía—, pero a donde voy… es un lugar donde no debes estar —su playera comenzaba a sentirse húmeda, Kimberly lloraba más y más y Tom volvía a sentirse patético. No podía cumplirle. <br /><br />—¡Pero tú dijiste que me sacarías! —gritó a todo pulmón, robándole el aliento—. Lo dijiste, hace quince minutos… ¿ya lo olvidaste? ¿Por qué no lo cumples? ¡Llévame! <br /><br />Tenía razón lo dijo, lo grito, lo deseó pero… no ahora, ellos no se lo permitirían. <br /><br />—¡Maldición! —gritó logrando distancia entre los dos—. Escúchame, pase lo que pase, no bajes tu guardia, ¿entiendes? No estás sola. Volveré por ti y esta vez es en serio. <br /><br />Sollozo. <br /><br />—¿Por qué no ahora? <br /><br />El chico miró hacia atrás. Los policías ya venían. <br /><br />—Me surgió un asunto que tengo que resolver. Cuando lo haga, estaremos juntos. <br /><br />—¿T… Tom? <br /><br />—Te amo, Kim. <br /><br />La chica negó. Nada iba bien, nada. <br /><br />—Quédate… por favor. ¡Por favor! <br /><br />—Yo soy el que debe pedirte disculpas. <br /><br />—¿Q…qué?<br />
<br /><br />Se escucharon terceros, ¿más hombres de uniforme azul? Los otros dos entraron con bastones en mano. Lo golpearon, golpearon a Tom en la nuca y él, como consecuencia, cayó inconsciente sobre sus piernas. <br /><br />—Tom… ¿Tom? Abre los ojos, ¡hazlo! —Exigía moviendo su cuerpo, golpeando su espalda, pero nada— ¡¡Tom!! No, no se lo llevaran —acto reflejo, tal vez, pero al captar movimiento a su alrededor, lo único que se le había ocurrido hacer fue cubrir el cuerpo del guardia con el suyo. Nadie lo tocaría, nadie lo lastimaría. <br /><br />«Debes reaccionar, por mí, por favor. Tom, yo también te amo, vamos, despierta, ¡despierta!», las lágrimas seguían saliendo sin control. Lo único que quería hacer era abrazarlo y jamás soltarlo pero aquellos policías frustraron su sueño: se lo arrancaron de las manos sin piedad alguna. <br /><br />No… no, ¡no! <br /><br />—¡Es mío! —gritó logrando detener a uno de los policías, aferrándose de su pierna—. No me lo quiten, es mío. Él es quién me da fuerza para seguir adelante, por favor n… ¡¡agh!! —lo que haya sido, le ardió en su espalda. <br /><br />Confundida, giró su vista hacia atrás, encontrándose con su atacante quien sostenía también uno de esos bastones. <br /><br />—Ba… Baecker. —Gruñó soltando al oficial—. Todo es tu culpa —aseguró tratando de reincorporar su tembloroso cuerpo. Cuando lo logró, se puso de pie: no se dejaría vencer por él. <br /><br />—Aquí tiene, oficial —agradeció entregándole el arma. El aludido la tomó estupefacto ante ese acto de violencia. Sabía que él era el encargado y que las personas que yacían en aquel recinto ya no tenían derechos pero… ¿eso había sido lo correcto? ¿Pegarle?—. En unos minutos estaré con ustedes. Pueden llevárselo. <br /><br />Uno de ellos asintió y Kim sólo miró por el rabillo del ojo como se llevaban a su guardia: sus piernas arrastraban el piso, realmente había perdido el conocimiento. Malditos, eso no se iba a quedar así. <br /><br />—Devuélvemelo. <br /><br />—Alguien tan peligroso no puede estar cerca de esta institución. <br /><br />—¡Devuélvemelo! <br /><br />—No puede estar cerca de ti. <br /><br />—¡Maldita sea Baecker, devuélvemelo! —otro golpe, de nueva cuenta, había sido una bofetada. <br /><br />—¿Ya se te olvidó quién manda aquí? ¡Manteen el respeto que me merezco, mocosa! —silencio, así estaba mejor—. Él no volverá, de eso me encargo yo. Vete haciendo la idea, Kimberly: estás sola, de nuevo. <br /><br />—No… <br /><br />—¿Creíste que no sabía del estúpido amorío que escondían? <br /><br />—Tom… <br /><br />—¡No nací ayer, no soy imbécil! —rió—. Imbéciles ustedes, que quisieron llevar su romance en mis dominios. Hoy, Kimberly, obtuviste el castigo por desafiarme. <br /><br />Un sollozo más. <br /><br />—T… Tom… <br /><br />—No lo volverás a ver. Te lo juro. <br /><br />Ya le ardían sus ojos y sin verse en un espejo, estaba más que segura que ya los tenía hinchados. ¿Qué había hecho para merecer eso? <br /><br />Nada. <br /><br />—¿Bill, Jeny? —susurró al sentir un par de “soportes” sobre sus hombros. <br /><br />—No lo escuches —pidió Jeny. <br /><br />—Tú no estás sola. <br /><br />Sus manos se apretaron. Tenían razón, ella jamás iba a estar sola. <br /><br />Tenía Jeny de un lado y Bill del otro. Ambos sosteniendo con firmeza sus hombros, dándole la confianza suficiente para no caer y, detrás de ellos, estaban todas las almas que vagaban sin rumbo por los pasillos del hospital (aquellas que no ha sabido cómo controlar), estaban molestos, agitados, todos querían<i> matarlo</i>, todos querían <i>apoyarla.</i> Todos iban a pelear. <br /><br />Sam entrecerró los ojos y los labios de Kimberly se apretaron. Estaba a su lado, podía sentirlo. <br /><br />—Eres tú contra nosotros, Baecker. <br />
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<b>Nota final: </b>chaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan(8) es un capítulo corto, pero se me complicó en escribirlo. Quería que todo estuviera perfecto, espero haberlo logrado:(, disfruten de la lectura *-*<br />
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Feliz cumpleaños,<b> Georg</b>. </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-1840005811093462862013-03-26T21:43:00.001-06:002013-03-26T21:43:42.325-06:00Capítulo cincuenta y nueve. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />La oficina de Baecker estaba sumergida en la oscuridad. Se podía distinguir solamente su silueta gracias a la opaca luz de la luna (la poca que pudo traspasar esas poderosas nubes grises que soltaban de su interior pequeños copos de nieve): estaba sentado en su silla de cuero negro, dándole la espalda a la puerta, manteniendo sus dedos entrelazados y mirando fijamente el pequeño reloj con decorado café que yacía sobre su cabeza, en la estantería. <br /><br />Cambió de posición, recargó su brazo derecho sobre el de la silla y apoyó su mejilla sobre el dorso de la mano, cruzó sus piernas de la misma manera que los hombres con “clase” hacían, y sin darse cuenta, comenzó a masajearse la sien con movimientos en contra de las manecillas de reloj. En cualquier momento, alguien cruzaría la puerta de su oficina, interrumpiéndole abruptamente con el fin de dar el aviso de que un guardia… no, ese guardia había perdido el control. <br /><br />Sólo unos minutos más… <br /><br />—Así que nada inusual —habló Sam en medio de la oscuridad, recordando el informe de Bill, quien le dijo que todo estaba bajo control en el último piso. <br /><br />—Pero parece que aquí… está el demonio mismo —Sam asintió—. No puede ser que ha estado todo el tiempo sin hablar. <br /><br />—No tiene porque hacerlo —aclaró entrecerrando sus ojos—. Uno no dice lo que se encuentra en su mente retorcida en voz alta. Ni siquiera los locos lo hacen, mucho menos lo hará una persona… <i>normal</i>. <br /><br />—Sí pero, él no es normal. <br /><br />La pequeña alarma del reloj de decoración sonó cortando la conversación de aquellos seres que se supone debían ser inexistentes, ya era media noche.
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<br /><br />No sabía en qué momento había sido levantada de la cama, cuando pudo reaccionar, su espalda se golpeaba contra la pared y sus brazos forcejeaban contra los de otra persona. El cuerpo de Kimberly tenía vida propia en esos momentos. <br /><br />Sus ojos se abrieron ante el asombro de ver al guardia llamado Roy tratando de llegar a ella y sus pupilas se dilataron ante el miedo que sintió: la lastimaba pero de una manera extraña y aquello, se sentía más doloroso aún. <br /><br />Roy maldecía por lo bajo, se estaba cansando de ganar más tiempo, los brazos de Kimberly se doblaban, perdían fuerza y era momento para aprovechar. Forcejeando una vez más logró quitarse esas delicadas manos de encima y de una vez por todas se le fue encima, como un animal ocasionando, que el cuerpo y alma de Kimberly, se terminaran de corromper. <br /><br />La lengua intrusa de Roy no batalló en obtener el control y de alguna manera extraña, escucharla sollozar le hacía disfrutar aun más aquel beso. Sintió las manos de Kimberly sobre sus hombros, trataba de alejarlo, parecía que la fuerza había regresado a ella… no, había sido el impulso del momento ya que de nueva cuenta, sus brazos comenzaron a doblarse. <br /><br />«Es tan débil, de seguro ni ha de saber lo que está… » <br /><br />—¡Maldita! —gritó llevándose las manos a su boca, dándole el espacio que necesitaba no por gusto, sino por necesidad: Kimberly le había mordido a defensa propia. <br /><br />Con desesperación comenzó a limpiarse el rastro de saliva que había dejado en su boca. Esto estaba mal, muy mal. Tom se iba a molestar con ella, oh dios, ¿con qué cara lo vería ahora? Se sentía asqueada consigo misma y con la persona que tenía en frente, quería vomitar, realmente tenía muchas ganas de hacer eso… realmente… <br /><br />—Perdóname… perdóname… —todo su cuerpo temblaba y aquellas disculpas chocaron contra las palmas de sus manos. Éstas cubrían su boca para impedir que algo más que palabras salieran sin control. <br /><br />Se había dejado caer de rodillas en el momento en que Roy la había soltado. Sus ojos se encontraban irritados y estaba muy segura que en cualquier momento se les saldría por las cuencas de tan abiertos que los tenía. Sudaba frío y el asco que tenía plasmado en su garganta se hacía cada vez más irritable. <br /><br />Desorientada, comenzó a arrastrarse hacia el baño que, por ahora, era el único lugar seguro que pudo encontrar. Roy seguía quejándose: su sangre sangró un poco y le dolía demasiado. Esto lo iba a pagar, las cosas no se iban a quedar así… <br /><br />—¡Nadie se burla de mí! —exclamó al borde de la histeria encontrándose con la indefensa mujer que trataba de huir. Exasperado, la tomó por sus castaños cabellos, alzándola un poco y de un fuerte empujón la regresó hacia donde se encontraban hace unos momentos: a un lado de la cama. <br /><br />Kimberly lloró por fin cayendo en cuenta de lo que trataba de hacerle. <br /><br />—Ese estúpido de Baecker, diciéndome que serías trabajo fácil, ¡ese cabrón! —gruñó poniéndose encima de ella, congelando todos sus movimientos. Sus muñecas fueron aprisionadas por esas grotescas manos y le fue imposible mover sus muslos gracias a que las piernas de Roy las aprisionaban por cada lado. <br /><br />—¿B…Beacker? —soltó atónita, en susurro. Y de pronto, parecía que el tiempo se había congelado a su alrededor: las lágrimas se quedaron quietas y el cuerpo de Roy se inmovilizó <br /><br />¿El director Baecker? ¿Por qué? ¿Por qué él le haría algo así? ¿Por qué la entregaría tan fácil a un demonio? ¿Qué había hecho ella para merecer ese tipo de castigo? ¿Qué? <br /><br />—¡No! —su grito ahogado se apagó por sus sollozos. Los húmedos labios de Roy en su cuello la hicieron volver de una horrible manera a la realidad. <br /><br />Sentía como le olía con placer su cabello y de una manera ágil, atajó sus dos brazos con su mano izquierda y con la que tenía libre comenzó a tocarla sobre la blusa. Las pupilas de Kimberly se dilataron al sentir la mano de ese hombre tocarla en lo que para ella era una parte íntima de su cuerpo: su seno derecho comenzaba a dolerle, la lastimaba de una manera cruel. Quería que la dejase: en ese momento deseaba tanto la muerte de ese guardia pero estaba tan atemorizada para gritárselo. No quería ver su cara, no quería saber nada. Sólo… sólo deseaba que alguien llegara y la rescatase… por favor. <br /><br />—Tom… ¡Tom! —calló de golpe al recibir un golpe en su mejilla izquierda. Sus ojos se llenaron más de lágrimas y comenzó a llorar con más desesperación. ¿Qué pasaba si Tom la veía en esa posición? No quería, le daba vergüenza: lo decepcionaría, sí, estaba segura de ello. Otro hombre la tocaba, uno que no era Tom… ¿cómo reaccionaría? Dios… sólo deseaba que esa pesadilla terminase. <br /><br />—¡Deja de decir su nombre! —exigió levantando su mano en forma de amenaza. Al saber que Kimberly no gritaría más volvió a lo suyo: esta vez, metió las manos debajo de la blusa gris, sintiendo su fría piel sobre sus ásperos dedos. Era suave, eso lo estaba volviendo loco. <br /><br />—Déjame, ¡no me toques, déjame! —pedía moviéndose de un lado de otro, tratando de que sacara de una vez sus manos antes de que llegaran más arriba. <br /><br />—Sé que te gusta —murmuró tan cerca de su rostro que volvió a tener esas enormes ganas de vomitar al sentir su aliento chocar contra sus labios. <br /><br />—No… ¡no, no! ¡¡No!! —gritó tan fuerte al sentir un agudo dolor en sus senos. Roy los había apretado con tanta fuerza que lo que hacía ya no era por deseo, lo hacía sólo para verla sufrir. Quería verla quebrarse poco a poco. <br /><br />—¡Disfrútalo, perra! —estaba extasiado de ella, quería más. Maldición, tenía que disfrutarla toda pero… ese maldito de Baecker. El trato se lo impedía. <br /><br />—No… no… no… ¿Kimberly? —la agitada respiración de Roy se detuvo y su distorsionada sonrisa se esfumó completamente. <br /><br />Aturdido, alzó su vista encontrándose con una pequeña niña que vestía un sencillo vestido color blanco. Las mejillas de la pequeña brillaban debido a todas las lágrimas que había dejado caer todo ese tiempo. La inocencia plasmada en su joven rostro era perfectamente perturbadora, algo no estaba bien con aquella niña… ella no era normal… ella… <br /><br />—Ki… my… —tembloroso, miró nuevamente a la mujer que tenía en su poder. Podía asegurar que estaba a punto de perder el conocimiento y era ahí cuando debía aprovechar pero… ¡esa niña! <br /><br />—Hombre malo —su voz no era la de una pequeña, ni la de una mujer—. Hombre malo, hombre malo, hombre malo —comenzaba a sentirse mal, sus oídos le ardían. ¿Qué estaba pasando?— ¡¡Hombre malo!! <br /><br />La puerta se abrió. <br /><br />Las llaves cayeron. <br /><br />La niña se fue. <br /><br />Kimberly despertó. <br /><br />—Roy… maldito… ¡maldito hijo de puta! <br /><br />Los ojos de Tom no plasmaban otra cosa que no fuera furia. Roy seguía atónito y sus movimientos eran torpes: nunca vio el puño de Tom venir. Cuando reaccionó, ya se encontraba en el piso siendo golpeado por su compañero.
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<br /><br />Algo lo puso en alerta alarmando a Bill y segundos después, él hizo lo mismo que Sam: parecía como si un torbellino de energía estuviera a punto de explotar. <br /><br />La puerta de la oficina se abrió dejando ver a dos guardias completamente nerviosos y agitados. El rostro de Baecker cambió totalmente y Sam, al notarlo, comprendió que ya había ocurrido lo peor. <br /><br />—Bill… —lo llamó por lo bajo. <br /><br />—¡Director Baecker! Hay un problema —su superior alzó una ceja—, en el último piso: ¡Kaulitz se salió de control! <br /><br />Esa era la preciada señal. <br /><br />—… hay que irnos, ¡ya! —ordenó entre dientes.</div>
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<br /><br />Los golpes venían uno tras otro impidiéndole reaccionar. Su nariz ya le sangraba y parecía que su labio estaba a punto de reventar, se le podía apreciar como sus párpados comenzaban a hincharse como debajo de sus ojos. Sus pómulos sangraban también y lo morado en sus mejillas era alarmante. <br /><br />Lo iba a matar, sí, eso quería y eso haría. <br /><br />Kimberly temblaba y lloraba en el otro extremo de la habitación: veía con temor como Tom masacraba a ese guardia y se llegaba a preguntar si ese hombre era el mismo que le había brindado sonrisas y la hacía sentir segura. En esos momentos, el Tom que conocía no estaba. <br /><br />El cuerpo de Roy se estremecía demasiado ante los golpes en su rostro. Parecía que quería destrozárselo. Tom comenzaba a cansarse, su respiración lo delataba pero eso no lo detuvo: ese maldito enfermo merecía la muerte y no se iba a detener hasta confirmar que ya no respiraba. <br /><br />¿Cómo se atrevió a tocarla? ¿Cómo se atrevió a burlarse? ¿Cómo se atrevió a destrozarla? Eso es lo más bajo que un hombre podía hacer con una mujer, eso era de enfermos, de ignorantes, de imbéciles… ¡maldito! Sentía que explotaría por toda la cólera contenida, aquellos golpes no eran suficientes, ¡debía sufrir más, maldita sea! <br /><br />Al escuchar el grito de Kimberly en el pasillo lo que se le había cruzado por la mente que estaba sufriendo de una pesadilla así que corrió hacia la puerta para asegurarse que se encontraba bien pero… lo que vio… con lo que se encontró fue… <br /><br />—¡Muere, muere, muere! —exigió apretando su cuello hasta sentir sus huesos tronar—. Muere… muere… —las uñas de Roy rasguñaban sus manos, pero ese dolor no se comparaba con lo que había sufrido Kimberly. No, no tenía ninguna comparación. <br /><br />Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas: ¿por qué no llegó antes, por qué no corrió rápido, por qué no estuvo con ella? ¿Por qué no la protegió como debía? Lo sentía demasiado, todo era su culpa. Kimberly sufrió por su descuido. <br /><br />—T… Tom… no lo hagas, por favor… no lo mates. No lo mates… no lo mates… <br /><br />Aturdido y con su boca seca volteó hacia donde yacía la paciente. ¿Qué no lo… mate? <br /><br />Su expresión se distorsionó. A un lado de Kimberly yacía una pequeña niña, la misma que había visto meses atrás cuando Kim se encontraba en la oficina del Dr. Jost. Su vista comenzó a distorsionarse, podía jurar que ellas dos se parecían. Era como si esa pequeña fuese Kimberly de niña, pero eso era imposible, ¿verdad? Tenía que serlo… pero sus ojos lo traicionaban: de pronto esa imagen distorsionada se volvió una: Kimberly y esa niña sí eran las mismas… <br /><br />—Perdóname… —la mirada de Tom yacía sin un brillo en especial, estaba muerta—. Tom… perdóname… —y al escucharla pedir perdón en ese estado sólo hizo que se sintiera la persona más miserable del mundo. <br /><br />Sus piernas temblaban cuando se puso de pie: había soltado a Roy por las buenas y este trataba de recuperar el aliento mientras lloraba por su vida. Torpemente, avanzó hacia ella y se dejó caer para después abrazarla con todas sus fuerzas, Kim atónita por aquel gesto, correspondió el abrazo aferrándose fuertemente de su playera. Volvía a sentirse a salvo y podía sentir que volvía a respirar con tranquilidad. <br /><br />—No fue tu culpa —pronunció tratando de no quebrar su voz y escondió su rostro en el cabello castaño de su pareja—. Nada de esto… fue tu culpa —Kimberly se estremeció al sentir el dorso del guardia acariciar su mejilla: sus caricias eran suaves y cuidadosas. Él nunca le haría daño, podía estar tranquila en sus brazos. <br /><br />—Te sacaré de aquí —la seriedad en su voz hizo que se separara bruscamente de él—. Nos iremos, hoy mismo. <br /><br />—Tom… —las manos de su guardia se convirtieron en puños. Seguía sintiéndose tan impotente ante aquel incidente que… esa era la mejor opción para todos: el sacar a Kimberly de esa institución. <br /><br />—Ven conmigo, por favor. <br /><br />Los ojos de Kimberly se abrieron de par en par. <br /><br />—Tom. <br /><br />—Juro que esto no volverá a pasarte pero por favor, ven… <br /><br />—¡Tom! —aquello no sonaba nada bien. <br /><br />Lentamente, giró un poco su cabeza y por el rabillo del ojo, pudo verlos: venían por él. <br /><br />—¡¡Tom!! <br /><br />Y ese grito, se perdió en la habitación. <br />
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<b>Nota final:</b> CHAN CHAN CHAN y esto NO es nada dfskmhdkjgsdkjgf soy mala :(, las quiero lectoras! </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-81603469101928130572013-03-25T23:04:00.000-06:002013-03-25T23:04:01.598-06:00Capítulo cincuenta y ocho <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />Había movimiento, más de lo usual. Algo no iba bien, lo sabía, lo presentía. Aquella sonrisa escondida no traía nada bueno, ¿cómo es que nadie podía notarlo? Todos lo pasaban de largo, simplemente le saludaban por respeto pero nadie sospechaba del plan que tenía en mente, ni siquiera él. <br /><br />Apretó sus dientes. Si tan sólo no hubiera acompañado a Bill al hospital, en estos momentos sabría que se trae entre manos. <br /><br />—¿Dónde estabas? —cuestionó mirándole por el rabillo del ojo. <br /><br />—Con Jeny —respondió volteando su rostro. Cómo si no lo supiera: lo había invitado para que la conociera. Después de todo, iban a estar juntos un buen tiempo y por nada en el mundo dejaría a Jeny sola y mucho menos por él. Pero como siempre, Sam se negó. <br /><br />Giró su vista con cuidado notando que se encontraba a las afueras de la oficina de Baecker y entonces, comprendió el porqué de su humor. <br /><br />—¿Qué sucede? —preguntó dejando la pequeña discusión de su ausencia en el olvido—. ¿Baecker hará algo contra ella? —soltó atemorizado ya que si era así, no estaban preparados. <br /><br />—No lo sé —dijo sin más—. Pero sé que planea algo —aseguró mirándolo con firmeza—. Ve con ella, por favor y no la dejes sola, yo seguiré aquí haber si descubro algo. <br /><br />Bill asintió y antes de desaparecer por la pared del pasillo, dudoso, se giró nuevamente hacia él. <br /><br />—¿Qué pasa si llega con nosotros y aún no descubres lo que planea? <br /><br />Sam ni se inmutó ante esa pregunta y ni se molestó en mirarlo parecía que toda su concentración estuviese con la persona que se encontraba dentro de esa oficina, esperándolo, asechándolo. Aquello sólo logró una mueca en su compañero, Bill ya conocía esa mirada: Sam estaba imaginándose matando a Baecker una vez más en su mente. Interesante. Aun teniendo el deseo de tener sus manos manchadas de su sangre, sabía controlarse, aquello es algo que de una rara manera admira de él: Bill no pudo controlarse teniendo a su padre en frente, en cambio, Sam sabiendo que Baecker es el hijo del hombre que lo asesinó, se mantiene al margen. Es sorprendente. <br /><br />En silencio, Bill se fue de ahí comprendiendo que su compañero le había dado la respuesta hacia su pregunta. Ellos dos ya habían dejado todo aclarado: si la situación lo ameritaba, había que actuar, no importaba las consecuencias. Y esa, era la situación. <br /><br />El rubio yacía dentro de la oficina de Baecker. El idiota, como siempre, se encontraba revisando los papeles sobre su escritorio: no eran importantes, Sam también les había dado una leída y sólo eran perfiles de los pacientes. Nada extraño. Por una parte, admitió que aquel hombre en verdad se preocupaba por sus pacientes pero aun así, no dejaba de ser un monstruo. <br /><br />Baecker acomodó un par de hojas golpeándolas sobre su escritorio y fijó su mirada en su reloj de muñeca. Fue indiferente y prosiguió con un nuevo trabajo, ahora, leía un grueso libro que tenía a un lado. Parecía tratarse de investigaciones acerca de nuevas enfermedades mentales, aburrido para Sam, como siempre. <br /><br />Maldición, parecía que todo iba normal: Baecker no daba señales de que planeara algo pero… su sonrisa, aquel gesto retorcido le decía lo contrario. No iba a bajar la guardia. No importase cuanto tiempo dure a su lado: si el Director no se mueve, él tampoco lo haría. <br /><br />—Será un día muy, muy largo.
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<br /><br />David se puso su abrigo negro, tomó su sombrero y antes de salir revisó si todo estaba en orden en su oficina, al confirmarlo, bajó su mirada hacia su maletín. Todo estaba bien. Conforme, lo cerró y al ponerse su sombrero notó que estaba a punto de nevar: el cielo gris fuerte lo advertía. Suspiro con cierta melancolía, se venían las ventiscas, eso sólo significaba una cosa: el cumpleaños de Kimberly se acercaba. <br /><br />¿Cómo era posible que un cumple años tan importante para los jóvenes sea celebrado en una institución mental? Pero luego, recordó que Kimberly no celebraba sus cumple años desde que cumplió los catorce. No porque no quisiera, sino porque ya no los recordaba. El encierro se había llevado todo rastro de la niña inocente y feliz que había sido antes de entrar a la institución. Aquello lo hacía sentir impotente de alguna manera… <br /><br />—Bien, es hora de irme —avisó para él mismo tomando por fin su maletín de piel color café y sin más preámbulos giró el picaporte más no abrió la puerta—. Algo no anda bien —soltó con un amargo sabor en los labios. <br /><br />Volvió a girarse y a echar una mirada en cada rincón de su oficina: todo estaba en orden, no parecía que se le haya olvidado algo, archivó todos los expedientes, su escritorio estaba en orden, todo lo suyo estaba guardado en su maletín. Entonces, ¿por qué tenía un mal presentimiento? No podía tratarse de Kimberly, según el último reporte de Kaulitz, se encontraba de maravilla aunque seguía un poco triste al no poder tener contacto con él, como antes. Sí, Jost también estaba decaído por ello. Baecker estaba tranquilo, ya no la sofocaba tanto y las cosas parecían volver a su rumbo. Entonces, ¿por qué sentirse de esa manera? <br /><br />—La edad me traiciona —concluyó acomodando su sombrero. <br /><br />La puerta se cerró tras suyo y su oficina lució vacía. <br /><br />Divisó al final del pasillo una cabellera rubia inconfundible, ese era Gustav quien estaba a punto de irse a su casa. Después de todo, el turno para los trabajadores vespertinos había llegado a su fin. <br /><br />—¡Cómo estás, Roy! <br /><br />—¡Dr. Jost! <br /><br />La mano del Doctor bajó al recibir la respuesta del guardia y siguió con su pequeña sonrisa hasta salir del pasillo. Era un buen joven, se le a figuraba que era alguien responsable. Debía serlo, Roy es el guardia que sustituyó al muchacho Kaulitz, de alguna manera, tenía que tenerle confianza. <br /><br />—Dr. Jost, ¿ya se va? —asintió ante la pregunta de Gustav. <br /><br />—Esta apunto de nevar, ¿quieres que te de un aventón? <br /><br />—¡Lo agradecería demasiado! Sabe, hoy no me preparé para una nevada —informó alzando el cuello de su abrigo. <br /><br />La sonrisa que el Doctor le había brindado desapareció de sus labios con rapidez. Cuando subieron al auto y el motor fue encendido, guardó unos minutos de silencio manteniendo sus manos sobre sus piernas, teniendo una batalla mental. Al final, se rindió y puso las manos sobre el volante. <br /><br />—El clima está del asco, ¿no cree? —miró al guardia por el rabillo del ojo. Gustav tenía recargado su hombro en la ventana y miraba hacia afuera. La expresión que alcanzaba a ver y su simple tono de voz le hicieron descubrir que se encontraba igual de inquieto. <br /><br />—Tú también lo sientes, ¿verdad? Es como si algo estuviera fuera de su lugar —los labios del rubio se fruncieron. <br /><br />—No. Es como si algo… <i>importante</i> estuviera por suceder. <br /><br />El carro arrancó.
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Eran las doce de la noche, hora del recorrido.<br /><br />Bill estuvo todo el día con Kimbery, tal y como Sam se lo había ordenado. Maldición, ¿desde cuándo se había convertido en su sirviente? Pero daba igual, al menos había disfrutado del día: hacía tiempo (no mucho, en verdad) que no pasaba las horas con Kimberly y Jeny de esa manera. Y claro, de vez en cuando le brindaba sonrisas y miradas a la pequeña que también yacía con ellos pero que nadie ve. Era algo extraño, sentía que la conocía de alguna parte pero… su mente no daba para más. <br /><br />Jeny se había ido a las siete de la noche, ni un minuto más ni un minuto menos, como siempre. Esa era la hora en la que oficialmente comenzaba el turno de noche para el personal, esa era la hora en que Jeny se iba para buscarlo y como siempre, lo encontraba en esa sala llena de televisores y cables, ¿por qué aquel guardia llamado Georg era alguien tan importante para ella? ¿Por qué sentía la necesidad de estar a su lado, por qué le dolía el saber que él nunca se daría cuenta de su presencia? Le dolía aun estando muerta y podía sentir que lloraba aunque no tenía lágrimas... en verdad se sentía triste. <br /><br />—Le preguntaré a Tom —soltó Kimberly acariciando su tibia frazada—. Estoy dispuesta a ayudarla, Bill. <br /><br />—No será difícil sacarle información a mi hermano. Siempre ha tenido una boca grande… —guardó silencio—. ¿Crees que sabiendo la verdad, Jeny podrá irse… como se debe? —los hombros de Kimberly subieron y bajaron. Había una sonrisa melancólica en su rostro y una esperanza apagada en el de Bill. <br /><br />—No pierdo nada con intentarlo. <br /><br />No tardó mucho en quedarse dormida. Además, debía descansar un poco para recibir a su guardia como era debido. Bill pudo sentirse tranquilo: prácticamente el día había terminado y nada inusual había pasado. Sam se estaba volviendo cada vez más paranoico… se preguntó si eso era posible, bueno, con él todo lo era. Alzó su vista hacia el pequeño rectángulo que servía de ventana y ventilación: había comenzado a nevar. <br /><br />—Debería irme —murmuró para sí—. No me gusta invadir su privacidad, adiós Kim —se despidió sonriendo de medio lado. Gracias y al cielo sólo había sido un mal presentimiento. <br /><br />Al salir sólo se encontró con el ser que había asesinado a un paciente varios meses atrás y a una mujer calcinada que se arrastraba por el pasillo en busca de ayuda. Cerró sus ojos fuertemente al pasar a su lado: le tenía miedo y pena a la vez. Esos dos eran unas de las pocas almas que rehusaban en irse aun recibiendo de la energía de Kimberly que si bien era poca, era suficiente para tranquilizar a unos diez y mandar al otro mundo a unos tres. Se preguntó entonces si aquellas almas eran como Sam y si tenían su mismo propósito: venganza contra el mismo hombre… <br /><br />El silbido del guardia llamado Roy lo desconcentró. Pudo orientarse en la hora al verlo hacer su rutina, dentro de hora y media, su hermano llegaría. <br /><br />«Te lo dejo ahora a ti, Tom». <br /><br />El silbido se hacía más fuerte y los nervios de Bill más notorios. Su cuerpo se puso en alerta en el momento en que ese hombre le pasó por un lado: algo extraño sucedía con él. Tanta felicidad en una persona, con ese empleo, a esa hora, no era normal. <br /><br />Se giró siguiendo al guardia con la mirada, hasta que se perdió en el pasillo. ¿Irse o quedarse? <br /><br />—Maldición —murmuró exaltado. Sam estaba cerca, eso quería decir que era hora de irse y se pudo confirmar que nada malo sucedería. Echó una última mirada hacia atrás, al parecer, estar pegado mucho tiempo con Sam traía sus desventajas, ¡ya era igual que él! Suspiró. Debía aprender a calmarse, era necesario. <br /><br />El silbido para Bill dejaba de escucharse con cada paso que daba mientras que para los pacientes que yacían en las habitaciones 1009, 1010, 1011 lo escuchaban casi en sus oídos. El sonido era irritante y agudo, debía callarse… y lo hizo. <br /><br />1014 <br /><br />Ahí estaba, pero todavía no podía entrar. No era la hora pero no faltaba mucho, sólo diez minutos más y actuaría. <br /><br />Todo eso parecía un sueño, uno lejano e irreal, pero a la vez, palpable. Todavía estaba sin creer lo que Baecker le había propuesto, era como si le hubiesen entregado su deseo en bandeja de… oro. Hace apenas una noche estaba ahí con su superior, frente a esa misma puerta, escuchando como le dejaba acceder a su más retorcido deseo pero, lo más emocionante, fue cuando se encontraba planeando todo en la comodidad de su oficina. <br /><br />Roy no era idiota, algo debió de haber pasado con aquella mujer para que el Director tomara una decisión como esa, y sí, lo había. Pero nunca creyó que sería referente a un absurdo tema como un “romance secreto”. Ese tal Kaulitz si que se lo tenía bien escondido. Gruñó por lo bajo. ¿Qué tenía ese pobretón de especial? <br /><br />—Así que… todo esto es para sacarlo del juego, ¿no es así? —Baecker asintió levemente—. Pero señor, ¿no sería más fácil despedirlo y ya? Quiero decir, después de todo usted es… —calló de golpe y no porque haya sido interrumpido sino porque un brillo extraño sobresalió de las gafas del director. <br /><br />Sintió como si hubiera tocado un tema del cuál no debía hablar. Era como si no debía entrometerse más de la cuenta o sino, el único que saldría perdiendo sería él. Baecker alzó un poco más su cabeza y con sus ojos entrecerrados lo miró amenazante. <br /><br />—¿Y a ti qué te importa? —soltó sin más—. Sólo debería interesarte tus necesidades, no las mías. <br /><br />Roy asintió pasando saliva con dificultad. <br /><br />Después de un momento de incomodidad y de sentirse extremadamente pequeño ante la mirada demandante de su superior, pudo respirar nuevamente al escuchar un tranquilo “¿y bien?” <br /><br />—A...acepto, ¡pero debe cumplir con su palabra! Olvidará el caso de esas pacientes y fingirá como si nada de eso pasó. Seguiré intocable, ¿entendió? <br /><br />Baecker sonrió. <br /><br />—El que pone las condiciones aquí, soy yo. <br /><br />Un escalofrío en su espalda hizo que sacudiera repentinamente su cuerpo. Aun le daba algo de temor recordar aquella conversación aunque al final, terminó a su favor: Beacker accedió a cuidarlo y se podría decir, que podía seguir con las pacientes que quisiera mientras nadie más se diera cuenta. Ja, pan comido para él. <br /><br />Un poco desorientado, al recordar que tenía el tiempo planeado, fijó su mirada en su reloj de muñeca percatándose de que ya era hora. Sus manos comenzaron a temblar y su corazón se aceleró tal vez de nervios, tal vez de felicidad, lo único que sabía era que no se iba aguantar más. Lo disfrutaría al máximo, no importaba si no llegaba más allá, mientras sus manos toquen todo lo que debían, estaba excelente. <br /><br />El rechinido de la puerta hizo eco en las cuatros pequeñas paredes de la habitación, una pequeña manta de luz entró sin compasión calándole poco a poco en sus parpados que se encontraban cerrados, dormía plácidamente pero gracias a ello, sus sentidos despertaron poco a poco hasta volverse a reincorporar. Confundida, abrió sus ojos parpadeando al principio y cuando sintió que ya se había quitado un poco de sueño de encima, se percató de la luz que predominaba en la habitación y de una sombra que yacía entre ella. <br /><br />Se había quedado dormida, ese había sido su primer pensamiento. Quitó la sábana que cubría la mitad de su rostro y se sentó con cuidado sobre su lugar. Qué vergüenza, ¿cómo no notó que Tom ya se encontraba ahí? <br /><br />—Lo siento, me quedé dormida —murmuró apenada tallándose los ojos y estiró su cuerpo un poco—. ¿Tienes mucho tiempo esperándome, Tom? <br /><br />—¿Tom? —rió—, ¿quién ese tal, Tom? <br /><br />Kimberly se quedó helada. <br /><br />Con movimientos torpes, bajó sus manos cayendo en cuenta que el hombre que había profanado la privacidad de sus sueños no era su guardia, era ese maldito que trataba de ocupar su lugar. Sin expresión alguna, dio un leve bostezo e hizo una mueca de indiferencia. <br /><br />—No hice nada malo, así que vete y déjame dormir —ordenó preparando de nueva cuenta la sabana para cubrir su cuerpo… <br /><br />—Lo sé. —Pero aquella voz detuvo sus movimientos. <br /><br />—Entonces tienes un motivo menos para molestarme, ¡vete! —exigió. <br /><br />—Creí que te gustaban las visitas nocturnas. <br /><br />Los ojos de Kimberly se abrieron como platos, a donde… ¿adónde se dirigía esta conversación? <br /><br />—N… no sé de donde sacas eso —Roy rió y Kimberly gruñó. Se burlaba de ella, aquel maldito hombre se burlaba. <br /><br />—Él viene a verte toda las noches —señaló la puerta que yacía a sus espaldas. Esto estaba mal, muy mal, lo sabía, ¡Roy sabía lo de Tom!—. ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo? <br /><br />—Vete —exigió una vez más sintiendo como su voz se quebraba—. Por favor, ¡vete! <br /><br />—No. <br /><br />La desesperación incrementó. <br /><br />Roy avanzó. <br /><br />Kimberly gritó en silencio. <br /><br />—¡¡Vete!!</div>
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Una fuerte presión en sus muñecas la hizo sentir inútil, ¿qué estaba pasando, qué quería hacerle? Ayuda, por favor… <i>ayuda</i>, Dr. Jost, Gustav, Tom… ¡alguien!
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<br /><br />Aburrido, aburrido, agh, ¡aburrido! Estos pacientes si tomaban su medicamento para dormir así que no había nada interesante que vigilar, aunque, tal vez, era lo mejor. Ellos también necesitaban descansar. <br /><br />Secaba sus manos contra su pantalón, ese jodido baño otra vez se había quedado sin toallas. Refunfuñó por lo bajo, al parecer, había comenzado esa noche con el pie izquierdo. Cansado y al sentir una presión en su nuca, llevó su mano derecha detrás de su cuello y comenzó a darse un masaje poco profesional pero que sin duda, le ayudó a relajarse unos minutos. <br /><br />Sus pies se detuvieron, ¿qué había sido eso? Podía jurar haber escuchado a alguien gritar. <br /><br />—¡Tom! —sus hombros se encogieron al ver a uno de sus compañeros correr hacia él. <br /><br />—Sólo fui al baño, Kevin. No abandoné mi puesto —informó fastidiado ya que desde que lo habían movido a aquel piso, todas las miradas de sus compañeros estaban sobre él, esperando a que hiciera un movimiento en falso para poder ir y decírselo al Director como niñas idiotas. <br /><br />—No es eso. El Director Baecker te estaba buscando, dice que te necesita nuevamente en el último piso. <br /><br />—¿Qué? —soltó estupefacto y pudo sentir como sus ojos se abrían un poco más de lo normal—. ¿Qué pasó, está todo bien? ¡Dime! <br /><br />—¡Todo está perfecto, mierda! —gritó molesto ante la manera en que le había apretado los brazos. Tom, volviendo en sí, lo soltó—. Sólo que se necesita más personal ahí, con Roy no es suficiente. <br /><br />—Oh… eso. Bueno… supongo que, ¡adiós! —Kevin se había quedado con las palabras en la boca. Ese Kaulitz si que era extraño… <br /><br />«¡Soy libre! —festejaba en su mente al tiempo que si dirigía al último piso—. Por fin… mi trabajo comienza a tener sentido, otra vez».<br />
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kjdfhkjsdhfkjdlhfhkldjf ya se imaginarán lo que viene e.e </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-75799919886808452972013-03-16T23:05:00.000-06:002013-03-17T12:11:19.708-06:00Capítulo cincuenta y siete. <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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Los días pasaron y Baecker había logrado su cometido o, al menos, eso fue lo que creyó: el Dr. Jost y Gustav ya no se encontraban a la vista de la paciente, pero eso no quería decir que no mantenía contacto con ellos. Tom, el guardia más importante en la vida de Kimberly, logró esquivar las órdenes de su superior, escabullirse hacia el último piso a la hora en la cual nadie vigila, ver a su pareja e informar sobre su estado de salud al guardia rubio y el psiquiatra malhumorado; todo eso con la ayuda de su compañero Georg quien, por el momento, fue el único que había salido ileso de las manos del Director. <br />
<br />
Georg se había convertido en los ojos y oídos de Tom desde la sala de seguridad. Todo dependía de él y si llegaban a ser descubiertos, el castigo vendría siendo todo para él por el simple hecho de ser un cómplice. Lo sabía y aceptaba las consecuencias, después de todo, no podía evitar tener una debilidad hacia las historias de amor… además… no quería que Tom pasara lo mismo que él sufrió con Jeny. <br />
<br />
Sonrió. Tom… él era diferente, él sí era<i> fuerte.</i>
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<br />
Ya lo había dicho una vez: nada ni nadie lograría separarlo de Kimberly, ni mucho menos Baecker. Y lo estaba dejando más que claro al desobedecerle aunque, más bien, lo que hacía era retarlo. Él, al igual que Georg, estaba al tanto de aquello y no le importaba, ¡mejor aún! Que sepa de una vez que no le tenía miedo. No, ya no le tenía miedo a nada. <br />
<br />
Aquella nueva manera de pensar le había sorprendido, ¿de dónde había sacado tanta fuerza y determinación? La seguridad llegó a él de la noche a la mañana haciéndole saber de su nueva y permanente actitud. Negó. Él había sido así años atrás, antes del accidente de su hermano, antes de que todo se volviera una mierda en su cabeza; así había sido el Tom adolescente que tuvo que crecer antes de tiempo y que, para ser honestos, extrañaba. <br />
<br />
Todos los que le frecuentaban habían notado ese nuevo perfil y se lo habían señalado: había algo diferente en él, se le notaba más fresco, relajado, menos cansado, amigable… eso último se lo dijeron compañeros de trabajo que no lo habían tratado con anterioridad debido a su frío y aburrido semblante. Decían que parecía alguien de mente cerrada que no se permitía socializar con los demás, ¡incluso Kimberly se lo notó! Ya no era el guardia que había llegado a ella con una pesada e innecesaria <i>carga</i> sobre sus hombros. Era ahora un chico divertido, tonto pero a la vez maduro que se atrevía a ver el lado amable de la vida… claro, sin despegarse ya de la realidad.
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Tom aceptaba todos esos puntos de vista ya que sabía que todos eran ciertos: volvía a sonreír porque él lo quería, no por obligación. Volvía a respirar porque lo anhelaba, no porque era necesario… volvía a vivir porque lo deseaba y no porque sentía que aquello era su pecado. <br />
<br />
Claro, eso no significaba que haya olvidado a su hermano, no, nunca podría hacerlo. Jamás se podría tomar a la ligera su estado. Pero, ahora, cuando lo ve ya no está plasmada aquella culpa en su piel, ya no existía tal sentimiento y es que no había porque tenerlo: lo de Bill había sido algo imprevisto, fue un accidente, de esos inesperados que el destino incluye en la vida de la víctima como en el de las personas que le rodean. Era una prueba más de la vida que tenían que superar todos los involucrados,<i> juntos.</i> Tal vez, llegó a pensar, aquello fue mandado para unir más a la familia Kaulitz que habían perdido el valor y el respeto hacia ellos mismo hace ya muchos años atrás. Sus hombros se encogieron. Si ese era el motivo, ¿por qué Bill y no él, por qué su pequeño hermano, por qué el que no daña a nadie?
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<br />
Esas eran una de las preguntas que nunca lograron abandonar su cabeza, no importaba cuan fuerte sea ahora. <br />
<br />
—Esas flores… ¿tú las trajiste? —cuestionó interrumpiendo la lectura de la nota periodística del día. Tom despegó la vista del papel observando unos claveles color rosa pálido y sonrió mientras negaba. <br />
<br />
—Son de Iris. —Respondió dando la vuelta a la hoja, preparándose para leer un párrafo más—. Dijo que Bill siempre le regalaba esas flores… ahora, era su turno. <br />
<br />
Simone apretujó más el cuello de su blusa color gris. <br />
<br />
—Lo estima mucho, ¿cierto? —su hijo mayor asintió. <br />
<br />
—Es su novia —recordó haciendo una lectura rápida a la última página. Resopló al no encontrar nada interesante para leerle a su hermano, así que decidió cerrar de una vez el periódico para despedirse de él. Mañana lo vería… <br />
<br />
—Andreas y ella han incrementado sus horas de visita, ¿por qué no vienen los tres? —aquello lo mantuvo inmóvil. Ya se había puesto de pie. <br />
<br />
—Es una buena sugerencia, se los comentaré —aseguró viéndola por fin. <br />
<br />
Le sonría y lo hacía porque le nacía hacerlo. Si él ya podía hablarle sin rencor en su voz, ¿por qué ella le temía todavía a su merecido rechazo? Dios, su pequeño hijo Tom había crecido demasiado y hasta apenas hoy lo había notado. ¿Dónde estuvo ella todos esos años? ¿Por qué no recuerda haberlo visto crecer, haberlo visto convertirse en un hombre? Su labio inferior tembló, ¿dónde demonios estaba cuando su niño necesitaba de ella, dónde habían quedado sus platicas de madre a hijo, donde había quedado la convivencia de todos esos 18 años a su lado? No puede ser que no existan… es imposible que ella no haya realizado todo lo que una buena madre debe hacer. <br />
<br />
Sus cansados parpados se cerraron, ¿acaso en verdad le odió todos esos años? ¿En verdad lo llegó a culpar a él y a Bill de haber perdido a su primer esposo? <br />
<br />
—¿Tan egoísta soy? <br />
<br />
—¿Dijiste algo? —la pregunta de Simone había sido formulada en un leve murmuro que apenas y logró captar la atención de su hijo mayor quien ya estaba a unos centímetros de la puerta. <br />
<br />
Su madre sonrió aguantándose esas inmensas ganas de llorar. <br />
<br />
—¿Irás a visitarlo otra vez? —los ojos de Tom se abrieron de par en par ante aquel cuestionamiento. Su mano se quedó ilesa en el aire sin poder tocar el picaporte y por primera vez, se quedó sin palabras frente a ella. <br />
<br />
Simone se giró sobre su mismo lugar encontrándose con un niño asustado. Su sonrisa se agrandó, por fin recordó un momento con su hijo: cuando éste se cayó de su bicicleta y lloraba asustado por el raspón en su rodilla. Ella había corrido a auxiliarle. Los dos estaban al borde del infarto: había sido una fuerte caída. <br />
<br />
—Siempre tiene flores y sé que no son mías… ni de alguna otra persona. —la mano alzada se apretó al igual que sus labios. <br />
<br />
Era un momento tenso, pensó Tom. <br />
<br />
—Me alegra saber que no le guardas odio y que después de todo, le tienes respeto —los ojos de su hijo comenzaron a brillar por las lágrimas que amenazaban por salir y por primera vez, Simone se sintió tranquila al saber que no eran lágrimas de dolor. <br />
<br />
—Mamá… <br />
<br />
—No voy a quitarte más tiempo. Mañana volverás, ¿cierto? —asintió—. Anda ve y que tengas un buen día en tu trabajo. <br />
<br />
—Gracias. <br />
<br />
La puerta se abrió y cerró tras de él dando el aviso que ese era el momento para llorar y librarse del nudo que aprisionaba su garganta sin piedad. Soltó por fin el cuello de su blusa dejándola completamente arrugada, pero eso no importaba. <br />
<br />
—Es tu padre al fin y al cabo. <br />
<br />
Sam dejó de ver a la mujer que lloraba de rodillas frente a la puerta cubriendo su rostro en señal de vergüenza hacia sí misma y miró a Bill. Sus ojos eran de tristeza pero contenían un brillo de alegría, era extraño y se preguntó si sus ojos también podrían brillar como los de él pero, después, recordó que estaba muerto mientras que Bill todavía mantenía latidos en su interior. <br />
<br />
—¿Sucede algo? —se animó a preguntar. <br />
<br />
—Es… es la primera vez que hablan sin pelear.
<br />
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<br />
<br />
Jeny se despidió permitiéndole dormir unas horas antes de recibirlo. Se sintió aliviada al tenerla de regreso y aunque le había preguntado insistentemente el por qué tuvo una reacción de temor tan repentino, decidió rendirse y brindarle respeto de privacidad al no tener respuestas claras por parte de su amiga. Al parecer, ella ni siquiera sabía la razón: todo era muy confuso sobre sus recuerdos de cuando estaban viva, inclusive se había olvidado de los momentos que tuvo con su guardia de ojos verdes. Solamente recordaba su rostro y su nombre lo supo gracias a que Kimberly se lo había dicho. <br />
<br />
Era frustrante. <br />
<br />
—Vamos a dormir —dijo por quinceava vez. <br />
<br />
—Sí, lo siento. Es sólo que… no puedo evitar pensar cómo sería estar en la misma situación que Jeny —negó optando por quedarse callada. No quería preocupar a Kimy y tampoco quería pensar demasiado, había sido un largo y pesado día después de todo. <br />
<br />
—Mañana jugaremos, ¿verdad? —preguntó ante un rato de silencio. Kim asintió—. Pero primero, ¿practicaras con tus olas de energía? <br />
<br />
—Así es —confirmó—. Ahora que sé muy bien cuál es su función supongo que… si es más fuerte la ola, más almas se purificarán. Debo intentarlo. <br />
<br />
Kimy la miró con una pequeña mueca en su rostro. —Pero si jugaremos, ¿verdad? <br />
<br />
—Sí, lo haremos —las dos suspiraron satisfechas y perdieron su mirada en el techo. <br />
<br />
Se sentía exhausta, Baecker había estado todo el día sobre ella tratando de hacerle pruebas y preguntas. Le fastidiaba y también lo hacía el guardia que sustituía el lugar de Tom: había algo extraño en él, no le daba buena espina. Repudiaba que la mirara y no entendía la razón, simplemente evitaba verlo y cooperaba para que no la tocase demasiado tiempo. No lo soportaba. <br />
<br />
Exhaló. Todavía era muy desconfiada, pero no importaba. No iba a cambiar su actitud: si es subordinado de Baecker era mejor mantener distancia. <br />
<br />
—Quisiera salir al patio a jugar a las escondidas… <br />
<br />
<br />
<br />
—No podemos —la voz de Kimy la regresó a la <i>realidad</i>. La miró—. Mientras siga al cuidado de Baecker no podemos hacer mucho. <br />
<br />
—Lo sé —dijo rendida—. ¿Cuánto tiempo estará él sobre nosotras? En verdad quiero salir… <br />
<br />
—No tengo la menor idea Kimy… sólo nos queda ser pacientes. Tal vez y si me porto bien… —no dijo nada más. <br />
<br />
—Quiero <i>verla</i>. <br />
<br />
Los ojos de Kimberly se entrecerraron advirtiendo molestia. Ese comentario no le había agradado en lo absoluto. <br />
<br />
Verla. Qué extraño, sabía y a la vez no a quién se refería. Era como si esa persona estuviera plasmada en su cabeza pero dibujada con viento: invisible e intocable. Podía distinguir tenuemente la silueta de esa mujer pero no podía se podía ver a la perfección los rasgos, la ropa, la piel, sus piernas, sus manos, su rostro. Y la verdad, no le interesaba saberlo. No quería saber nada de esa persona, ni siquiera quería que la nombrasen en frente de ella. <br />
<br />
Aquella mujer no existía.</div>
<br />
<br />
—No sé a quién te refieres —finalizó cerrando sus ojos dispuesta a dormir un poco. <br />
<br />
—Pero —inquirió— tú también la quieres… <br />
<br />
—¡No! —atajó violentamente haciendo que su propio cuerpo se sentara sobre la dura colcha—. Yo no quiero nada, punto. Ahora vete por favor, que quiero dormir. <br />
<br />
Kimy hizo un puchero. <br />
<br />
—<i>¡Mala!</i> <br />
<br />
Kim le volteó la cara. <br />
<br />
¿Mala? ¡Ja!, en serio, ¿ella era mala? No, ella simplemente era justa: si aquella mujer la dio por muerta cuando la dejó en ese sitio, ella sería inexistente para toda su vida: nunca tuvo mamá, nunca existió. Nunca vivió. <br />
<br />
—Mala —repitió entre dientes—, ¡ella es la mala!
<br />
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<br />
<br />
Miró de nuevo el dibujo de esa chica y después se dirigió hacia Kimberly. Lamentablemente se le habían terminado sus lápices y las hojas que le quedaban no estaban en buen estado para dibujar. La pared ya no tenía rostros nuevos y su habitación comenzaba a lucir un poco vacía. Se preguntó cómo se entretenía todas esas horas sí ya no podía realizar su más preciado y único pasatiempo, ¿se aburrirá? Por dios, claro que sí. Era en esos momentos cuando se sentía tan inútil: deseaba hacer tanto por ella y no podía moverse cómo quisiera hacerlo. Era un simple guardia. <br />
<br />
Entonces, se preguntó si sería buena idea adelantarle su regalo de cumpleaños. Después de todo, faltaba una semana. <br />
<br />
—Andreas parece ser alguien divertido —dedujo al terminar de escuchar otra historia por parte de Tom. Era interesante saber más experiencias de él (además de lo que vivió cuando Bill sufrió el accidente), en esos par de días ha conocido a la mitad de los amigos que su pareja tenía a la edad de quince años y le alegró <i>conocer</i> por fin a Andreas e Iris quienes eran los más cercanos hacia su guardia. <br />
<br />
—Lo es —aseguró—. Cuando salgas aquí te llevaré directo a que lo conozcas, es un hecho. <br />
<br />
Kimberly sonrió con timidez. Tom, siempre dices eso: todos los días aseguras que saldrá tarde o temprano y ella… ella sólo espera que se cumpla. <br />
<br />
“Frentón, ya es hora”. <br />
<br />
El semblante de la pareja se entristeció al escuchar a Georg por la radio. Cuando él hablaba quería decir que no había más tiempo que perder. <br />
<br />
—Frentón —repitió—, ¡ya le dije que no lo estoy! —Kimberly rió por lo bajo. <br />
<br />
—La verdad es que… sí. <br />
<br />
—¡¿Eh?! <br />
<br />
—¡Sólo un poquito! —aseguró entre pequeñas carcajadas que se alargaban un poco más al ver la cara de vergüenza de Tom—. Me gusta —finalizó escondiendo su rostro en el pecho de su guardia. Sintió su aroma en su nariz: aquel perfume que tanto le encantaba, ¡cómo extrañaba sentirlo en su piel! <br />
<br />
Lo abrazó un poco más fuerte, hundiendo un poco los dedos en sus hombros. No quería que se marchara, anhelaba tanto volver a estar con él de <i>esa</i> manera. La última vez que hicieron el amor había sido hace dos semanas y después, todo se complicó: Baecker estaba más y más sobre ellos apretando el horario de trabajo. <br />
<br />
La mano de Tom acarició el cabello castaño de la paciente y descansó su barbilla en su cabeza, él también la deseaba y lo hacía todos los días. <br />
<br />
—Te veré mañana —se despidió después de depositarle un largo y suave beso en los labios—. Duerme, por favor. —Kimberly sólo asintió. <br />
<br />
—Cuídate… <br />
<br />
Su agarre se apretó un poco más capturando completamente su mano que aun así, se fue resbalando poco a poco de la de ella. En un parpadeo, la puerta ya estaba siendo cerrada y Kimberly sintió un vacío en su interior. <br />
<br />
—No… —no, esos momentos no eran suficientes. Ella quería pasar más tiempo con él, ¡ella quería estar siempre con él!<br />
<br />
<br />
Cuando se dio cuenta, su cuerpo se encontraba pegado contra la fría puerta y sus manos apretaban fuertemente los barrotes de la pequeña ventana. Aun no era tarde, todavía podía verlo… <br />
<br />
—¡Tom! —gritó con tanta fuerza que lo único que logró fue alarmar al guardia y a otro par de pacientes que se suponía, yacían dormidos. <br />
<br />
—¿Qué pasa? ¿¡Sucede algo… te sientes mal!? —preguntó algo desesperado tratando de sacar sus llaves con su mano izquierda mientras que con la otra, rodeaba la de la chica. <br />
<br />
La risilla de Kimberly hizo que pausara todos sus exagerados movimientos de sacar sus llaves y así poder mirarla a los ojos por fin descubriendo sus intenciones: los dos se acercaron a los barrotes y aunque fue un poco incomodo, aquel momento se había convertido en uno de los más especiales en su relación. <br />
<br />
Sus labios rosaban los del guardia sin intención de que aquel beso se convirtiese en uno profundo. La lengua de Tom masajeó la suya de una manera tan especial que derritió por un momento el alma de Kimberly. Si no fuese porque se sostenía gracias a los barrotes, estaba segura de que pudo haber caído al piso. <br />
<br />
—Hasta mañana, Tom. <br />
<br />
Su guardia sonrió.<br />
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<br />
<br />
Había silencio. Ya eran las cinco de la mañana y Georg estaba tomando un descanso dejando sólo su puesto por quince minutos como era su costumbre. Los monitores no captaban nada inusual, sólo un guardia moreno haciendo su recorrido asegurándose que todo estuviese bajo control. Y sí que lo estaba. <br />
<br />
La paciente de la habitación 1014 dormía como bebé, ni siquiera había notado su presencia. Muy bien podía entrar en ese mismo momento y hacerle lo que le plazca. Maldita. Fue lo único que se le vino a su mente: ¿cómo una loca podía estar tan buena? Negó. ¿Cómo es que nunca lo había notado? Ese Director, guardándose lo mejor para él. <br />
<br />
—Sí que la tenías bien escondida, ¿eh, desgraciado? —murmuró con una sonrisa retorcida. <br />
<br />
En esos cuatro años ya había seducido a diez pacientes que sólo sufrían de un trastorno leve, sin importancia. Y de esas diez, pudo aprovecharse de siete y eso porque las otras ya habían salido antes de poder satisfacer sus necesidades. <br />
<br />
Pero ella, ¿cuándo saldrá? Nunca. Pobre, estaba ahí sola deseando ser tocada. Mierda. Él quería cumplirle su deseo. <br />
<br />
Sus manos comenzaban a ponerse blancas: el agarre contra los barrotes había sido demasiado fuerte. Suficiente, debía hacerlo, ¡y pronto! <br />
<br />
—Roy. <br />
<br />
Su cuerpo se heló. <br />
<br />
—¡Di…director Baecker! —saludó con torpeza despegándose de la puerta. Baecker se asomó confirmando que Kimberly seguía dormida y Roy al notar que lo miraba por el rabillo del ojo se puso firme y trató de no titubear—. Eh, creo que estaba sufriendo de pesadillas… —señaló—, escuché que gritaba y… <br />
<br />
—Suficiente —lo calló de golpe—. ¿Piensas que no sé cuáles son tus intenciones? ¿Crees que no sé qué has tenido relaciones sexuales con pacientes en las oficinas de sus psiquiatras? —la sonrisa de Baecker terminó poniéndole los cabellos de punta. <br />
<br />
—P… puedo explicarlo. Yo… ellas —lo volvía a callar. <br />
<br />
—No quiero oírlo. Seguiré fingiendo que eres un empleado digno y pasaré tus enfermas acciones por alto —y antes de que Roy volviera a respirar, continuó—. Pero para eso, tengo un trabajo extra para ti. <br />
<br />
—¿T…trabajo? —preguntó con voz gruesa—. ¿Qué clase de trabajo? <br />
<br />
La vista del director se enfocó en la chica que yacía dormida en su habitación teniendo tal vez el mejor sueño de toda su vida. Roy la miró y sus ojos se abrieron ante tal sorpresa. No puede ser, ¿en verdad se tratará de eso? <br />
<br />
—Uno muy placentero. <br />
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<b>Nota final: </b>¿Cuál es el punto de Backer? ¿Simone por fin tratará de ser una "buena" madre? o.o espero y disfruten del capítulo :3 </div>
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Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-86964484688352508732013-03-03T21:47:00.003-06:002013-03-03T21:47:57.340-06:00Capítulo cincuenta y seis <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br /><br />—¿Cuántos años han pasado desde la última vez que saliste con alguien? —cuestionó al terminar de escuchar todo lo que su amigo tenía que contar—. Incluso, mucho antes del accidente de Bill, te cerraste en ese tema. <br /><br />Tom hizo un gesto indiferente. <br /><br />—No lo sé, ¿importa? —preguntó dándole un sorbo a su cerveza. Andreas sonrió y alzo sus hombros siguiendo a su compañero. <br /><br />—Me alegra que te hayas encontrado a alguien Tom, eso es todo. Uh… —se quedó callado un momento llamando la atención de su amigo. Éste, alzó una ceja y lo miró por el rabillo del ojo, curioso, tratando de adivinar en qué tanto estaba pensando—. Y en todo este tiempo, ¿no los han descubierto? —rió—, ¡qué suerte, encima, ella es tu trabajo! —soltó satisfecho. <br /><br />Tom sonrió a escondidas y volvió a dedicarse a su bebida. Eso era algo que le encantaba de Andreas: él no juzgaba, mientras sus amigos fueran felices, no tenía de qué preocuparse. Claro, sí eran casos extremos, sí metía sus narices y oh, sí que lo hacía. Pero, al parecer, la noticia de Kimberly la había tomado con absolutamente calma y la aceptó en seguida. Para Andreas, era un alivio descubrir que su amigo estaba dispuesto a volver poco a poco a su vida normal; no pudo evitar sentirse tranquilo: al menos, esa chica, Kimberly, mantendría su cabeza ocupado por un buen tiempo. <br /><br />—Al parecer, iré con Iris con buenas noticias tuyas —soltó haciendo que Tom lo mirara por fin. <br /><br />—¿Iris? —Andreas asintió. <br /><br />—Ya te había dicho que ella también estaba preocupada: me dijo que hace ya mucho tiempo que no te veía en el hospital, no sabía absolutamente nada de ti y bueno, le extrañó no verte en esa sala… como era tu costumbre. <br /><br />—Un momento… Iris… ella, ¿ha ido a visitar a mi hermano? —Andreas asintió una vez más. <br /><br />—Va dos veces por semana —informó sin darle mucha importancia al tema—. No sé porque te sorprendes, después de todo… Bill y ella fueron, son… —suspiró. <br /><br />—Sí, sí, entiendo eso —atajó salvando a Andreas de un tema de discusión—. Pero es sólo que… ——calló perdiendo su vista en su bebida. <br /><br />Eran las tres de la tarde y el bar se encontraba absolutamente sólo. <br /><br />Tom sintió un pequeño revoltijo en su estómago acompañado de la estúpida culpa. Recordó la discusión que había tenido con Iris hace ya tiempo atrás y no pudo evitar sentirse avergonzado: los dos se habían dicho cosas horribles pero después de todo, era su culpa, él había empezado y por tonterías. <br /><br />En ese momento, con Andreas a su lado y con una bebida alcohólica en frente suyo, se dio cuenta de lo jodido que se encontraba. El estrés, la culpa, la ira, la confusión, todo eso se había fusionado en su interior haciéndole explotar de vez en cuando con personas que eran, digámosle así, inocentes. Actuó de forma indebida y dijo cosas que no debió de haber dicho: descubrió de mala manera, que él no era la única persona que se preocupaba realmente por Bill. <br /><br />—Cambiemos de tema, si quieres —se entrometió su amigo terminando por fin su bebida—. Además, mi propósito aquí no es el hacerte sentir mal —explicó pidiendo una copa más. <br /><br />Tom negó. <br /><br />—No, sólo recordaba… cosas, ya sabes, cuando solíamos salir los cuatro juntos —Andreas asintió satisfecho con sus ojos cerrados—. Recuerdo que siempre molestaba a Iris ya que era la única mujer en el grupo —tomó un sorbo—, ahora comprendo porque siempre se nos pegaba —sonrió—, Bill es un loquillo. <br /><br />—Deberíamos repetirlo —sugirió inconscientemente—. Aun no es tarde para eso, ¿sabes? <br /><br />—Andreas… —los dos se voltearon a ver. El aludido observó que la mirada de su amigo era diferente: tal vez seguía vacía pero en esta ocasión, existía un extraño y pequeño brillo en su interior que lo hacían ver vivo y porque él quería estarlo, no porque era una “obligación”—. No sabes cuánto espero por eso… <br /><br />El rubio sonrió de lado pensando para sí que la cifra de su círculo de amigos había aumentado a cinco, el muy distraído se le había pasado contar a Kimberly y en una oleada de curiosidad se preguntó cómo era ella en realidad… <br /><br />«Todos somos locos, al fin y al cabo».
<br />
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<br /><br />Una fuerte luz no le permitía mirar con claridad a su alrededor y después se dio cuenta de que en ese lugar no había luz alguna: eran las paredes blanquecinas las que producían aquel efecto tan doloroso para sus ojos. <br /><br />Los cerró y abrió una y otra, y otra vez hasta que logró acostumbrarse. En un último acto, se talló los parpado y cuando terminó se percató que se encontraba completamente sola en ese extraño lugar. Frunció su ceño, ¿estaría acaso en otra habitación? <br /><br />Giró sobre ella misma percatándose de que no existía puerta alguna que le indicase la salida de aquel lugar, no había ventanas y no había señales de algún Doctor, ¡ni siquiera se visualizaba al Director Baecker! <br /><br />Sólo era ella y esa habitación color blanco. Parecía… la<i> nada. </i><br /><br />—¿Hola? —llamó con timidez. Nada, nadie, ni siquiera una ligera brisa… <br /><br />Alzó su mano, tratando de sentir el aire correr pero no había aire alguno que sentir. Su mano se hizo puño y la puso a un costado, asustada, ¿dónde estaba? Extrañamente, aunque no había oxígeno en ese lugar, podía respirar a la perfección. Ese no era problema, por el momento. <br /><br />—¿T…Tom? —lo llamó en un acto de desesperación. <br /><br />Tampoco estaba. ¡Demonios, ¿había alguien ahí?! <br /><br />Sus ojos se entreabrieron al sentir una brisa de aire alborotar su castaño cabello a sus espaldas. Se giró de golpe llevándose unos mechones hacia su rostro pero eso no le impidió mirar a la perfección como a unos metros de ella se encontraba una mujer que le daba la espalda: tenía su cabello largo y era de un color más oscuro que el de ella, tenía una falda de vestir de color violeta que le llegaba hasta las rodillas y el saco que portaba era del mismo color. Calzaba unos tacones negros que la hacían lucir un poco más alta, aunque se notaba que ya lo era sin necesidad de esos zapatos… <br /><br />—¿Quién eres? — le preguntó caminando hacia ella, tratando de verle el rostro—. ¿Trabajas aquí? —no obtuvo respuesta—, ¿eres algo del Director Baecker? —nada. <br /><br />Kimberly apretó los dientes. <br /><br />—¡¡Contéstame!! —exigió extendiendo su brazo dispuesta a hacerla girar del hombro. <br /><br />De pronto, la mujer se hizo más grande o ella se hizo más pequeña. Vio claramente como su brazo se encogía y la imagen de esa desconocida acercarse más y más. Asustada, se dejó caer de rodillas pero logró sostenerse a tiempo antes de dar contra el piso; temblorosa y confundida, alzó su mirada hacia la desconocida que no se indignaba a girarse. <br /><br />¿De qué se trataba todo eso, por qué se sentía débil? <br /><br />—Ayúdame —le suplicó perdiendo el equilibro y dando contra el piso se percató de lo chillona que era su voz. Parecía la de una niña pequeña, no, se parecía al a voz de Kimy. <br /><br />Algo cálido invadió sus mejillas, dudosa, se llevó una mano hacia una de ellas dándose cuenta de que se encontraba llorando. ¿Por qué, en qué momento…? Su labio inferior tembló y Kimberly tuvo que morderlo antes de soltar múltiples sollozos: estaba asustada, aterrada, sí, pero no tenía ganas de llorar. Entonces, ¿por qué lo hacía? <br /><br />Un hipido se le escapó logrando hacer que la mujer que tenía en frente se estremeciera. Kimberly abrazó sus piernas tratando de darse fuerza ella misma pero a la vez, no podía evitar pedir la llegada de Tom, tenía la esperanza de que llegara en cualquier momento y la sacaría de allí sin perder más tiempo. <br /><br />—Tom… Tom… ven por mí, ven… <br /><br />Se escuchó un quejido el cuál no era de Kimberly. Desorientada, alzó su vista percatándose de que el cuerpo de la extraña mujer comenzaba a temblar; parecía ser que ella también lloraba pero no podía estar segura ya que no podía ver su rostro. Decidida a ayudarle, se puso de pie y caminó nuevamente hacia ella pero se detuvo al notar que la mujer volteaba la cabeza, vería su rostro, al fin. <br /><br />—Kim…berly —la llamó mirándola con pena y amor logrando que la pequeña se congelara en su lugar. <br /><br />La extraña mujer lloraba pero lo hacía de una manera hermosa que ocasionó que el interior de la paciente se quebrara en mil y un pedazos: ella conocía esos ojos color miel, esos labios, esa nariz, esa extraña sonrisa que le ofrecía aun teniendo lágrimas plasmadas en sus suaves mejillas. <br /><br />No. No podía ser. ¡Esto no podía ser verdad! <br /><br />—Kimy, mi bebé… <br /><br />Los brazos de aquella mujer se extendieron, estaba dispuesta a abrazarle pero la paciente se negó rotundamente y todavía en estado de shock retrocedía sin parar de negar. La mirada de horror ocasionó que aquellos brazos se cerrasen para llevarlos a su pecho, dándole entender que le dolía algo. <br /><br />Le dolía verla así. <br /><br />—No me huyas, Kimy, no lo hagas. Ven conmigo, por favor. Aquí estarás bien. <br /><br />—Yo no soy Kimy —soltó de la nada. Su tono de voz había sido algo ronco que tuvo que carraspear después de eso—. Te equivocas de persona, ¡yo no soy ella! <br /><br />Los pasos de la extraña mujer se detuvieron, pero las lágrimas seguían cayendo. <br /><br />—¿De qué hablas? Eres mi pequeña, ¡eres mi hija! <br /><br />Las pupilas de Kimberly se dilataron. Un espejo de cuerpo completo apareció entre las dos dejando en descubierto su reflejo: era Kimy… pero era Kim… era… <br /><br />Era ella de niña y la que tenía detrás del espejo era su madre. <br /><br />—¡¡No!! <br /><br />Bum. <br /><br />Fue lo que escuchó antes de que el espejo se quebrase en su totalidad. Temblando, alzó la mirada hacia la mujer percatándose de que su rostro ya no existía pero sus brazos, volvieron a extenderse. <br /><br />—Mi niña… <br /><br />Kimberly chilló, quería que esa cosa se alejara de ella, que no la tocara… ¡que se alejara! <br /><br />—¡Déjame en paz! <br /><br />Oscuridad, pero era una que ella conocía muy bien: estaba en su habitación. <br /><br />Su rostro estaba cubierto de sudor y su respiración era agitada. Cuando pudo sentir que volvía completamente a la realidad se sentó sobre la cama mareándose un poco confirmando que, nuevamente, la habían sedado. <br /><br />Suspiró, había olvidado aquella sensación que le producía ese estúpido medicamento. <br /><br />—Kim, ¿estás bien? —su cuerpo se tensó al escucharle. Pero al re-confirmar que se encontraba a salvo, simplemente asintió y se llevó su mano hacia su estómago: todavía podía sentir el dolor debido a la tensión y horror en ese lugar. <br /><br />—¿Cuánto tiempo estuve dormida? —preguntó sin despegar su mirada de las sábanas. <br /><br />—Dos horas. <br /><br />Silencio. <br /><br />Bill se removió en su lugar. —¿Pasa algo? —preguntó dudando en acercarse o no. <br /><br />¿Por qué tenía que recordarla? ¿Por qué ahora? Miró de reojo su pared, calculando más o menos que al otro lado yacía la pequeña habitación de su baño y que, en una esquina, yacía escondida una foto familiar, maltratada, borrosa, pero existente. <br /><br />«Mamá —la llamó sintiendo sus parpados caer—, no vuelvas a venir… no vuelvas…» <br /><br />—Me siento cansada, eso es todo —respondió por fin y le miró—. ¿Encontraste a Jeny? <br /><br />Otro silencio. <br /><br />—Ya veo —murmuró. <br /><br />Su pecho subía y bajaba un poco más lento, había logrado calmarse… un poco. Pero su labio inferior seguía temblando. <br /><br />Tomó un poco de su sábana con sus puños para tratar de quitarse de encima toda aquella presión que sentía en su pecho: había tenido una horrible pesadilla que debía olvidar. No iba a permitir que un descuido cómo ese, la derrumbara así de fácil. No. <br /><br />Entonces, fue como si una pequeña película rodara hacia atrás en su cabeza: pasó su pesadilla cuadro por cuadro hasta llegar al momento de la discusión con su Director, el golpe que le propinó, el forcejeo con los guardias, el encuentro con la enfermera, la histeria que sufrió al ver como Sam se llevaba a Bill en su presencia… <br /><br />—Sam —lo nombró con sus ojos bien abiertos. Por un momento, había olvidado todo lo que sucedió antes de que la sedaran. ¿Cómo se le pudo pasar aquello? <br /><br />—¿Qué? <br /><br />Le miró impaciente. <br /><br />—¿Qué pasó con él? ¿Qué te hizo? ¿Te lastimó?... ¿qué te dijo? <br /><br />La boca de Bill se entreabrió al comprender adonde quería llegar. Idiota. Ya había pensado que se le había olvidado: apretó fuertemente sus labios y miró hacia un punto sin importancia en el piso pero… su mirada se desvió hacia el cuadro donde había desaparecido con Sam hace más de dos horas recordándolo todo. <br /><br />Fue increíble sentir su peso sobre su cuerpo cuando creía que un ser como él ni siquiera se percibía. Era algo inexistente, ¿por qué lo sintió como el cuerpo de una persona? Como sea, Sam tenía mucho más fuerza que él y le obligó a traspasar varios pisos hasta llegar al primero. En todo ese recorrido los dos forcejeaban: uno para liberarse y el otro para no dejarlo ir. Los dos estaban furiosos y lo único que querían era lastimarse y eso aumentó la ira: sabían que aquello era imposible. <br /><br />La espalda de Bill dio contra el piso, no sorprendió que no le doliese el impacto. Ido, vio sobre el hombro de Sam (quién se encontraba arriba de él estrujándole y gritándole sin control) analizando que una persona no hubiera sobrevivido a aquella caída y si lo hacía, estuviera delirando del fuerte dolor hasta la hora de su muerte. Sonrió vacíamente, tal vez, esas eran las ventajas de su estado.<br />
<br /><br />—¡Quién eres tú para hablarle de<i> mí</i>! —escuchó volviendo en sí. Giró su ojo hacia él recordando que tenía una pelea pendiente. <br /><br />Su ceño se frunció. <br /><br />—Ella tiene que saberlo, tiene que saberlo ¡ahora! —explicaba sin muchas ganas de forcejear. No debían y no tenían porqué hacerlo: Sam debía aprender a escuchar y él… él debía aprender a no perder el control. <br /><br />El rubio negó. <br /><br />—¡Pero no de<i> ti!</i> —gritó y Bill sintió que se le había desgarrado su garganta. Estaba desesperado, demasiado… parecía un niño caprichoso que por primera vez, quería hacer las cosas por su cuenta—. Tú eres un tercero, ¡esto es entre ella y yo! <br /><br />—¡Pues díselo ya, maldita sea! —calló de golpe repitiéndose que debía guardar la calma—. Sam, sé que sabes lo que está pasando. Es más, tú debes saber mucho más cosas que yo acerca de esto: Kimberly está en la cuerda floja… <br /><br />El aludido se levantó de Bill y con su vista perdida se dejó caer a un lado suyo, sentado, meditando tal vez en las palabras que su compañero le dijo. Sí, él sabía mucho más cosas que nadie más en ese hospital. Supo lo de Jeny desde antes de que Baecker actuara, sabía muy bien que seguía ella en su lista. Aun no comprendía cómo, pero lo sabía y de esa manera, sabía que después de esa chica, la que seguía, era Kimberly. <br /><br />Por eso estaba haciendo esos extraños cambios en el hospital: moviendo personal, alargando, acortando horas, alejando a todos lo que han tenido demasiado contacto con ella. Quería aislarla para poder volver manejarla a su antojo, la quería vulnerable, la quería sola. Sam estuvo inspeccionando los movimientos de Baecker más de cerca y con cautela así cómo espiaba a Kimberly sin la necesidad de que ésta sintiera su presencia: podía aparentar que en ella todo mejoraba pero su mente volvía a decaer poco a poco. Baecker lo estaba logrando: la comenzó a sentir vacía y lo hizo en el primer golpe, así de fácil fue. <br /><br />La mente de Kimberly seguía débil, no pudo soportar que el Dr. Jost, quién lo veía como una figura paternal, no estuviera más a cargo de su cuidado y luego, cuando descubra que ya no podrá ver a Tom… será un blanco mucho más fácil. <br /><br />Caerá en la demencia, esta vez, lo hará. <br /><br />Sí, él lo sabía y desde ese día, ha tratado de decírselo a Kimberly pero, ¿cómo lo tomaría ella? Maldición, era cómo ese maldito guardia: si le decía una noticia fuerte sin las palabras correctas, todo en su interior se quebraría. <br /><br />Apretó sus dientes. <br /><br />Eso le molestaba: los dos eran débiles. ¿Cómo ese guardia podía jurar que la protegería si ni siquiera él es capaz de protegerse a sí mismo? Su mente, tal vez, estaba más desordenada que la de Kimberly. ¡Mierda! <br /><br />—Lo que dijiste hace rato —soltó débilmente mirando el gran ventanal que yacía al final del pasillo, el cual, permitía observar cómo la nieve caía con calma y belleza—, es mentira. A mí me importa Kimberly, me importa demasiado —le aclaró y Bill pudo jurar que si sus ojos estuviesen vivos, caerían lágrimas de éstos—. Y es por eso… que no le puedo decir nada. No lo soportaría: ni mi historia, ni la tuya. <br /><br />—¡Pero… ¡ —Sam negó. <br /><br />—Entiéndeme, por favor —la boca de Bill se cerró—. Ella no lo tolerará y sólo… sólo empeoraríamos las cosas. <br /><br />—¿Y qué planeas hacer? —El rubio alzó su vista para después, cerrar sus ojos con pesadez. <br /><br />—Protegerla. <br /><br />Miró desde el umbral la figura de Kimberly, al parecer, ella también tenía cosas en qué pensar. Sus hombros se encogieron, ahora ¿qué le decía? No quería mentirle pero… debía mantener el pacto con Sam, después de todo, los dos sólo querían lo mejor para ella. <br /><br />Le ofreció una sonrisa al percatarse de que volvía a verle. Kimberly no le devolvió el gesto y la verdad, no esperaba que lo hiciera. Suspiró. Ahora Sam y él eran equipo: el primero la protegería desde Baecker y el segundo, la protegería desde su lado. Comprendió muy bien porque Sam se negó a acercarse a ella: era mucho ya el daño que le había hecho que no tenía las agallas suficientes para acercársele una vez más. Además, había hecho una promesa que estaba dispuesto a cumplir: Kimberly no sabrá nada de él, nunca más. <br /><br />—¿Y bien? <br /><br />Bill negó. <br /><br />—Sigue igual de impulsivo. Lo único que hizo fue… decirme que se iba, para siempre. <br /><br />El pecho de Kimberly dolió y como prueba de aquello, sus pupilas se dilataron completamente. Se quedó inmóvil. ¿Se iba? ¿Así de fácil? No, él no podía irse… no después de todo lo que le había hecho. Él debía volver y enfrentarla, tenían que aclarar las cosas, ¡él no podía irse! <br /><br />—Sólo me dejó aquí… y se fue —murmuró sintiendo a la perfección una lágrima recorrer por su mejilla—. Él sólo me… me… <br /><br />Su voz se quebró. <br /><br />Bill veía cómo rompía en llanto y aunque sabía que debía ir a consolarla tenía que aguantarse esas ganas e ignorar los sollozos como fuera. Si eso pensaba ella de él, estaba bien. Después de todo… eso fue lo que le dijo Sam que hiciera. <br /><br />—¡¡Lo odio!! <br /><br />Los ojos del pelinegro se cerraron tratando de no darle importancia a aquellos gritos llenos de dolor y de amargura. Todo esto debía quedarse en ese momento para después, convertirse en olvido. <br /><br />«Llora ahora Kimberly pero que no sea después. Por favor».<br />
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</div>
<br /><br />—Si me quiere odiar, que me odie. Me lo merezco y no reclamaré por ello, sólo procura que mi nombre quede en el olvido y que no vuelva a mencionarme, será mejor. <br /><br />Una vez más, asintió ante aquella indicación. <br /><br />—¿Sigues con tu plan de venganza? <br /><br />Sam sonrió. <br /><br />—Por eso sigo aquí. Yo seré quién me lleve a Baecker al infierno. —Aquello hizo que Bill compartiera su sonrisa. Lo entendía, entendía a la perfección aquel sentimiento: era el mismo que él sintió cuando mató a su padre. <br /><br />Sam y él eran similares. <br /><br />—Por cierto… —su voz hizo que le mirara—. Considera que el favor que me debes, lo estas pagando con esto —recordó señalando el momento cuando le enseñó a moverse con libertad—. Vuelvo a ser tu<i> jefe. </i><br />—¿Ya no te ayudaré con Baecker? —preguntó encarnando una ceja. <br /><br />Silencio. <br /><br />—Eso ya depende de ti. <br /><br />—… excelente. <br /><br />Los dos se miraron por el rabillo del ojo. Sin querer, habían firmado un pacto y se habían vuelto compañeros. Aquello hizo reír a Bill, ¿quién lo diría? Al final… Sam no era lo que parecía ser pero, aun así, no iba a bajar su guardia. <br />
<br />
<br />
<b>Nota final: </b>CHAAAAAAAN CHAAAAAAAN(8) ocho hojas que espero sean de su total agrado!! ¿qué opinan de Sam ahora? o.o kdjfhdkjgf espero y tengan un excelente inicio de semana *-* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-86870909317056642102013-02-24T16:57:00.001-06:002013-02-24T17:00:34.280-06:00Capítulo cincuenta y cinco <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
Parpadeó algo perdida y cuando pudo volver en sí, sacudió su cabeza y firmemente le exigió a Bill que hablara. Sin darse cuenta, mantenía sus puños alzados y su mandíbula apretada. El pelinegro mantenía su vista en un punto perdido del descuidado piso. <br />
<br />
En ese momento, maldecía a Sam aunque no entendía porque lo hacía: después de todo, él le había dicho toda la verdad en su momento, fue su culpa por no haberle creído. Pero… tal vez, le odiaba en ese instante ya que no comprendía por qué Sam no fue capaz de decirle la verdad a Kimberly cómo lo hizo con él. Se supone que todos estaban involucrados, ¿por qué dejarla a ella de lado? <br />
<br />
—Kimberly… el asesinato de Jeny fue cometido por el hijo que asesinó a… —cerró sus ojos—, que asesinó a Sam. <br />
<br />
Retrocedió involuntaria. ¿Sam? Bill comprendió que aquello la había impactado por su rostro de espanto. Se estaba adelantando mucho y no decía nada: debía decirle la historia desde el principio o si no, no decir nada. Pero, con ese estado, ¿cómo se lo tomaría? Sabía muy bien que Kimberly ya presentaba una mejoría pero aun así, seguía inestable: no le podía decir algo tan delicado como eso de un día para otro. De la noche a la mañana. Maldición, pero… esto… ¡era algo que debió de saber desde hace mucho tiempo! <br />
<br />
—Kimberly, nunca te has puesto a pensar… ¿por qué Sam y yo llegamos exclusivamente a ti? —aquella pregunta logró hacer que la chica frunciera su ceño. <br />
<br />
—Porque soy la única que puedo ayudarles —calló— o bueno… eso intento—murmuró mandando una débil ola de energía a su exterior, apaciguando a las pocas almas que se encontraban a fuera. <br />
<br />
Bill hizo una mueca. <br />
<br />
—Hay más detrás de eso. <br />
<br />
Kimberly pudo sentir una bola inexistente formándose en su garganta, la cual, debía tragar con dificultad. Exhaló todo el aire que pudo y se encogió de hombros; ya no quería más misterios sobre ella y los que le rodean… ya se había hartado. <br />
<br />
—Si lo hay, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó demandante con su mirada endurecida—. Ya me fastidié de saber las cosas a medias… <br />
<br />
—¡Hoy te lo diré todo! —gritó interrumpiéndola lográndole callar de golpe. Bill se mordió el labio inferior al notar que la había asustado y trató de calmarse—. La historia, comenzó con Sam… hace ya tiempo, antes que tú y yo naciéramos. Él fue internado en este hospital… —guardó silencio. <br />
<br />
Su mirada se extrañó al ver el horror plasmado en el semblante de la chica. ¿Qué sucedía, qué había dicho? Aun nada. Tembloroso, se giró y ahí pudo comprender que es lo que le estaba pasando. <br />
<br />
—¿S… Sam? —titubeó. <br />
<br />
El ser que yacía en frente de ellos estaba medio curvado, sus brazos los había dejado caer: éstos se mecían lentamente en el aire; sus ojos estaban escondidos detrás de sus pequeños mechones de color opaco (el color rubio se había ido) que cubrían toda su frente. Su boca parecía estar haciendo una mueca, pero Bill negó aquella idea: estaba sonriendo. Una vez más, tenía una sonrisa retorcida pero era diferente a las otras, esta, era más escalofriante. Todo su cuerpo parecía ser una sombra espesa, se podía confundir con la de un frondoso árbol con forma humana; por dios, ¿qué le sucedió? <br />
<br />
Kimberly gritó y se tiró al piso protegiéndose su cabeza: la lámpara del techo había explotado ocasionando que todos los pedazos se esparcieran por todo el lugar aunque parecía que todo estaba dirigido a ella y a Bill. <br />
<br />
—¡Qué demonios haces! —gritó corriendo hacia su amiga y le miró reclamante. <br />
<br />
La sonrisa de Sam se esfumó. <br />
<br />
—¿Quién te dio permiso de hablar? —Bill apretó sus labios. <br />
<br />
—¿Te refieres a tu historia? Ella tiene derecho a saberlo —exclamó sin darle tiempo para contestar. <br />
<br />
Kimberly sollozaba por lo bajo. No, ella no quería saber nada si eso significaba problemas. <br />
<br />
—Yo decidiré eso. <br />
<br />
—¿Cómo te atreves? Las cosas por aquí están más compli… <br />
<br />
—Yo lo sé, pero todavía no debe saber. <br />
<br />
Bill gruñó. <br />
<br />
—¡A ti nunca te importó la seguridad de Kimberly! —le señaló acusadoramente—. Kimberly, escúchame —rogó acercándose a su oído—. Este lugar es peligroso, Baecker, él es… <br />
<br />
—¡Te dije que callaras! <br />
<br />
Cuando alzó su vista pudo ver fugazmente como Sam se balanceaba sobre Bill y de esta manera, los dos fueron tragados por el piso. <br />
<br />
—¿Bill? —le llamó atónita mirando el lugar donde él se encontraba hace unos segundos— ¡Bill! —gritó una y otra vez golpeando fuertemente el piso, exigiéndole de regreso. Su mano comenzó a adormilarse debido al dolor, inconscientemente se estaba lastimando, pero no se iba a detener hasta que Bill volviera. <br />
<br />
Primero Jeny, luego Tom y después él… no… ¡los quería de vuelta! <br />
<br />
—¡Kimberly, detente! —escuchó de lo que dedujo, era una enfermera—. ¡Las llaves, traigan las llaves! <br />
<br />
—Bill, Bill… ¡¡regresa!! —gritó a todo pulmón contra el piso color blanco y suciedad inerte. De pronto, pudo sentir como unos brazos rodeaban su cuerpo, exigiéndole que se pusiera de pie. Ella tomó fuertemente aquellos brazos encajándole sus uñas y luchando por ser soltada: no podía irse, debía salvar a sus amigos. <br />
<br />
—Kimberly, por favor, cálmate… <br />
<br />
—¡No, Jeny y Bill me necesitan! Están con Sam, ¡están con Sam! —Avisaba señalando el cuadro donde éste había estado—. Debo ir, ¡debo ir! —gritó forcejeando con el guardia que extrañamente no era Gustav. <br />
<br />
Entonces, se detuvo. <br />
<br />
Lo miró estupefacta: era uno que nunca antes había visto. Moreno con su cabello rapado, era más alto y fuerte que su amigo. Por dios, ¡qué estaba sucediendo! ¿Dónde están quedando todos sus seres queridos? ¡¿Dónde está su familia?! <br />
<br />
—¿Quién eres…? —aquello había sido soltado como un susurro que nadie pudo escuchar. <br />
<br />
Volvió a luchar, se encontraba en los brazos de un desconocido. Ellos no podían tocarla, ¡no podían y no debían! <br />
<br />
La enferma se mantuvo en su lugar esperando que el guardia y su compañero recostaran la paciente en la cama. Vio por el rabillo del ojo que su superior se aproximaba y como acto reflejó, apretó más la tabla que sostenía papelería de la muchacha. Pasó saliva y trató de respirar con normalidad al tenerlo a su lado. <br />
<br />
—¿Qué sucedió? <br />
<br />
—Decayó de la nada —informó—. Asegura que dos personas la necesitan, al parecer, lucha por ir a su “auxilio” —terminó mirando cómo amarraban a la paciente. <br />
<br />
Baecker asintió. <br />
<br />
—¿Dijo el nombre de las personas? —preguntó por curiosidad, después de todo, recordó que la chica siempre hablaba de uno en particular: Sam. <br />
<br />
—Sí, Doctor —hizo una pausa—. Al parecer eran Bill, Jeny y Sam. En ese orden… <br />
<br />
Baecker se tensó. <br />
<br />
Sam y Bill, aquellos nombres no tenían importancia para él. El primero lo “conocía” desde que internaron a Kimberly, el segundo, ¡bah!, otro invento de su mente pero… el nombre de Jeny, oh dios, Jennifer. Aquella chica que no había soportado los experimentos, que había dejado un hueco en su profunda investigación de la esquizofrenia… Su mandíbula se endureció. Era extraño. <br />
<br />
—¿Doctor? <br />
<br />
—Sí, sí, lo siento —murmuró carraspeando—. Mi cabeza tiene muchos otros problemas en qué pensar. <br />
<br />
—Me imagino… —asintió comprensiva volviendo a tomar todo el aire que se le era posible—. Kimberly llamaba con desesperación al primer nombre: Bill —comunicó nuevamente ya que el Director no le había escuchado con anterioridad—. ¿Ella tuvo familiares con ese nombre? —su superior negó. <br />
<br />
—Ni se le ocurra pensar algo así —le advirtió sacando un frasco de medicamento de la bolsa de su bata—. Casi todos los nombres que ella dice son de personas inventadas, que nunca antes han tenido contacto con ella en la vida real, son amigos imaginarios, pues. —Terminó de explicar tomando la jeringa que le ofrecía su subordinada. <br />
<br />
Encajó la aguja en la tapa para extraer todo el líquido. Finalizado, volvió a depositar el pequeño frasco en su bata. La enfermera extendió su mano dándole entender que ella lo haría, pero Baecker, se negó. <br />
<br />
Con un ademán, le pidió a los guardias que se alejaran de la paciente y al estar cerca, pudo distinguir los lamentos: seguía llamando a ese tal Bill y de vez en cuando, pronunciaba el nombre de “Jeny”. Aunque sabía que era muy poco probable que se tratase de la misma Jeny que él conoció, el simple hecho de escuchar su nombre proviniendo de Kimberly, le causaba escalofríos. Echó una mirada rápida a las paredes notando que había menos dibujos que en su última visita… <br />
<br />
—¿Dónde está Gustav? —aquella pregunta hizo que clavara los ojos en la paciente. <br />
<br />
Se sorprendió un poco al ver su mirada: desafiante. Estaba molesta y pudo distinguir que había recobrado la calma. <br />
<br />
La mandíbula de Kimberly se endureció y decidida, lucho un poco más para poder zafarse del amarre contra su cama. Baecker sonrió de lado. <br />
<br />
—Él se fue. <br />
<br />
Los dientes de la chica se apretaron. <br />
<br />
—¿Dónde está? —cuestionó nuevamente ignorando la respuesta. <br />
<br />
Jeny y Bill se habían ido. El Dr. Jost, Tom y Gustav, ¿también? Eso era imposible. Tom le había explicado que Baecker estuvo toda la noche sobre él, impidiéndole acercarse a su habitación. Por culpa del Director no pudo ver a su querido guardia cómo se debía y ahora, ¿estaba haciendo lo mismo con Gustav? <br />
<br />
Este lugar es peligroso. <br />
<br />
Esas palabras sonaron de pronto en su cabeza. Eso siempre lo supo pero que provinieran de Bill las hizo más alarmantes. Algo estaba sucediendo. <br />
<br />
—No te preocupes por él —murmuró preparando la jeringa. Kim se estremeció al sentir la aguja rozar su brazo e hizo un último forcejeo. <br />
<br />
—¿Dónde está el Dr. Jost? <br />
<br />
—Yo estoy encargado de ti ahora —respondió comenzando a inyectar el medicamento. <br />
<br />
—¿Dónde está Tom? —preguntó por último, interrumpiendo el remedio. <br />
<br />
Baecker se agachó para quedar a la altura de su rostro. Su semblante se endureció haciendo que una lejana alarma sonara en el interior de la paciente anunciando “peligro”. <br />
<br />
—¿Qué es él para ti… qué son todos ellos —corrigió— para ti? <br />
<br />
Kimberly sonrió con altanería. <br />
<br />
—No es de su incumbencia. <br />
<br />
Un gruñir proveniente del Director se escuchó y lo que vino después ocasionó que todos los presentes lo miraran atónitos y un poco asustados. Era la primera vez que le veían hacer algo cómo eso: El director siempre había sido una persona respetuosa ante sus queridos pacientes. <br />
<br />
Kimberly mantuvo sus ojos bien abiertos mirando la pared que yacía en su lado izquierdo: debido a la bofetada proveniente de su “Doctor”, su cabeza giró. Aun sentía el dorso de la mano plasmado en su mejilla derecha, le ardía, le ardía mucho. Baecker le había golpeado con tanta furia que ni siquiera él fue capaz de reaccionar ante ese cruel gesto hasta que vio el rostro de sus trabajadores. <br />
<br />
—A veces es necesario castigar a estas criaturas o sino, terminarán siendo ellos los que te castiguen. Y eso, no se puede permitir —les informó dándoles la espalda para terminar de inyectar a la insolente paciente. <br />
<br />
La enfermera y los dos guardias voltearon a verse tratando de digerir aquellas palabras para darle la razón. Después de todo, eran personas abandonadas por sus semejantes, ¿qué importaba lo que hacían o no con ellos? <br />
<br />
Kimberly quedó sedada, otra vez, injustamente. <br />
<br />
Los subordinados salieron detrás del Doctor. El guardia moreno que había sostenido a la paciente se encargó de cerrar nuevamente la pesada puerta no sin antes dirigirle una última mirada a la chica que yacía inconsciente en la cama. <br />
<br />
Sonrió con malicia. Era linda… ¿quién se daría cuenta si abusaba de ella? Negó entre risas, la falta de sexo en su vida le hacía delirar aunque… no era mala idea. Segundos después, se unió a sus compañeros. <br />
<br />
Baecker seguía sumergido en sus pensamientos: increíblemente, no había sido necesario su participación para regresarla a su estado. Entonces, confirmó que para ella ya no existía cura. Eso le tranquilizó. Aun así, seguiría tomando sus precauciones. Iba a seguir con su propuesta de mantener a Jost y a esos dos guardias alejados de ella. Sería un buen experimento ver cómo la paciente reacciona a causa de su ausencia…
<br />
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</div>
<br />
<br />
Maldito día, estúpido Baecker, estúpidos pacientes aburridos. Negó. Ellos no tenían la culpa. ¡Estúpido Baecker! <br />
<br />
Él sólo quería pasar un rato con ella, sólo eso. Además, ¡estaba en su posición de trabajo! Gruñó con molestia… se sumaba otro día sin verla. Maldición. <br />
<br />
La extrañaba y moría de ganas por volverla a tocar. <br />
<br />
—Pero esta noche será diferente —aseguró refunfuñando con su vista pegada a sus pies. Al figurar que llegaba a su puerta, levantó la mochila (que llevaba arrastrando desde que entró al edificio) dispuesto a buscar sus llaves. <br />
<br />
Pero se quedó inmóvil al darse cuenta que encontró otra cosa… <br />
<br />
—¿A… Andreas? <br />
<br />
Su amigo, quién no respondió, se levantó con cuidado de su lugar que era, a un lado de la puerta de Tom, y caminó hacia él. <br />
<br />
—¡Agh! <br />
<br />
Tom retrocedió varios pasos hasta dar con la pared: Andreas le había propinado un fuerte puñetazo en su mejilla que, de seguro, le dejaría un gran moretón. Inconsciente, se llevó una mano hacia donde había recibido el golpe y lo miró aturdido, ¿qué fue todo eso? <br />
<br />
—¡Qué demonios sucede contigo! <br />
<br />
—¿Conmigo? ¡La pregunta es qué pasa contigo! —Tom subió la guardia está vez—. ¿Quién te crees para desaparecer de la nada? No respondes mis llamadas ni las de Iris, no nos buscas, nos ignoras… ¿por qué Tom? —no respondió—. Supimos lo que sucedió: tu padre… Gordon, nos avisó. Iris y yo sólo queríamos saber cómo estabas, darte nuestro apoyo. Ya sabes ¡cosas que amigos hacen! <br />
<br />
—¡Pues ya me ves, estoy bien! —gritó igual de histérico que Andreas—. Una cosa tan trivial como eso no me iba a tumbar… <br />
<br />
—Tom, era tu padre —le recordó sorprendido. <br />
<br />
—Tú mismo lo dijiste, era —suspiró—. Agradezco que tu e Iris se preocupen por mí pero… simplemente, he decidido no encerrarme más en ese mundo de luto que no me corresponde —informó abriendo la puerta de su departamento. <br />
<br />
Andreas entró tras él. <br />
<br />
—Supongo que está bien —soltó—. Te has castigado por lo sucedido con Bill, me alegra saber que por fin te diste cuenta que no fue tu culpa. <br />
<br />
Los ojos de Tom se cerraron con pesadez. <br />
<br />
—Todavía no me siento listo para hablar sobre eso. <br />
<br />
Andreas cerró su boca de golpe y asintió aunque sabía que no lo vería ya que le estaba dando la espalda. Un momento… había algo raro en su amigo, uh… ¿su ropa? No. ¿Engordó? Tal vez… <br />
<br />
—¡Trenzas! —soltó señalándole. <br />
<br />
—Me veo bien, ¿no? <br />
<br />
—¡Te ves como un intento de rapero negro americano! —gritó aun sin poder asimilar el repentino cambio de look. <br />
<br />
Tom resopló encogiéndose sobre sí mismo. Ese comentario le arruinó el día pero de una manera, le dio mucha gracia. <br />
<br />
De la nada, ladeó su cabeza. <br />
<br />
—Te ves más frentón —dedujo entrecerrando sus ojos. <br />
<br />
El aludido sintió que su cuerpo se ladeaba ante ese comentario pero rápidamente se repuso y le encaró furioso: —¡Mi frente no es tan grande, maldita sea! <br />
<br />
<br />
<b>Nota final: </b>LOL, Tom y su frente xd ¿nadie notó eso cuando recién se hizo las trenzas? HAHAHAHAHAH a mi amiga Andrea y a mí nos daba demasiada risa ok ya xd. Regresando con Kimberly... vuelvo a preguntar: ¿quién es el loco aquí >:c : Baecker o Kim? D: hahaha y Sam... ¿qué habrá hecho con Bill? o.o ~ ¡gracias por leer! :3 </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6166371614472146851.post-65441994590880450542013-02-17T00:42:00.003-06:002013-02-17T00:51:36.150-06:00Capítulo cincuenta y cuatro<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<br />
Se puso de pie. Kimy la había despertado y eso, sólo significaba una cosa… <br />
<br />
Arrastraba sus pies debido al sueño que aun traía encima, pero no le molestaba en lo más mínimo, valía la pena. Se aferró de los barrotes del pequeño hueco de su puerta y al confirmar que ahí se encontraba, recargado a un costado, sonrió. Qué bien se sentía volverlo a ver. <br />
<br />
—No tengo mucho tiempo —susurraba—. Baecker ha estado encima de mí toda la noche, muy apenas logré escaparme —recargó su frente en los barrotes al escucharlo. <br />
<br />
Baecker, maldito seas. <br />
<br />
—Te extrañé —ante aquella confesión, se estremeció. Pudo sentir sus mejillas sonrojarse y sonrió, aunque Tom no fue capaz de ver aquel gesto ya que ya no se encontraba frente a ella, además, Kim escondía su rostro gracias a la oscuridad de su habitación. <br />
<br />
—Yo también te extrañé… —soltó haciendo que Tom cerrara sus ojos. Su voz, oh, tenía tantas ganas de volver a escuchar su voz. <br />
<br />
—Escucha —habló de pronto captando toda su atención—. Las cosas por aquí están un poco extrañas y creo que se me hará casi imposible venir a pasar un rato contigo… cómo antes —los dos pasaron saliva con dificultad y Kimberly sintió como se le formaba un nudo en la garganta. <br />
<br />
Pero lo comprendía y tenía razón: ella mejor que nadie sabía cómo estaban las cosas y sobre todo, estaba consciente de la nueva y extraña actitud del Director. Era mejor tomar precauciones porque si los llegaban a descubrir… —sus ojos se cerraron—. Dios, ni siquiera se imaginaba lo que podían hacerles. <br />
<br />
—No importa… —aseguró—, al menos sé que esta vez estarás aquí —dijo casi entre dientes y Tom no pudo evitar sentirse mal. La había dejado sola y por una… una estupidez. <br />
<br />
—Lo siento, perdóname. Te juro que no volveré a irme, te lo juro. <br />
<br />
—N-no, no te estoy reclamando, ¡no pienses así! —le pidió apretando más los barrotes—. Comprendo porque te ausentaste, en serio, lo hago —Tom apretaba sus dientes—. Pero no puedo evitar sentirme feliz al tenerte de vuelta y ahora que sé que estarás aquí… me sentiré segura, de nuevo. <br />
<br />
—Kimberly —susurró encantado—. No sabes cuantas ganas tengo de besarte —confesó apretando sus puños. Molesto, le brindó una mirada furtiva a la cámara de seguridad que apuntaba hacia él: esta vez, Georg no estaba encargado de la sala de vigilancia. <br />
<br />
Baecker había hecho unos últimos movimientos en el personal. Demonios, ¿es que acaso ese hombre no dormía? <br />
<br />
«Y yo de abrazarte», pensó cerrando sus párpados con pesadez. <br />
<br />
—Debo irme, ya duré mucho aquí… el guardia sospechará —Kim asintió aunque sabía que no podía verle—. Kimberly —la volvió a llamar—, no importa si se siguen complicando las cosas por aquí: nadie ni nada me impedirá que esté contigo… en especial este 24. <br />
<br />
La chica se separó con cuidado de la puerta, mirando a la nada sin comprender. ¿Qué tenía de especial aquel día para Tom? Quiso preguntar el por qué pero no lo hizo ya que sentía que su guardia tenía algo más que decirle, ¿cómo? No lo sabía, era como un… presentimiento. Uno completamente cierto: su guardia mordía su labio inferior, parecía como si quisiera evitar la salida de dos palabras muy peligrosas. ¿Se lo diría? ¿Acaso era el momento? Un “te amo” en ese lugar, ¿era lo indicado? <br />
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Suspiró rendido y sus labios le brindaron una sonrisa vacía. <br />
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—Por cierto… me cambié mi peinado. <br />
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—¿Qué? —soltó estupefacta oyendo sus pasos distantes. <br />
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A lo lejos, se escuchó la alarma dando por aviso que Tom había salido por fin. Ella también sonrió con un toque de ausencia en su gesto. <br />
<br />
—Muero por verlo —dijo sin más. Ese comentario tan tonto le había alegrado, de alguna manera, lo que le quedaba de la noche. <br />
<br />
—¿No se quedará? —la vocecita de Kimy la había vuelto a la realidad. Ella simplemente negó sin ninguna pisca de enfado. <br />
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La pequeña infló sus mejillas. <br />
<br />
—Al parecer, no lo veremos por otro par de días, supongo —las dos hicieron una mueca. <br />
<br />
—¿Es por ese Señor? —suspiró—. Me da miedo —confesó abrazándose a sí misma. <br />
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Kimberly, mirándole con ternura y a la vez con pena, se acercó hasta ella y le acarició su cabeza, para después, abrazarle cómo se debía. Recordó a Jeny y el estado en el que se había puesto al ver al Director Baecker: parecía como si hubiese entrado en un tipo de transe que le mostraba una terrible pesadilla o un horrible suceso de su pasado. Parecía como si su amiga había visto al mismísimo diablo. <br />
<br />
Nuevamente, se cuestionó si le conocía y si era así, por qué. <br />
<br />
—No eres la única —le confesó, aunque no sólo se refería a Jeny. <br />
<br />
Últimamente, a ella también le aterraba.
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<br />
Las puertas de su oficina se abrieron de golpe haciendo que dejara el papeleo a un lado para prestar toda su atención a su querido subordinado, David Jost. <br />
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Baecker se puso de pie y llevó sus manos detrás de su espalda. Sin perder su tranquilo semblante, le dijo: <br />
<br />
—Para entrar, primero se debe tocar —David gruñó por lo bajo. <br />
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—A la mierda los modales. ¡Regrésame a Kimberly! —exigió golpeando fuertemente el escritorio con su puño derecho, alborotando algunas plumas que se encontraban regadas por ahí. <br />
<br />
Baecker negó, burlándose. <br />
<br />
—Ella nunca fue tuya, sino mía. Sus padres me la dejaron a <i>mí</i>, ¿entiendes eso? Prácticamente, soy su tutor. —Sonrió triunfante volviendo a tomar asiento. Acomodó los papeles que yacían en frente, los golpeó un poco para alinearlos a la perfección y comenzó a leerlos ignorando por completo que el Dr. Jost seguía ahí. <br />
<br />
David sintió la necesidad de abalanzarse contra él y golpearlo hasta romperle su estúpido rostro. Estaba furioso, con él, consigo mismo, con todos. Odiaba admitir que tenía razón: él no era quién para decidir sobre Kimberly, él no era su tutor, sus padres no se la confiaron (oh, cómo maldecía ese momento), él no era nadie. <br />
<br />
—Kimberly ya está en los rangos normales, ya no hay necesidad de que la vigiles. Ella está bien, puede regresar a mi cuidado. <br />
<br />
—Ella nunca estará bien —le recordó firmando un papel. <br />
<br />
David apretó sus labios. <br />
<br />
—Lo está —aseguró entre dientes—. ¡Ella lo está! <br />
<br />
De nuevo tenían aquella discusión. Era el pan de todos los días, David no se cansaba de ello: él le repetiría una y otra vez que el estado de Kimberly se había estabilizado y Baecker se lo negaría una y otra y otra vez. Parecían unos niños, no, David parecía un niño, Baecker seguía con su perfil de profesional. <br />
<br />
Eso le daba más coraje. <br />
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—David, no sigas —le pidió bajando la hoja que leía—. Si continúas con esto, no me dejaras otra opción: tendré que despedirte. <br />
<br />
—¿Qué? —aquello le heló. <br />
<br />
—No te estás comportando como un profesional —explicó con sencillez—. Pareces un idiota ignorante, un niño haciendo innecesarios berrinches y eso, mi estimado, es algo que no toleraré en mi hospital. —Terminó poniéndose de pie, apoyando fuertemente sus manos contra el escritorio—. Así que: o te comportas, o te largas. <br />
<br />
—No entiendes, ¿verdad? —cuestionó entrecerrando sus ojos—. ¡Ella me necesita! <br />
<br />
—No, ¡tú la necesitas! —le escupió—. Oh vamos David, ¿realmente te dañó el que tu esposa no pudiera tener hijos, el no poder tener una familia propia, el no tener una hija? —la mirada de David se ensombreció. No podía creer que se haya atrevido tocar aquel tema—. Kimberly no es tu hija —le explicó cómo si fuese algo complicado de entender—, es una paciente y debes aprender a verla cómo tal o eso te costará el trabajo. <br />
<br />
»Te aguante muchas ya, ¡es más! Te aguante años —recordó para sí—. Pero he llegado a mi límite: sígueme jodiendo con este tema, ¡sígueme hablando como si fueses el padre de la paciente #1014! Y te largas y juro ante el Todo Poderoso que soy capaz de arruinar tu reputación para que no vuelvas a trabajar en ningún lado, nunca más —finalizó satisfecho—. Recuerda tu código ético, recuerda tu profesión: nada de sentimentalismo, nada de compromisos. <br />
<br />
El aire no regresaba a su cuerpo, más extraño aún, parecía que David en esos momentos no necesitaba respirar: escuchar las palabras de su superior le habían dejado sin aliento; no sabía cómo contraatacar, estaba atrapado. Sabía que Baecker cumpliría su amenaza, además, tenía fundamentos que le apoyaban. David se estaba alejando de su código, se estaba involucrando con una paciente y eso era algo que su profesión le prohibía estrictamente. Sus puños se apretaron, se sintió un inútil. <br />
<br />
—Cuando te calmes, tengas la cabeza fría y regreses a lo que es ser un verdadero profesionista, te dejaré acercarte a ella —le aseguró sin una pizca de burla en su voz—. Después de todo, ella se encariñó contigo y eso sí es algo que no lo puedo prohibir, además, nos conviene a todos que se mantenga tranquila y (aunque odie admitirlo) tu eres el único que puedes controlarla —suspiró exhausto. <br />
<br />
David sintió su boca seca. <br />
<br />
—Sólo… sólo mantenme informado de todo. —Su superior asintió. <br />
<br />
—Recuerda: cuando regreses a impartir tu profesión como se debe —repitió antes de que saliera de su oficina. <br />
<br />
David lo miró por el rabillo del ojo, segundos después, se fue. <br />
<br />
—Idiota —soltó con cólera sentándose de mala gana, refunfuñando por lo bajo. <br />
<br />
Abrió el cajón de su escritorio, sacó la carpeta color crema dispuesto a inspeccionar una vez más el expediente de la paciente. Suspiró. No había nada nuevo, todo lo de ella se lo sabía al derecho y al revés, no había mensajes ocultos ni nada que dijera que se le había pasado por alto: Kimberly era un caso perdido, cómo todos los locos que yacían en ese piso abandonado por Dios. Eso lo sabía muy bien, su experiencia se lo advertía. Entonces, ¿por qué mostraba cambios, por qué mejoró, por qué ya no es cómo antes? Ella no pudo cambiar. No. No podía hacerlo ya que eso estropearía toda su investigación; no tenía pensado tirar a la basura todos los años de empeño puestos en ella, ¡ni loco haría algo como eso! <br />
<br />
Kimberly debía tener algo escondido bajo la manga: era una loca, pero no era estúpida. No. No lo era, no lo era. Estaba jugando con todos los del hospital, cómo lo hizo años atrás cuando dañó a ese guardia, sí, estaba seguro que se repetiría aquella historia con ese chico nuevo, bueno, ya no lo era tanto, pero… era casi el mismo patrón: guardia, lazo de confianza, conversaciones, sí… iba hacia dónde mismo con la diferencia de que “el nuevo” estaba enamorado de ella. ¿Y si eso le estaba entorpeciendo su investigación? ¿Y si todo el cambio de la paciente se debía a él? ¿Y si… la paciente también le quería? <br />
<br />
No. Eso no tenía nada que ver, era algo trivial. Los sentimientos aquí no existían y mucho menos, en alguien como Kimberly, entonces… <br />
<br />
—¡¡Qué demonios está sucediendo!! —gritó colérico y de pronto, hubo una lluvia de papeles de todo tipo a su alrededor. <br />
<br />
Estaba agitado y sudaba frío. Pasaba saliva con continuidad sintiendo cómo volvía a calmarse. Gruñó por última vez llevando sus manos al escritorio: si no lo hacía, estaba seguro que caería al piso. <br />
<br />
David era un motivo por quién Kimberly trataba de controlarse, lo alejaría. <br />
<br />
Ese guardia rubio, sabía que hablaba con ella, lo alejaría. <br />
<br />
Sus dibujos, eran una manera de controlar su estado. Se los quitaría. <br />
<br />
El nuevo guardia, ese idiota llamado Tom, el que mantenía sentimientos prohibidos por ella, el que la hacía ver como una persona normal, el que la hacía sentir amada. Ese idiota, ese maldito. Lo alejaría de ella, ¡lo alejaría para siempre! <br />
<br />
La alejaría de todos si era necesario pero nadie, ¡nadie! Arruinaría a su conejillo de indias. Kimberly regresaría a ser la de antes ya sea por su voluntad o en ambiente controlado. Después de todo: <br />
<br />
—El que haya tocado fondo, será incapaz de volver. <br />
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Kimberly lo había hecho hace años, ella era un caso perdido, lo era y nadie podía decir lo contrario.<br />
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Las esperanzas se esfumaron al ver en su expresión que no había tenido éxito en su búsqueda. Kimberly, angustiada, volvió su vista al suelo. <br />
<br />
—No pudo haber ido lejos, ¿verdad? —preguntó ansiosa. Bill se encogió de hombros sin saber qué responder. <br />
<br />
—La busqué por todo el lugar, de arriba abajo. No vi señales de ella —Bill sabía muy bien lo que le preocupaba: en ese estado, cualquier alma en pena podía lastimar sin pensarlo a un ser viviente. Y bueno, la verdad, siendo alguien así… no había mucho en qué pensar. <br />
<br />
—No entiendo, ¿por qué se fue? —los labios de Kimberly se apretaron. <br />
<br />
—Yo tampoco lo entiendo —dijo sin más—. Manteníamos una conversación y cuando el Director llegó fue cuando empeoró. <br />
<br />
Bill entreabrió sus labios tratando de reprimir su sorpresa. Así que Baecker tenía algo que ver, dios, eso sólo significaba una cosa. Oh, pobre de Jeny, ¡ella no se merecía algo como eso! <br />
<br />
—¿Bill? —le llamó extrañada. <br />
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Los ojos del chico yacían ocultos gracias su cabello negro. Su cuerpo se había tensado y Kimberly pudo distinguir que su mandíbula se había endurecido; al parecer, él sabía algo… <br />
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—Maldito —murmuró—. Maldito sea… <br />
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—¿Bill? —le volvió a llamar, esta vez, estando frente a frente. <br />
<br />
Sam le había contado la historia, le había advertido quién era Baecker en realidad y aunque en ese tiempo le había creído llegó a un momento en que todo eso se había convertido en habladurías sin sentido. No podía creer que un hombre fuera capaz de cometer ese tipo de atrocidades. Oh, Jeny… ¿qué te hicieron? ¡Qué te hicieron! <br />
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—Kimberly —la llamó con un hilo de voz—, sé muy bien porqué Jeny se fue y sé… —calló—. Sé cómo murió. <br />
<br />
Los ojos de la paciente se abrieron un poco ante aquella confesión: la había tomado desprevenida. <br />
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<br />
<b>Nota final: </b>Aquí es cuando una llega al punto de preguntarse: ¿la loca es Kimberly o Baecker? .-. ¿o la autora? kdjgfdjjadsh ok no xd pues lo de mí ya sabían que estoy loca :3 hahaha espero y disfruten de este capítulo *-* </div>
Ineverloveyouhttp://www.blogger.com/profile/10582150081351758754noreply@blogger.com1