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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

9 feb 2013

Capítulo cincuenta y dos.




El sol calaba a más no poder, era verano, demasiado calor para su gusto. Disfrutaba de aquel clima pero el uniforme blanco de tela gruesa no le ayudaba a sentirse cómodo.

Los inquilinos “jugaban” en el patio. Claro, a su manera. Georg y cuatro guardias más yacían en diferentes puntos del jardín cuidando tanto de los pacientes cómo de las enfermeras. Todo parecía estar en orden: uno que otro paciente caminaba sin rumbo alguno con su mente ida, otros platicaban, trataban de jugar ajedrez o simplemente disfrutaban de los rayos del sol tal y como Jeny lo hacía.

Ella se encontraba sentada en una banca de madera, su semblante te podía decir que estaba tranquila y que disfrutaba mucho de ese día. Miraba sin prisa alguna el cielo, admirando los pájaros que volaban con libertad sobre el inmenso cielo azul. Tan limpio y tan puro, la chica suspiró.

Georg no pudo evitar sonreír, los rayos hacían que el rostro de Jeny luciera más bello para sus ojos verdes. Sin querer, el también suspiró y acto siguiente, hizo una mueca: ella sentía algo por él y él le correspondía pero… aquello era sólo era un capricho. Por fin lo había comprendido y lo mejor que podía hacer por el bien de los dos era alejarse de Jeny de una vez por todas.

Él sólo se había dejado cautivar por ella, era hombre y era débil, se dejó doblegar. No lo podía evitar pero por fin, cuando pudo enfriar su cabeza pudo poner sus pensamientos en orden: nada de eso podía ser. Simplemente no era sano, no era normal; ninguno de los dos iba a llevar una buena vida si seguían con esos “sentimientos” y sabía que al quién le iría peor sería a ella… así que, era momento del “alto”.

«Yo no soy para ti… —Jeny despegó su vista del cielo y sin querer, lo miró. Ella sonrió, una sonrisa tan sincera e inocente que dudaba si era real—… y tú no eres para mí». En ese momento, sintió como si pasara algo pesado por su garganta. Algo en aquella frase le decía que era mentira y que era un idiota pero otra cosa más débil dictaba que era lo correcto.

—Jeny… perdóname —murmuró observando como la chica volvía llevar su atención al cielo azul y sintió su corazón encogerse al ver que su liso cabello estaba recogido por un brilloso listón verde. El mismo listón que él le había regalado…

Esa misma tarde, pidió cambio de turno y cambio de puesto. Ese fue el último día en que la vio, ese fue el día en que ella se convirtió sólo en un distante recuerdo el cual sólo recordaría en los más maravillosos y confusos sueños.

—Hoy tampoco… ¿vino?

Esa voz lo trajo de golpe a la realidad. Giró su linterna hacia la puerta de la habitación 1014 logrando encandilar con la luz a la inquilina; alejó un poco el aparato para después encogerse de hombros y negar.

Era invierno.

Kimberly bajó su mirada y Georg pudo observar a la perfección (aunque la mitad de su rostro estuviera en la oscuridad) que hacía una mueca.

—Comprendo —murmuró dando media vuelta para volver a la cama pero de la nada, se detuvo—. Al menos… ¿sabes cómo está?

—No ha hablado con nadie —respondió con la luz de la linterna apuntando a sus pies—. Gustav y yo hemos tratado de localizarlo pero... no tiene línea.

El cuerpo de Kimberly se tensó.

—No te preocupes tanto… él es fuerte —Georg pensó que recibiría un fuerte y grotesco insulto ante el silencio sepulcral que gobernó el momento pero… lo que obtuvo había sido…

«Jeny»

Fue lo único que pensó al ver la sonrisa de Kimberly. Era igual a la de ella: llena de ilusiones, de sinceridad y al mismo tiempo ingenuidad.

Su cuerpo se heló y su corazón tembló.

—Lo sé —respondió sin más y avanzó hacia su cama para dormir.

Georg inmediatamente se fue de ahí con paso apresurado. Estuvo casi seguro que corrió al principio, pero supo después calmar aquel impulso.

Se sentía mal, se sentía un desgraciado. No. Es un desgraciado.

—Nunca debí dejarte, ¡nunca debí hacerlo! —gritó en la soledad del ascensor. 








 


Sintió un leve apretón en la boca de su estómago debido a una oleada de nervios que invadió su ser. Como siempre, hacía las cosas sin pensar en las consecuencias: ¿y si le despedían por esto? Idiota, ¿qué pasa si lo hacen? Ya no vería a Kimberly. Exhaló. No, nadie le quitaría ese derecho porque ella era…

Mía.

En el pasillo, sentía las rápidas miradas de sus compañeros y enfermeras que, sabía, se habían sorprendido; bajó un poco su vista tratando de pensar en otras cosas e ignorando aquellas reacciones. No importa qué es lo que piensen, sólo había una opinión importante y le pertenecía a ella, pensó
.
Llegó al corredor que daba hacia los vestidores y al entrar, no era de sorpresa encontrarse con el rubio guardia quién sacaba su pesada mochila llena de enormes libros de medicina de su casillero. Éste, al verlo, se quedó inmóvil con la boca entre abierta: más que sorprenderse por lo que se había hecho, le sorprendía verlo de regreso tan pronto y a la vez, estaba aliviado. Tom se encontraba bien y agradeció al cielo por ello. Le tenía preocupado.

Su saludo fue fugaz o tal vez ni siquiera lo fue: Tom sólo lo miró y se dirigió hacia su lugar en silencio, apoyó su mochila en la larga banca de madera y sacó su blanco uniforme. Gustav trató hacer su rutina de la misma manera, con calma. Además no había porqué apresurar las cosas: si Tom no deseaba hablar, no había razón para obligarle; entendía muy bien su situación y sabía que necesitaba su espacio.

—Nuevo look, eh —pero aún así, era su amigo y sentía la necesidad de sacarlo de su encierro mental.

Tom dejó su uniforme sobre la banca y escuchó la puerta del casillero de Gustav cerrarse, se giró para verlo y después de fruncirse el ceño mutuamente, su compañero sonrió.


—Te sienta bien. Eres todo un rapero —aquello había sido una aprobación, la primera del día—. Y lo mejor es que ya no pareces un vago: las rastas te hacían ver sucio, ¿sabes?

Extrañamente, aquel comentario le había hecho la tarde y rió, rió por primera vez en esos tres días de ausencia. Quién iba a decir que regresar al Hospital y ver a uno de sus amigos le haría tan bien; en esos momentos, deseó haber atendido las llamadas de Andreas desde un principio ya que, tal vez, se hubiera sentido bien desde el primer día.

Andreas… hasta Iris, diablos, los extrañaba.

—Gracias, supongo —murmuró pasando los dedos con cuidado entre sus nuevas trenzas negras. Aún le dolía.


—¿Cómo se lo tomaron Baecker y el Dr. Jost? —Tom se inmutó—. Oh, no te han visto, ¿verdad?

—Los he estado evitando —confesó divertido sacándose su camisa para ponerse la del uniforme—. No creo que hagan algo de alboroto, después de todo, las trenzas son más decentes que las rastas, ¿verdad? —silencio—… ¿verdad, Gustav? —le pidió la razón a su amigo, pero éste sólo rió.

—Ninguno de las dos cosas son decentes, ¡idiota! —soltó una carcajada—. Pero… si te aceptaron con estropajos en tu cabeza en lugar de cabello, ¡bah! Las trenzas no serán problema alguno.

Tom había sonreído y Gustav se dijo a sí mismo: “mi trabajo aquí ha terminado”. Se colgó el tirante de su mochila en su hombro y se despidió, tenía que llegar temprano a su casa si es que quería estudiar cómo era debido para su examen de bioquímica.

—Espera —le pidió con algo de impaciencia en su voz—. Kimberly, ¿cómo ha estado?

Gustav sonrió de lado.

—Tranquila —y dicho esto, salió.

No tenía ni la menor idea de cómo Tom había influido en la vida de su amiga y aunque al principio no le había parecido que estuvieran juntos, ahora, agradecía que el chico de trenzas llegara al hospital: le había borrado las heridas y había borrado los malos recuerdos que todos tenían de Kimberly. Inclusive, aquel horrible incidente con el viejo guardia, estaba quedando en el olvido.

Kimberly, sorprendentemente, retomaba (poco a poco) el camino de la cordura.

Tom sintió que daba un suspiro de alivio. Todo estaba bien, Kim se encontraba bien…

—Oh, está volviendo a nevar —se dijo a sí mismo viendo hacia la ventana que yacía sobre su cabeza.

El invierno había entrado hace una semana y las bajas temperaturas no se hicieron esperar. Gustav, antes de salir, también notó el suceso y mientras se ponía su enorme y caliente chamarra, recordó:

—El cumple años de Kimberly… ¡es en este mes!



Kimberly estaba lista para dormir con la cobija que Tom le había regalado hace ya unos meses. En su habitación siempre hacía frío, su guardia se había dado cuenta de ello y por eso le había dado aquel cobertor y aunque estaban en la estación del invierno, en su cuarto ya no hacía frío como antes.

—¿Sucede algo, Jeny? —le cuestionó al descubrirla admirando la pared con pocas hojas.

—Nada… sólo lo miraba a él —señaló el dibujo de Georg.

Kimberly, se puso de pie, lo desprendió y lo sostuvo con cuidado. Era mejor quitarlo antes que alguien más lo viera, se le había olvidado que lo había puesto ahí al confundirlo con uno de sus “inquilinos”.

A Georg también lo pondría debajo de su cama.

—Lo cuidaré bien, lo prometo —avisó bajando el colchón.

Jeny hizo una mueca.

—Kim, es normal… ¿no recordar casi nada? —la chica la miró con atención.

—¿A qué te refieres?

—No sé quién soy —soltó sin más—. Sólo recuerdo mi nombre y muy apenas… es extraño. Es como si alguien hubiese tomado la molestia de borrar todos mis recuerdos dejando solamente mi nombre y remarcado en negritas… —sus hombros se encogieron— y fugazmente, lo recuerdo a él, a Georg… pero… —pasó saliva—, no sé quién fue él en mi vida.

Se abrazó a sí misma.

—Es tan frustrante —confesó apretando sus labios.

Kimberly miró un punto perdido del piso. Era la primera vez que sabía algo de eso: de todas las almas que ha visto sólo ha tenido contacto con Bill y Sam. Con el primero, no se sorprendía al saber que recordaba absolutamente todo de su vida, después de todo, su cuerpo sigue vivo. Débil, pero intacto. Y de Sam… oh, él también estaba confundido cuando lo conoció, más bien, estaba desorientado; no entendía lo que estaba sucediendo, al parecer, aún no sabía que había muerto y después de dos meses… pareció recordarlo todo.

—Supongo que es normal, eso creo —susurró sin verla—. Si me guío con una experiencia pasada… lo recordarás todo en un par de meses —informó sintiendo algo de incomodidad.

Jeny suspiró.


—Me interesa más que nada saber cómo morí. Quiero saber qué me sucedió —exclamó entre dientes—. Es desesperante… es tan desesperante y frustrante no saber absolutamente nada de ti ni siquiera tener una idea de que fue lo que sucedió en tus últimos momentos…

Kimberly no dijo nada. ¿Para qué hablar si no sabía que decir? Pronunciar las frases “Te entiendo” o “me imagino cómo te has de sentir” sería cómo mentirle porque no tenía ni la menor idea de cómo se siente estar en una situación así y en un pensamiento egoísta, deseó nunca saberlo.

Se escuchó la alarma que hizo estremecerla. La había tomado por sorpresa. Las dos chicas giraron su atención hacia el pasillo y Kimberly sintió su corazón latir con fuerza: ¿será Tom? Algo le decía que sí, por favor, que así sea. Ansiosa, se mordió el labio inferior, cerró sus ojos y escuchó los ecos que producía la persona que se acercaba.

«Debe ser él… debe serlo».

—¿Director Baecker? —cuestionó sorprendida y decepcionada a la vez.

Al parecer, otra noche en la que Tom no vendría.

Baecker.

Ese nombre, Jeny conocía ese nombre, ese rostro…

¡No quiero morir aquí!

—¡No, no quiero! —gritó tan fuerte que hizo que las luces del pasillo temblaran. Kimberly le miró atónita, ¿qué le estaba sucediendo?

Se tomó la cabeza con desesperación, se inclinó hacia adelante y comenzó a temblar. Sus ojos estaban tan abiertos que Kim llegó a pensar que se les saldrían en cualquier momento: estaba demasiado asustada y comenzaba a descontrolarse.

—¿Sucede algo, Kim? —escuchó que el Director le preguntó pero ésta le ignoró.

—Jeny… —susurró atónita.

Se había encontrado con su asesino y Kim no lo sabía.


Nota final: mis ojos se cierran solos xd! Espero y disfruten de este capítulo *-* nos leemos en el siguiente ~ jdgskhsdkljgf ya quiero que lean los momentos de tensión que tengo preparados e_e kdsjfsg chao! Buenas noches c: 

1 comentario:

  1. Noo pobre Jeny .. Te juro q me da tanta pena la historia de Jeny y Georg...

    Tiene q pagar ese maldito doctor.. Tom tiene q llegar con Kim .. :D

    Siguelaa prontoo esta muy interesantee ..
    Bye cuidate :D

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