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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

29 may 2012

Aviso: se suspende novela hasta el 18 de Junio

La verdad yo pensé que si iba a poder y no. Ando completamente cerrada y sin imaginación y la verdad prefiero suspenderla a seguirla y hacer un vil mugrero, lo cual, no quiero, porque realmente quiero hacer algo realmente nuevo y asombroso con esta historia, quiero que sea diferente y que sea la mejor novela que he escrito y que ustedes hayan leído.
Mi motivo es que estoy en exámenes finales para POR FIN terminar la preparatoria y después, me concentraré 100% a estudiar para mi examen de ingreso a la Universidad que sería el 16 de Junio, es por ello, que cuando pase todo ese estrés, volveré la semana del 18 de junio con más capítulos que les prometo serán excelentes :-)
Espero que comprendan el por qué hago esto :c como quiera las mantendré informadas en mi página de facebook si  decido volver con la novela antes de la fecha o un poco después, así que estén atentas. Hasta entonces queridas lectoras, las extrañaré mucho y espero que no me olviden D: volveréeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! Les deseo mucha suerte en todo lo que hagan en estos días y que todo salga bien :-) Las quiero <3 

20 may 2012

Capítulo veintidós

No estaba a su vista así que decidió entrar a la oficina y ahí la encontró: sentada en una esquina, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro en ellas. Tom estaba quieto en medio de la habitación dudando en si se acercaba o no; el Director le había advertido que no debía de hablar con ella y David le amenazó con que nadie debía entrar, pero…

—Bill, Bill mírame —le pidió acercándose a su hermano de nueve años. El pequeño levantó su rostro pero no dejó de abrazar sus piernas—. Yo siempre te protegeré. 

Se estremeció al visualizar aquel recuerdo: Bill estaba en la misma posición que Kimberly, con miedo, desprotegido, solo. Recordaba que aquel día, Simone les había anunciado que se iban a mudar para vivir con su nueva pareja, Gordon; Bill no quería, se rehusaba porque sentía que su madre no los iba a querer por estar con Gordon y que éste los iba a tratar mal por no ser sus hijos. Tom, preocupado por su hermano y aún tomando el papel como “el hombre de la casa”, le aseguró a su gemelo que no importaba lo que sucediera, él jamás lo iba a dejar ni cambiar por alguien más. 

Su visión regresó hacia el interior de la oficina, miró hacia la puerta y despacio, la cerró; de reojo, miró a la paciente y pudo observar cómo se estremeció y se abrazó más fuerte. Él no era experto con este tipo de personas pero, no es de listos darse cuenta, que no se les debe dejar solos en un momento como este. 

—Kimberly… soy Tom —le habló caminando con cierto temor hacia ella. No tenía ni la menor idea de cómo podía reaccionar—. Kim… —murmuró su nombre y al estar a unos centímetros de ella se detuvo y se hincó—. ¿Podrías verme? Por favor… —le pidió tratando de tomar su brazo, pero solamente la rosó: Kimberly levantó su rostro y se pegó contra la pared completamente asustada. Tom notó como el pecho de la paciente subía y bajaba con rapidez así que optó por alejarse un poco para que Kim volviera a tranquilizarse. 

—Creo que no esperabas verme a mí… sé que no te caigo bien —le recordó por lo que pasó la última vez que hablaron—, pero necesitaba saber cómo estabas. —Kimberly seguía con esa respiración y su mirada estaba tensada… pero ida—. Entiendo que no quieras hablar… —comprendió asintiendo—, solo quiero que sepas que… si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo. 

Le sonrió y se puso de pie. 

—… ¿Tom? —Él la miró un poco sorprendido, ella, lo miró volviendo otra vez a sus cinco sentidos—. No quise comportarme así…yo… no estoy acostumbrada a ver llorar. 

Tom no supo que decir, solo se encogió de hombros y se compadeció. 

—Está bien, no me molesté ni nada por el estilo. 

Kimberly miró el piso y se lamió los labios un poco confundida al percatarse que no se encontraba en su habitación sino en la oficina de Jost. ¿Cuándo entró allí? 

—Queremos que vivas el terror de tu compañero de al lado. 

Soltó un sollozó ahogado y se volvió a abrazar tratando de sentir protección. Todas las imágenes de la noche anterior regresaron atacando su cabeza sin piedad y lo único que sus oídos escuchaban eran los alaridos del fallecido paciente. 

—¡Has que paren! —Suplicó tapando sus orejas con desesperación— ¡Diles que se detengan, lo están matando! —gritó rompiendo en llanto. 
 
Su guardia reaccionó rápidamente y se acercó hacia ella para tomar sus manos con fuerza y para traerla nuevamente a la realidad. 

—Kim, Kim reacciona, por favor. Solo estamos tú y yo, nada más ¿ok? Abre tus ojos ¡ábrelos! —le ordenó estrujando levemente sus brazos. La paciente, los abrió de golpe y las lágrimas pararon al verlo—. No hay nadie aquí, todo acabó ¿ves? Solos tú y yo —le repitió observando como la paciente se calmaba poco a poco. 

—No me obliguen a volver —susurró con una mirada distante.

—¿Cómo?

La chica decidió mirarlo a los ojos. 

—No me obliguen a volver a esa habitación… me matarán —le explicó con desesperación y el temblor de su labio inferior le avisó a Tom que volvería a llorar—. No quiero estar ahí, no quiero —confesó en susurros y las lágrimas escaparon de nueva cuenta. 

Tom ya no sabía que decir, aquellas palabras le habían impactado un poco. ¿Quién la iba a matar? Nadie. Lo que Kimberly había dicho era un disparate, algo que una persona completamente perdida podía decir pero… lo había olvidado, Kim era una de esas personas… ella estaba loca. 

Sin darse cuenta, ya la tenía abrazada: la cabeza de la paciente descansaba en su hombro y las caricias que él le brindaba a su cabello eran de protección, ¿qué más podía hacer por ella? No sabía. 

—No Tom… ella no está loca —le aseguró Bill, quien observaba la escena desde el otro lado de la oficina—. No la juzgues de ese modo, no la mires así ¡ella no está loca! —le gritó a todo pulmón, pero era en vano, Tom no podía escucharlo. 

Kimberly se aferró más de su guardia al escuchar aquella alma hablar; le había dolido el descubrir que pensaba que era una demente. Se quejó. A ella simplemente le había dado igual, ¿qué más da? Otra persona que la ve con pena, que importa pero, esa persona era Tom. Maldición ¿qué de importante tiene que sea él? La enfurecía y entristecía al mismo tiempo al saber que le importaba demasiado. 

—Yo no estoy loca —susurró. 

Le importaba ya que él desde un principio la había mirado como una simple persona y no como una chiflada y se acercó a ella como si fuese alguien normal y no una paciente. Tal y como lo había hecho Gustav de niño: se acercó con inocencia. 

—¡Ella no está loca, Tom! —Gritó nuevamente Bill, esta vez, a su lado. 

—Yo no estoy loca —volvió a susurrar Kimberly. Tom, la abrazó más fuerte—. No lo estoy. 

—No la dejes sola —le imploró—. La quieren lastimar, no dejes que se la lleven a esa oscura habitación, se quieren apoderar de su cuerpo, Tom ¡ayúdame a salvarla! —Le imploró Bill con desesperación— Hermano… ayúdame a salvarme —susurró cayendo rendido a su lado. 

—No me dejes sola —rogó Kimberly entre sollozos—. Por favor... no.

Tom recargó su rostro en la cabeza de la paciente y al abrazarla más fuerte, ocasionó que su cuerpo se acercará más al de él. 

—No dejaré que nadie te lastime —aseguró buscando sus ojos—. Yo te protegeré —le juró en el acto en que sus miradas se cruzaron. 

Bill sonrió al ver esa escena y sintió paz ya que sabía que Kimberly estaría a salvo pero, aquél gesto de felicidad se fue borrando poco a poco al ver que su hermano y su amiga seguían abrazados, mirándose el uno al otro. Ladeó su cabeza, ¿acaso Tom…? 

—¡¿Qué está pasando aquí?! 

Tom y Kimberly se separaron de golpe al escuchar la estruendosa voz de David y Bill solo los miraba con cierta tensión.

«Nada de esto terminará bien», pensó aquella alma.


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Batallé en hacer este capítulo .-. pero lo logré :3 espero que les guste <33333 ¡muchas gracias por leer! c': no se les olvide unirse a mi página en face que está en los enlaces de este blog :) ¡suerte mañana que es lunes! D:

18 may 2012

Capítulo veintiuno



Un agudo dolor comenzó invadir mi cuerpo al grado de convertirse insoportable. Estaba perdido, anonado, confundido, aturdido… ¿qué pasó? Abrir mis ojos se me fue complicado, tuve que hacerlo rápido y fuerte sino, no se abrirían nunca: todo estaba oscuro, ¿por qué? No me podía mover, algo me presionaba fuertemente y al recuperar poco a poco la vista descubrí que era la bolsa de aire. 

Desesperado, traté de hacerlo a un lado pero el dolor en mi cuerpo me impidió seguir moviéndome. Me tensé al ver en la bolsa blanca manchas de sangre, confundido, toqué mi frente y vi las yemas de mis dedos: rojos. Como pude, abrí la puerta del auto y salí dándome completamente contra el piso, me arrastré como pude alejándome un poco del auto; cuando logré incorporarme, descubrí que mi playera también estaba manchada de sangre y que tenía fuertes golpes en mis brazos. Escuchaba pedazos de vidrios a mí alrededor, las ventanas —al parecer—, habían explotado. Me levanté poco a poco y aunque mis piernas querían caer, yo no las dejé; inspeccioné un poco del lugar y pude notar una llanta del auto a lo lejos gracias a lo poco iluminada que se encontraba la carretera. Me restregué los ojos. 


—¿Bill? —le llamé volteando por todos lados, no estaba.— ¿Bill? Dios… —comencé a caminar hacia el auto; escuchaba como los vidrios se quebraban debajo de mis pies, eso me ponía más nervioso. Llegué al lado del conductor dándome cuenta que la parte delantera del automóvil estaba hecho trizas y del motor, aún salía humo— ¡Bill!—grité. 

Medio cuerpo de mi hermano estaba sobre la desaparecida ventana, sus manos colgaban y noté golpes en ellos.

Completamente asustado, corrí a su auxilio; no sabía si meterlo nuevamente al auto para después, abrir la puerta o sacarlo como podía por la ventana, estaba en shock, tenía miedo de lastimarlo más de lo que ya estaba.

—Hm… —el leve quejido de Bill me trajo nuevamente a la realidad; reaccioné torpemente y tomé sus brazos.

—¡Te sacaré de aquí, hermano! —le aseguré levantando su rostro. 

—¡¡Tommy!! 

—¡¡Ahh!! 

Mi cuerpo palideció, ese no era el rostro de mi hermano… ¡era el de un monstruo! Sus ojos grandes y negros, no tenía nariz, su boca era demasiado larga y sus dientes parecían colmillos; y su voz… su voz era distorsionada. 

—¡¿Por qué me hiciste esto Tommy?! ¡¿Por qué?! —preguntaba arrastrándose fuera del auto, yo retrocedía aterrado, esa cosa venía por mí—. Estoy muriendo en un hospital por tu culpa, ¡eres malo! —escuchaba sus huesos tronar, sus brazos se retorcían al arrastrarse hacia mí, ¡¿qué demonios pasa?!

—¡Devuélveme a mi hermano! —grité cayendo al piso.

—¡Él me pertenece! —Gruñó acercando su rostro al mío— y tú también me pertenecerás. 

Su cuerpo sudaba frío, estaba completamente asustado y sus ojos bien abiertos, quienes miraban al techo, se encontraban dilatados. Esa era la peor pesadilla que ha tenido en todo lo que lleva de vida, el impacto fue tan fuerte, que no se podía levantar por el miedo; al principio, creyó que era el mismo sueño/recuerdo que lo atormentaba desde el día del accidente pero después… hubiera deseado despertar cuando tenía la posibilidad.

Sintió que volvía a respirar, poco a poco volvió en sí y se reincorporó sentándose en su cama percatándose de que la televisión que se encontraba frente sus pies estaba encendida pero no había señal en ella. Confundido, buscó el control remoto y la apagó pero aún estando un poco incómodo se puso de pie y encendió la luz de su habitación. Suspiró. Eso logró tranquilizarlo y antes de regresar a la cama para intentar volver a dormir, dio una mirada rápida a su reloj/alarma: 3 am…

… Los ojos de Kimberly se abrieron de golpe al marcar las 3 am. La chica despertó un poco atontada ya que la anestesia aun estaba en su sistema y tardó varios minutos en recordar que era lo que había pasado. 

—Demonios —maldijo alarmada al ver que todo estaba oscuro, tal vez ya era demasiado tarde, tal vez aquella horrible alma logró su cometido. Con cuidado, se sentó en la cama y trató de respirar para poder calmarse: quería saber que había ocurrido en todas esas horas que quedó inconsciente porque, según la enfermera, la dosis de anestesia era para quedarse dormida un día completo. 

—Buenos… “días” bella durmiente. 

—Eres un maldito —aseguró entre dientes. Sam rió—. ¿¡Por qué lo hiciste?! ¡Él era completamente inocente! 

—No hemos hecho nada. —Kimberly lo miró de golpe—. No queríamos que te perdieras el espectáculo. 

—¿Qué... qué quieres decir? —Titubeó nerviosa. 

—Queremos que vivas el terror de tu compañero de al lado —informó riéndose y volteó hacia la puerta. Kimberly, se tensó y también volteó hacia la misma dirección: era ese espeluznante hombre. 

—No. No lo hagan, por favor —imploró cerrando sus ojos. 

Las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas. Sam ya no estaba en su habitación— ¡¡Déjenlo en paz!! —gritó con todas sus fuerzas, pero claro, todo era en vano; ella escuchaba todos los alaridos del paciente, logró sentir su dolor, su desesperación y algo mucho peor: escuchaba las risas de Sam y sentía la furia del hombre desconocido.

—Basta. Basta, por favor. Basta —suplicó tapándose sus oídos— ¡¡Basta!! —solo quería que aquella “pesadilla” terminase.

***

Tom llegó al hospital a las 2. 30 al recibir una llamada urgente. No tenía la menor idea de lo que sucedía, lo primero que pasó por su mente era de que se trataba de Kimberly ya que él era uno de los guardias que le correspondían cuidarla y se angustió al pensar que le había pasado algo malo pero al ver a sus dos compañeros se enteró de que era algo mucho peor, aunque gracias al cielo, no tenía nada que ver con la chica. 

Se quedó pensativo, había pasado en la misma madrugada cuando tuvo esa horripilante pesadilla y su maldito cerebro le recordó lo que había escuchado en la sala de vídeos dos noches atrás: “muerte”, ¿acaso tendrá algo que ver? 

—No sé qué decir —confesó Georg viendo como subían el cuerpo —dentro de una bolsa negra— a la ambulancia forense—. Nunca pensé que presenciaría algo así. 

Tom se desconectó nuevamente de la plática; su estómago se revolvió al ver el cadáver, quería vomitar, quería irse de ahí. 

—¿Presenciar? ¡Tú no viste nada! —restregó Gustav—. No me quiero imaginar cómo ha de estar Kimberly en estos momentos. —Tom alzó su mirada.

—¿Kim? ¿Qué pasó con ella? 

—Ella escuchó todo, o eso es lo que piensan. Aquel paciente era su vecino —le informó el rubio—. En la mañana, la habían encontrado en una esquina completamente desesperada y con los oídos tapados con sus manos, estaba aterrada. 

—¿Dónde está ahora? 

—Está en la oficina de su psicólogo… por ahí escuché, que ella puede ser un testigo de lo ocurrido —respondió con un poco de malestar—. No la han dejado descansar, eso está mal, ella debe dormir y no hablarle más sobre el tema. 

—Pero deben saber que sucedió, Gustav —le dijo Georg—. No te preocupes, debe estar cómoda en la oficina de David. 

Tom bajó su mirada e hizo una mueca, al parecer, tampoco había sido una buena noche para Kimberly.
—Solo espero que esté bien —susurró. 

—¡Hey! —los tres compañeros se giraron ante ese llamado—. El director les llama en su oficina, es urgente.


***

Baecker les advirtió que Kimberly y otro paciente vecino a la víctima permanecerían en las oficinas de sus respectivos psicólogos mientras todo el proceso de investigación se estuviera llevando. Además, el impacto para los dos pacientes había sido demasiado fuerte que era preferible que se quedaran ahí a que volvieran a su habitación ya que, tal vez, podían volverse más inestables y podrían causar muchos más problemas. Mientras los pacientes estén en ese delicado estado, les recomendó solo acercarse y hablarles cuando sea su hora de comer, tomar medicamento y de ducharse pero hasta ahí, nada de entablar conversación con ninguno. 

En aquella sala, Tom conoció a los otros dos guardias de Kimberly: Iván, que era el guardia de la mañana y Gustav, resultó ser su guardia de tarde. Georg, resultó ser el guardia del otro paciente. 

—Tom, ¿puedes hacerme un favor? 

—¿Qué pasa? 

—Bueno… tengo que ir a mi casa por algo de papelería, sabes, me darán una beca para mi universidad y bueno, no contaba con que pasaría algo como esto —soltó Gustav algo incómodo—. ¿Podrías cubrirme por una hora o dos? 

Tom sonrió de medio lado y asintió.

***

El ambiente en el hospital estaba demasiado tenso, el personal no paraba de hablar acerca de lo sucedido y Tom veía un policía en cada piso. 

—¿¡Dónde está Gustav?! —retrocedió al ver a David de repente enfrente suyo. 

—Tuvo que salir por asuntos personales —respondió—. Lo cubriré mientras llegue, ¿pasa algo? —Jost miró a su alrededor algo desesperado. 

—Escúchame bien: no dejes que nadie entre a ver a Kimberly, ¿me escuchaste? No me importa si es un policía, detective, el presidente ¡no me importa! Nadie, absolutamente nadie debe entrar a la oficina. —Tom lo miró confundido.

—Pero, en estos momentos necesitan hablar con ella… —David negó. 

—¡Nadie debe cruzar esa maldita puerta! Si me entero que dejaste entrar a alguien, ¡te despido! —le amenazó.

—¡Tu no puedes hacer eso! —se puso a la defensiva. 

—Puedo hacer eso y más, así que cumple con lo que te ordené. —Y dicho eso, se fue hacia una dirección desconocida para Tom.

El de rastas, entró al pasillo refunfuñando pero se calló al sentir un escalofrío recorrer su espalda. Al parecer, la jornada del trabajo se volvería más pesada. 

Todo estaba en silencio, parecía que no había nadie en ese lugar, solo él. Caminó un poco curioso mirando las puertas que tenía a su derecha: vacías. Giró hacia el lado de las ventanas y observó el pequeño campo de girasoles del hospital, al menos, tenía una alegre vista. 

“Dr. Jost”. Se detuvo enfrente de esta puerta y aunque el director se lo había advertido… quería saber cómo se encontraba. 

—¿Kimberly? —la mencionó abriendo con cierto temor la puerta.


*
¿Qué pasará cuando Tom entre a esa oficina? ¿Cómo estará Kimberly? Créanme que ya se acerca el "romance" que algunas esperan con ansías :)
Bien. Se terminaron mis fiestas de cumple años, esta semana fue agradable debido a que el lunes cumplí mis 17 primaveras xd ¿cómo han estado ustedes? :) ¡espero y disfruten de este capítulo! <3 

6 may 2012

Capítulo veinte.



Jost logró el permiso de sacar a Kimberly de su habitación. Para su sesión del día, le tocaba a Kim ir a la pequeña oficina de su psicólogo, además, David pensó que le caería bien un aire un poco diferente.
En aquél piso, eran pequeños consultorios de los diferentes psiquiatras del hospital y las grandes ventanas te dejaban ver el enorme jardín de éste. Sus ojos, se encontraron con un enorme punto amarillo y al distinguir mejor, se dio cuenta que se trataban de unas enormes flores.

—¿Te gustan? Son girasoles.

Kimberly apartó su mirada para encontrarse con David quien la esperaba afuera de su consultorio, pero la curiosidad volvió a invadirla y volteó una vez más hacia donde se encontraban esos girasoles. David le hizo una señal a Gustav para que dejará el brazo de la paciente en libertad, el rubio la miró y accedió a la orden; los dos hombres observaron como Kim caminaba hacia el ventanal y apoyaba un poco su frente en éste para poder mirar los girasoles un poco más de cerca.

—Creo que le gustaron —le murmuró David a Gustav.

El rubio no hizo gesto alguno, solo se concentró en la paciente. Él ya lo sabía, sabía la fascinación de Kimberly hacia esa flor y lo curioso, es que algo en él le decía que ella no recordaba haberlos visto antes, ¿por qué lo olvidó?

—Hey Gus, ahí viene esa niña, ¿por qué no le hablas? —le incitó su abuelito mientras cuidaba la presentación del recién campo de girasoles.

—No creo que quiera ser mi amiga. —Murmuró apenado pasándole las herramientas de jardinería.

—Has un intento —insistió—. La pequeña se siente algo sola, anda, ve a hacerle un poco de compañía. Ella necesita estar con niños de su edad —explicó dándole un pequeño empujoncito—. Anda, ve.

El pequeño Gustav hizo una mueca de inseguridad y miró a su abuelo de reojo y después, miró a la niña que se encontraba sentada sobre una banca hecha de piedra, con una enfermera como su encargada. Pero ninguna de las dos hablaban, la enfermera trató de todos los modos posibles entablar una conversación, pero la niña no se prestó… ella solo quería irse.

—Ho… hola —saludó con un poco de tartamudeo—. ¿Cómo te llamas? —la niña lo miró por dos segundos y volvió a bajar su mirada; no le respondió—. Eh… no sé si te acuerdes de mí, pero yo estuve cuando el señor Jost te encontró en los arbustos. Me llamo Gustav. —La niña no habló y Gustav miró a su abuelito y subió sus hombros como en señal de que no había logrado nada con ella.

—¿Tu eres como yo?

Gustav abrió sus ojos al escucharla hablar y pasó saliva; al fin logró la conversación.

—¿Cómo tu?

—¿Tú también estás —hizo una pequeña pausa— loco? —Y ante esto, lo miró.

—Pues… mi abuelito me dice que si lo estoy —rió y al notar que logró sacarle una muy pequeña sonrisa, se sintió en confianza—. Entonces, si, estoy loco. No eres la única.

La niña giró su mirada hacia dónde yacía el abuelo del niño y Gustav se dio cuenta de ello.

—Son lindas esas flores.

—No son flores, ¡son girasoles! —Le corrigió riendo—, ¿quieres verlas de cerca?

—Yo… no sé —respondió con timidez.

—¡Anda, vamos! Será divertido —aseguró tomando la mano de la niña y casi a rastras, la llevó donde su abuelo. El señor le sonrió a la pequeña y miró a su nieto.

—Gustav, ¿quién es tu amiguita? —le guiñó el ojo en señal de complicidad.

—Eh… no me ha dicho su nombre abuelito.

—Me llamo… Kimberly.

Gustav volteó a verla y el señor, con cuidado, arrancó uno de los tantos girasoles que había y se lo acercó.

—Bonito nombre —halagó—. Aquí tienes.

—¿Por qué? —Preguntó Kim tomando el girasol.

—Porque una bonita niña como tú, debe tener una hermosa flor como ésta —respondió Gustav y los dos niños esbozaron una sonrisa.

Kimberly admiró el girasol con sus dos manos… exactamente como lo hacía su madre. A ella, también le encantaban los girasoles.

—Yo los conozco —murmuró ida—, los he visto —pero realmente, no logró recordar en donde.
—Kim, es momento de entrar —avisó David tomando su brazo.
La vista de la paciente seguía enfocado en aquél campo. Gustav la miraba confundido, ¿en qué momento le olvidó, en qué momento se olvidó de todo?

*

Era el segundo día del descanso de Tom, eran las cuatro de la tarde y él, sorprendentemente, seguía dormido; mientras tanto, su contestadora se llenaba de mensajes de su mejor amigo, a quién no ha visto en ya un tiempo y lo que contenían los mensajes era para avisarle, que estaba a punto de llegar a su departamento.

—¡Tom, abre! —le pidió tocando la puerta una y otra y otra vez.

—¡¿Qué mierda pasa contigo?! —Explotó abriendo un poco la puerta. Su cara era de muerte, le habían cortado de una horrible manera el sueño.

—Solo quería pasar a visitarte —respondió sonriendo y al ver que Tom seguía furioso, alzó una bolsa de plástico—. Traigo cervezas.

Y la puerta se abrió completamente. Esa tarde sería de amigos.

—No estoy de humor para ir por chicas —le avisó sobándose la sien.

—Vamos Tom, mereces divertirte un poco.

—No, ya no. —Aseguró dándole un gran sorbo a su bebida.

—Te estás castigando mucho, ¿no crees? El accidente no fue tu culpa, si no mueves el volante, tu no estuvieras en ese sillón en estos momentos.

—No quiero hablar de ello, hoy no.

—Bueno, entonces ¡vamos a salir! —Le rogó una vez— no estaremos mucho tiempo, por favor, extraño salir con mi mejor amigo.

Tom dejó su cerveza en la mesita del centro, se recargó completamente en el sillón y le ofreció una pesada mirada a su amigo.

—Ok, acepto, pero te advierto que me iré temprano.

*

Kimberly y Gustav detuvieron su marcha en la habitación del vecino de la paciente. Enfermeras y guardias se encontraban ahí adentro quién sabe por qué. Kimberly se tensó al imaginar de qué se trataba, deseaba que su conclusión fuera errónea pero algo muy dentro le confirmaba que todo tenía que ver con el alma que ha vagado últimamente por esos pasillos.

—Es mejor que te deje en tu habitación —dijo Gustav guiándola hacia allá y cuando cerró la puerta se dio cuenta de la mortificación que Kim plasmaba en su rostro—. Tranquila, todo estará bien —le prometió yéndose de ahí.

—No, nada lo estará —dijo con seguridad—. Nada lo estará, ¡nada lo estará! ¡¡Nada lo estará!! —Calló de golpe al ver aquél espeluznante ser frente a su puerta. El cuerpo de Kimberly se heló debido al miedo que sintió pero sus sentidos volvieron poco a poco al distinguirle una maldita sonrisa en el momento que esa alma miraba hacia la habitación de al lado. Eso le bastó para confirmar: aquella alma diabólica iba a hacer algo horrible y ella… ella debía de detenerlo a como fuera lugar, debía salvar al inocente paciente.

—¡¡Hey!! —Gritó a todo pulmón en el momento en que ese ser malvado desapareció—¡¡Hey!! —Volvió a gritar golpeando fuertemente la puerta y después, siguieron las patadas. Debía llamar la atención— ¡¡Oigan, alguien… ayuda!!

Dos enfermeras y otro guardia salieron ante el llamado de auxilio.

—Necesito salir de aquí por favor, siento que me estoy ahogando… por favor —suplicó agarrando su garganta y fingió desesperación. Una enfermera, accedió a que el guardia abriera la puerta y éste accedió a la orden.

—¡Se escapa! —Gritó alarmada una de las mujeres. Kimberly había empujado al guardia para poder salir, pero no se escapaba, ella iba por el paciente, tenía que acercarse.

—¡¡Déjenlo, déjenlo!! —Les gritaba a todos en esa habitación al percatarse que lo que querían hacer era anestesiarlo— ¡¡No lo toquen, solo facilitarán su trabajo!! ¡¡Lo matará!! —Aseguró empujando a todos y esquivando los brazos de los guardias—. ¡¡No lo inyecte!! —Le amenazó a la enfermera y le dio un fuerte manotazo ocasionando que la aguja cayera. Kimberly, aprovechó y la recogió.

—¡¡Cuidado!! —Se alarmó una de las enfermeras.

—¡No es lo que creen, ustedes no saben! ¡¡Él lo quiere matar!! —Señaló al paciente que yacía semiinconsciente—. Deben sacarlo de aquí ¡¡Lo matará si no lo hacen, está en peligro!!

—¡Basta ya! —Rugió uno de los guardias y con agilidad logró que Kim soltará la jeringa y la cargó inmovilizándola de los brazos.

—¡¡No, suéltame!! ¡¡¿Qué haces imbécil?!! ¡¡Suéltame!! —Gritaba como una… como una loca— ¡¡Lo matará, lo matará!! ¡¡Yo soy la única que puedo salvarlo!! ¡Lo matará!

—Es suficiente, chiflada —sus berrinches la habían cansado. La aventó hacia la cama y en compañía de otro guardia más, trataron de amarrarla.

— No, no, no, no ¡no! ¡¡Yo lo tengo que salvar, no!!

—A un lado —ordenó una enfermera preparando la jeringa.

—¡¡No!! —Gritó lo más fuerte que podía al ver la aguja acerarse— ¡¡No, no, no…!!

—Esto bastará para que duermas todo un maldito día —espetó y todos salieron de la habitación dispuestos a terminar el trabajo con el otro paciente.

—No… no entienden… lo matará… él lo hará —su vista comenzaba a nublarse y lo único que distinguía era una silueta, era la de Sam.

—Gracias Kim. Nos facilitaste las cosas —su voz era distante pero clara. Todo había acabado.
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¿Por qué Kim no recuerda nada de su pasado y por qué ya no habla con Gustav? Ya saben como soy, las lleno de muchos misterios (6) pero tranquilas, al final todo valdrá la pena e.e ¡gracias por leer! :'3 

4 may 2012

Capítulo diecinueve



—Te vi.

Iris solo movió su cabeza. 

—¿Disculpa?

—Te vi saliendo el hospital, me alegro que te hayas animado a ir —espetó apretando sus labios. Su amiga soltó un suspiro
.
—Tus palabras del otro día me hicieron reaccionar Tom, gracias —sonrió. 

Otro día en la pequeña academia había terminado. Iris cerraba la puerta y Tom acomodaba sus cosas pero antes de irse, el de rastas se ánimo a preguntarle algo: 

—Hey, ¿alguna vez tu cabeza te ha hecho una mala jugada? —Iris lo miró confundida. 

—¿”Mala jugada”? ¿A qué te refieres? 

—Eh… ayer en mi trabajo ocurrió algo extraño, algo, no sé qué —aclaró—, le pasó a las cámara de seguridad; dio demasiado miedo, ¿lo peor? Estaba solo. —La chica lo escuchó sorprendida y llevó su mano a su mentón, tratando de analizar lo que le decía el de rastas. 

—Pero… ¿se le fue la señal o… se escuchaban ruidos o…? 

—¡Las dos cosas! —soltó de golpe—. Bueno, primero se iba la imagen y cuando regresaba, escuchaba una voz, al principio pensé que era de mi compañero pero me di cuenta que no sonaba como él; era una voz demasiado tétrica y lo único que le escuche decir fue “muerte”. 

—Oh Tom, tranquilo, la cámara estaba fallando. Me imagino que cuando se iba la imagen había como una interferencia, ¿cierto? —él asintió—, entonces sí, tu cabeza te hizo una mala jugada: estás cansado y tal vez comenzaste a escuchar cosas que al final solo era tu imaginación. No te preocupes. 
 
—Entonces… no crees que, eh, ¿haya sido obra de fantasmas o algo por el estilo? —Su amiga soltó una fuerte carcajada. 

—¡Esas cosas no son reales! —aseguró—, una buena siesta y todo quedará en el olvido. 

Tom se sintió un poco mejor, no lo había visto de esa forma y lo cierto era que, lo que le había dicho Iris, tenía demasiado sentido y era una buena explicación. Lo mejor es que sus descansos con el hospital y la academia coincidieron con el día de mañana, ¡podría dormir toda la tarde! Algo que anhelaba.
Se despidió de Iris y aunque su amiga insistió en darle un aventón a su departamento él se negó y tomó el autobús. No le gustaba causarle tantas molestias a las personas, además, le gustaba andar solo a esas horas ya que su mente estaba tranquila y comenzaba a reflexionar acerca de su vida. 

Al llegar al departamento, aventó todas sus cosas hacia el pequeño sofá y lo único que tuvo cuidado en dejar recargado en la pared, fue su guitarra. Se quitó los zapatos, sus pantalones y su playera quedando solamente en bóxers; no había tiempo de hacer nada más, solo quería dormir como se debía. Cuando su cuerpo sintió la suave cama, se giró para encontrarse con su reloj-alarma, éste marcaba las 8:39 de la noche; hizo una pequeña mueca y volvió a girarse para fijar su vista al techo. 

—Me pregunto… quien estará cubriéndome —murmuró tratando de pensar que sería una persona demasiado paciente con Kimberly.



*

No podía pegar el ojo, presentía que algo malo iba a suceder, lo sabía, estaba segura, pero le frustraba el no saber cuándo exactamente y cómo iba a pasar. Tenía miedo. Una parte de ella le decía que podía salir herida y si no era ella, sería alguien más y eso era lo que le preocupaba, no quería que nadie saliera lastimado en lo que fuera a ocurrir pero... ella tampoco quería salir afectada, no otra vez. 

Distinguió una tenue luz por debajo de su puerta y dudosa, se levantó de la cama; concluyó que era su guardia haciendo una de sus inspecciones, como cada noche. Hizo una mueca. Tal vez… tal vez debía brindarle una disculpa, una pequeña o tal vez no, ¿por qué debía de hacerlo? Ella no quería saber nada, además, no fue por su culpa el accidente y por ella no fueron las lágrimas, entonces, disculparse no era necesario. Cerró sus ojos. Algo dentro de ella no estaba a gusto con lo que estaba pensando y después, con molestia, recordó como era de niña, cuando se preocupaba por los demás, cuando no era fría, ¿dónde había quedado esa pequeña? ¿Dónde? 

—No deberías estar despierta. 

Lo vio de golpe al escucharlo, algo no estaba bien, esa no era la voz de Tom. 

—¿Quién eres tú? —preguntó un poco enojada.

—A partir de hoy, seré tu guardia por dos noches. Al chico, Kaulitz, ya se le dieron sus descansos oficiales.
Kimberly bufó. Como detestaba los guardias temporales. 

—Al menos serán dos días —agradeció encarnando una ceja. 

—Vuelve a la cama —ordenó alejándose de la puerta. Kimberly accedió solamente para que la dejara sola de una vez pero claro, no dormiría, no podía hacerlo. 

Realmente no sabía qué hora era en realidad, tal vez las dos de la mañana, si, era lo más seguro y ella, aún estaba despierta y se encontraba completamente aterrada. Aquel ser había aparecido por fin, lo escuchaba, estaba merodeando por los pasillos susurrando cosas que no lograba entender pero no quería hacerlo, con solo escuchar su voz su piel se erizó. 

—Los has hecho enojar Kimberly, bien hecho —alardeó Sam. 

—¿De qué hablas? —le cuestionó con un hilo de voz. Seguía acostada y le daba la espalda. 

—Todos se han enterado de que ayudarás a ese tal “Bill”… no les pareció tu decisión. 

Kimberly se armó de valor para verlo: Sam estaba sentado sobre su escritorio, como solía hacerlo siempre e inspeccionaba sus dibujos. Rápido, se levantó y se pegó contra la pared, no le gustaba estar cerca de él. 

—¿A qué te refieres con “todos”? —Sam bajó una hoja de papel. 

—¿No recuerdas a todos los amigos que hiciste cuando te internaron? —Kim pasó saliva y sintió un dolor en su pecho. 

—Ellos no son mis amigos, no son nada mío ¡les ordené que me dejarán sola, les dejé todo en claro! 

—Solo lograste verte como una maldita egoísta —negó decepcionado—, y ahora que decidiste ayudar a ese imbécil los has hecho enfurecer, se preguntan qué es lo que te hizo para llegarte a convencer. 

—No me hizo nada —contestó entre dientes—. Es por eso, que accedí en ayudarlo ¿y ustedes qué me hicieron? ¡Me hirieron física y emocionalmente! 

—¡¿Y yo?! —le gritó apareciendo frente a ella— ¡Yo te traté como mi hermana, te confié mis secretos y yo te guardé los tuyos! ¿Acaso lo olvidas? ¡Yo era tu único amigo cuando eras una maldita mocosa! Y ese Bill ¿qué hizo? ¡Nada! Solo dar lástima. 

Kimberly negó con fuerza.

—Todo era una trampa tuya, querías mi confianza para después usar todo en mi contra. Les hiciste creer a mis padres qué era una loca ¡por ti estoy aquí atrapada! —reclamó con un nudo en la garganta— ¡Te odio, a ti y a ellos! —señaló la puerta— No les ayudaré ¡nunca! No se lo merecen ¡no se merecen nada! 

—Con que así están las cosas Kimberly —susurró entrecerrando sus ojos. 

—Lárgate Sam —ordenó— ¡Lárgate ahora! 

Su cuerpo tocó el piso y rompió en llanto al quedarse sola en esa fría habitación. Volvió a escuchar a la otra alma vagar nuevamente por su pasillo; molesta, se puso de pie y se acercó a la puerta: estaba harta de ellos, harta de estar encerrada, harta de estar loca. 

—¡¡Lárgate, déjame en paz, lárgate!! 

Pum. Un fuerte golpe hacia la puerta hizo que retrocediera y se tragara sus gritos, sus ojos se secaron y su respiración se le fue por unos momentos debido al susto; lo había hecho enfurecer. 

—Yo no les ayudaré, no lo haré.

Y esa fue su última palabra.

*

—Espero que me perdones por lo que te obligaré hacer —murmuró tomando la mano de su hermano—. Es por el bien de todos, Tom. 

Sus ojos se abrieron y se sentó de un reflejo en la cama. Bajó su mirada hacia su mano izquierda y lentamente la cerró, aquél sueño lo había sentido tan real que lo hizo tiritar. 

Soñó que Bill despertaba y al verlo, sonreía: le agradecía por permanecer en su lado todo ese tiempo y… tomó su mano. El tacto lo había sentido… lástima que fue un sueño.

—Te extraño, hermanito.


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Aquí está el otro capítulo! He estado más ausente de lo normal ya que esta semana ha sido de exámenes, ha sido la muerte. Literalmente. Como son los finales, me estreso demasiado, uno de mis tantos defectos xd, pero ya no hay que hablar de ello! :p . Espero que les guste este capítulo <3 cualquier duda o sugerencia a mi página en FB o a mi formspring, les responderé con mucho gusto :) ! Gracias también por sus comentarios :')
*acerca del comentario de un one shot de Pain of Love, créeme que lo he pensado... pero opté por hacer otra cosita jiji, pronto se sabrá<3 :)