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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

12 oct 2012

Capítulo treinta y cuatro


Gustav soltó un suspiro de sorpresa y se giró para verla completamente anonado. Kimberly, por otro lado, tenía su mirada fija al piso reflejando la inseguridad que le caracterizaba pero al contrario, la pequeña niña que tomaba de su mano tenía la frente en alto y veía al chico rubio con la inocencia que caracteriza un pequeño de su edad, además, sonreía.

—Kim, disculpa, ¿acabas de hablarme? —preguntó torpemente. La pequeña niña asintió y a los pocos segundos Kimberly hizo lo mismo.

La paciente lo miró dudosa y aunque tenía miedo no pudo evitar notar como algo pesado dejaba libre su cuerpo haciéndola sentir más ligera y por ende, más tranquila. Ella necesitaba socializar con más personas cosa que nunca logró hacer: los espíritus que la asechaban le prohibían hacer tal cosa, a no ser por Sam, quien había sido el único ser capaz de hablarle sin necesidad de enfrentarse contra aquellos entes, ella hubiera sido una persona solitaria. Es por eso, que aunque tal vez no sea la persona, más bien, espíritu más agradable, siempre le guardara un pequeño cariño.

Y luego, vino Gustav. Otro amigo pero de carne y hueso.

—Me podrías explicar, ¿qué significa exactamente “amor”? —cuestionó frunciendo su ceño constantemente ya que aquellas palabras fueron forzadas al salir. Nunca supo como iniciar correctamente una conversación.
Su guardia abrió sorpresivamente los ojos pero después, relajó sus hombros y sonrió.

—Me la pusiste difícil —confesó—. El amor no es algo que se pueda definir —rió con ternura al ver en el rostro de Kim algo de enojo. Algo que recordaba de ella es que siempre quería saberlo todo—, pero haré lo posible para explicártelo en nuestro camino hacia tu habitación, ¿te parece?

Ella hizo una mueca y miró a la pequeña. De respuesta por parte de ésta, obtuvo una enorme sonrisa y soltó su mano dándole a entender que a partir de ahí, estaría sola pero que se iba a encontrar bien.
Kim aún no entendía quien era esa pequeña y mucho menos, comprendía el por qué le brindó incomodidad y confianza al mismo tiempo. Necesitaba saber quién era, pero con ella no iba a forzar la respuesta, sabía que si la niña se le había aparecido es porque sabrá de su vida… en algún momento.

—Entonces… —musitó recordándole a Gustav lo prometido.

—Todavía eres impaciente —advirtió alegre—. Mhh, bueno, no soy experto en ese tema, no me he enamorado muchas veces pero espero hacerlo en el futuro —confesó—. Mira, el amor nunca lo puedes definir con exactitud, es algo que sientes en el interior, una sensación muy agradable. Cada vez que estás a punto de ver a esa persona especial no puedes evitar sentir muchos nervios o un ligero cosquilleo en tu estómago. Cuando yo estaba enamorado, recuerdo que hacía cualquier cosa para verla feliz —suspiró—, aunque eso significó dejarla ir para que ella hiciera su vida con otra persona; me dolió, sí pero después entendí que fue lo correcto al ver lo contenta que se encontraba al lado de ese hombre. —rió—. Sé que no es una buena explicación, pero ¿te respondí la pregunta?

Kim guardó silencio, estaba analizando las palabras del guardia. Con que de eso se trataba: los nervios, la ansiedad, los cosquilleos en su estómago, eso quería decir qué llevaba enamorada de Tom desde hace ya un par de meses pero ¿Tom también sentía esas mismas sensaciones?

—Algo —le respondió a Gustav en murmuro—. Y… ¿los besos? —Gustav la miró—, ¿qué significado tienen?

—Ahh, los besos, los besos —canturreó mirando hacia el techo enamorado—. Besar a la persona que amas es lo más hermoso que te puede llegar a pasar. Los besos son la muestra de cariño más tiernas e importantes que pueden existir. Marcan el inicio de una historia de amor —Kim se estremeció—, significa que se quieren mucho, que no se quieren separar nunca. Pero también, los besos pueden significar —calló para pensar un momento y llegó a la conclusión de que no había necesidad de decirle los lados malos del beso, esos que son sin cariño y están llenos de intenciones malas y pura lujuria. Aquellos besos que no tienen vida—. No nada, olvídalo —le pidió—, ya te conté lo más importante. —Le aseguró deteniendo su marcha frente a la habitación del paciente que había cometido un suicidio (según las autoridades).

Se percató de que Kimberly miraba aquella puerta con algo de temor así que decidió escoltarla de una vez por todas a ese feo encierro de su habitación.

—Gracias Gustav —le dijo con una débil sonrisa al detenerse en su puerta—. Me despejaste mis dudas y ahora… —suspiró— ya sé lo que tengo que hacer. —El guardia la miró confundido y antes de cerrar la puerta le preguntó a qué se refería ya que sentía el ambiente de confianza. No tenía idea que estaba a punto de recibir su última sorpresa del día—. Es que… ayer… ayer Tom vino y me dijo todo lo que sentía hacía mí y después, me besó —Kim no pudo ver el daño que esa confesión causaría ya que su mentalidad era de un ser muy inocente y pensó que no tenía nada de malo contárselo a su primer verdadero amigo.

La paciente no pudo ver que los ojos se Gustav se entreabrieron un poco al escuchar aquella confesión. Por dentro, el guardia estaba a punto de enfurecer por Tom: ¿la besó? ¡Cómo se atreve! Ahora entendía porque esas preguntas acerca del “amor”. Ese, al parecer, no conocía límites. Kimberly era una paciente con una mentalidad de niña, ella no conocía de esas cosas ¿cómo se pudo aprovechar de su estado? Era lo más bajo que una persona podía caer.

Pero —Kim le sonrió y se metió a su habitación—, aquello había hecho que su amiga volvería a estar feliz, se le notaba en la mirada. Eso le hizo preguntarse si ella realmente estaba enamorada de él o si Tom la había manipulado para hacerla sentir algo que ni siquiera había conocido.
—Sea como sea, me escucharás Kaulitz —advirtió entre dientes y cerró la puerta encerrando a su amiga.

*
Tom hizo una mueca. Aquel señor lo estaba retrasando y ni siquiera se podía ir ya que aquel desconocido no pronunciaba ninguna palabra, solo se le quedaba viendo de arriba y abajo con una pequeña sonrisa y lo miraba de una manera extraña haciéndolo sentir incómodo.

—Tenemos un problema —advirtió Sam haciendo que Bill se asomara por la ventana haciendo que se exaltara. Su habitación podía estar en el octavo piso, pero él veía a su gemelo como si estuviese enfrente de él.

—No podemos dejar que sepa quién es. No todavía. —se alarmó retrocediendo y Sam lo miró confundido.

—Dime Bill, ¿qué es exactamente lo que tienes planeado hacer con tu padre? ¿Matarlo del susto?

—No estaría mal —afirmó entre dientes—. Solo no quiero que Tom lo vea, ¿está bien? Mi hermano sufrió mucho por su ausencia, por culpa de mi padre él tuvo que abandonar muchas cosas y todo… por protegerme ¡cuando se suponía que ese era un deber de Jörg, no de él! Yo solo… no quiero que cuando él se entere de su regreso, esté solo. Yo quiero que Tom sepa que estoy con él. —Sam asintió.

—Pero piensas ser el primero en visitar a tu padre, ¿no es así?

—Sí. Yo seré el que le pondrá fecha al reencuentro de nuestra familia, yo lo decidiré. E iré para advertírselo.  Por eso… ¡debo evitar que le diga quién es!

Sam volvió a asentir y se alejó del ventanal confundiendo a Bill quien lo miró algo desesperado sin moverse de lugar y al ver que estaba por salir de la habitación, se alarmó.

—¿Piensas dejarme solo en estos momentos? —cuestionó estupefacto pero no obtuvo respuesta ya que Sam ya se había marchado.

Bill apretó sus dientes ideando la forma de impedir que Jörg le dijera a su gemelo que era su padre pero se había quedado sin ideas, mientras él no pueda separarse de su cuerpo, no puede hacer nada. Se sintió inútil.
—Ah… —exclamó sorprendido al ver como una silla salió volando de la nada provocando que todas las personas que se encontraban abajo corrieran para saber que había pasado, entre ellos, Tom. Pero Jörg, había aprovechado ese evento para correr.

—Al parecer tu padre sigue siendo un cobarde —concluyó Sam observando la escena desde el ventanal roto.
Bill se quedó atónito al descubrir que podía verlo a través de las paredes de su habitación percatándose que Sam provocó aquella distracción para ayudarlo. Todo el equipo médico que se encontraba en esa zona, así como familiares de los pacientes, se quedaron sorprendidos y con algo de miedo ya que según ellos, nadie había visto quién había lanzado esa silla al vacío ni con qué propósito.

Sam seguía viendo hacia la nada. En realidad, miraba a Tom, a ese imbécil que había conseguido tocar a Kimberly y sin darse cuenta, lo había desafiado.

—Gracias Sam —murmuró Bill con tranquilidad admirando todavía el espectáculo que había ocasionado.
Sam miró que en el piso habían quedado pedazos de vidrio y unos eran más grandes que otros. Dirigió una vez más su mirada hacía la multitud y se preguntó a sí mismo “¿por qué no?” al fin y al cabo ¡se lo merecía!

—¿Qué habrá sucedido? —cuestionó un señor curioso admirando la silla con pedazos de vidrio sobre ésta. Había caído sobre las plantas que adornaba el hospital.

—¿Se habrán peleado? —cuestionó otro más haciendo que todos miraran una vez más hacia arriba.

¿Peleado y en el piso donde Bill se encontraba? Tom se alarmó y también vio hacia el octavo piso con la esperanza de que su gemelo estuviera, digámoslo, bien. Pero después, dirigió su vista hacia donde se encontraba hace un par de minutos al recordar al señor que lo había llamado, ya no estaba lo cual le pareció algo extraño pero agradeció que haya marchado ya que no le brindaba confianza.

—¡¡Cuidado!! —se escuchó a lo lejos a lo que Tom reacciono advirtiendo que pedazos de vidrios se dirigían hacia él como proyectiles. Sus piernas, en el momento menos adecuado, se quedaron tiesas y lo único que su cuerpo pudo hacer fue girarse para quedar de enfrente contra aquellos trozos ocasionado que sus pupilas se dilataran ante el terror.

Al tenerlos más cerca, su cuerpo decidió reaccionar y cubrió el rostro de Tom con sus brazos en forma de una equis. Los hombres que se encontraban viendo aquella escena corrieron para salvarlo pero se detuvieron en seco y con la boca abierta al ver como todos esos trozos le pasaban por lado, solo uno logró herirlo ocasionándole un leve rasguño en su mejilla.

Tom anonado, bajo sus brazos y lo único que hizo fue ver aterrorizado a su alrededor mientras que las personas lo miraban de la misma forma.

—¡Qué demonios está pasando haya arriba! —gritó otro hombre y dos más fueron a auxiliar al de rastas.

—Sam… tu, ¿¡tu quisiste matar a Tom!? —le preguntó con un nudo en la garganta, éste, lo ignoro.

El rubio tenía sus ojos bien abiertos ante la sorpresa y sus puños cerrados ante la rabia. Eso era imposible, no había forma de que fallara, ¡¿por qué lo hizo?! Gruñó por lo bajo preparándose para lanzarle un pedazo más grande, pero está vez Bill se dio cuenta y sin pensarlo, corrió hacia él para evitar aquel acto.
Los dos, estupefactos, se vieron el uno al otro y después, miraron hacia la pared ya existente que dividía de la sala grande del hospital de la habitación de Bill.

—Salí de ese encierro —murmuró ido ante la sorpresa.

Bill inconscientemente había descubierto la forma de separarse de su cuerpo y Sam… no entendía cómo había hecho eso.

“¿Lo hizo por salvar a ese imbécil?”, pensó observando a lo lejos al chico de rastas. 

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Lo terminé antes *-* jdfkashjlfhadskjfljfga me estoy enamorando de una forma rara de Sam :C es raro lo sé u.u pero me estoy encariñando con él o.o ¿ustedes que piensan de Sam? :3 y de Bill! ¿Creen que ha cambiado? Gracias por leer :3 

2 comentarios:

  1. Hay a mi Sam me da colera pero desde q lei su historia me dio penita u.u pero igual es egoistaaa... Por favor q la confesion q dio Kim no aleje a Tom en el trabajo yaa??
    Gustav tendra q entender.. Hay Bill regresera del coma?? Tu fic es hermosaaa esta emocionante cualkier cosa puede pasar.. Yo kieto q esten mas tiempo juntos..
    Bye cuidate y subee pronto :D

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    1. Actualiceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! Y quiero que sepas que el capítulo nuevo me encantó escribirlo<3 espero y sea de tu agrado y en el cap 36 verás la consecuencia que traerá la confesión de Kim e.e gracias por leer <3

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