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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

29 sept 2012

Capítulo treinta y tres



Kimberly se entristeció al ver que los girasoles perdían ese radiante color amarillo. No comprendía cómo, pero sabía que aquellas flores podían sobrevivir en temporadas de invierno pero al ver hacia el cielo entendió que ellas no durarían mucho al no tener ningún rastro de luz solar, energía que era necesaria para mantenerse vivas.

Era una lástima, la imagen de los girasoles era lo único que amaba de ese lugar y ahora, se iban. Suspiró y no tuvo más remedio que continuar su camino hacia la oficina del Dr. Jost. Él, iba a evaluar como Kimberly estaba reaccionando con los electroshocks; al parecer, todo estaba en orden, lo cual, agradecía mucho. Aun así, podía notar que algo extraño pasaba: ella, aunque era una persona tímida, podía verte a los ojos sin ningún problema, pero esta vez, mantenía su vista escondida y al parecer no ponía atención a ninguna indicación que le daba. Estaba distante y debía saber el por qué de esa reacción. Sí, él debía saber todo.

—Kim, ¿no pudiste dormir? —vaciló— ¿Sam no te dejo dormir? —cuestionó con cierto temor. Si respondía con un “sí”, la sesión de electroshocks habrá sido una pérdida de tiempo. Pero ella negó.

—No sé nada de Sam desde la sesión. —susurró desviando su vista hacia las persianas de la ventana.

Jost también hizo lo mismo y la miró de reojo. Algo había pasado, la conocía muy bien y al parecer no era algo bueno. Nunca lo era.

Kimberly pasó saliva con dificultad y dio una escondida sonrisa. Jost era como su padre, él sabía que le pasaba algo, sabía muy bien que algo no estaba bien y que iba a hacer cualquier cosa por averiguarlo y tratar de ayudarla a superarlo. Pero no le podía decir lo del beso, tenía miedo pero no era tanto hacia ella mismo, sino por Tom. Se preguntaba qué podían hacer si descubren que un guardia se enamoró de una paciente y además, que se atrevió a sobrepasar los límites y la besó. Y a decir verdad, no quería averiguarlo.

—David, cuándo esté lista… te contaré. Por el momento quiero regresar a mi cuarto y dormir —pidió sin despegar la vista de la ventana.

El Doctor asintió y la escoltó hacia la puerta, afuera, la esperaba Gustav pues era su turno correspondiente pero antes de entregársela, la tomó por los hombros dándole un confortamiento paternal.

—Me da mucho gusto saber que ya soy de tu entera confianza.

Kimberly sonrió y David se quedó sorprendido. Ella no solía mostrar sus sonrisas, siempre las ocultaba ya que no se quería mostrar débil; él llegó a la conclusión de que su paciente trataba de ser una persona sin sentimientos y aquella barrera estaba muy bien construida o eso creyó.

Las sorpresas no terminaron ahí. Kim llevó su mano derecha a su hombro izquierdo, apretando débilmente la mano de su doctor y le confesó un “siempre lo fuiste”.

Gustav, tuvo que destruir aquel momento ya que era momento de llevarla a su habitación, ella no tuvo resistencia alguna ni apartó su brazo cuando éste la tocó —como era su costumbre— y esa, fue la última sorpresa de David pero para el guardia, era apenas la primera.

Al encerrarse en su oficina, el Dr. Jost volvió a revivir aquella escena que había ocurrido apenas algunos segundos y refutó su hipótesis: lo que le había pasado a Kimberly había sido algo bueno, muy, muy bueno y con mayor razón, debía saber que es.

Meditó y entrecerró sus ojos al visualizar sus llaves sobre el escritorio recordando cuando había dejado la puerta abierta para que Tom pudiera llevarle a Kim su poco material para dibujar devuelta a su cuarto.

—Será, ¿qué estoy en lo cierto?

Se preguntó a sí mismo.

Kimberly, por otro lado, sabía muy bien con quién podía hablar respecto a ese tema que era muy desconocido para ella pero sentía un poco de timidez y culpabilidad. Hacía ya tantos años que no hablaba con él y en ese lapso lo trató tan mal que no sabía si era correcto volver a entablar una conversación de la nada y solamente, para preguntarle cuál era el verdadero significado de un beso. Sus hombros se encogieron. Daba igual, ella no debía volver a tener contacto con él, se lo había prometido a Sam y si llega hacerle una falta a aquella promesa, sabía muy bien que la única persona que saldría perdiendo, era Gustav. Y no, ella no quería eso.

—Pero él no está aquí —se alarmó al escuchar una voz chillante y al mirar hacia abajo se encontró con una niña de, al parecer siete años.

Tenía un vestido largo color blanco y su cabello era largo, liso y de color castaño. No hizo escena alguna al creer que se trataba una vez más de las almas que se encontraban atrapadas en el mundo de los vivos y siguió caminando como si no hubiese nadie más que su guardia y ella. Pero no podía estar tranquila con la presencia de la niña caminando a su lado, por alguna razón, le incomodaba mucho más su presencia que la de Sam o cualquier otro espíritu.

—¿No extrañas a Gustav? —cuestionó tomando su mano para así, caminar las dos juntas. Kim, lo miró de reojo y dio un triste suspiro para después, volver a perder su mirada en el vacío.

—Sí —le respondió en susurró y detuvo su marcha. Gustav, se percató de ello y la miró confundida.

—¿Pasa algo, Kim? —le preguntó con un tono de preocupación. Aún sintiéndose incómoda con la presencia de la niña no pudo evitar apretar su mano y la pequeña hizo lo mismo, las dos se daban tanta fuerza como se les hacía posible.

—Necesito hablar contigo.

Pronunciaron las dos al mismo tiempo y Gustav… bueno, él había recibido su segunda sorpresa del día.

*

Tom pudo salir del hospital esquivando toda pregunta que Georg le hacía. No era porque no le tenía confianza, pero simplemente lo que había pasado en esa habitación... se quedaba en esa habitación.

Cuando se sentó en el autobús pudo sentir como recuperaba el aliento y se estiró. Aún no podía creer que había tenido la valentía para hacerlo y que aún le sobraba mucho más para regresar en la noche y hablar sobre lo sucedido.

¿Estaba mal? Si lo estaba. Se encontraba presionando a una chica que sufre de un problema mental, que tiene alucinaciones y se hacía daño a sí misma y a los demás. Pero parecía no importarle o tal vez, se le olvidaba aquel insignificante problema porque a él le daba igual. Georg se lo había dicho, ¿no? Toda mujer tiene derecho a ser amada. Kimberly, dejando a un lado su encierro, seguía siendo mujer y sobre todo, seguía siendo una persona.

Él es de las personas que tienen muchas esperanzas y tenía una más hacía ella: tenía la esperanza de poder ayudarla a salir de aquel Hospital. Todo en este mundo tiene solución y sabía muy bien que lo de ella no era una excepción.
Bufó. A veces odiaba ser tan soñador, ese defecto lo había metido en muchos problemas en el pasado al confiar también de todos lo que le rodeaban. Cosa extraña, debía ser al revés:

Su primera esperanza fue tener a su padre devuelta. Él nunca volvió pero la esperanza no murió, solo se apagó. Su padre le había prometido volver y Tom confió en él. No cumplió con su promesa y aunque lo había defraudado él siguió confiando en las promesas que las personas le daban.

¿Por qué no se encerró en su mundo y dejó de confiar en las personas que lo único que han hecho ha sido decepcionarlo? Él tenía su propia respuesta y era porque, al irse su padre, Tom era como la figura paterna de Bill, él debía enseñarle a ser un buen hombre y si desconfías y odias a los demás no te convierte en alguien bueno, ¿verdad?

Él tenía que mantener la esperanza y la confianza bien marcada para que entendiera Bill que aquellos valores eran importantes y buenos. Y cree, que si le logró enseñar bien.

Aunque estaba exhausto, debía llegar al hospital y contarle a Bill lo que había sucedido. Su gemelo debía saber que estaba enamorado y que se sentía, feliz. Su rostro se ensombreció. Se sentía feliz, pero se sentiría mejor si su hermano se levantase de la cama para abrazarlo y darle unos buenos consejos en qué se debe hacer cuando uno está enamorado porque ¡ah, no hay consejos como los de Bill! Pero, eso no sería posible en aquel momento. Lamentablemente.

—¿Tom? —preguntó curioso una voz masculina.

El chico de rastas se detuvo en plena subida de escaleras para entrar hacia el hospital y volteó curioso para encontrarse con un hombre tal vez un par de años mayor que su madre o a lo mejor más, se veía algo demacrado pero tenía una voz joven. Su cabello era negro y vestía casual.

—¿Usted dijo mi nombre? —cuestionó confundido acomodándose la mochila en su hombro.

Aquel hombre entreabrió sus labios y después apretó su boca para dar una sonrisa.

—No has cambiado ni un poco.

Tom subió un escalón y sintió como una ola de sentimientos encontrados invadía su cuerpo. No recordaba al hombre pero al mismo tiempo se le hacía familiar y por algún motivo tenía la necesidad de salir corriendo para alejarse a como diera lugar.

—¿Quién es usted?



*

El mundo para él era sombrío y sin sentido. Ya no tenía nada más que perder ni nada más que ganar. Su habitación aunque estaba iluminada con una potente luz se encontraba oscura y aunque era un ser intangible podía percibir el frío de su encierro.

Por un momento, parecía que estaba siendo entrenado para entrar al ejército. Donde lo primero que debía hacer era escuchar las órdenes del comandante y verlo moverse de un lado a otro gritando majaderías y jurando que hacia donde se dirige, no hay vuelta atrás.

—Esta es tu primera y más importante lección, Bill. Escúchala bien —Sam advirtió deteniéndose frente a él—. Para poder ser libre debes primero liberarte de las personas que han aprisionado.

—¿A qué te refieres? —cuestionó titubeante.

—Te tienes que olvidar de todos. Adiós mamá, adiós papi Jörg y Gordon, adiós Iris, Kim y sobre todo… adiós Tom.

Al explicar eso, volvió con su tarea de caminar de un lado a otro como si él fuese su jefe. Bill, atónito, miraba el piso desesperado. ¿Olvidarlos? Él no sería capaz, son personas que ama.

—Aún estás a tiempo de retractarte. Pero te recuerdo que yo solo ofrezco mi ayuda una vez, nada más.

Sus ojos cerraron pesadamente y se mordió el labio inferior. “Nada que perder, nada que ganar”

—¿Tendré paz? —Sam apretó ligeramente su hombro.

—Eso depende con la decisión que tomes en estos momentos, ¿continúas o das un paso atrás?

Sam hablaba enserio, no había truco en lo que le iba enseñar y por primera vez, Bill comprendió que en verdad lo trataba de ayudar.

“Lo hago por los dos, Tom”, pensó antes de respirar profundamente.

—Hay que hacerlo, Sam. Confío en ti.

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Este capítulo fue de tres hojas solamente & no de cuatro como los últimos que he subido, espero & aún así lo disfruten dfkhasdklff me inspire mucho en una canción y bueno, yo quedé satisfecha, espero que ustedes también *-* excelente fin de semana hermosas<3 :d=":d" p="p">

6 comentarios:

  1. Hay Bill estara haciendo??
    De seguro es el padre de Tom!! Subee pronto.. Me encanta tu fic mucho..
    Bye cuidate ;-)

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    1. Ay Bill, hará muchas cosas e.e kdsfjasdkjfhdskgf xd gracias por leer :3

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  2. Me gusto, me gusto mucho! Espero el siguiente... Creo que comienzo a resignarme y creer que Bill no podrá regresar a su cuerpo. Pero es triste!!!! Jijijijiji siguela, me encanta :)

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    1. Muchas gracias por leer *-* y es más triste cuando te encariñas con el personaje u_u hehe <3

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  3. GOSSSSSHHHHHH BILL NO T_T kasjdkals bueno confio en Sam eh arlette!! asi que no me hagas arrepentirme jejeje pobre de Tom D: de Bill aissh quiero leer mas amigosha donde andas? T_T no me has respondido en twitter, tenemos que hablar algun dia! estoy que exploto :c ejejej espero te este yendo exelente en la facu!!! y que no te estreses tanto recuerda siempre tomarte tu tiempo y respirar (: tkkkkkkkkkkkkkkkkm<3 cuidate un monton.

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    1. Aquí estoy amiga D: hahaa me encariñé tanto con Sam u_u pero bueno... haber que resulta :C! mi vida ahorita es un dskflhasdfkjkad desorden |: soy muy irresponsable amigosha u_u iré a twitter a responderte los nuevos mensajes *-* tkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkm <3

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