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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

17 dic 2012

Capítulo cuarenta.



Desde que se despertó no se ha movido del borde de la cama más que para comer. Su interior estaba hecho un desorden y su cabeza parecía que estaba a punto de estallar ante tantos pensamientos desordenados; pero esta vez, no eran por Tom. Por primera vez, él se encontraba en el último lugar de prioridades: lo de anoche había quedado como un (grave) descuido pero él le había prometido que no iba a volver a suceder y ella de alguna manera creía en su palabra. Y aunque las cosas seguían siendo incómodas, no aguantaba las ganas de volverlo a ver.

Dejando eso a un lado, se enfocó en los pensamientos que la han estado trayendo loca toda la mañana: Bill, Sam —como siempre— y ahora, la voz de aquella mujer. Ella nunca había escuchado a una persona antes de morir, eso era algo nuevo y tenía razones para preocuparse: ¿qué significaba? Es lo que quería averiguar. ¿Tendrá que ver con Sam? Resopló. Siempre tiene que ver con él: traía algo nuevo entre manos y lo conocía tan bien para asegurar que no era nada bueno y para colmo, arrastraba a Bill en sus sucios planes. Sabía que él era el principal causante del repentino cambio de humor de su amigo; aquel triste color sobre su alma no era normal, además, Bill no sabía que era capaz de liberarse de la cama del hospital y estaba tan segura que él quien se lo dijo fue Sam pero no entendía el porqué. Se supone que le desagrada, ¿para qué ayudarlo, con qué fin? Nada tenía sentido.

—Que mirada tan más profunda, ¿en qué piensas? —cuestionó divertido con sus brazos cruzados sobre su pecho. Kimberly frunció el entrecejo aún más al escucharlo hablar; no había amanecido de buen humor y no estaba dispuesta a escuchar su tono burlón. No hoy.

—Fuiste a sonsacar a Bill aprovechando que yo estaba indispuesta, ¿verdad? —aquello había sido tan directo que tomó a Sam por sorpresa pero no tardó en tomar nuevamente su tranquilo semblante. Kimberly sonrió fríamente—. No hay necesidad de negarlo, ambos sabemos que sí —volteó a verlo—, pero dime el por qué. ¿Qué es lo que quieres hacer con él?

—Y eso, ¿por qué te interesa? —sus ojos se entrecerraron; quería intimidarla, pero esta vez, no lo iba a lograr.

—¡Respóndeme Sam!

Kimberly cerró su boca de golpe y los ojos de Sam se abrieron ante el tono de la muchacha. ¿Desde cuándo tenía la valentía de hablarle de esa manera? Al parecer, Kim se cuestionaba lo mismo. Pero ya era tarde para retroceder.

Nerviosa, se puso de pie para poder encararlo como se debía. Pero sus piernas temblaron al recordar que la última vez que lo hizo, estuvo a punto de perder a su amigo Gustav y al final, tuvo que rendirse ante él. Sus puños se apretaron. Bueno, esta vez no iba a ser así.

«¿Cierto?», le preguntó a su otro yo quien se encontraba a un lado de Sam. Para ella, al principio se le hizo algo tan extraño de que el hombre no se diera cuenta de su presencia, pero después, agradeció tanto aquello. Kimy, con su simple mirada le afirmó la pregunta sabiendo que si se mantenía fuerte, nada malo podía suceder.

—Solo te diré que te estoy haciendo un favor —respondió sin importancia—. Deberías agradecérmelo. —advirtió entre dientes.

—¿Favor?

—Te lo estoy quitando de encima. ¿No es eso lo que querías desde un principio?

Kimberly enmudeció. Sí, eso quiso la primera vez que lo conoció pero eso es lo que quería con todos, ¿por qué enfocarse solamente en Bill, solo por qué a él sí quiso ayudarlo? Negó. Las intenciones de Sam iban más allá de una simple ayuda. Además, ¿cuándo le ha gustado hacer favores? Nunca.

—Dime la verdad. ¿Qué demonios quieres de él?

—¡Vocabulario! —la regañó entre dientes, pero de igual manera, recuperó su tranquilidad en cuestión de segundos.

Sonrió y alzó sus hombros sin despreocupación haciendo enojar mucho más a Kim. Su actitud le demostraba que todo era un maldito juego para él; molestarla, es lo que más le gustaba hacer, se le hacía muy entretenido.

—Solo quiero que sepa las cosas que nosotros podemos hacer. Limitarle al chico sus poderes es algo cruel, ¿no crees?

—No hay necesidad de que los use —le aclaró—. Después de todo, no será mucho el tiempo en el que él permanezca aquí.

La ceja de Sam se alzó.

—¿Eso crees? —rió—. Han pasado meses desde su llegada y aun así no has podido cumplir con tu parte, ¡ni siquiera te has tocado el tema con el estúpido guardia! —bufó—. Creo que Bill estará un bien tiempo entre nosotros.

—Yo no decido cuando intervenir. Eso es decisión de Bill: cuando él esté seguro, yo hablaré. —Hizo una mueca—. Después de todo, soy solo una mensajera.

Aquel comentario era más para ella misma que para Sam.

Sí, ella era simplemente eso. Un medio, un puente entre el mundo de los vivos y los muertos; cosa que ninguno de los dos lados comprende: uno lo ve como algo inexistente e imposible y el otro solo lo quiere utilizar para causar daño. Algo que ya es imposible hacer. Pero ellos no entienden, nadie lo hace y es por eso que ella se encontraba encerrada en ese lugar.

Apretó fuertemente sus puños. ¿Solo era eso? ¿Acaso ese era su destino?

«No», aseguró viendo a Kimy. Ella era más que eso.

—Cuando eso suceda, Kim, él mismo será capaz de hacer el trabajo, ya no necesitará de ti y de nadie. Será completamente libre.


Aquellas palabras se le atravesaron como agujas en todo su cuerpo y cuando clavó su mirada en él, pudo distinguir que su rostro poseía una sonrisa vacía. Con que de eso se trataba todo: sacarla del juego. Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que Sam no quiere que haga?

—Esto pasa cuando no quieres ayudarme —como si hubiese leído sus pensamientos, volvió a hablar aunque no necesariamente respondió a sus preguntas—. Te dije, hace mucho, que si tú no me ayudabas, yo lo haría de todos modos: tarde o temprano pero esta vez sería a mi manera. —Le recordó—. Y ahora que tengo la oportunidad, no la desperdiciaré.

Kimberly lo miró vacilante. Aunque de niña Sam siempre le insistió en que le ayudara a cometer una “venganza” nunca de los nunca le dijo de qué se trataba o contra quién era pero como el hecho de lastimar a los demás estaba implícito, se negó rotundamente en participar con él.

—Utilizarás a Bill para cometer lo que tenías planeado desde hace años. Le quieres llenar de odio para que te sea útil ya que (según lo que he visto a través de mis días) un alma corrompida es más poderosa. Pero te aseguro —sus ojos se entrecerraron— que por más que el alma de Bill se esté volviendo añicos, nunca, ¡nunca accederá a ayudarte!

La sonora carcajada de Sam resonó por toda la habitación y ésta, logró borrarle la confianza que Kimberly tenía sobre sus palabras.

—Lo hará, porque esto también tiene que ver con él. Kimberly —resopló—, ¿crees que tomaría un alma al azar? ¡No! ¿De qué me sirve si no está conectado con lo sucedido? Necesito a alguien que haya tenido contacto con… con él —soltó casi en susurro—. Así las emociones estarán de por medio y la persona sufrirá mucho más. —Explicó a un sin dar demasiados detalles.

—Sam… —susurró perpleja. Era la primera vez que lo escuchaba de esa manera; era como una mezcla de dolor con impotencia… nunca pensó que existía algún sentimiento de sufrir dentro de él —sus ojos se cerraron—. Había olvidado que también había sido una persona.

—Aun así… —balbuceó insegura—, aún así ¡no te permitiré que lastimes a Bill! —gritó enfrentándosele como se debía. Sam estaba sorprendido, aunque no lo aparentaba, Kimberly le ha estado hablando de una manera que nunca lo había hecho en toda su vida: sin miedo. ¿Qué mosca le había picado? ¿Por qué de la noche a la mañana se volvió una persona segura de sí misma?

«Ese guardia… ¿tendrá algo que ver?»

—Sam, tu nunca me dijiste que fue lo que te había pasado o si es que alguien te había hecho daño. Tu solo viniste hacia mí con la intención de ayudar a lastimar a los demás, ¡nunca me diste razones! —calló para recuperar el aliento—. Si después de todo, sigues sin querer contarme de tu vida, está bien, no te obligaré a que lo hagas pero algo que sí te pido. No. ¡Te ordeno! Es que no metas a nadie más en tus asuntos, no me importa si tienen algo que ver o no con tu pasado. Tienes que comprender que tus asuntos, son solo tuyos… no arrastres a alguien más en tu infierno, por favor… deja en paz a Bill.

Un silencio sofocante se hizo presente en la pequeña habitación. Lo único que se lograba distinguir era la fuerte respiración de Kimberly: trataba de recuperar el aliento después de escupir todas esas palabras de un solo golpe. Y no. No se arrepentía de nada de lo que había dicho. Sam, decidió después de mucho, despegarse de la pared para caminar hacia ella y al estar a unos cuantos centímetros de distancia, se detuvo. Extrañamente, no tenía intención de lastimarla.

—Lo que haré Kimberly, nos salvará a todos. Incluyéndote.

Y dejando aclarado esto, se dio media vuelta para abandonar el cuarto pero por alguna razón, se volvió a detener y volvió a mirarla al recordar al estúpido hermano de Bill.

—Sabes —exhaló—, no es de mi incumbencia, quizá. Pero deberías de hablarle a ese idiota de lo que en verdad eres —señaló con la cabeza hacia la puerta—. Lo creas o no, él sigue pensando que lo tuyo es una enfermedad.

Los ojos de Kimberly se centraron en el piso al escuchar aquellas palabras. ¿Decirle la verdad a Tom? Pero… si lo hace, ¿qué pensará? Tristemente, las cartas no estaban a su favor.

—¿Qué? No me digas que crees que si le dices la verdad realmente terminará juzgándote como loca —suspiró—. Bueno, si eso llegara a pasar, ¿no crees que eso sea una señal de que él realmente no te merece? Piénsalo. —le pidió en el momento en el que lo miró. Kimberly afirmó ante su consejo ya que de alguna manera, lo que le dijo no era con una mala intención.

—¡S-Sam! —tartamudeó al ver que se marchaba—. Dejarás a Bill en paz, ¿cierto? —el chico sonrió de medio lado.

—Ya veremos.

Los hombros de la chica se encogieron al verlo traspasar la pared para tomar un rumbo desconocido. Esa respuesta, en su lenguaje, era un rotundo “no”. Pero no importaba, no iba a dejar que lastimara más a Bill de lo que ya estaba, eso era una promesa.

«Lo que haré Kimberly, nos salvará a todos...» Una mueca se formó al recordar esas palabras. Sam se escuchaba tan seguro de eso, pero, ¿”a todos”? Demonios, ¿a qué se refiere? ¿Quién es esa maldita persona que Sam quiere lastimar? Tenía que descubrirlo ya que al parecer «…Incluyéndote», también tenía algo que ver con ella.

Su labio inferior tembló ante lo último que le había dicho antes de marcharse. “Dile la verdad”, como si fuera tan fácil. Al principio, le tenía sin cuidado lo que Tom pensaba de ella: si la creía loca, chiflada o no, no le importaba. Pero, ahora, todo aquello la tenía angustiada: ya no quería que la viera con ojos de lástima y se alegró al descubrir hace poco que su mirada delataba que la miraba diferente, se podría decir, la miraba con cariño.

Ahora, se mordió el labio para retener un engañoso sollozo. Al parecer, Tom tenía la esperanza de que sus “delirios” se fueran calmando poco a poco, ya fuera gracias a las medicinas o por si solos, pero, ¿cómo hacerle entender que lo suyo no tenía cura? ¿Cómo reaccionaría al decirle que ella era una conexión entre los vivos y los muertos? Eso la haría sonar más loca de lo que se supone ya estaba y solo ocasionaría que se alejara de ella.

Kimy le había dicho que por el momento no le dijera nada. El muchacho traía tantas cosas en la cabeza que si le decías algo más todo estallaría y lo llevaría directo a la demencia. Y tenía razón: Tom llevaba mucho dolor en todo su cuerpo y lo almacenaba en el remordimiento de sus pensamientos. Él no aguantaría una noticia como la de Kim.

Al final, decidió que aún no era el momento de explicarle lo que en verdad sucedía con ella. Era mejor, por lo pronto, que siguiera creyendo que lo suyo era mental ya que al fin y al cabo, apenas se está acostumbrando a esa idea.

—Dios, Sam… cuándo… ¿cuándo volviste a ser tan humano? —le preguntó a la pared donde el muchacho había desaparecido hace apenas unos minutos.


Lo desconoció, definitivamente. Pero algo muy dentro de ella le pudo asegurar que esa era su verdadero ser. Si tan solo… si tan solo hubiera sido así desde un principio, tal vez las cosas hubieran tenido un ritmo diferente en estos momentos.



Él los observaba desde un rincón oscuro de la habitación. Sabía que esto último no iba a ser nada fácil para Bill, pero tenía que afrontarlo en algún momento.

—¿Estás listo? —preguntó apretando ligeramente su hombro.

El joven dejó de sostener la mano de su gemelo y sin voltear a ver a Sam, cuestionó:

—Esto ayudará a todos, ¿verdad? —el rubio asintió—. Supongo que… no hay otra salida —se resignó por fin sin dejar de mirar a su hermano.

Salidas, siempre han existido muchas. Pero si la razón es alejar el dolor solo ha existido una: el sacrificio.



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Me costó taaaaaaaaaaaanto empezar a hacer este cap, pero de la nada, la inspiración llegó a mí y no pude dejar de escribir, fue tan extraño .-. pero el resultado me encantó *-*. Espero y a ustedes también les guste :D
PD. Sam puede ser un amor cuando quiere, ¿no? 

1 comentario:

  1. Cada vez mas Amo la fic. Enserioo es realmente de lujooo!! Tan misteriosa e intrigantee..
    Obvio Sam quiere vengarse del director pero q tiene q ver Bill en eso? Si Sam cuando kiere es un amor . Bueno a sufrido pobre :-/
    Amo cuanto Kim y Tom estan juntos *.* me dan tanta ternuraa.. ..
    Siguelaa prontoo. Te juro q me emociono cuando veo q publicas :P
    cuidate mucho.. Bye :D

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