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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

8 dic 2012

Capítulo treinta y ocho



—El amor hacia mi madre —susurró ido. ¿Acaso todavía le tenía amor a su progenitora?

Simone estaba con él todos los días, todo el día desde que sufrió el accidente, ha sido la única que no se ha movido del hospital y cuando lo ha llegado hacer, es a la fuerza. Es cuando ya no puede ni con su propia alma que Gordon tiene que sacarla casi desmayada. Es su madre, y por eso, es que no lo deja solo, pero… —su mandíbula se apretó—, también es la mujer que lo ha tenido aprisionado toda su vida, nunca lo dejó ser y por su culpa, nunca pudo ser un niño normal.

—Tampoco Tom lo fue —expresó con una tristeza en su voz. Y si, culpaba a esa señora que era su madre.

Ella culpaba a Tom de todo lo malo que le sucedía a la familia y a Bill lo asfixiaba de tantos cuidados, según ella, para protegerlo de esos errores. Errores que eran de ella y solo de ella. Simone, su madre, era la culpable de todo. No Tom. No Bill, ni siquiera Jörg. ¡Era ella y su maldita obsesión por tener una familia perfecta!

—No te podías conformar con la humilde familia que éramos, ¿verdad? —cuestionó entre dientes—. Jamás te lo perdonaré madre. Tu, ¡tu destruiste nuestra familia! —gritó a todo pulmón pero calló de golpe al escuchar su voz resonar las paredes y sorprendido, miró hacia el techo: las lámparas habían relampagueado al grado que parecían fundirse.

—Bravo —le aplaudió con admiración—, ¡bravo Bill, bravo! —aplaudió más fuerte y palmeó su espalda.

—Q… ¿qué acaba de pasar? —preguntó sin entender ni una sola palabra con la mirada aun hacia el techo.

—Te acabas de librar de lo que te ataba al hospital. Le dijiste adiós al amor de tu madre.

Los ojos de Bill se abrieron ante aquella noticia.

—¿Qué? —fue lo único que pudo exclamar ya que inmediatamente la sensación de culpa lo invadió.

No se retractaba de lo que le había dicho a la mujer que le dio la vida ya que sabía que cada acusación era cierta pero eso no significaba que no la quisiera. Dejando a un lado todos sus errores, ella había hecho demasiados sacrificios por él y por Tom también. Maldición, ¡ella no dejaba de ser su mamá!

—No —negó y se dejó caer apoyando fuertemente sus manos en el piso—. No, espera, yo no quería eso… yo… yo no estaba consciente de lo que decía. Por favor —suplicó— no me quites el amor de mi madre, por favor.

—¿Quitarte el amor de tu madre? Pero Bill, ¡yo no te quite nada! —exclamó anonado—. Fuiste tú y lo que dijiste acerca de ella es lo que en verdad sientes, odio. Vamos, sé honesto y deja atrás esa personalidad de niño bueno que no te queda: siempre quisiste decir aquellas palabras, se lo quisiste decir a ella para que te dejara ser libre pero nunca tuviste el valor para hacerlo… hasta ahora —suspiró—. Como siempre dicen “mejor tarde que nunca”, ¿no?

—Tal vez —murmuró.

—Alégrate Bill. Ya te libraste de una de las personas que te tienen aferrado a esta cama, estás a un paso de la libertad. —le informó con su vista pegada a la ventana.

Bill, que aún se encontraba en el piso, alzó su mirada con un brillo de inocencia en ella. ¿Libertad? Volteó hacia la puerta sabiendo que su madre estaba al otro lado. Lo que lo ataba a ella ya no existía más, estaba seguro ya que no sentía su asfixiante amor ni su obsesión por convertirlo en el hijo perfecto. Ya no sentía sus manos sobre él. Sam estaba en lo cierto, se había liberado.

—Tienes razón.

—¿Uh? —escuchar su voz lo sorprendió, pero después dio una sonrisa sin importancia—. Claro que la tengo, ¿por qué he de mentirte?

—No me refiero a eso, sino acerca de los sentimientos hacia mi madre —le explicó poniéndose de pie—. Siempre sentí odio por todo lo que le hizo a mi familia, pero nunca fui capaz de decírselo, tal vez por miedo a que arruinara más mi vida y decidí callar pero… todos llegamos a nuestro límite. Y explotamos. Gracias por salvarme, Sam.

Dejó de verlo de reojo y volvió a pegar su vista hacia la ventana. No le respondió a la gratitud de Bill, le fue indiferente aunque escuchó con atención su confesión.

—¿A dónde piensas ir? —preguntó al percibir movimiento por parte de Bill.

—Solo… necesito salir de esta habitación y estar lejos del hospital, eso es todo. Volveré en un par de horas.

—Disfruta tu casi-libertad. —Bill sonrió inmensamente. Pero, aunque estaba feliz, su alma seguía teniendo ese color grisáceo. Color que significa dolor—. Mientras puedas. — Los ojos de Sam se encontraban cerrados mientras sentía como la oscuridad, que se formaba en su pecho, comenzaba a tomar nuevamente su alma. Era necesaria tenerla consigo, no podía dejarla escapar nunca ya que hace años atrás, comprendió que el odio que guardaba era demasiado importante para cometer su venganza.

“Un alma quebrantada es frágil, pero cuando se llena de odio, se hace más poderosa. Bill, a este paso, olvidarte de tu hermano no será un problema… no espero que me perdones por esto pero, te necesito lleno de rencor, necesito que estés de mi lado”.


*


Sus manos pedían entrar dentro de su blusa y como todo un hombre que se debilitaba ante éstas situaciones, estaba a punto de acceder a la petición. Además, Kimberly todavía no le imponía el alto. Esa era una buena señal, pero claro, estaba cometiendo un error: él había olvidado que Kim no era una mujer cualquiera.

“¿Q…qué está haciendo? — los ojos de Kimberly se abrieron de par en par en el momento en el que las yemas heladas de la mano de Tom tocaron su piel desnuda y se estremeció al sentir como éste metía despacio su mano dentro de su blusa—. No, ¿qué hace? No, ¡qué se detenga!” Comenzó a rogar en sus pensamientos y ante el miedo dejó de besarlo y puso sus manos en el pecho del guardia y comenzó a empujarlo pero la fuerza de Tom era superior y de alguna manera, logró atraparla entre sus labios.

—No —logró pronunciar entre jadeos en un momento corto en que separaron sus labios pero al parecer, Tom no la escuchó.

Cuatro o tal vez seis almas se encontraban rodeando la habitación de Kimberly, entre ellos se encontraban el ser que había asesinado a un paciente hace ya algo de tiempo y una mujer calcinada. Bill, anonado, miraba como entre ellos se peleaban por entrar ese cuarto y aun así, nadie lograba traspasar la pared. Confundido, frunció su ceño al cuestionarse cuál era la necesidad de entrar ahí ya que ya los había visto anteriormente y ninguno se llegó a comportar de tal manera. Rodeaban su habitación más no podían entrar, solo Sam y él eran capaces de hacerlo pero nunca hubo algún alboroto. Suspiró. Decidió arriesgarse a traspasar aun con todas esas almas alrededor luchando entre sí.

Una barrera sofocante y poderosa para su ser lo invadió incitándole entrar a la habitación lo más rápido posible. Aquella energía que brotaba era asfixiante pero lo hacía sentir más fuerte y pudo notar como el color gris en su cuerpo se hacía cada vez más y más oscuro. Traspasó y por fin pudo recuperar la movilidad en su cuerpo. Era extraño, él jamás había batallado en entrar con Kimberly, ¿por qué está vez se le hizo imposible pero satisfactorio al mismo tiempo?

—Tom… —exclamó en susurro al verlos. De inmediato, centró su atención en Kimberly y se alarmó al verla asustada y con sus ojos vidriosos—. ¡Mierda Tom! —gritó corriendo hacia ellos pero la verdad, no tenía ni la menor idea de qué podía hacer.

Bill pudo notar que Kim por fin podía verlo ya que sus ojos giraron hacia él y al parecer, se había sorprendido ante eso pero ese momento de incomodidad se acortó ya que los ojos de la paciente se habían cerrado fuertemente ante la desesperación que sentía: Tom sobre ella y ahora Bill aparecía con esa apariencia, ¿qué demonios le había pasado, qué le habían hecho?

—Tom, detente —le ordenó su gemelo—. Las estás asustando, Tom, abre los ojos y mírala, ¡ella no es una mujer con la que puedes jugar! —gruñó—. ¡Ya suéltala! —gritó apretando su brazo a lo que inmediatamente, Tom abrió sus ojos al sentir una fuerte descarga, parecía que le quemaba el cuerpo y fue ahí cuando pudo reaccionar logrando que la calentura bajara.

Kimberly, se encontraba estupefacta y lo único que logró hacer cuando Tom la soltó fue pegarse contra la pared. Los miraba con miedo, sí, a los dos hermanos: a uno por el atrevimiento y al otro por esa energía desconocida que provenía de su corazón. Estaba aterrada y confundida.

—Kim… yo… lo siento —pidió perdón con la respiración alterada y después de unos titubeos, decidió callar y mirar al suelo ante la vergüenza que sintió; por todos los cielos, ¿en qué estaba pensando? Por unos momentos, no pudo evitar imaginarse que se encontraba en la habitación de su departamento, disfrutando de ese momento con la chica que quería y que ella… lo disfrutaba también pero había olvidado que aquella chica era una enferma mental y que no tenía ni idea de lo que era hacer el amor con una persona. Cerró fuertemente sus ojos, ¿acaso quería aprovecharse de su vulnerabilidad? ¿Gustav tenía razón acerca de sus intenciones?

—Tom —suspiró—. Tranquilo, no comiences una batalla en tu cabeza, por favor —le suplicó a su hermano apretando con delicadeza su hombro; no pudo evitar dar una escondida sonrisa al darse cuenta que había logrado tranquilizarlo—. Kim, las intenciones de Tom no fueron sobrepasarse contigo, lo sé, es mi gemelo y yo lo conozco —le explicó y la volteó a verla— pero hay cosas que se te tienen que explicar para que puedas entender que fue lo que sucedió. Te aseguró… no es nada malo.

Kim no le respondió, pero asintió aprovechando que Tom tenía su vista hacia el piso.

—No lo vuelvas a hacer —le advirtió con su voz algo débil. El chico de rastas alzó su vista y aun sintiendo vergüenza, asintió.

—Debí hablar contigo primero —se dijo más a si mismo que a ella—. Necesito explicarte muchas cosas pero las pocas horas que tengo libre no me permiten… —calló al ver a la mujer negar.

—No me interesa saberlo todo —informó y volvió a negar—. No quiero saber acerca del mundo allá afuera; no me interesa ya que dejé de formar parte de él hace mucho tiempo y la verdad, no espero regresar —confesó mirando de reojo a Bill—. De lo único que si quiero saber es —sus hombros se encogieron—, es sobre qué es lo que pasa entre nosotros, qué es todo esto que está sucediendo. Necesito entender eso, solo eso. —El guardia afirmó y antes de poder decirle algo, Kim volvió a hablar—: Y también… quisiera saber… por qué son tan hermosos aquellos girasoles que se encuentran en el jardín.

Eso último lo conmovió por alguna razón y aunque no tenía ni la menor idea de que cómo explicarle aquello, asintió ante su petición.

—Lo haré —le aseguró extendiendo su mano para acariciar su rostro pero Kimberly la esquivó.

—Aún no estoy lista para que vuelvas a tocarme. —Su voz sonaba amenazante. Volvía a ser aquella mujer fría que todos conocían pero a Tom no le importó y retrocedió un par de pasos para darle el espacio que necesitaba. Después de todo, aun se sentía avergonzado y estaba consciente de que había arruinado el gran avance que tuvo con ella por una pequeña ola de calentura. Dio una sonrisa de resignación. En ese momento, se merecía aquella cruel mirada.

—Tom, ¿qué es lo que traes en esa bolsa? —preguntó con indiferencia.

Bill sonrió. Al parecer las cosas volvían a la normalidad entre ellos y también… allá afuera: las almas volvían a vagar por los pasillos pero ya no se encontraban alteradas ni luchando por la necesidad de entrar a la habitación.

Los ojos del pelinegro se entrecerraron. “Las almas se exaltaron cuando Kimberly se encontraba asustada; en ese momento… yo pude sentir como mi cuerpo se alimentaba de una extraña energía. Acaso esa energía, ¿era el miedo de Kim que me alimentaba y llamaba a los seres de afuera?”

Al parecer, había algo más que se ocultaba en el pasado de Kimberly y Bill, él, haría todo lo posible para descubrir qué es.



*

Tom se había marchado. Kimberly estaba dispuesta a dormirse apegando su nueva y caliente sábana a su pecho pero al sentir la presencia de Bill aún en su habitación, se olvidó de descansar.

—Bill, ¿qué pasó en estos días que no podía verte? —le cuestionó sin verle.

—Me liberé —le respondió de inmediato—. No por completo, pero estoy a un pequeño paso de lograrlo. —Los ojos de la chica se cerraron pesadamente, algo no estaba bien.

—¿Cómo y por qué? —fue directo al grano.

—¿Cómo? Afrontando la verdad. ¿Por qué? —suspiró— porque si no lo hacía, estaba destinado a estar cautivo solamente en mí habitación y aparecer en los lugares dónde solo tu estés; no podía permanecer así por más tiempo ya que yo… tengo que enfrentar un asunto pendiente con el pasado.

La mandíbula de Kimberly se endureció. Bill aun no le respondía exactamente a su pregunta ya que sabía claramente que él no había logrado su libertad solo, ni siquiera estaba consciente de que lo podía hacer: alguien lo había ayudado y aunque sabía muy bien quién había sido, quería escucharlo de Bill

—Quieres decir, ¿qué ya no ocupas de mi ayuda? —y ese alguien, tenía algo entre manos.

—No lo sé.

—Me estás dando a entender que solucionarás tus problemas solos. Vuelvo a preguntar, ¿ya no ocupas mi ayuda?

Bill guardó silencio. Él había llegado con Kimberly para que le ayudase a hablar con Tom cuando el momento final llegara pero ahora, que sabe que puede hacerlo él mismo, no había razones para permanecer cerca de la chica. Pero aun así…

—No lo sé.

No estaba seguro de que las decisiones que ha estado tomando, sean las correctas.


*
Espero y les guste *-* <3>

2 comentarios:

  1. O.o Bill esto estara bieb o traera complicaciones no me gusta q Sam esta contento con estoo.. Y ahora ya siente Tom cuando lo tocas mm igual tengo mi duda si esto esta bien :-
    Hay Tom como espanta a Kim pobre .. Pero igual me gusta cuando estan juntos.. Me encanta mucho la fic xD
    no se xq pero me sale la pantalla negra desde mi cel osea hay partes q no podia leer y tuve q entrar la pc cosa q se me hace un poco complicado xq no tengo tiempo para hacerlo yo desde mi cel hago todo ojala pudieeras arreglarlo no se yaa?? Esq en la madrugada vi q punlicaste y tive q esperar hoy temprano para leerlo :D
    Burno siguela prontoo. Bye cuidate :D

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  2. Ya corregí la configuración para el celular, espero y ya se haya arreglado:3 gracias por leerme n_n <3

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