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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

9 dic 2012

Capítulo treinta y nueve



El paisaje era digno del ambiente otoñal: hojas con su color naranja y café regadas por todo el pavimento y el dulce aire fresco que te penetraba los huesos de una manera especial. La chica sonrió. Nunca pensó que volvería a ver ese tipo de escenas: disfrutar del libre viento golpear su rostro de manera suave y de oler esa frescura de la naturaleza. Sonrió. Aunque aquel gesto no duró mucho.

La verdad, esperaba salir pronto del hospital. Pudo mejorar su comportamiento y después de mucho esfuerzo, logró poner uno de sus pies nuevamente en la tierra solo le faltaba un pequeño empujón para tener el otro dentro y volver a llevar una vida completamente normal, pero de eso, se encargarían ya sus pocos medicamentos y la fuerza que le brindara su familia. Su familia… ¡volvería a ver a su familia después de cuatro años!

Miró hacia el horizonte mientras el viento revoloteaba su cabello y su vista se perdía en las hojas que se despegaban del piso para danzar junto con la corriente otoñal. El camino estaba desierto, ninguna persona se divisaba a lo lejos ni por los al rededores así que regresó su vista a sus pies y miró de reojo hacia su única maleta para cerciorarse de que aun se encontraba ahí.

Soltó un inseguro suspiro. Aun no comprendía el porqué el Dr. Baecker le permitió esperar a su familia a las afueras del hospital; según él, ellos ya estaban en camino y llegarían en menos de media hora. Ya iban para hora y media. Quería regresar al hospital, pero tenía miedo de que la regresaran nuevamente a esa sala con todas sus compañeras (no las quería), pero, el frío poco a poco comenzaba a calarle y el suéter que traía no era suficiente. Suspiró por última vez mientras se abrazaba a sí misma para darse algo de calor; solo esperaba que su familia esté a la vuelta de la esquina… ya no quería saber más de aquél hospital.

“¿Hm?”. Dejó de ver nuevamente hacia el camino de donde se suponía, se vería el auto de sus padres, y miró hacia atrás. Aseguró haber escuchado a alguien así que se volteó completamente mientras agudizaba la vista para mirar mejor entre el pequeño bosque de árboles casi secos.


—¿Mamá? —preguntó la paciente buscándola con su vista—. Mamá, dime, ¿eres tú? —cuestionó deshaciendo su propio abrazo para dejar solamente una mano hecho puño en su pecho—. ¿Ma…mi? —sus ojos se abrieron completamente para soltar un leve quejido entre sus labios; después, cayó.

Las hojas otoñales comenzaron a tomar un color rojizo. El golpe, ocasionado por un bat de aluminio, había sido tan fuerte que su cabeza comenzó a sangrar. El arma, con restos de sangre, cayó a un costado rebotando en la tierra y extrañamente, hizo un ligero eco.

La paciente fue levantada con cuidado y colocada en la cajuela del auto no sin antes examinar la herida. Bleh, no era tan profunda, aguantaría el viaje. El bat fue limpiado en el momento en que se levantó del piso y puesto debajo del asiento del conductor; antes de subir, se percató de la presencia de una pobre y vieja maleta color café. Fue hacia ésta, la recogió y la abrió para revisar su contenido: solo un cambio de ropa, un peine y un listón para cabello color verde. Cada vez, dejaban llevar menos equipaje. Abrió la puerta trasera del auto y aventó el maletín. Ya no había nada más que hacer en ese lugar, por ahora.





Todo era confuso, ¿por qué se encontraba en otro hospital? Se supone que ella había sido dada de alta, ¡no que la iban a transferir a otro lugar!

Se quejó por lo bajo, sentía un horrible dolor de cabeza en un lugar específico así que con cuidado, llevó su mano hacia la parte posterior de ésta y pudo sentir algo de sangre seca en su cabello y una venda cubriendo algo, una herida. Entonces recordó: nunca llegaron por ella, ¡la atacaron a las afuera del hospital! ¿Acaso… acaso la habían secuestrado? Pasó saliva con dificultad mientras inspeccionaba el lugar; ya comenzaba a sentir el miedo de la soledad, además, algo le decía que no iba a salir de ahí con vida.

—Ya despertaste —escuchó.

—No quiero morir aquí —confesó la paciente llorando y sintió unas manos en sus hombros que trataban de reconfortarla. La mujer paró sus sollozos sorprendida: el tacto se le hacía familiar… ella conocía a la persona.

—No morirás Jeny, solo me ayudarás a realizar unos experimentos, ¿ok? Te beneficiarán a ti y a las próximas generaciones que sufran de esquizofrenia.

—No —negó con los ojos llorosos—. No quiero, ¡no quiero!

El Dr. Baecker sonrió.

—No tienes elección —le hizo saber acariciando su cabello color azabache—, tu destino es contribuir con la ciencia.

Jeny comenzó a llorar pero los sollozos se quedaron atorados en las puertas de sus labios. La voz se le había ido a causa del miedo y la tristeza: moriría y nadie se daría cuenta de ello, ni siquiera sus padres.

Pudo sentir el roce de algo metálico en su nuca percatándose de que se trataban de unas tijeras que comenzaban a arrasar con su largo cabello: grandes mechas caían al piso y otras se quedaban atoradas en sus hombros y al sentir que en su cabeza solo quedaba la venda cerró rendida sus ojos mientras las lágrimas aun escapaban sin piedad.

—Ayúdenme —susurró.

Abrió los ojos de golpe y se percató de que estaba boca arriba. Miró a su alrededor buscando señales de lo que fuese en su habitación, pero estaba sola.


—Es extraño, estoy segura de haber escuchado a alguien —murmuró Kimberly con su voz apagada y con ojos tristes—. Esa mujer… al parecer, murió llorando —se dijo a sí misma dándole la espalda a la pared y se acobijó más con esa sábana que su guardia le había regalado—. No se fue en paz.




Había sido una pesada noche: la discusión que había tenido con su madre, la discusión con Gustav, el atrevimiento que había tenido con Kimberly y el forcejeo con el paciente de la habitación #1010 que se había desquiciado nuevamente (más de lo que ya estaba) tratando de herir a su guardia. Se sobó la nuca. Lo único que quería hacer era dormir y olvidar todo lo sucedido pero claro, sabía que no podía hacerlo porque, aunque Kimberly ya no tocó más el tema, se sentía todavía la tensión por la “calentura” que había sufrido y él, él estaba completamente avergonzado.

—Qué noche la de hoy, ¿eh? —exclamó Georg caminando a la par de su amigo—. Por poco y ese loco me muerde el brazo.

—Georg —suspiró—, no quiero escuchar lo que Gustav quiere decirme. Dejemos todo por la paz, ¿ok? Lo vuelvo a mencionar, ese es mi problema, no de ustedes. Gracias. —concluyó caminando más rápido a lo que su compañero se detuvo.

Georg era de las personas que le encantaban hablar, pero también era de esas que son muy predecibles a lo que van a contar. Además, ese comentario del brazo, ya se lo había dicho saliendo del último piso; al parecer, también era distraído. Tom negó divertido. Su compañero era un desastre pero era un buen amigo… aunque en estos momentos sea algo molesto.

—Odio cuando me ponen entre la espada y la pared —confesó el de la coleta volviendo a caminar—. Siempre soy yo el que sale perdiendo.

Era un rico día y promovía ser uno bueno también, aunque la noche anterior había sido un completo desastre. Pero así suelen ser las cosas, ¿no? Un día puede ser el más negro y el otro, el más soleado. Hizo una mueca. Era extraño cómo funcionaba la vida, pero le agradaba.

Al salir del hospital, miró a su amigo de rastas subiendo al autobús que lo llevaría hasta la ciudad. “Wow, Tom, no sabía que vivías lejos de aquí”, expresó ya que él vivía por los al rededores y cuando podía y tenía ganas, se podía ir caminando desde el hospital hasta su casa y viceversa, pero eso nunca sucedía, era un vil flojo; aunque debía admitirlo, el día ameritaba una caminata para disfrutar el paisaje otoñal.

—Bleh, ¿por qué no? —se preguntó a si mismo retomando su marcha y despidiéndose de Tom con la mano. Al parecer, su amigo no estaba molesto con él ya que éste le había dicho Adiós primero. Eso le alegró—. Ve a casa pequeño enamorado.

Los árboles casi secos siempre le habían gustado y luego, con las hojas secas adornando el piso, aquel pequeño bosque que se encontraba en la esquina era precioso. Sintió ironía, ¿cómo un lugar tan lindo podía existir a un lado de uno lleno de horrores y tristeza? La única respuesta que encontró fue que era otra ironía de la vida.

No caminó más al detectar algo extraño a unos metros de él: era un color opaco sobre las hojas, parecía un charco seco y al ir acercándose con cuidado visualizó un listón verde sobre ese charco así que se agachó y lo recogió.

—¿A quién le perteneciste? —se cuestionó curioso mientras una ola de melancolía lo invadía. Aquel listón se le hacía familiar.

Extrañado ante ese sentimiento, decidió guardar el listón en la bolsa delantera de su pantalón y continuar su viaje hacia su casa sin más distracciones pero presentía que ya no habría más.

“Supongo que ahora tendré que ser yo el que cuide de este listón, ¿no? O entonces, ¿por qué me lo pusiste en el camino? —preguntó mirando hacia el cielo y sonrió—. Tal vez pertenece a mi verdadero amor”

Ese era Georg, un hombre alegre y curioso que le fascinaba la manera en que funcionaba la vida: le gustaba afirmar que las coincidencias no existían y que todo era obra de lo que unos llaman destino. Pero sobre todo, Georg era un buen amigo.

—Pienso que Georg debió haber sido un detective privado. Tanta curiosidad en él puede llegar a ser un tipo de Don —concluyó el chico de rastas bajando del autobús para dirigirse a su departamento.



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Este capítulo no sé kdfhdkshfdskjg Georg *-*, lo extraño tanto u.ú, ¿ustedes no? Espero y disfruten de la lectura :-) ¿Qué opinan del Doctor? :-/ es todo un loquillo.
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1 comentario:

  1. O.o te juro q cuando lei yo pense q seria Kim me asustee. Pero igual pobre Jeny me dio mucha tristesa pensar en como moria :-/ claro ese doctor es una persona enferma espero q no les pase nada a madie en realidad q nadie muera :(
    Georg me cae tan bien sii se le extraña es tan guapo *.*
    me alegro cuando veo q publicas.. Muchas gracias por ayudarme y poder configurar en los celulares mil gracias :D .. Siguelaa prontoo igual aun me dejas en suspensoo cualkier cosa puede pasar xD
    bye cuidatee ... Amo tu fic es hermosa :D

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