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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

2 jun 2013

Capítulo sesenta y seis





Sus nudillos perdían color y el frío en su piel había ocasionado que sus mejillas y nariz se tornaran rosas. Hoy no había nieve pero sí impotencia.



Gustav apretaba sus puños cada vez más. Éstos descansaban sobre uno de sus gruesos libros de medicina de cuarto año el cual quería aventar, patear y destrozar ante la ola de sentimientos frustrados que sentía: estaba tan cerca de ella y aun así, ¿no podía acercarse? No, no podía ser posible. ¿En qué momento el Director la había aislado? ¿En qué momento ganó?



El rubio parpadeó anonadado, volviendo en sí y desorientado, miró a su alrededor notando que el patio yacía vacío. Pues claro, con aquel frío infernal, ¿quién estaría afuera? Sacudió su cabeza tratando de recobrar sus cinco sentidos y cuando sintió que el calor de su cuerpo volvía a él, se levantó llevándose su grueso libro de pasta azul con amarillo debajo del brazo; sus hombros se encogieron al instante y sin más, volvió al interior del recinto.



“Ganar”. La pregunta correcta era, ¿desde cuándo Kimberly se volvió una competencia? Había algo extraño en todo esto: la persistencia de Baecker de dejarla apartada de los demás no era normal. Kim no se lo merecía, ha tenido una buena conducta y se ha permanecido estable. Ya no atacaba a ningún empleado y todo eso comenzó desde el día en que Tom llegó. ¿La ignorancia de su compañero logró acaparar la atención de su amiga? Hizo una mueca, tenía sentido: Tom no sabía lo que era mantener límites, todavía no estaba relacionado con ese mundo y era… normal que viera a los pacientes como si se tratasen de personas comunes que uno ve y habla con ellos en su entorno estable. Y luego, concluyó que al final logró comprender que no eran iguales pero… con ella, con Kim, siguió viéndola y tratándola de la misma manera: como una persona. Aunque a veces, y lo sabía, la juzgaba.



Y no lo culpaba, era normal. De alguna manera.



—¿Roy volverá?



—¡Qué! No me digas… ¿apoco ya salió del coma?



Sus puños volvieron apretarse al oír fugazmente la conversación de esos intendentes, pero logró calmarse al cerrar sus ojos y contar mentalmente hasta tres.



Roy, ese maldito de Roy y los malditos chismes estúpidos que giran en torno a él: que si estaba en coma, moribundo, que perdió un ojo, que si esto, que si el otro. Estaba harto y claro, no había que mencionar los comentarios que habían sobre Tom: que se volvió loco, que tenía problemas de conducta, que siempre fue agresivo, que una vez intentó agredir a alguien más… que estaba enamorado de esa loca…



Bueno, ¿y qué si así era? Se sintió tan mal al no poder defender a su amigo a tal grado. Todo se había salido de control: la llamada de Georg, su llegada al hospital, el comportamiento extraño de los empleados. Recordó cómo se había sentido alrededor de todo aquel desastre: perdido. ¿Qué demonios había pasado en menos de una hora? Se sintió desorientado y por más que se acercaba a sus compañeros no tenía idea de qué demonios les preguntaba ni estaba al tanto de que era lo que le respondía: estaba ido, ausente y no podía escuchar sus propias palabras.



Lo único que relacionó fue “Roy, 1014, Kaulitz” y fue ahí cuando trató de poner sus ideas en orden y pudo pedir que explicaran las cosas desde el principio: nadie supo qué demonios había ocurrido, pero en las diferentes historias, llegaron a un punto en la que coincidían con algo: Roy estaba en el cuarto, Tom entró y fue ahí cuando todo se salió de control. Más nadie sabía la razón exacta de esa tan extrema discusión. Ahora, la paciente se encuentra en completo aislamiento y son muy pocos los que pueden ir a verla: Baecker se puso estricto.



Pero Gustav sabía el motivo de la pelea y otros más también, pero los demás no querían hablar porque tenían miedo del Director ya que, Roy, en ese momento, era su protegido. Los que tenían un poco más de años en el hospital conocían muy bien a ese bastardo, lo asqueroso que era y lo poco hombre que se comportaba en el momento de tratar a una hermosa mujer. Varias enfermeras se habían quejado ya, pero nunca nada pudo comprobarse. Él siempre se salía con la suya y todavía era un misterio de cómo lograba zafarse de tales acusaciones de acoso. Otro guardia, hace un par de años, aseguró verlo aprovecharse de una paciente pero ahí nadie metió mano, ya que, claro, ellas no tenían ni voz, ni voto. Ya estaban solas como quiera. Y Gustav tampoco pudo hacer nada, ya que pruebas no tenía.



Pero en el momento en que Georg le habló y le dijo que Roy había entrado a la habitación de Kimberly y, desde luego, solo, sabía muy bien que no se trataba simplemente de una amigable visita. Maldito desgraciado. Aunque no conocía muy bien a Tom, estaba seguro que él no era de los tipos que se pelean sin razón: Roy debió de haber hecho algo indebido, lo sabía, lo sabía muy bien, y por eso, tenía bien merecida esa paliza. «Lo hubiera matado», pensó sin rodeos. Ya que si no lo hubiera hecho Tom, lo hubiera hecho él.



Nuevamente, se sentía tan impotente e inútil. Necesitaba ir al último piso, estar con su amiga, darle todo su apoyo y su tiempo, recordarle que no estaba sola. Pero ya habían pasado tres días y algo le decía que todas esas intenciones serían en vano: ya ha escuchado más rumores de las pocas enfermeras que tienen permitido estar con ella y todo indica, que su estado está deteriorando. No habla, no come, permanece en un solo lugar y con esto, aseguran que tampoco duerme. Aquello, al igual que al Dr. Jost y a Georg, le preocupa: ella, en ese estado, sólo significa un peligro hacía ella misma y hacia los demás.



Gustav no podía permitir que aquello volviera a suceder, no, otra vez no, ¿pero qué hacer? Si se le descubría rondando por ahí, se le despedirá al instante y sería completamente imposible verla. Estaría en la misma situación de Tom.



Pesadamente, se masajeó sus parpados, desacomodando un poco sus lentes con armazones negros. La ausencia de Tom, también era un factor que estaba deteriorando la salud de su amiga. No era necesidad de preguntarle para saberlo, era algo obvio. Lo necesitaba a su lado ya que había comprobado que él se había convertido en su soporte y ahora, al saber que se encontraba lejos, eso la hacía decaer.



Maldito Baecker: primero Jost, luego él, después Tom. ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad de tener a los que más la quieren alejados? O simplemente, «¿estoy exagerando?, mi mente no piensa bien. Tal vez estoy culpando al Director de algo que puede ser simplemente coincidencia, ¿qué tal si nadie se esperaba lo de Roy? Pero, sí es así… ¿por qué Baecker alejó al Dr. Jost desde hace tiempo?»



Era un infierno trabajar ahí cuando todos estaban al tanto del problema y cuando el ambiente, en esos momentos, se podía cortar fácilmente con un cuchillo. Era tan tenso, que todos podían verlos. Y Gustav, él sólo tenía en la cabeza a su amiga, quién sufría en su encierro y qué le hacía cuestionarse por su ahora futuro incierto. ¿Qué harán con ella?



Luego, otra pregunta vino a su cabeza, ¿acaso Tom se daría por vencido y no volvería nunca más? ¿Lo de su amorío con ella simplemente fue una insignificante aventura?



Sus dientes se apretaron: más vale, por su vida, que no fuera así.



—¡Dr. Jost! —exclamó dispersando todos aquellos pensamientos. Se acomodó sus lentes y curioso, caminó hacia él: sus facciones indicaban que estaba molesto, ¿algo malo habrá sucedido?



—Ahora no, Gustav —aseguró pasándolo por largo.



—Pero, doctor, ¿pasa algo? —calló unos segundos y antes de dar un paso en falso, cuestionó—acaso… ¿acaso sucedió algo con Kimberly?



Los fuertes pasos de su superior se detuvieron. Gustav, inquieto, se quedó en su lugar pasando saliva con dificultad al notar que Jost giraba un poco su cabeza, lo suficiente para poder ver su perfil.



—No permitiré que vuelvan a lastimarla.



Los labios del rubio se entreabrieron al volverse a escuchar los huecos pasos del hombre para después, perderse en el pasillo.



“Volver ¿a lastimarla?”, repitió vagamente en su cabeza. Por todos los cielos, ¡qué demonios pasaba!



—¡E-espere, doctor! —pidió dispuesto a ir tras él pero, el vibrar de su celular lo detuvo.



Quejándose en secreto por tal importuno suceso, sacó su aparato fijándose en la pantalla verde con letras negras. Sus ojos se abrieron sin poder evitarlo y con movimientos torpes (al grado de colgarle accidentalmente), atendió la llamada.



—¿A-afuera? —balbuceó sintiendo que era observado por ojos traidores, pero estaba solo. No había más que esas paredes color blanco enfermizo y sintiendo por un momento su cabeza fría, pudo razonar que esa era oportunidad perfecta que tanto anhelaba—. No, no. Voy por ti.






—¿Cuándo regresa?



—No lo sé —informó la asustada secretaria—. No me dijo hora, lo siento mucho Doctor s…si quiere, trato de localizarlo —informó levantando el teléfono dispuesta a comenzar a marcar los números.



David negó y mentalmente, contó hasta diez: desquitarse con la secretaria no era algo bueno. Ella era inocente, después de todo.



—Está bien, déjalo. Pero cuando regrese… asegúrate de informarme, ¿está bien?



—S… sí, Doctor.



Baecker haciendo de buena criatura. Ir a visitar a Roy, ¿desde cuándo se preocupaba por sus empleados?



—Tonterías —murmuró dándole la espalda a la joven mujer, rubia, alta, ojos azules. Una alemana bonita, hasta eso, Baecker sabía escoger a sus secretarias.



—Dr. Baecker —escuchó que alguien se acercaba. Tratando de mantener la calma, metió la mano en los bolsillos de su abrigo tanteando con las puntas de sus dedos la caja de cigarrillos. Dios, como necesitaba uno en esos momentos.



—Te dije que ahora no, Gustav —recordó, sin verlo.



—Lo sé, pero esto es importante. Y lo incumbe a usted.



El Dr. Jost encarnó su ceja y miró al joven por el rabillo del ojo. Estaba agitado y su mirada era dura: él no acudiría a su presencia si no fuera por Kimberly.



—Importante, dices…






Aquel lugar se estaba haciendo muy sofocante para la pequeña. Si seguía ahí, estaba segura que se desvanecería y no podía dejar que eso pasara: ella no debía morir, porque si eso pasaba, Kimberly moriría también.



—Kimberly… come, por favor… come —rogaba apretando la mano de la mayor.



Kimy se encontraba sentada en el piso, recargada en la cama. No podía levantarse, ya no tenía fuerza para hacerlo. Era algo tonto, ya casi no podía mantener sus ojos abiertos, le dolían si hacía esfuerzo. Con la poca energía que le quedaba, levantaba su cabeza tratando de visualizar a la chica: seguía en esa misma posición, su cabello ya estaba más maltratado y duro y sus ojos… sus ojos no daban señales sobre si había alguien dentro de ese cuerpo: ¿acaso Kimberly dejó este mundo hace ya días? No. Eso era imposible, ella no podía morir tan fácilmente… no debía, no podía…



—Kimberly… por favor… come —pidió sintiendo como su cuerpo no respondía: se estaba ladeando—… come…



Pero el cuerpo de la chica no reaccionó.



Aquellos ojos, ahora negros era el reflejo dónde yacía el alma de Kimberly perdida. Era su abismo: la oscuridad se comía poco a poco su ser, ya casi no quedaba nada. Sus piernas, su torso, y la mitad de sus brazos no existían. Podía sentir cuando la oscuridad avanzaba más sobre ella porque le dolía.



“Ardor”, fue lo que mejor pudo describir aquella sensación. Era como si le arrancase un miembro de su cuerpo, ¡sí! Eso era: la oscuridad se la estaba comiendo poco a poco. Vaya, ¿acaso ese era su destino? ¿Morir en aquel lugar?



Bueno, ¿qué más podía pedir? Era la mejor manera de abandonar por fin esa vida: en soledad y en silencio. Así fue siempre en lo terrenal, ¿no? Incluso cuando vivía con aquellas personas que solían llamarse sus padres, se encontraba sola.



—Me abandonaron —murmuró al ver a lo lejos el recuerdo de una familia quienes jugaban feliz con su hija menor a la pelota. El pasto era demasiado verde pero unos círculos amarillos resaltaban en cada esquina: girasoles.



A aquella señora le gustaban los girasoles. Ella misma los plantaba, era una fanática de la jardinería: varias veces, trató de enseñarle a su hija como cuidar de ellos y de otras flores, pero era imposible, la niña todavía era muy pequeña y prefería jugar con tierra que cuidar de ella. Era normal y al parecer, a las dos personas de ahí les alegraba aquel gesto. Reían: el hombre abrazaba a su mujer mientras veían como su hija jugaba con las palas del jardín en un bulto pequeño de tierra.



La niña se veía feliz también, eran una bonita familia…



—¿Quiénes son ellos? —preguntó con su ceño fruncido desvaneciendo aquellas imágenes—. No logro… no logro recordar sus rostros…



Era una familia, ¿no? Pero… ¿por qué los veía, por qué en estos momentos?



La boca de Kimberly se entreabrió. Estupefacta, apretó sus labios sintiendo un salado sabor, el de las lágrimas.



«¿Estoy llorando? —se preguntó sonriendo con ironía—, ¿todavía se me es posible llorar? Vaya, lo más sorprendente es… que no me detengo. Me siento triste, siento muchas ganas de llorar al ver aquella familia y al verlos reír. ¿Por qué lloro por ellos? No los conozco, más sin embargo, anhelo hacerlo. Por eso lloro, porque quiero saber quiénes son. Me hacen sentir un vacío, es el mismo vacío que siento al no tener a Tom a mi lado. ¿Quiénes son ellos y por qué son tan importantes para mí? ¡Alguien, por favor, dígame!»



—¡¡Por qué estoy llorando!!



El cuerpo de Kimy volvió a reaccionar. La niña, asustada ante la fuerte energía que le golpeo, se levantó alejándose un poco de la chica.



Confundida, se llevó su manita a su mejilla: estaba húmeda, ¿acaso había llorado? No lo recordaba. Tal vez, lloró mientras yacía inconsciente o… tal vez…



—¡Kimberly! —la llamó corriendo hacia su cuerpo—. Kimberly, dios, ¡¿estás ahí?! ¡Kimberly! —desesperada, la zarandeó. El cuerpo de la chica seguía sin responder y el maltrato hacia ella se detuvo al notar algo: lágrimas—. Tú… tu estás llorando…



Anonadada, la soltó.



Una pequeña descarga nuevamente sucedió a su lado, pero esta vez, hubo algo distinto: fue débil. Kimy muy apenas y la sintió; había sido como un cosquilleo en su brazo. ¿Qué sucedía? Miró a su alrededor, la bruma no era tan intensa como antes, ya se podía mirar en la habitación y los rayos azules eran menos. Acaso… ¿acaso Kimberly estaba volviendo?



—¿Qué…?



Su cuerpecito se tensó completamente. Había logrado captar la energía de alguien más, de una muy conocida por ella. Llevándose una mano a su pecho, miró a la nada pero a la vez, sabía que aquella dirección daba a la entrada del hospital: él había puesto un pie en la institución. Sí, era él, ¡estaba segura!



—Kimberly, ¡Kimberly! —la llamó emocionada retrocediendo sin dejar de mirar a la nada—. Tom volvió… ¡él por fin está aquí! ¿Lo sientes, verdad? ¡Él está aquí! —dijo mirándola fugazmente por el rabillo del ojo. Su mano bajó y pudo sentir como una extraña tranquilidad regresaba a su ser—: Por fin estás aquí, gracias… gracias por volver.



El chico cuya apariencia es juzgada por su extraño look esperaba escondido entre los carros estacionados fuera del nosocomio al guardia rubio, quién al principio no era su mejor compañero, ahora, se volverá su mejor aliado.



—Ya estoy aquí Kimberly, ¡sólo un poco más!

Nota final: escribiendo como una loca x.x, aun no estoy a gusto. Sólo me han dado el resultado de dos materias y tengo siete en total jdkfskjadg. No me gusta ser así, siempre me pongo demasiado histérica cuando de calificaciones se trata :c no me gusta dejar en segundas y bueno, ya no hablaré de eso xd. Espero que les guste este capítulo *-* trataré de seguir escribiendo en estos momentos, ya que tengo la idea y oh por dios, mi idea las hará infartar e_e en fin egh... necesito hacerle un cambio a mi blog. tengo cosas que agregar y quitar e.e hah eso no es importante xd, en fin. Muchas gracias por leerme *-*

PD. Para todas aquellas que les gustaba/gusta leer en THF, déjenme decirles que regresó *-*. Pueden acceder dando clic aquí
Uhm, aún no sé si re-subir mis historias ahí. :/, tendré que pensarlo o ustedes, ¿qué opinan? En fin, que tengan un excelente inicio de semana *-*

1 comentario:

  1. Noooo Arly xq justo lo dejasteee ahiii!! No es justooo que malaaa.. Ya estaba muy emocionadaaaa..

    Siguelaaa peroo yaaa!! Te lo exijooo.. Ay Dios Tom ya esta ahii y Kim ya esta regresando pero Sam esta dentro de su cuerpoo. Y tienes ides q me infartara y conociendote estoy segura q sii.. Me llamo la atencion cuando Kimy recuerda a su familia escribiste q jugaba con su hija menor eso quiere decir q tiene una hermana mayor obviooo yo quiero saber de sus padres..

    Arly me emocionoo ya fegreso THF q emocion.. Y obbio tienes q voler a subir halo por tus lectoras aunq yo no los leiaa xq obvio ya los lei aqui en tu blogger yo digo q sii subas :D

    Te exijoo q la siguelas prontoo si si te exijooo :P amo tu fic.
    Cuidate bye :D

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