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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

24 ene 2013

Capítulo cuarenta y nueve.



Suspiró en el acto en que su casillero se cerró. Cada vez las guardias eran un poco más pesadas: la paciente que tenía que cuidar se volvía cada vez más inestable atrayéndole muchos problemas a las enfermeras. Las dos mujeres tenían varios moretones debido a los golpes que la paciente les brindaba y también varios rasguños en la piel. Y ella, oh vaya, ella también estaba seriamente lastimada y lo peor era que ese daño fue causado por ella misma.

Hizo una mueca. Le tenía lástima a la chica…

Le tocaba hacer el recorrido por el último piso, pasó la linterna por cada puerta verificando que cada paciente estuviera en su cama dormido, como siempre, el paciente de la habitación 1010 lo esperaba para brindarle un buen susto. Dios, ¿es qué nunca se tomaba su medicamento? Eso, después de cuatro años ya, se volvía cansado e irritante.

Al escucharle gritar, giró sus ojos y pasó de largo ignorando su estúpida y maniaca risa. Se podía oír mal, pero detestaba a ese loco. Pobre de los guardias y enfermeras que debían de tratar con él, pensó siguiendo su inspección pero ya sabía exactamente en donde era su otra parada. Estaba a cuatro habitaciones, la 1014…

Su linterna se detuvo en aquella puerta dejando ver a una chica sentada sobre su cama, con sus piernas bien abrazadas y con un rostro inexistente en ese momento ya que todo su sucio, o tal vez, maltratado cabello castaño cubría completamente toda esa zona. Se mecía sobre sí misma una y otra vez y podía jurar haberle escuchado susurrar algo con exasperación.

Sus ojos se entrecerraron y se puso en alerta al percatarse que de nueva cuenta, se dañaba a sí misma: se estaba rasguñando los brazos, parecía que quería arrancarse un buen pedazo de piel y si seguía a ese ritmo pensó que lograría aquel cometido. Sus dientes se apretaron e hizo una mueca de desagrado.

Sacó la radio que mantenía en su cinturón y lo encendió dispuesto a hablarle a las enfermeras, otra vez, la paciente sufría una crisis. Apuntó su linterna acusadoramente hacia su rostro, al parecer, la paciente se había dado cuenta por fin de su presencia.

Oscar titubeó al encontrarse con sus ojos, no parecía la muchacha, parecía otra persona. Y aquellos ojos que simulaban las de un felino, le hizo darse cuenta que la chica estaba en el punto más crítico.

—¿Kimberly?


*


Abrió los ojos y verificó en el reloj que yacía en su muñeca que tan solo había descansado diez minutos. Pudo apreciar la espalda desnuda de su pareja quien rosaba su piel desnuda: la mantenía abrazada y al recordar lo que había sucedido entre ellos no pudo evitar depositarle pequeños besos en su nuca. Estaba contento.

No hizo tanto escándalo al notar que Kimberly se encontraba profundamente dormida, su profunda respiración la delataba. Sentía el aroma de su cabello y como si fuese algo que adorara tanto, apegó su nariz aspirándolo mejor y la abrazó atrayéndola más hacia él.

«Eres mía», repetía una y otra vez en su cabeza sin poder creerlo todavía. Hacía mucho que no se sentía de esa manera, tan… tan vivo y todo, gracias a ella.

Pero, toda aquella felicidad se esfumaba poco a poco al notar claramente la pared que tenía enfrente: aquello pálido y demacrado le recordó que no se encontraban en su departamento, sino en la habitación de un hospital psiquiátrico.

El momento lo había cegado haciéndole olvidar aquel detalle y al descansar esos pequeños minutos se imaginó o tal vez, soñó, que la cama donde yacían dormidos se trataba la de su departamento. Los dos yacían en su hogar, disfrutando de su compañía, siendo felices en aquella tranquilidad pero… no, ellos estaban encerrados en ese maldito cuarto que solo hacía sufrir a Kimberly.

Suspiró y de mala gana, se levantó de la cama con cuidado de no despertarle. Tom ya estaba ausente por horas, en cualquier momento llegaría uno de sus compañeros con el pretexto de su búsqueda y era mejor que no lo encontrara en esa situación. Al terminar de ponerse sus pantalones, sus ojos nuevamente se perdieron en la chica que yacía dormida en su cama. Tal vez, pensó, era la primera vez que dormía con aquella tranquilidad.

Con su playera en mano, se acercó con cuidado hacia ella y en susurro, le llamó para que despertara. Era tiempo de despedirse, por esta noche.

—Me gustaría que te quedarás un rato más —confesó abrazándose a sí misma. Tom dio una pequeña sonrisa y acarició el contorno de su mejilla sintiendo la suavidad de su piel.

—Cuando salgas de aquí, dormiré toda la noche a tu lado. Ya lo verás —le prometió depositándole un corto beso en los labios. Dios, ¿cuándo se había vuelto tan cursi? Había tenido muchas mujeres en su vida, de esas con las que nada más pasabas el rato y a ninguna, la había tratado de aquella manera. Nunca había sido atento con las personas del sexo femenino… hasta que la conoció.

Kimberly se tensó un poco pero, después, logró asentir ante aquella promesa. Después de todo, las cosas serían diferentes a partir de ahora y sabía, que si daba todo de ella, podía salir para estar al lado de su guardia como se debía.

—Deberías vestirte tu también —fue más un recordatorio que sugerencia. La paciente se ruborizó ante aquel comentario ya que había olvidado que estaba completamente desnuda. Nuevamente, volvió a asentir aferrando más las sábanas tratando de cubrir algo de su piel.

Al final, Tom se quedó cinco minutos más entre “despedidas” y besos. Quién sabe cómo, pero logró salir de esa habitación la cual inconscientemente se rehusaba a dejar. Nunca, nunca en su vida olvidaría aquel día.

Nuevamente en la soledad de su cuarto, Kimberly miró la ropa que yacía en la orilla de su cama ya que su guardia había tomado la molestia de recogérsela y de mala gana, accedió por fin en ponerse de pie y vestirse. Cuando terminó de ponerse la blusa, acarició levemente su estómago al sentir un ya bien conocido cosquilleo en su estómago y ante eso, no pudo evitar sonreír. Más bien, rió.

Se sentía demasiado bien. Habían pasado demasiados años desde que se sintió de aquella manera que había olvidado ya lo que era ser feliz. Sus ojos se cerraron al sentir a su alrededor una paz que nunca antes había sentido, por aquella noche, podía decirse que era la primera vez que sentía a esa horrible habitación cómoda, cálida y perfecta.

No sintió la necesidad de dormir, estaba inquieta y sabía muy bien qué podía hacer para calmarse. Además, se encontraba de un buen humor como para hacerlo toda la noche, después de todo, era otra cosa que amaba.

El crujir de la silla se escuchó cuando tomó asiento y entre tarareos de canciones sin nombre escogió una hoja del montón, alzó su lápiz y comenzó a dibujar.

Kimy se encontraba detrás de ella descubriendo lo radiante que se veía su yo mayor. Su cabeza se giró levemente al ver que la chica que tenía en frente parecía nuevamente una niña. ¿Dos niñas de nosotras mismas?, pensó confundida pero al mirar con atención se dio cuenta que solo se trataba de la misma Kimberly, solo que esta vez, tenía una pizca de alegría en todo su cuerpo.

Kimy sonrió.


*

Cuando apareció en la sala de seguridad sabía muy bien que lo primero que recibiría serían los regaños de un compañero que cubría a su amigo Georg. La verdad, no era de sorprenderse que Georg decidiera faltar, lo único que si le preocupaba es que no quisiera hablar con nadie, ni siquiera con Gustav que se supone era al que le tenía más confianza.

Mat le contó que además de tratar con el paciente de Georg, tuvo que ir a los dormitorios generales ya que una de las mujeres estaba causando problemas, después de tanto forcejeo, lograron darle un tranquilizante y calmarla. Tom rió a recordar que se trataba de Mari, la primera paciente que había conocido y le confirmó que en efecto, tenía un carácter demasiado fuerte. Después, le vinieron los reclamos ya que Mat lo llamaba por la radio para pedirle ayuda y éste no respondía, el guardia de rastas supo mentirle diciéndole que después de andar por el último piso, hizo guardia en el patio señalándole que en ese sitio, su radio siempre fallaba (aquello no era tanto mentira), después pasó por las oficinas y bueno, ahí lo tenía. Aunque aquello no logró calmar a Mat completamente, pudo conformarlo. Al menos creyó que hacía su trabajo.

Al amanecer y antes de salir de las instalaciones, Tom se encogió de hombros al ver el edificio donde yacía Kimberly; cómo le gustaría ir y desearle un buen día pero eso era algo complicado, en el día hay más movimiento y se le sería imposible acercarse sin ser visto. Al final, se fue un poco molesto ante aquella problemática pero trato de calmar su humor al notar que el Director Baecker lo observaba desde su automóvil y al pasarlo, sacudió su cuerpo: últimamente estar cerca de su superior le causaban escalofríos y demasiada incomodidad. Y extrañamente, sentía temor.

Sus llaves y su mochila cayeron en un punto perdido del piso. Como siempre, Tom los aventaba como si nada. Cansado, feliz y agobiado así se sintió cuando entró a su departamento: aquel lugar aunque era su hogar ya no lo sentía como tal. Solo era un sitio que le recordaba que su vida era miserable y que no tenía familia. Se encontraba completamente solo en ese aspecto.

Sacudió bruscamente su cabeza: no iba a dejar que esos pensamientos le fastidiaran y mucho menos iba a permitir que opacaran lo que había vivido con Kimberly esa noche. No. Ese día era para estar feliz, sonreír estúpidamente y suspirar como un idiota enamorado. Sí… todo por ella. Extrañas sensaciones le recorrieron en todo su cuerpo causándole que gritara de emoción y se echara a la cama con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía un adolescente, pero no le importaba.

Después de soltar un suspiro de satisfacción giró su cabeza hacia su teléfono percatándose de que tenía mensajes en su máquina contestadora. ¿Sería Andreas? Un nudo se hizo en su garganta, sí, ojalá y fuera él y solo él.

“Tom necesito que me devuelvas la llamada… es importante”.

Su boca se secó al escuchar al oír a su madre. Sin pensarlo dos veces, agarró torpemente el teléfono tumbando la base de éste y marcó tembloroso el número de su casa rezando en su cabeza que fuera lo que fuera no sería sobre Bill.

Cinco timbres pasaron sin que Tom pudiera respirar y al escuchar la voz de su madre del otro lado de la línea no fue capaz de responderle en el acto. Se quedó estático, mudo y aterrado al rendirse y confirmar que tal vez y sí se trataba de su hermano, después de todo, ¿para qué le hablaría su madre?

—¿Tom? ¿Eres tú? —escuchó con una seriedad que jamás le había conocido.

—Ah… s-sí —respondió apretando el agarre del aparato que mantenía en su oreja—. ¿Sucedió algo malo? ¿Le pasó algo a…? —ni siquiera pudo terminar su pregunta. En primera, porque no tenía el valor para hacerlo y en segunda, porque su madre no se lo permitió.

—¡Ni lo menciones! —le advirtió entre dientes y luego, hubo silenció—. Pero si pasó algo… algo grave —nuevamente silencio y en esa pequeña pausa, Tom pudo recuperar el aliento: su madre le dijo que si había pasado algo pero con el simple hecho de que no se tratase de Bill podía calmarse de nuevo.

—Se trata de tu padre.

—¡¿G…Gordon?! —gritó impactado ante la noticia—. Dios, ¡¿está bien, dónde está, qué le pasó?! ¡Voy para allá!

—¡No. Cállate y escúchame, por favor! —De nueva cuenta, su hijo mayor enmudeció—. Se trata de tu… de tu verdadero padre.

Y ante eso, todo se volvió a ir nuevamente al demonio. Pudo sentir como todo su cuerpo se congelaba y ante la palidez que había tomado su piel podía jurar que parecía un vil fantasma hecho de cristal.

—¿Pa…papá? —tartamudeó y muy apenas se pudo escucha. Aquella pregunta había salido como un leve balbuceo que llegó a hacer confundido por la estática de la línea.

—Jörg, él... —se pudo escuchar a la perfección como Simone tomaba todo el aire necesario para soltar de golpe todo lo que tenía por decir y al hacerlo el teléfono de Tom dio contra el piso mientras que él mismo… se perdía en su cabeza oyendo una y otra vez las palabras de su madre que hacían eco sin piedad en su cabeza, que en esos momentos, estaba hueca.

—Él murió hace dos días.


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Y comienzan los recuerdos de ese incidente con Oscar e.e ya pronto todo se revelará :3 y bueno, volví a la facultad, ya pronto se terminará mi primera semana del segundo semestre... solo espero que sea mejor que el anterior y que me vaya bien, igual les deseo toda la suerte del mundo a ustedes!! Den lo mejor de sí en sus estudios!! Gracias por leer *-* y las leo en el otro capítulo! :-) 

2 comentarios:

  1. Te juro qque amo cuando Tom y Kim estan juntos.. *.*
    Esta muy interesante la fic.. Me encanataa..
    Awww ya se revelara el secreto :D Suerte en tus estudios con fee hahhahaha
    Bye cuidate :D

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  2. :O me encantó, estuvo buenísimo!
    http://tokiofanficshotel.blogspot.com.ar/ te pasas? ^^
    Besos, cuídate :3

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